Hernán M. Palermo Centro de Estudios (CEIL-CONICET-Argentina) PATRICIA
VENTRICI Centro de Estudios e Investigaciones Laborales (CEIL-CONICET-Argentina) ROCÍO
SANTARCIERI Facultad de Filosofía y Letras Universidad de Buenos Aires(FFyL-UBA-
Argentina) Recibido traducción Rocío Santarcieri
|
Neoliberalismo tecnoprogresista y sus alternativas: el caso de Mercado Libre y la organización Transistemas[1] Resumen: El
presente artículo indaga sobre los sentidos y valores que instala la agenda
empresarial de Mercado Libre, la líder en e-commerce de Latinoamérica.
Partiendo de un relevamiento sistemático de sus apariciones en medios de
comunicación y redes sociales, abordamos las significaciones sobre la
inclusión y los imaginarios de futuro que promueve como empresa de uso
intensivo de tecnología. La agenda tecno-inclusiva que propone el
neoliberalismo tecnoprogresista se nutre de reivindicaciones de los nuevos
movimientos sociales para revitalizar la idea de sujeto emprendedor
hiperindividualizado y posicionar a la innovación tecnológica como centro del
bienestar social. Asimismo, tomamos la experiencia activista de Transistemas,
una organización social integrada por personas del colectivo LGTBIQ+ que
genera propuestas para la inserción laboral formal en la industria
informática. Tomando estos dos casos analizamos la tensión entre la agenda
hegemónica neoliberal tecnoprogresista y las resignificaciones que se
producen sobre ella a partir del activismo político de base. Palabras
clave:
Agenda empresarial;
tecnología; inclusión; activismo político; emprendedurismo.
Techno-progressive
neoliberalism and its alternatives: the case of Mercado Libre and the
organization Transistemas Abstract: This article aims to ascertain the meanings and
values established in the corporate agenda of Mercado Libre, the leader in
e-commerce in Latin America. Starting from a systematic survey of its
appearances in the media and social networks, we address the meanings of
inclusion and the imaginary of the future that it promotes as a
technology-intensive company. The techno-inclusive agenda proposed by techno-
progressive neoliberalism feeds on the demands of the new social movements to
revitalize the idea of a hyper-individualized entrepreneurial subject and
position technological innovation as the center of social well-being.
Likewise, we include the activist experience of Transistemas,
a LGTBIQ+ social organization that generates proposals for formal labor
insertion in the computer industry. Considering these two cases, we attempt
to analyze the tension between the techno-progressive neoliberal hegemonic
agenda and the resignifications that are produced on it from grassroots
political activism. Keywords: Corporate agenda;
technology; inclusion; political activism; entrepreneurship.
Cómo citar Palermo, H.; Ventrici, P. y Santarcieri, R. (2022). Neoliberalismo tecnoprogresista y sus alternativas: el caso de Mercado Libre y la organización Transistemas. Culturales, 10, e696. https://doi.org/10.22234/recu.20221001.e696 |
La reducción de la igualdad a la meritocracia fue especialmente fatídica.
El programa neoliberal progresista
para alcanzar un orden justo de estatus no apuntaba a abolir la jerarquía
social, sino a “diversificarla”
mediante el empoderamiento de las mujeres, las personas de color y los
integrantes
de minorías sexuales talentosos para que llegaran a la cima… apunta a
garantizar
que individuos meritorios de grupos sobrerrepresentados puedan alcanzar
posiciones y retribuciones similares a las de los varones blancos
heterosexuales
de su propia clase (Fraser, 2019,
p. 30).
Introducción
En el contexto del capitalismo actual, las
megacorporaciones tecnológicas se posicionan como protagonistas indiscutidas
del avasallante proceso de digitalización de la existencia que estamos
experimentando (Sadin, 2020; 2018). Su incidencia en
la configuración de nuestras sociedades puede ser analizada haciendo foco en
diversas aristas. En este artículo nos centramos en una de ellas: el análisis
sobre los sentidos y valores que promueve el discurso de las grandes
corporaciones tecnológicas, haciendo hincapié en la funcionalidad política que
en esta operación simbólica tiene el reconocimiento de las diversidades fundado
en las principales consignas de los movimientos sociales globales como el
feminismo y las reivindicaciones de las organizaciones LGTBIQ+.
Para abordar esta
problemática nos enfocamos en dos casos contrapuestos. Por un lado, analizamos
el discurso empresarial de Mercado Libre,[2] empresa de
origen argentino líder en e-commerce en América
Latina. Consideramos que se trata de un caso emblemático de cómo la agenda
tecno-inclusiva que propone el neoliberalismo tecnoprogresista
se nutre de reivindicaciones de los nuevos movimientos sociales para
revitalizar la idea de sujeto emprendedor hiperindividualizado
y posicionar a la innovación tecnológica como centro del bienestar social. Se
trata de un ejemplo paradigmático de cómo este nuevo sujeto empresarial,
inspirado en su concepción en las máximas del espíritu de Silicon Valley y
protagonista de la economía de plataformas (Srnicek,
2018) despliega una agenda progresista en la que se incluyen reivindicaciones
históricas de las luchas feministas como la diversidad, el empoderamiento de
las mujeres, los derechos de la comunidad LGTBIQ+, sumado al antirracismo. Se
revitalizan en este andamiaje simbólico, ideales de diversidad y libertad
individual con una nueva pátina acorde al imaginario de la época. El
reconocimiento de la individualidad, la libertad y la singularidad
personificada, se sitúan en el centro de la escena o, mejor dicho, son el
corazón del proyecto político-cultural que encarnan estos nuevos sujetos
corporativos.
En esa dirección, la
tesis que sostenemos en este artículo es que la noción de sujeto emprendedor,
corazón del proyecto neoliberal tecnoprogresista, se
nutre de reivindicaciones centradas en el reconocimiento de las diversidades y
el empoderamiento de las mujeres; no obstante, esa operación simbólica lejos de
brindar autonomía y empoderamiento termina reforzando la opresión. Sin embargo,
algunas experiencias de activismo político retoman la agenda de inclusión de
diversidades y la relación con las tecnologías digitales, produciendo
resignificaciones en la agenda neoliberal tecnoprogresista.
