Culturas digitales en México Enrique Pérez
Reséndiz Gabriela Montoya
Gastélum (coordinadores) Universidad
Nacional Autónoma de México Colección
Juventud, México, 2020, 252 p. ISBN: 978 607 30
3936 9 Alan Roberto
Llanos Velázquez
Investigador
independiente |
En los últimos años, de forma paulatina, la investigación
social ha ido incorporando a sus discusiones, observaciones y análisis,
conceptos y términos que refieren a una realidad: la conformación de culturas digitales
entre la sociedad contemporánea. Esto ha obligado a las y los investigadores a
tener que recurrir al uso de categorías de análisis próximas a las dinámicas
sociales que emergen y se colocan al centro de los fenómenos sociales, otras
veces, a proponer nuevos términos que den sentido a lo que se observa.
Los sujetos jóvenes son quizá los actores sociales que
tienen una relación más singular con las tecnologías digitales debido a que han
crecido a la par de ellas, lo que permite observar una serie de relaciones en
donde las culturas digitales están siendo espacios de producción, circulación,
monetización, socialización, denuncia e interacción entre pares juveniles. En
ese sentido, la relación entre jóvenes, tecnología y culturas digitales ha
adquirido una serie de vetas de análisis que han trascendido al ocio, el
consumo y la recreación para colocar nuevos espacios desde donde los jóvenes y
la condición juvenil interactúan permitiendo ampliar el diálogo sobre el
impacto y trascendencia de lo sociodigital.
Jóvenes entre plataformas sociodigitales.
Culturas digitales en México, es un libro colectivo coordinado por Gabriela
Montoya Gastélum y Enrique Pérez Reséndiz, compuesto por ocho capítulos
subdivididos en diversas temáticas que atraviesan la agencia, el desarrollo, la
política, el activismo, las afectividades sexogenéricas,
los videojuegos y la empleabilidad de las y los jóvenes mexicanos (y
colombianos en uno de los casos), todas trabajadas desde miradas y perspectivas
de análisis antropológicas y sociológicas, con enfoques cualitativos. Sin
embargo, es importante señalar, como lo apuntan los coordinadores, que la forma
en que se relacionan los jóvenes con internet y las culturas digitales no es
homogénea, por ello resulta necesario comprender que los elementos que
condicionan lo juvenil (clase, etnia y género), así como los contextos
socioeconómicos y culturales desde donde los jóvenes se sitúan, son componentes
elementales para vislumbrar la interacción de las culturas digitales.
El libro empieza con un necesario planteamiento del
panorama de los ámbitos sociodigitales contemporáneos
en México, además de ofrecernos una pertinente aclaración de cómo algunos
términos que son usados de forma indistinta, a saber: cultura digital, vida en
línea, redes sociales, nativos digitales, precisan de matices para poder
abordarlos de forma correcta debido a que su uso indistinto, muchas veces
generado desde contextos eurocéntricos o estadounidenses, ha propiciado
determinismos que muchas veces desdibujan las caracterizaciones dentro de la
pluralidad social.
También nos presenta datos sobre la composición, acceso y
comportamiento de los usuarios de computadora, internet y teléfono celular en
México en el periodo 2015 a 2019, mismos que nos permiten saber cómo está integrado
el panorama de las y los usuarios de internet y las tecnologías de la
información según su sexo, edad y localidad, lo cual nos permite observar cómo
se ha ido transformando el panorama sociodigital, a
un ritmo acelerado en un periodo corto de tiempo, y cómo esto ha incidido en la
relación de los jóvenes usuarios de internet, en algunos casos generando
brechas digitales y en otros evidenciando los usos diferenciados que realizan
los usuarios. Así se coloca al lector en un terreno de comprensión amplia para
poder dar paso a los casos concretos de estudio de cada uno de los capítulos.
