Crossing the Current. Richard Kernaghan Stanford University Press, Mario Rufer Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco https://orcid.org/0000-0002-2335-1335 |
“¿Qué es una
guerra?”, se pregunta Claudia Zamparo. “La guerra son
las armas que retornan de noche”. Esa imagen condensa como una estampa el libro
m ás reciente de Richard Kernaghan.
La guerra como duración, una porción de uno mismo escurrida entre las palmas,
una foto doblada en una bolsa de mano. Y un relato que persiste porque cambia
de forma. “No tiene nada que ver con las armas. O sí, las armas que nos
traicionaron para siempre porque no se fueron de los sueños, de las pesadillas”
(Zamparo, 1992, p. 2).
Cuando leí Crossing
the Current no podía
dejar de volver a estos pasajes de Zamparo, y pensar
si las experiencias de la guerra amplían en nitidez la arena política: porque
en América Latina la experiencia colectiva es indisociable de una forma de
violencia como duración, como estructura (y no como acontecimiento discreto).
Perú, Sendero Luminoso, la sombra perdurable de la cocaína, la interminable
guerra como clave de la política post (o neo) colonial, el extractivismo
maderero, los cuerpos descartables. ¿Cuáles son los lenguajes de la guerra que
van más allá del morbo y del horror? ¿Cómo perdura un conflicto armado cuando
se deponen las armas? Estas son preguntas clave en los capítulos de Crossing the Current. Aftermaths of War Along
the Huallaga River, el
libro de Kernaghan, ganador del Premio Flora Tristán
2022 que otorga la LASA (Latin American Studies Association).
Personajes y paisaje
Crossing the Current está cifrado en los sujetos: sujetos a la violencia
y sujetos a la vida. La etnografía y la escritura se centran en personajes.
Tina en el centro, Italo, Sabine. Una argamasa
afectiva. La violencia de la guerra después de la guerra: lo que perdura en el
cauce de un río que se conoce, se teme, se recuerda como una estructura de
sentimientos. El río Huallaga del Perú como un espejo que afirma todo aquello
que no se deja ver y sin embargo contiene a sus habitantes. Los moldea, rastrea
sus deseos. Las metáforas sobre el río están presentes en todos los capítulos
como sellos del autor: en este libro el río no es un recurso, un “accidente
geográfico” como nos enseñan en la currícula escolar.
Tampoco se trata del contorno de un mapa: el Huallaga es una posibilidad, como
el tiempo mismo, y un testigo silencioso: ese que, en la noche de la guerra,
donde silencio y secreto se confunden y las relaciones humanas pierden la
nitidez de su vínculo, sigue allí, bordeando los límites y conteniendo la
cordura.
En Crossing the Current los personajes
recuperan aquello que desde la historiografía se nos recuerda: la historia solo
puede escribir estructuras a través de personajes singulares. Es el sentido de
la percepción singular lo que hace posible comprender al tiempo como experiencia:
la pobreza, la indistinción entre el Estado y el crimen, la “firma del Estado”
(Das, 2004) en las acciones de Sendero Luminoso. La continuidad fantasmal de
Sendero en las amenazas latentes a las familias, al parentesco. Su espectro en
las marcas de la tierra, en las tumbas a campo abierto.
¿Cuándo se termina una guerra?, preguntaba la poeta
Nobel Wislawa Szymborska.
Cuando se termina el miedo, que es mucho más tenaz que la paz. El trabajo que
hace Richard con los actores en Crossing the Current es experimental y
preciso, a la vez que responsable: un despliegue paulatino, lento, de los
atributos de sus compañeros en Huallaga en sus largas estancias de campo, a la
vez que un desarrollo de la etnografía en el que siempre está él, de alguna
manera, hasta en los sueños que sueñan la guerra, hasta que él mismo es soñado,
como en “Las ruinas circulares” de Borges (2009), por sus propios personajes.
Esta no es solo una discusión con la antropología. De hecho, sin
grandilocuencia, sin necesidad de decirlo, Kernaghan
se ubica en la frontera entre historia, antropología y la mejor literatura.
Desde mi lectura, el enorme aporte de Crossing the Current como libro, es que a
partir del despliegue de los actores, el lector comprende que el registro de la
historia, a veces, es la pausa entre la narración y la imagen. Foucault
insistía en que “el acontecimiento es un poliedro de inteligibilidad”
(Foucault, 1982, pp. 60-62). No un hecho, ni siquiera su relato. Una figura
geométrica, una metáfora difícil de entender. Si recordé esa frase mientras
leía el libro de Kernaghan es, quizás, porque entendí
con él la expresión foucaultiana. Un poliedro:
ángulos, caras. Formas. La historia como la materia de la percepción que no se
anula con el tiempo vacío y homogéneo.