Un ejemplo de ello es la experiencia de Transistemas,
una organización social integrada por personas del colectivo LGTBIQ+ que genera
propuestas para la inserción laboral formal de personas travestis, trans y no
binaries en la industria de sistemas. Tomando estos dos extremos de la
experiencia tecnológica –Mercado Libre y Transistemas–
este artículo se propone analizar la tensión entre la agenda hegemónica
neoliberal tecnoprogresista y la construcción de un
sujeto neoliberal, y las resignificaciones que se producen sobre esa agenda a
partir del activismo político de base.
Para la realización de este artículo,
llevamos adelante un proceso sistemático de compilación de entrevistas –tanto
en prensa escrita como en medios audiovisuales– del CEO de la empresa Mercado
Libre Marcos Galperin. Y llevamos a cabo un
relevamiento sistemático de sus intervenciones públicas desde 2015 hasta 2021
en sus redes sociales (así como también de la cuenta oficial de la empresa), en
particular en la red social Twitter. Este arduo relevamiento nos permitió, en
cierta forma, parafraseando al antropólogo James Scott (2000), adentrarnos en
la “mente oficial” empresaria, para comprender la densa filosofía
tecno-emprendedora que desde Mercado Libre se produce y reproduce hacia América
Latina. También analizamos material de la página web de la empresa, así como
publicidad y programas orientados a “producir emprendedores”. Por otra parte,
realizamos entrevistas a dirigentes del colectivo de Transistemas
y examinamos sus publicaciones digitales en las diversas redes sociales,
incluido su sitio web. Para completar nuestro registro incorporamos múltiples
fuentes periodísticas, así como la revisión documental de las legislaciones
pertinentes.
Neoliberalismo tecnoprogresista,
individuos y meritocracia
En 2019 Mercado Libre inaugura una nueva sección en la
plataforma de compra y venta online denominada “Moda sin Género”. Orientada,
dirá la publicidad, a “dar respuesta a aquellos consumidores que no se
identifican con la tradicional división binaria entre géneros femenino y
masculino a la hora de elegir indumentaria”. La publicidad comienza con una
primera escena donde un hombre y una mujer intercambian ropa rompiendo
explícitamente con los imperativos binarios de la moda. Se trata de una
publicidad muy colorida con una música estridente en la que vemos aparecer
hombres y mujeres gay y lesbianas y personas LGTBIQ+.
En esta misma línea,
pero radicalizando el reconocimiento a las diversidades, en 2021 Mercado Libre
lanza una nueva campaña para reforzar la marca
de la plataforma en general, con el título “Nuevos Besos Icónicos”. Campaña
realmente audaz (comparada con la de “Moda sin Género”) en el que aparecen
diversos sujetos dándose un beso en la boca en escenas precisamente icónicas de
la cultura occidental contemporánea. En la primera escena, construida con un
sentido de época histórica, que podríamos intuir se sitúa en el periodo de
entre guerras de los años cuarenta, un hombre corre a un costado del tren para
despedir a un soldado, también varón; al encontrarse se dan un beso apasionado.
La escena siguiente,
es un casamiento de una pareja de la aristocracia, un varón cis (pareciera un
príncipe de gala) y una persona trans[3]
(caracterizada como la típica “novia de blanco”), que en un balcón de un
palacio se dan un beso frente a la mirada del público. La secuencia continúa
con la escena de dos mujeres besándose bajo la lluvia. Otra imagen evoca una
escena icónica de Hollywood, cuando Adrian sube al ring
y besa al campeón Rocky Balboa. El contraste es que, en la publicidad de
Mercado Libre, son dos hombres los que se besan en el ring, trastocando todo el
sentido de la construcción de la masculinidad hegemónica (Connell, 1995), al
que claramente la figura de Rocky abona.
En otra escena,
aparecen besos de varones adultos mayores con cuerpos no hegemónicos: una rara
avis en toda publicidad latinoamericana. La publicidad continúa con esta lógica
estética en otros besos y culmina con una escena –paradigmática– de la caída
del Muro de Berlín en el que un joven se besa apasionadamente con un policía de
la República Democrática alemana. La frase final es “a los prejuicios, un
besito”. Se trata de una campaña que acierta contundentemente en la lectura de
un clima de época[4]
y esta escena de cierre puede interpretarse como la metáfora más acabada del
proyecto político que construyen las empresas de tecnologías: un capitalismo
triunfante, in eternum
y cierta noción de libertad y de autonomía de los sujetos que desafían ese
orden establecido. No obstante, estas ideas de libertad y autonomía, como
analizaremos, encuentran límites claros al punto tal de caricaturizar esas
mismas nociones.
Partiendo de estas
observaciones podemos ampliar algunas preguntas: ¿qué resulta hoy novedoso de
esta agenda empresarial? ¿Qué sentidos y valores se instalan en términos de
exclusión e inclusión? ¿Son propuestas disruptivas en el contexto actual? ¿Qué
rol y funcionalidad política tiene el discurso tecnológico en relación al reconocimiento
de las diversidades? ¿Qué imaginarios de futuro construye esta agenda? ¿Es
posible rastrear intentos de generar una resignificación de la agenda
tecnológica en clave alternativa? Nancy Fraser (2019) hablará de neoliberalismo progresista para dar
cuenta de la construcción de un proyecto neoliberal con una nueva pátina
simbólica que le permite ampliar los márgenes de aceptación para revitalizar
sus pretensiones hegemónicas.
En el centro de este
proyecto se erige el paradigma de la meritocracia y el emprendedurismo.