Por otra parte, es importante señalar que este libro es
una lectura necesaria para quienes hacemos investigación sobre jóvenes y
juventudes en México, ya que nos devela una dimensión analítica que poco a poco
se ha vuelto más central dentro de los estudios de los jóvenes y las
juventudes: lo sociodigital. Aproximarnos a un
panorama que nos permite percibir cómo es que hoy en día las y los jóvenes
acceden, socializan, se apropian, desenvuelven y generan interacciones y
contenidos de formas divergentes refuerza la necesaria perspectiva que enfatice
la diversidad juvenil.
En ese sentido, es importante reafirmar que, así como no
hay una sola forma de ser joven, tampoco existe una sola manera de experimentar
y vivir el espacio sociodigital, el cual no es
homogéneo y se vive de forma distinta dependiendo el punto situado desde donde
se establece la conexión. Comprender lo anterior ayuda a desmitificar la idea
de que los jóvenes y la juventud están intrínsecamente relacionados con lo
digital y las tecnologías.
De igual manera es un texto que tendría que ser de
consulta para todas y todos aquellos que actualmente se encuentran
desarrollando alguna investigación social, debido a la centralidad que entre
los sujetos y las sociedades contemporáneas ha adquirido la vinculación sociodigital; no podemos seguir obviando o minimizando esta
variable analítica dentro de las configuraciones sociales contemporáneas.
Otro elemento a destacar es la diversidad de espacios
geográficos desde donde se desarrollan las diferentes investigaciones que lo
integran: Huatulco, Mexicali, Ciudad de México, Aguascalientes, Monterrey,
Guadalajara, Morelia, además de Colombia, espacios en donde toman lugar los
trabajos de las y los autores, lo que también nos proporciona una peculiar
cartografía de los escenarios de la interacción sociodigital.
Las inmersiones al campo sociodigital
se presentan como un reto lleno de estrategias diferenciadas que obligan a
quien investiga a tener una vinculación más cercana con los sujetos, así como a
aprender rápido los códigos de lenguaje y conducta del contexto de la
investigación. Al momento de plantear metodologías ya no sólo se puede anunciar
la afable “observación participante”, sino que ahora resulta pertinente y
necesario involucrarse en la interacción sociodigital.
En ese sentido, es preciso señalar que cada una de las autoras y autores logra
de excelente forma tal inmersión, la cual además señalan de manera honesta en
sus múltiples escenarios al reservar cada una y uno un apartado metodológico
que nos da cuenta de las complejidades y estrategias de la inmersión dentro del
campo sociodigital.
Por otra parte, debemos señalar que el libro permite
comprender que en el espacio sociodigital se está
desafiando y negociando con la hegemonía adulta con la que conviven en su
cotidiano los jóvenes. La creencia generalizada de que la tecnología y la
juventud están directamente relacionadas juega como punto a favor para que el
espacio sociodigital sea un lugar en donde el
distanciamiento con el control adulto pueda aumentarse.
Los capítulos nos permiten observar cómo las categorías:
clase, género y etnia son centrales para analizar el grado de sociodigitalización al cual tienen acceso los jóvenes
referidos. Así, vemos a jóvenes indígenas y afrodescendientes interactuar y ser
puente con sus familiares para poder aproximarles a dispositivos y aplicaciones
digitales, conocer sobre los jóvenes makers, entusiastas de la tecnología, que hacen uso de sus
recursos y capitales para socializar y horizontalizar
conocimientos, jóvenes que navegan entre diferentes aplicaciones de ligue para
explorar su sexualidad y afectividades desde la condición del ser mujer trans y
también adolescentes, o cómo carecer de un equipo de cómputo sofisticado puede
ser un factor para poder trascender dentro del ámbito deportivo y laboral de
los videojuegos.
Tales complejidades llegan también al ámbito de la esfera
política, así observamos agencias y subjetividades sobre acontecimientos de
impacto social como el aumento de la tarifa del Metro en la Ciudad de México o
la acción social colectiva caracterizada en actores juveniles a propósito del
alza del precio de las gasolinas y principalmente la oposición a la
construcción de una cervecería en
Mexicali, que amenazó con comprometer el abasto de agua en una zona de crisis
hídrica como lo es Baja California, y también a jóvenes estudiantes que
manifiestan posturas e inconformidades en la Universidad Autónoma Metropolitana
a propósito de un paro laboral.