Las imágenes que construye el autor sobre el
paisaje, a lo largo del libro, hacen honor al mejor Fernand
Braudel: el signo espacial es más firme que los seres humanos, igual de
decidor, tan frontal como ellos. A su vez, hay algo de José María Arguedas, el
gran escritor y antropólogo peruano, en sus cadencias sobre el río y sus
bordes: los límites de la percepción también son las fronteras de la voluntad.
Hay algo que excede a Tina en la descripción precisa de sus actos relatados por
el autor: sus recuerdos viejos, la violencia que no controla, pero también la
pulsión de vida, la risa, el olor de la esperanza en algunos de los sueños con
su hermano muerto. El exceso en las formas del paisaje muestra el tamaño de las
fronteras humanas. De alguna manera, las imágenes del río contienen las miradas
de sus pobladores. Los actores saben que la guerra y sus persistencias están
contenidas en las imágenes que circulan entre ellos. Por eso, son las imágenes,
en su materialidad, las que dan vida a los relatos como si fueran una política
de la historia y de la esperanza: los ancestros en los sueños, las visiones por
la tarde de fantasmas palpables, las víboras que lactan y conjuran destinos e
hipotecan futuros.
Mapas, fotos y
dibujos son las imágenes materiales que se intercalan en Crossing the
Current. Me permito una cita
del texto:
The word image can designate many things. I
have a predilection for notions or conceptions that stress not mediation but distance,
texture, material, and movement. For Bergson, images do not circulate
between other terms, because everything of the material world is image already.
Everything material is image and images are what enter into
relation, determined by the kinds of movement they transmit to each other (Crossing
the Current, p. 38).
En este sentido, en
el libro, la imagen
juega el rol del movimiento, la opacidad y la multiplicidad. Una
de las grandes enseñanzas de los estudios de las religiones afro en América
Latina o de las etnografías amazónicas, es la productividad de las
contradicciones. “A y no A” coexisten en un mismo plano: algo puede estar
muerto y vivo a la vez (Segato, 2016). Esa ductilidad de lo que ya no está,
pero aún está, como la guerra, como sus palpables heridas, es algo que rescato
de Crossing the Current como una clave interpretativa.
Escribir el tiempo,
pensar la política
El filósofo esloveno Slavoj Zizek dijo
que el famoso dictum de Adorno de que la poesía no es posible después de
Auschwitz, necesita una corrección. Lo que no es posible, dice Zizek, es la
prosa (Zizek, 2007). La prosa realista, la escritura encadenada, temporal,
homogénea, transparente. Los testigos y los sobrevivientes de crímenes de lesa
humanidad difícilmente pueden referirse a los hechos como una cadena clara,
precisa, de sucesos. Hablan con elipsis, brevitas, oxímoron. Usan la metáfora y
la yuxtaposición de tiempos. ¿Porque están confundidos? No, porque la poesía en
sentido amplio “acerca” algo que está imantado, que la mímesis imposibilita.
Crossing the Current
trabaja con el lenguaje de manera creativa y estupenda. No solo son los actores
quienes eluden la prosa y la referencia directa. También es Richard. La
escritura es una atmósfera, exactamente como Henri Bergson planteaba que era la
duración. La guerra perdura, los olores, las mezclas de lo necesario con lo
ilegal. En la escritura de los capítulos, Kernaghan utiliza la aliteración, esa
repetición precisa de la poesía que marca el ritmo del significado y del tiempo
(“Qué pasaría si”… “Qué pasaría si”… “Qué pasaría si”…). O la frase de uno de
los hermanos de Tina: “eso es el tiempo de ellos… eso es el tiempo de ellos…”.
La necesidad de fijar el momento superado, o perdido, con Sendero Luminoso. Y
el autor remata: “eso es de otro tiempo, y a la vez no lo es”. Quizás sea la
escritura movediza, inquieta, el signo central de Crossing the Current.
Sin ánimo de caer en imágenes obvias, la escritura es, en parte, ese río: no
hay una escritura precisa, familiar. El estilo sigue las reglas de la
literatura con la mejor tradición ensayística de América Latina: una discusión
entre el artefacto textual con las ideas punzantes sobre nación, tiempo,
Estado, violencia, política.
Crossing
the Current puede ser un insumo importante para enseñar metodología de
la investigación social (aunque sería óptimo, para ello, tenerlo en
castellano). Porque muestra que las preguntas no se resuelven con un “marco
teórico”, que las contradicciones no están despejadas: de hecho, ellas producen
la mirada del texto. Hay partes que intercalan los dibujos del cuaderno de
campo de Richard (entre ellas, resalta la de una libélula que lo acosó en campo
toda una noche), con estructuras textuales que parecen una poesía: ¿es verso,
es voz de los actores, es una cita? El texto dialógico, decía Bajtín, es el que
incomoda (Bajtín, 2008). Y el autor lo logra; como en la película La ciénaga
de Lucrecia Martel, trabaja con la sinestesia: el Huallaga se huele, se deja
oír. La duración de la violencia estremece la noche y el sueño; a veces,
también los sueños del lector.