La noción de neoliberalismo progresista hecha luz sobre la alianza entre las
corrientes liberales de los nuevos movimientos sociales (feminismo,
ambientalismo, diversidad sexual, entre otros) y los sectores hegemónicos del
capitalismo contemporáneo: la economía financiera y el modelo de negocios de
las economías de plataforma. En el corazón de este proyecto político, económico
y cultural se alza la imagen de un individuo hiperindividualizado,
ilusoriamente libre de condicionamientos sociales y cuyos sentidos y prácticas
se asocian al ideario del emprendedurismo. Por su
parte, Donna Haraway (2004) plantea que vivimos en un
“mar de poderosas narraciones” donde la promesa de la tecno-ciencia se alza
como parte de esa historia de salvación de la humanidad, construyendo uno de
los fetichismos más poderosos del siglo XXI: la tecnología. A partir de los
aportes fundamentales de ambas autoras planteamos la noción de neoliberalismo tecnoprogresista.
En términos
distintos pero complementarios, François Dubet (2011), plantea que existen dos
grandes concepciones acerca de la justicia social: por un lado, la idea de
igualdad de posiciones, y por el otro, la igualdad de oportunidades. Esta
última, predominante en la narrativa del capitalismo contemporáneo, se basa en
el principio meritocrático. En este sentido, no postula la necesidad de reducir
las desigualdades entre los individuos, por el contrario, las desigualdades son
justas en relación a los méritos.
En tal sentido,
alimentado de las reivindicaciones del feminismo y de sus críticas al Estado
patriarcal, opresivo y jerárquico, el ambientalismo y los movimientos por la
libertad sexual, el neoliberalismo tecnoprogresista
sitúa como valor la autonomía del individuo y las libertades personales,
produciendo una exacerbación de la singularidad personificada de los
individuos: ser un individuo auténtico es la nueva exigencia del neoliberalismo
en la etapa actual. Absorber de forma individual la desigualdad y los procesos
de precarización.
En este esquema, las
habilidades emprendedoras y los méritos estructuran el modelo deseado de
justicia social. La pluralidad de identidades y reivindicaciones culminan por
producir una autonomía instrumentalizada que se vuelve en contra del sujeto. La
contracara de esta instrumentalización es el creciente punitivismo
hacia aquel sujeto que no solo no es emprendedor, sino que su actitud pasiva –o
activa en términos organizativos– atenta contra la justicia de la igualdad de
oportunidades. El neoliberalismo tecnoprogresista expone
dos caras de una misma moneda: por un lado, un discurso edulcorado del emprendedurismo y la meritocracia, y por el otro, una
guerra generalizada contra aquel sujeto no fidelizado. La figura del sujeto
emprendedor lleva al paroxismo la responsabilización absoluta del sujeto de su
propia suerte.
Inspirados en Butler
(2017) podemos plantear que la incertidumbre –desigualmente distribuida en la
sociedad en términos de clase, género, etnicidad, etc.– socaba las condiciones
materiales económicas y políticas necesarias para una organización autónoma de
la vida. El sujeto emprendedor al que interpela el neoliberalismo tecnoprogresista apela a la construcción de una
autonomía como capacidad de gestión de la vida a partir de recursos escasos
antes que la emancipación y liberación del sujeto y mucho menos la organización
colectiva. Todo lo contrario, ata al sujeto a un mero ejercicio de
autocapacitación constante en los términos empresarios; se trata de un sujeto hiperindividualizado, moldeado como sujeto del rendimiento
(Byung-Chul, 2012).
Mercado Libre, en
sintonía con las empresas de uso intensivo de tecnología en general, produce y
reproduce un imaginario de futuro en el que la innovación tecnológica juega un
rol central, elaborando discursos, políticas de management, manifestaciones
simbólicas, intervenciones públicas de su CEO Marcos Galperin,
etc., que delinean un complejo discurso claramente ilustrativo de esta nueva
línea discursiva de esta fracción empresaria del capitalismo global.
Empoderamiento de las creatividades diversas
Para Mercado Libre la democratización de las
oportunidades constituye uno de sus leitmotiv como corporación
empresarial. Tal es así, que Mercado Libre encabeza, desde hace tres años, el
ranking elaborado por Great Place to Work[5]
de las mejores empresas para trabajar para las mujeres en Argentina. Así lo
expresó Marcos Galperin en la red social Twitter en
mayo de 2021 (Figura 1):
Figura 1. Captura de la publicación realizada por Marcos Galperin
(2021).
Great Place to Work mide porcentajes de mujeres en el plantel total de
empleados/as y mujeres en puestos de dirección. A partir de su estudio,
comunica que en 2021 Mercado Libre cuenta con un 33% de mujeres en el plantel
total y 28% de mujeres en cargos de responsabilidad (Perfil Mercado Libre en
Great Place to Work, 2021).
Estos números concretos, junto con algunas entrevistas que resaltan “frases
elocuentes” sobre cómo es trabajar para las mujeres en Mercado Libre, hacen de
la empresa –según la fundación– uno de los mejores lugares para trabajar.
Algunas frases que se pueden extraer del estudio correspondiente a Mercado
Libre son las siguientes:
Le da la misma
oportunidad de trabajar tanto a hombres como a mujeres en diferentes temas, por
ejemplo, yo lidero un proceso de Mercado Envíos en donde el equipo cuenta con
hombres y mujeres que pueden dar sus puntos de vista y ser tratados por igual. (Resultados del Ranking de Great Place to Work, Perfil Mercado
Libre en Great Place to Work, 2021).
Como puede
apreciarse en la frase extraída, la igualdad de oportunidades entre los géneros
es uno de los temas de preocupación corporativa para la empresa: “ser tratados
por igual”. La publicación de Great
Place to Work está
acompañada de distintas fotos que ilustran los relatos de las mujeres y sus
experiencias de trabajo. Nos parece relevante mostrar la siguiente foto como
ejemplo para analizarla (Figura 2):
Figura 2. Imagen de trabajadores de Mercado Libre. Tomado del Perfil Mercado Libre
en Great Place to
Work. Mayo de 2021. (https://www.greatplacetowork.com.ar/perfiles-empresa/perfil-mercado-libre)
Si examinamos la
foto como una expresión iconográfica, esta publicación, nada casual, ilustra
algunas cuestiones que creemos son importantes señalar: como se observa, son
cuatro empleades de Mercado Libre en el área de depósitos de mercadería.[6]
Tres de ellas son mujeres y un varón. Las tres mujeres se encuentran en una
actitud, que podemos describir como desafiante, de mucha seguridad y convicción.