En los anteriores tres casos se ofrecen atinadas
observaciones y análisis de las formas contemporáneas de manifestar
inconformidades y expresar posturas mediante memes, hashtags, debates e ironías
que no necesariamente se insertan en las formas tradicionales de la protesta,
pero que evidencian, una vez más, por qué es tan importante y necesario
adentrarse al conocimiento y análisis de lo sociodigital.
En ese sentido, me pregunto: ¿es preciso entonces incluir
la variable “sociodigital” como elemento de estudio
dentro la problematización de los temas que atraviesan a los jóvenes y las
juventudes? Mi respuesta es sí, porque no es ya solamente un referente o
elemento que atraviesa a los jóvenes, sino que ahora se coloca dentro una centralidad
que precisa de ser seriamente incorporada en las perspectivas socioculturales.
Por último, quisiera también destacar que los capítulos
de este libro son un sumario de algunos de los diferentes temas y problemas de
análisis que desde los espacios de formación de posgrado están dándose
actualmente en México. A excepción de dos de los autores, el resto de quienes
escriben en este libro son estudiantes de posgrado que recién han concluido o
están por concluir sus estudios tanto de maestría como de doctorado en
diferentes programas e instituciones; así que para las y los autores este libro
tiene “el objetivo de difundir el conocimiento producido desde diversas
disciplinas en diferentes universidades y centros de investigación”.
En ese sentido, es preciso celebrar la labor que a lo
largo de los últimos tres años han realizado las y los integrantes del grupo de
trabajo “Juventud y Cultura Digital” del Seminario de Investigación en Juventud
(SIJ) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), quienes no sólo han
logrado producir en conjunto este libro, sino que también se han preocupado por
abrir el debate de las culturas digitales en México mediante sus sesiones
mensuales de seminario e impartición de cursos semestrales a todo aquel
interesado.
Su ejemplo y labor también son una muestra de las formas
contemporáneas del ser jóvenes e investigadores, muchas veces desde la
precariedad, la incertidumbre, la inestabilidad y sin empleos fijos, pero con
la convicción de generar diálogo y producir análisis frescos y necesarios con
temas que ya nos han alcanzado prácticamente a todas y todos quienes nos
dedicamos o intentamos dedicarnos a la investigación social dentro del ámbito
académico. Recomiendo e invito a leer detenidamente este libro colectivo, el
cual, además, puede ser consultado en su versión digital en el siguiente
enlace: http://www.sij.unam.mx/images/publicaciones/publicacion0.pdf
ALAN
ROBERTO LLANOS VELÁZQUEZ
Mexicano. Doctor en Estudios
Culturales por El Colegio de la Frontera, Maestro en Antropología Social por el
CIESAS, Licenciado en Historia por la UNAM y Especialista en Políticas
Culturales y Gestión Cultural por la UAM-Iztapalapa. Miembro del Sistema
Nacional de Investigadores (SNI). Los temas de investigación que ha abordado
son: jóvenes y música indígena contemporánea como manifestación juvenil;
prácticas de fe y creencias religiosas subalternas entre jóvenes indígenas;
jóvenes adultos mixtecos y zapotecos en contextos migrantes transnacionales;
prácticas estéticas y creativas de jóvenes indígenas y, organizaciones sociales
transnacionales de migrantes indígenas. Sus publicaciones recientes son el
capítulo “Jóvenes mixtecos y zapotecos en Oaxacalifornia. Experiencias
políticas y ejercicios estéticos transnacionales” en el libro #JóvenesyMigración.
El reto de converger: agendas de investigación, políticas y participación
(2021) y “Oaxacalifornia y su escena del rap. Música, resistencia e identidad
entre jóvenes indígenas transnacionales” (en prensa).