Su juego con el
tiempo es incisivo. No solo por la relación de la experiencia y la percepción
sino por la creatividad con la que Richard trabaja con las variables de la
memoria, el olvido, el silencio y el secreto. ¿Cómo es que la propiedad rural,
con la “escritura como firma de poder y estado”, impone un tiempo de origen y
una idea de legitimidad en esa zona tan atacada del Perú? ¿Cómo se relaciona lo
que el autor llama “oblivious title” con la experiencia de la violencia
que perdura, se ramifica, se cuenta en sueños? Los sueños aparecen una y otra
vez en los capítulos: son una poética del tiempo porque refrendan lo abierto de
la historia. Los sueños de Tina no solo imponen otra visión de los hechos: a
veces se erigen como la otra historia posible, o al menos la advertencia. Los
sueños como los indicios que el Estado borra: como una política de la
investigación sui generis en contextos donde el Estado poscolonial se
ocupa de hacer ilegible la relación entre pasado y presente, entre violencia y
política, entre crimen y capitalismo, entre modernidad y conquista. Entre
estructuras temporales y amnesias persistentes, Crossing the Current
impulsa una noción de soberanía intermitente, descentrada.
La escritura de
Kernaghan no es una poética de la designación, sino una estética de la
evocación. Nuevamente, Bajtín (2008) insistía en que el signo no es solo
arbitrario, sino un horizonte, una invitación a imaginar. Como la evocación.
Este no es un libro que se inscriba específicamente dentro de la “antropología
visual”, o al menos no directamente. La imagen juega, en todo caso, el oficio
del montaje en tanto toda producción de significado es textura e imagen en
movimiento. El río es una masa de imágenes que producen sentidos móviles, a
veces contradictorios. Por momentos, parece también una imagen cambiante de la
historia. Al menos la que entiende que todo futuro está preñado de los pasados
que no fueron y que se mueven entre palabras, dibujos y sueños.
Vivimos una época donde la antropología y a veces la
historia se constituyen en “peritos”: ayudan a esclarecer las violencias
continuas, las muertes. La idea de historia pública ha sido clave en Perú o
Colombia para poder imaginar otras maneras de entender las nociones de nación,
comunidad política, experiencias de violencia. Sin embargo, tanto la idea de
historia pública como de antropología pública y forense se topan con una
limitante: una noción estatal, estatalizada, de justicia, “bienestar”, libertad.
Considero que este libro interviene de una manera desafiante allí,
estremeciendo al cuerpo mismo de la política. A su vez, es difícil dejar de
pensar en las escenas actuales del Perú leyendo Crossing
the Current. Aunque el
centro del paisaje no haya sido la escena del conflicto social reciente, el
racismo estructural, la violencia que como el Huallaga no tiene un origen
“visible” –está siempre en otro plano que se escapa–, son elementos nodales de
todo análisis político del Perú actual. El libro es un ejercicio reflexivo para
dotar de nuevas preguntas y nuevas miradas a problemas
estructurales de temporalidad profunda.
Referencias
bibliográficas
Bajtín, M. (2008). Estética
de la creación verbal. Siglo XXI.
Das, V. (2004).
“The signature of the state”, en Deborah Poole and
Veena Das, Anthropology in the margins of the State. School of American
Research Press.
Foucault, M.
(1982). La imposible prisión:
debate con Michel Foucault. Anagrama.
Segato, R. (2016).
“Una paradoja del relativismo. El discurso de la antropología frente a lo
sagrado” en Mario Rufer y Frida Gorbach (Eds.). Indisciplinar la
investigación. Archivo, trabajo de campo y escritura. Siglo XXI Editores /
UAM-Xochimilco.
Zamparo, C. (1992). Guerra, sucia,
la guerra. Albatros.
Zizek, S. (2007). Sobre
la violencia. Seis reflexiones marginales. Paidós.
Mario Alberto Rufer
Argentino.
Historiador por la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina. Doctor en
Estudios de Asia y África, Especialidad Historia y Antropología por El Colegio
de México. Profesor-Investigador Titular de la Universidad Autónoma
Metropolitana-Xochimilco (UAM-X), México. Líneas de investigación: se orientan
a los estudios culturales y la crítica poscolonial, y a los usos sociales del
pasado y de la temporalidad: nación e historia pública, archivo, memoria,
museos, patrimonio. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores del
CONAHCyT, Nivel 3. Ha sido profesor invitado en las universidades de Bielefeld,
Alemania, Universidad del Cauca, Universidad de Buenos Aires, Universidad de
California-Los Ángeles, Universidad de Nueva York, entre otras. Últimas
publicaciones: La colonialidad y sus nombres (2022) y coautor en El
tiempo de las ruinas (2023).