Les cuatro empleades están con su cubrebocas producto del cuidado requerido en
el marco de la pandemia de COVID-19 y con ropa de trabajo de Mercado Libre. Nos
podemos preguntar, ¿qué intenta comunicar Mercado Libre en esta foto? ¿Qué
imaginario de futuro está construyendo? Podemos decir que el empoderamiento de
las mujeres se muestra claramente como un elemento sustantivo de la narrativa
emprendedora.
En esta misma
tónica, Mercado Libre lanzó en 2021 el programa “Conectadas”. Se trata de un
curso gratuito y online de formación de habilidades digitales para desarrollar
proyectos tecnológicos de “alto impacto social” destinado a mujeres de 14 a 18
años (Conectadas, 2021). La propuesta consta de diez encuentros, y se plantea
como objetivo reducir la brecha de género en la industria del conocimiento.
Pueden anotarse mujeres residentes en Argentina, Brasil, Uruguay, Chile,
Colombia, México y Perú. Como reza el eslogan de la campaña: “Vas a aprender a
entrenar tu pensamiento digital, analizar datos, crear tu proyecto de impacto,
armar tu estrategia de marketing y comunicación. Cada semana vas a desarrollar
habilidades técnicas y de impacto social que te permitan ser una líder” (Diario
Digital Ámbito.com, 22 de abril de 2021).
El objetivo del
programa apunta a producir mujeres líderes en el “ecosistema digital” a nivel
global. La tecnología es la posibilidad de concreción de mujeres líderes. El
video (Mercado Libre, 2021) que publicita el programa “Conectadas” resulta ser
más que elocuente. Comienza con una voz en off de mujer explicando que “toda
nuestra vida se mueve con la tecnología: trabajamos, nos educamos, nos
conectamos”. Mientras la voz en off plantea esto, en simultáneo aparecen
imágenes de mujeres donde la diversidad y la singularidad se expresan en cada
uno de los rostros y gestos, tal como lo vimos en la foto en el depósito.
Escena seguida, la
voz cambia de tono, evidentemente habla otra mujer notoriamente con un acento
de la zona norte de América del Sur y dice: “¿Pero sabías que somos pocas las
mujeres que participan del proceso de creación?”. Aquí la pantalla se divide en
varios cuadraditos mostrando mujeres de toda América Latina. Inmediatamente
otra voz en off de mujer, en portugués, dice: “Apenas el 6% de las aplicaciones
fueron creadas por mujeres”. Luego vuelve una voz en off en español afirmando
que: “Y solo el 3 % de las personas que estudian tecnologías de la información
se identifican con el género femenino. Las mujeres están ubicadas en el lugar
de usuarias, consumidoras, espectadoras. Tenemos que aprovechar todo su
potencial. Queremos que haya más creadoras, para que las soluciones que el
mundo necesita sean mejores y más rápido” (Mercado Libre, 2021).
En la publicidad es
posible observar la configuración de una narrativa emprendedora, o más
precisamente tecno-emprendedora. Hablamos de tecno-emprendedurismo
ya que la tecnología –como venimos afirmando– es el motor que posibilitaría el
empoderamiento de la mujer en el descubrimiento de “soluciones rápidas y
mejores para el mundo”. La apelación de este relato es transformar el lugar de
sometimiento de las mujeres, que suelen vincularse con la tecnología desde un
lugar de subordinación, ya sea como usuarias, consumidoras o espectadoras y transicionar hacia una actitud emprendedora que posibilite
la creación y la innovación.
Es un discurso que
enlaza ideas optimistas, positivas, esperanzadoras, sencillas y aprehensibles
para las destinatarias del programa. Aquí reside una de las claves
fundamentales de la legitimidad y del consenso que reúne este discurso, ¿quién
se opondría a transformar el lugar subordinado de la mujer en relación al
acceso a las tecnologías? ¿Quién estaría en contra de la igualdad de
oportunidades en este plano? ¿Quién estaría en contra de la tecnología? Si se
reduce la brecha de género, posibilitando oportunidades para las mujeres, ¿todo
dependería luego de la actitud emprendedora? Estas son preguntas que gozan de
buena legitimidad en la actualidad y que culminan por situar en el centro de la
escena la figura del emprendedor y los méritos personales.
De acuerdo con este
relato, el potencial de la actitud emprendedora encuentra en la revolución
tecnológica una fuente inagotable de potencia (Sadin,
2018; 2020). Este discurso construye una visión positiva y renovadora, que
desdibuja los condicionamientos sociales y vuelca toda la responsabilidad en el
individuo. Además, la apelación a emprender tiene vocación global por
definición y se sitúa naturalmente en ambientes transculturales y globales.
Como plantea Butler Castellanos (2020) “requiere de múltiples habilidades que
los emprendedores van acumulando a través de diversas vías combinadas” (p. 37).
El perfil del emprendedor potencia trayectorias inmersas en el paradigma
tecnológico.
Este optimismo del
paradigma tecno-emprendedor se consagra, al decir de François Dubet (2011), en
un esquema de justicia social de igualdad de oportunidades. Es decir, una
dinámica social donde los sujetos acceden a los “mejores lugares” a partir de
la idea de “hacerse a sí mismo”. Una sociedad basada en la igualdad de
oportunidades coloca a los individuos en una competencia continúa dado que lo
que moviliza es el trabajo y los talentos de cada uno de los individuos de una
sociedad. La contracara de los méritos y las oportunidades por las cuales cada sujeto
moviliza recursos para alcanzarlos es, siguiendo con Dubet, una sociedad
organizada por un estatus asegurado previamente a partir de una posición
previa: por ejemplo, los derechos. Para el proyecto neoliberal tecnoprogresista, los derechos rompen el libre juego de los
méritos y las oportunidades.
El contexto de mayor
desigualdad y precarización del mundo del trabajo resulta ser uno de los
principales apoyos de la idea de las oportunidades y los méritos como motor de
la dinámica social. Tal como plantea Dubet, para aquellos y aquellas que no
tienen una posición estable en términos de certidumbre laboral –cada vez los
hay menos– la justicia de la igualdad de oportunidades resulta ser la única
alternativa.
Para finalizar, la
figura del sujeto emprendedor lleva al paroxismo la responsabilización absoluta
del sujeto de su propia suerte. Esta noción de autonomía no empodera, sino que
produce lo contrario: sujeta. Los procesos crecientes de incertidumbre
vinculados al aumento de la desigualdad en América Latina socaban
las condiciones de vida de importantes sectores de trabajadores y trabajadoras
necesarias para una organización autónoma de la vida. En tal sentido, la
libertad o autonomía que brinda el neoliberalismo tecnoprogresista
apela a la construcción de una autonomía como capacidad de gestión de la vida a
partir de recursos escasos antes que la emancipación y liberación del sujeto.
Todo lo contrario, somete al sujeto a un mero ejercicio de autoexigencia
permanente en los términos corporativos (Palermo, Radatich,
Reygadas, 2020). La autonomía y las aspiraciones emancipadoras de los sujetos
quedan limitadas, restringidas y caricaturizadas a la gestión de skills en un contexto de brutal desamparo.
El activismo de Transistemas
Transistemas es una organización de base de activismo político,
inserta en el entramado de la organización La Cámpora,[7] junto con la
Federación de Trabajadores de la Economía Social. Su objetivo es la inclusión
de personas LGBTIQ+ en ámbitos laborales vinculados a las tecnologías. Tiene
como iniciativas principales llevar adelante capacitaciones gratuitas en uso
intensivo de tecnologías digitales, pero también, a partir de su fuerte
presencia en redes y vínculos territoriales, da asesoramiento y formación en
diversidad y géneros a instituciones y empresas. Complementan esta labor con
acompañamiento en relación con las búsquedas laborales en general, por ejemplo,
entre las diversas actividades que llevan adelante se destacan los cursos de
alfabetización digital, programación, Speak up,
confección de CV, creación de portfolio en Wordpress
y perfil de LinkedIn, entrevistas simuladas y el proyecto de una radio. Algunas
de estas actividades las articulan con organismos del Estado o incluso empresas
del sector privado.
Desde su
denominación Transistemas se consolida como una
organización de y para personas trans, y a lo largo de sus sitios web, redes
sociales, declaraciones y diálogos se circunscriben dentro de la comunidad
LGBTIQ+. Específicamente la categoría trans se utiliza como un paraguas que
contiene, y se ve rebalsada, por múltiples identidades que continúan
subvirtiendo aquellas concepciones dominantes y comunes de género estabilizadas
en clave hombre/mujer. En respuesta a esta estructura binaria y jerárquica, que
tiene al hombre blanco cis heterosexual empleable en la cima, surge el
activismo y literatura enraizados en movimientos feministas y LGBTIQ+.
La exclusión de las
personas travestis y trans en los espacios laborales y productivos formales y
la consiguiente dificultad económica y de seguridad social que atraviesan es
una problemática acuciante, más allá de las pintorescas campañas de las
empresas de tecnologías. Según un informe realizado en 2014 por ATTTA
(Asociación de Travestis, Transexuales y Transgéneros de Argentina) y Fundación
Huésped solo el 18% de la población travesti y trans accede al trabajo formal
(Fundación Huésped, 2014). A pesar de que cinco provincias de la Argentina[8]
aprobaron en 2020 la Ley de Cupo Laboral travesti-trans,[9] ninguna llegó a
implementarla de forma adecuada.
En este contexto
acuciante, se conformó Transistemas, y el 21 de enero
de 2020 lanzaron el primer curso gratuito de formación en informática para
personas travestis, trans y no binaries (Figura 3). Esta primera experiencia
tuvo veinticuatro estudiantes, varones y mujeres trans, que en su mayoría
laboran en trabajos precarios o en su defecto en el trabajo sexual. Desde ese
entonces continuaron realizando capacitaciones y diversas actividades de apoyo
a la comunidad LGBTIQ+, hasta que en septiembre de 2021 lograron conformarse
legalmente como Asociación Civil.
Figura 3. Charla introductoria en el primer curso de Transistemas
realizada en un local de La Cámpora. Tomado de “Hackear el (cis)tema” de El
Grito del Sur, 24 de enero de 2021. (https://elgritodelsur.com.ar/2020/01/transistemas-curso.html)
Nos interesa
destacar que su activismo político los lleva a vincularse con organizaciones
políticas de otras provincias: por ejemplo “Mujeres en Tecnología de Córdoba” u
otras organizaciones vinculadas al activismo trans de Santa Cruz, Tucumán y
Salta.
Transistemas desde sus inicios obtuvo una gran atención del sector
tecnológico y dentro de la comunidad LGBTIQ+. La consolidación de su identidad
institucional fue lograda a partir de un trabajo de articulación política con
asociaciones como el bachillerato popular Mocha Celis, la Asociación de
Abogadas Feministas y Chicas en Tecnología y representantes de distintos
sectores del movimiento feminista, a simple vista muy diferentes[10]
pero que encontraron un punto en común en Transistemas.
La organización, a
su vez, viene trabajando un conjunto de estrategias para vincularse con actores
clave externos a la comunidad. Estos pueden ser catalogados en tres grandes
grupos: las organizaciones sociales (cooperativas y organizaciones feministas),
los entes estatales, facilitadores de reconocimiento institucional y
proveedores de marcos de financiación pública, y por último, el sector privado
–las empresas– como espacio objetivo de llegada para la comunidad y los
sectores productivos.
El objetivo central
de la organización es la inserción laboral de personas travestis, trans y no
binaries en empleos formales, alternativa imposibilitada por la sumatoria de
situaciones de exclusión y violencia que sufren. Desde la niñez, la experiencia
de las personas travestis, tal como explica Josefina Fernández (2004), se
envuelve en diversas situaciones de violencia. La mayoría de las veces proviene
en principio de la reacción familiar o escolar que, al ser instituciones
estructuradas por principios clasificatorios binarios sobre la sexualidad y el
género, accionan mecanismos disciplinarios frente a esa actuación identitaria
diferente de un niñe trans. Esta situación continúa en la vida adulta, a la que
se le suma la exclusión en espacios organizacionales e institucionales,
estructurados de la misma forma, que terminan de demoler la posibilidad de la
formalidad laboral. En este proceso se acercan al trabajo sexual[11]
en donde encuentran no solo uno de los pocos medios disponibles para procurarse
dinero y un lugar de conexión con otres, sino también un espacio público de
poder y autoestima, donde expresar su identidad.
Para problematizar
el horizonte de posibilidades de las personas de la comunidad, una dirigente de
la organización explica su punto de vista sobre la necesidad de incorporar
formación en tecnología:
Yo no estoy en
contra de que una compañera quiera poner una peluquería o dedicarse a cocinar,
pero es necesario avanzar hacia otras oportunidades. Con lo expulsadas que
estamos del sistema y de la educación no queremos seguir apartándonos de la
tecnología. En un momento en el cual la mayoría de los trabajos dependen de
usar una computadora no brindarle herramientas digitales a las compañeras es
totalmente injusto (entrevista de Lorena Sánchez para El Grito del Sur, 24 de
enero de 2021).
El fragmento
seleccionado nos otorga varias pistas para comprender algunas ideas fuerza del
accionar político de esta organización y los sentidos que se ponen en juego. En
primer lugar, se expresan las condiciones laborales adversas en su magnitud: se
explicita el paradigma laboral establecido que excluye de forma sistémica a las
disidencias de la cis-heteronormatividad: una realidad incontrastable. También
podemos hablar del límite al acceso a empleos formales y a la educación,
derivando en una mayor precarización y menor remuneración. Asimismo, se conjuga
con una segregación cultural e ideológica que define qué actividades son
permitidas a cada género –división sexual del trabajo–, lo cual adquiere otra
dimensión ante la experiencia travesti-trans.
Por último, vemos
cómo la brecha tecnológica, vinculada a las condiciones materiales, se vuelve
clave ante la creciente digitalización del trabajo. Ahora bien, también es
posible entrever los sentidos políticos asociados al activismo trans que
guardan ciertos puntos de contactos con las grandes empresas tecnológicas como
Mercado Libre: nos referimos al reconocimiento de las diversidades y a la
tecnología como posibilidad de condición de nuevas oportunidades. Lo
interesante es que estos puntos de contacto son completamente resignificados a
partir de la praxis política: en primer lugar, se hace visible en cada
conversación la palabra “compañera”.
Esta no es una
palabra casual, es una categoría política que alude directamente a la
militancia política. Podríamos rastrear sus antecedentes en una tradición de
militancia de base y de izquierda en la Argentina, pero reapropiado y
reutilizado por la militancia de base peronista. En la actualidad la politicidad de la categoría “compañera” está asociada
indefectiblemente al activismo peronista. Por otra parte, es interesante la
frase “yo no estoy en contra de que una compañera quiera poner una peluquería o
dedicarse a cocinar, pero es necesario avanzar hacia otras oportunidades”. La
peluquería y la cocina son actividades feminizadas, pero cuando hablamos de
tecnologías ahí aparece fuertemente la barrera de una actividad fuertemente
masculinizada.
La tecnología
aparece como herramienta de empoderamiento. Aquí volvemos a los planteamientos
de Donna Haraway (2004) y el relato que ubica a la
tecnología en el centro de una agenda de desarrollo de la humanidad. La
tecnología, al igual que en el discurso de Mercado Libre, se presenta como el
elemento fundamental para empoderamiento de las personas trans. El acceso a las
tecnologías, para el caso del activismo de Transistemas,
produce herramientas con la potencial posibilidad de generar mayor libertad y
autonomía. Pero hablamos de una autonomía y libertad politizada en el sentido
opuesto de un paradigma neoliberal tecnoprogresistas.
Antes que generar
herramientas de sujeción caricaturizando las nociones de libertad y autonomía,
el activismo de Transistemas parte del reconocimiento
de la precarización laboral y la desarticulación de los apoyos dadores de
seguridad y certidumbre laboral de los proyectos neoliberales. Y es desde ese
reconocimiento que la tecnología se constituye como una herramienta de justicia
social. Activismos como el de Transistemas y otras
organizaciones de objetivos similares, son dinamizadores de conquistas como la
Ley de Cupo Laboral Trans. En tal sentido, la libertad y la autonomía se
vinculan fuertemente con las conquistas de derechos y diversas formas de
intervención de políticas de Estado, antes que de un proyecto individualizante
y la performance emprendedora. Los derechos como conquistas, son los apoyos que
otorgan seguridad y certidumbre al colectivo LGBTIQ+. Es la alternativa frente
a los proyectos neoliberales y la hiperindividualización
del sujeto, en el que el desempleo, la dificultad en la empleabilidad o la
incertidumbre laboral, corresponde a la falta de voluntad de los sujetos o
mejor dicho a la falta de una actitud emprendedora.
Al respecto de la
elección sobre la industria del software para focalizar su inserción laboral,
le coordinadore nos comentó lo siguiente:
Y otra cosa de
sistemas es que no necesitas un título. Si sos
licenciado en sistemas vas a cobrar tanto. No. ¿No estudiaste nada y sabes
programar? Podes negociar con tus jefes y decirle “Che, quiero cobrar
doscientos mil pesos o si no me voy a otra empresa”. Y te lo dan o te vas a
otra empresa que te va a dar esa plata, como que yo había visto que sucede, la
gente lo hace y listo. Porque depende de la rama en la que te especifiques
(coordinadore general de Transistemas, febrero de
2021).
Los saberes
vinculados a la tecnología aparecen como una herramienta de empoderamiento
frente a la prepotencia de las empresas de tecnologías. El manejo de la
tecnología no es para generar “personas líderes” sino para generar mejores
condiciones de posibilidad de negociación frente a las empresas. Sea para el
mercado formal o informal, contar con un mayor nivel educativo tiene un impacto
muy grande en la empleabilidad y las posibilidades de las personas travestis y
trans. Si bien desde 2012, con la promulgación de la Ley de Identidad de
Género,[12]
el nivel educativo alcanzado por las personas que se asumen trans antes de los
13 años se vio mejorado progresivamente, todavía se encuentra lejos de la media
nacional.[13]
Por lo que la premisa “no necesitas título” se vuelve una de las razones más
determinantes para la elección del sector de sistemas.[14]
Reflexiones finales
Podemos señalar que la agenda tecno-inclusiva que se
propone el neoliberalismo tecnoprogresista produce una revitalización de la idea
de sujeto a partir de la figura del emprendedor. La amalgama de estas nociones
lo configura una particular idea de individuo alrededor del emprendedurismo.
Dirá Nancy Fraser (2019) que en el centro del debate de la construcción de la
democracia se alza un ethos en el que
conviven ideales de diversidad, multiculturalismo y ambientalismo combinado con
la noción de la meritocracia. Esta agenda inclusiva que plantean las empresas
tecnológicas es una crítica velada a una sociedad organizada, retomando los
conceptos de Dubet, en relación con la “igualdad de posiciones”, es decir, la
crítica está dada a un modelo de sociedad en la que actúa un Estado interventor
(en términos sociales), donde se reconocen poseedores de medios de producción y
vendedores de su fuerza de trabajo, y en tal sentido los derechos regulan las
desigualdades producidas.
Está claro que este
modelo de organización social produce innumerables injusticias en aquellos
conjuntos sociales que Dubet nomina como outsiders.
En este sentido, para Dubet “el combate por la justicia social se desliza de la
lucha por la igualdad de los lugares a la lucha por la igualdad de acceso a
todos los lugares” (2011, p. 51). Lo que está en juego en esta disputa son
medidas de activación de las llamadas políticas de “discriminación positiva”
que otorguen igualdad de oportunidades a quienes, a pesar de sus méritos, no
acceden a los mejores lugares. Asimismo, se construye una idea de pasado frente
a una idea tecno-inclusiva de futuro. Esa racionalidad neoliberal tecnoprogresista se nutre de algunas reivindicaciones de
los feminismos, resignificándolas en los términos de la dominación. En tal
sentido, la noción de la igualdad de oportunidades dinamizada por las
facultades emprendedoras y los méritos personales goza de un consenso
creciente.
El sujeto
emprendedor al que interpela el neoliberalismo
tecnoprogresista, ata al sujeto a un mero
ejercicio de buenas elecciones frente a contextos de creciente incertidumbre.
Esta situación se radicaliza y complejiza aún más en las personas del colectivo
LGBTIQ+. En el capitalismo periférico de América Latina, con niveles pasmosos
de desigualdad y concentración crecientes de la riqueza, queda todavía más
expuesta la operación del neoliberalismo
progresista: producir una exaltación fetichizada del emprendedurismo
como ideología oficial de época, que se desentiende ilusoriamente de los
múltiples condicionamientos sociales en la vida material de los sujetos.
Obviamente, esta
concepción sesgada de la diversidad llevada a la práctica solo cumple una
función “marketinera”, ya que como vemos en la experiencia de Transistemas, nunca podría llegar a generar una
transformación profunda sin considerar las condiciones reales de existencia de
los excluidos por el sistema. Hasta podríamos decir que esa “inclusión” fetiche
desligada de su propósito real, queda disminuida a una política de captación de
empleados.
Transistemas, como organización de activismo político, toma la agenda
de la diversidad e inclusión, pero produce una torsión en su práctica y
discurso que colisiona con la agenda neoliberal tecnoprogresista.
En primer lugar, explicita una situación acuciante de la comunidad LGBTIQ+. Al
mismo tiempo, desde la práctica política apela a la tecnología como herramienta
de construcción de correlaciones de fuerza frente a las empresas tecnológicas. Por
último, pero no menor, apela a la concreción de conquistas y derechos como
políticas de Estado antes que a una práctica individualizante o performance
emprendedora.
Esta operación de
resignificación del discurso tecnofílico y emprendedorista adquiere un valor político notable en un
contexto de avance arrollador de estas ideas fuerza en el sentido común de
nuestras sociedades. Son precisamente los avances en el plano de la imaginación
política desde los sectores subalternos, los que podrían permitir recrear los
sentidos dominantes de la época sin negar sus coordenadas fundamentales, como
la revolución tecnológica y transformación digital de nuestras vidas.
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Hernán M. Palermo
Argentino. Doctor en Ciencias Antropológicas. Director de la Revista
Latinoamericana de Antropología del Trabajo. Investigador del Centro de
Estudios e Investigaciones Laborales. Director de la maestría en Estudios
Latinoamericanos del Trabajo de la Facultad de Filosofía y Letras, Universidad
de Buenos Aires. Líneas de investigación: antropologías latinoamericanas del
trabajo; género y trabajo; la construcción de las masculinidades en el trabajo;
relación entre nuevas tecnologías y trabajo. Últimas publicaciones: Tratado
Latinoamericano de Antropología del Trabajo y La producción de la
masculinidad en el trabajo petrolero.
Patricia Ventrici
Argentina. Doctora en Ciencias Sociales. Investigadora
del Centro de Estudios e Investigaciones Laborales. Docente en la Universidad
de Buenos Aires. Líneas de investigación: sindicalismo en la Argentina
reciente; trabajo y economía de plataformas. Últimas publicaciones: “La siliconvalización del trabajo. Una experiencia argentina” y
“Estrategias de erosión del poder sindical en Argentina. Un análisis del
periodo 2015-2018”.
Rocío Santarcieri
Argentina. Estudiante de la carrera de Ciencias
Antropológicas en la Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos
Aires. Línea de investigación: trabajo en tecnología.
[1] Este documento es resultado del
financiamiento otorgado por el Estado Nacional, por lo tanto, queda sujeto al
cumplimiento de la Ley No. 26.899. Organismo Financiador: Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Buenos Aires, Argentina.
[2]
Mercado Libre es una empresa de alta gama tecnológica, trasnacional, que surgió
en 1999 en Argentina, fundada por Marcos Galperin. Basada en el comercio
electrónico, con los años de crecimiento fue desplegando una serie de facetas
complementarias que dieron lugar a lo que la empresa denomina el “ecosistema
Mercado Libre”. Los dos grandes núcleos son el comercio (marketplace) y las finanzas electrónicas (fintech), representados por sus firmas más emblemáticas: Mercado
Libre y Mercado Pago. Se complementan con el desarrollo de unidades de negocios
de publicidad (Mercado Adds),
logística (Mercado Envíos) y venta de tiendas on line (Mercado Shops).
En América Latina, Mercado Libre es el primer unicornio (por su valuación mayor a mil millones de dólares en el
NASDAQ) argentino por excelencia y es líder en materia de comercio electrónico
en la región. Como el resto de las grandes empresas de plataformas, surge como
resultado del fructífero encuentro entre el capital financiero y el trabajo cognitivo
de alta calificación.
[3]
El término transgénero se refiere a las personas que tienen una identidad o
expresión de género que difiere del sexo que se les asignó al nacer. En este
caso, se trata de una persona con un sexo biológico masculino con una identidad
de género de mujer.
[4]
Este proceso se enmarca en un contexto fértil de instalación
pública de una agenda feminista en Argentina y en el mundo. Algunas de las
agendas del movimiento feminista contemporáneo se vinculan con consignas
“contra la violencia machista, evidenciar diferentes formas de expresión de la
violencia, inequidades, aborto, etc. Algunas autoras se arriesgan a afirmar que
en la actualidad estamos frente a una cuarta ola del movimiento feminista
(Natalucci y Rey, 2018).
[5] Great Place to Work es una
fundación que se presenta asimismo como una firma global que ayuda a las
organizaciones a obtener mejores resultados de negocio focalizándose en la
experiencia laboral de todos los empleados. Hace algunos años viene analizando
y certificando lugares de trabajo desde las experiencias de trabajadores y
trabajadoras. En concreto es una fundación en el que su directorio está
conformado por personas del mundo empresarial (Great Place To Work Argentina, 2021).
[6] Centro de Almacenamiento de Mercado Libre, en el
Mercado Central de Buenos Aires.
[7] La Cámpora es una agrupación política de la
Argentina, formalmente fundada en 2006. De marcada orientación kirchnerista, la
agrupación apoyó desde sus inicios las gestiones de gobierno de Néstor Kirchner
y Cristina Fernández de Kirchner. Actualmente, en la gestión de Alberto
Fernández es uno de los grupos políticos de mayor incidencia dentro del espacio
de gobierno.
[8] Se trata
de las provincias de Chubut, Chaco, Río Negro, Santa Fe y Provincia de Buenos
Aires.
[9] En julio
de 2021 el gobierno argentino oficializó este jueves la promulgación de la Ley
27.636 de Promoción al Empleo para Personas Travestis, Transexuales y
Transgénero, mediante la publicación en el Boletín Oficial del Decreto
721/2020. La ley contempla, entre otras reivindicaciones, que los tres poderes
del Estado nacional, los ministerios públicos, los organismos descentralizados
o autárquicos, los entes públicos no estatales y las empresas y sociedades del
Estado ocupen una proporción no inferior al 1% de la totalidad de su personal
con personas de ese colectivo.
[10] Las organizaciones
mencionadas con una perspectiva feminista divergen en términos de sus campos de
acción –educación, derecho y tecnología–, orígenes y estructuras dispares.
Mientras que el “Mocha Celis” es una escuela secundaria gratuita resultado del
activismo travesti/trans y la educación popular, la Asociación de Abogadas
Feministas Argentina surge como un capítulo local de una organización de profesionales
en Chile. Por su parte, Chicas en Tecnología se posiciona como una organización
de la sociedad civil que moviliza iniciativas que se orientan a adolescentes
para que se inserten en el ámbito emprendedor tecnológico.
[11] Según la publicación del Ministerio Público de la Defensa de
la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (2017) solo el 9% de las mujeres trans y
travestis que fueron encuestadas formaban parte del mercado formal de trabajo y
para más del 70% el trabajo sexual constituía la principal fuente de ingresos.
Para el caso de hombre trans el número asciende al 48.5%.
[12] Se trata de la ley 26.743, sancionada el 9 de mayo de 2012
que establece que “toda persona tiene derecho: a) Al reconocimiento de su
identidad de género; b) Al libre desarrollo de su persona conforme a su
identidad de género; c) A ser tratada de acuerdo con su identidad de género y,
en particular, a ser identificada de ese modo en los instrumentos que acreditan
su identidad respecto de el/los nombre/s de pila, imagen y sexo con los que allí
es registrada”. Este marco normativo junto al activismo del colectivo habilitó
espacios institucionales educativos de diferentes niveles de escolaridad que
reciben población trans (Fundación Huésped, 2014).
[13] En 2005 el porcentaje de travestis y mujeres trans con el
nivel secundario completo en la Ciudad de Buenos Aires era del 20.8% y pasó al
24.3% en 2016. Sin embargo, este número resulta muy menor si lo comparamos con
el porcentaje escolarizado de la población mayor de 25 años de esta misma
ciudad, que resulta cerca del 70% para ese mismo año. (Ministerio Público de la
Defensa de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 2017.)
[14] Se ha demostrado estadísticamente que la falta de un título
universitario o terciario no es impedimento para adquirir un puesto de trabajo.
Una reciente encuesta realizada en el sector señaló que al menos un 2.8% de una
muestra de más de 5,800 de trabajadores en tecnología contaba con únicamente el
título secundario como certificación educativa (Casas
et al., 2021).