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Después de
medio siglo (1966) y el ocaso de la Shell como agente
modernizador en Venezuela MARÍA GABRIELA COLMENARES ESPAÑA Universidad
Central de Venezuela Universidad
Católica Andrés Bello Resumen: Desde el estudio de las petroculturas y del cine
empresarial, este trabajo analiza la representación del impacto modernizador
de la industria petrolera en la región de Lagunillas, Estado Zulia, en el
filme Después de medio siglo. Dicho filme fue un encargo de la Compañía Shell
a la productora Neofilm tras el cierre de la Unidad Fílmica Shell de
Venezuela, durante la reorganización de los medios y discursos corporativos
ante el inminente fin de las concesiones petroleras. El abordaje
histórico-pragmático y textual-discursivo aquí propuesto abarca el contexto
de producción, distribución y exhibición del filme; sus funciones; su temática
y su construcción textual y discursiva. El análisis del filme permitió
identificar continuidades y rupturas en relación con la producción de la
unidad fílmica interna de la Shell. Estos hallazgos apuntan a una posible
crisis en los discursos corporativos de la Shell ante el ocaso de su rol como
agente modernizador en Venezuela.[1] Palabras
clave:
Venezuela; modernización; industria petrolera; cine; archivos
cinematográficos.
After Half a Century (1966) and the decline
of Shell as a modernizing agent in Venezuela Abstract: Framed within
the study of petroculture and the business cinema
of the global petroleum industry, this article analyzes the representation of
the modernizing impact of oil in Lagunillas (Zulia
State) in the film After Half a Century. This film was commissioned by the
Shell Company from the production company Neofilm
as Shell reorganized its corporate media and discourses due to the end of oil
concessions. Our research’s historical-pragmatic and textual-discursive
perspective encompasses the context of production, distribution, and exhibition; as well as the film’s functions, topics, and
textual and discursive construction. The analysis allowed us to identify
continuities and ruptures in After a Half Century regarding a selection of
films produced by Shell’s Venezuelan film unit until 1965. We may interpret
these findings as signs of a crisis in Shell’s corporate discourses as the
company faced the decline of its role as a modernizing agent in Venezuela. Keywords: Venezuela; modernization; petroleum industry;
cinema; film archives. traducción: María Gabriela Colmenares España / Universidad Central de Venezuela
Cómo citar Colmenares, M. (2024). Después de medio siglo (1966) y el ocaso de la Shell como agente modernizador en Venezuela. Culturales, 12, e861. https://doi.org/10.22234/recu.20241201.e861 Recibido 25 junio 2024 / Aprobado 8 octubre 2024 / Publicado 12 noviembre 2024 |
Introducción
El
cine empresarial de la industria petrolera en Venezuela representó el impacto
modernizador de esta industria como un proceso en pleno devenir, que buscaba la
cooperación del petroestado, las élites y la sociedad venezolana para prolongar
sus operaciones en el país. Tal representación se estructuró desde las
dicotomías atraso-progreso, tradición-modernidad y rural-urbano; enfatizó los
procesos de la industria –exploración, perforación, extracción, transporte,
comercialización– y destacó su papel modernizador desde la urbanización y la
industrialización. En Venezuela, la producción de cine empresarial de las
petroleras comenzó como un ensayo en el que varias compañías contrataron a
productoras extranjeras como la Princeton Film Center y la Shell Film Unit de
Londres. En este ensayo, el Comité Fílmico de la Industria Petrolera
(1947-1952), dio paso a unidades de producción cinematográfica dentro de las
propias compañías, como la Unidad Fílmica Creole (UFC, 1952-1968) y la Unidad
Fílmica Shell de Venezuela (UFSV, 1952-1965).
En la década de 1960, ante la política
gubernamental de no otorgar más concesiones petroleras tras el vencimiento en
la década de 1980 de las vigentes, las compañías petroleras recortaron
inversiones en Venezuela en todas sus áreas de actividad. Este recorte afectó a
todos los medios y discursos de la industria, incluyendo revistas corporativas,
emisiones de radio y televisión, libros, folletos y películas. Shell y Creole
cerraron sus unidades de producción cinematográfica. Tras el cierre de la UFSV
en 1965, Shell encargó sus filmes empresariales a la recién creada productora
Neofilm, encabezada por antiguos empleados de la UFSV con apoyo de la propia
compañía. Los últimos filmes empresariales de Neofilm para Shell datan de 1971.
Neofilm hizo 33 películas para Shell.
Cabe preguntarse cómo representaron las
películas empresariales de Neofilm para la Compañía Shell de Venezuela el
impacto modernizador de la industria ante el inminente fin de las concesiones y
la futura partida de transnacionales como Shell y Creole. Esto asumiendo que el
giro en las relaciones de las petroleras con el Estado y la sociedad
venezolanos haya afectado en cierta medida las políticas de relaciones públicas
de las compañías y sus constelaciones de medios y discursos. En esta
investigación analizo cómo se representa el impacto modernizador de la
industria petrolera sobre la región del lago de Maracaibo en Después de
medio siglo (1966), uno de los primeros filmes empresariales de Neofilm
para Shell de Venezuela, producido y exhibido en el contexto descrito.
Aunque los estudios sobre el petróleo
en Venezuela se han enfocado en su dimensión económica y política, Coronil
(2002), Silva-Ferrer (2013), Tinker (2009) y Colmenares (2019) han estudiado su
dimensión social y cultural. Los dos últimos, además de González y Guilarte
(1992), y Filloy (1995), han estudiado los medios y discursos de la industria
petrolera en Venezuela. Recientemente, Zazzarino (2022), desde el estudio de la
petrocultura con perspectiva ambiental, analiza el discurso de El Farol,
revista corporativa de la Creole Petroleum Corporation, y lo desmonta mediante
una lectura del documental Pozo Muerto (Rebolledo, 1967) para proponer
un contradiscurso desde la experiencia de los habitantes del lago de Maracaibo
representada en ese documental.
Desde los estudios sobre el cine y los
medios, Dahlquist y Vonderau (2021) abordan la relación histórica entre cine y
petrocultura, concepto que destaca cómo el petróleo constituyó las sociedades
industriales y postindustriales, ya que este instauró una nueva era de consumo
y movilidad. Los autores se plantean problemas que están en la base de mi
investigación: cómo usó la industria petrolera la imagen en movimiento para
organizar la explotación petrolera y promover la modernización; cuál fue el rol
histórico del cine en informar, educar o persuadir al público masivo sobre el
petróleo.
Dahlquist y Vonderau (2021) proponen el
concepto de petrocine para referirse a todas las películas que representan el
petróleo como fuente de energía, productos y servicios. Esto incluye cine
comercial de ficción y filmes periodísticos, además de películas educativas,
publicitarias y documentales producidas por las compañías petroleras en su
proyecto de construir una imagen de la explotación petrolera y coordinar sus
fines corporativos con las preocupaciones culturales y sociales de las naciones
productoras. Hediger y Vonderau (2009a) plantean el concepto de cine
empresarial para designar las películas no ficcionales de diferentes géneros y
subgéneros, incluidas películas educativas, publicitarias y documentales, que
las organizaciones industriales utilizan en sus constelaciones de prácticas
organizacionales, medios y discursos. Finalmente, Hediger, Hoof y Zimmermann
(2024) consolidan, diversifican y expanden el estudio del cine empresarial
propuesto por Hediger y Vonderau (2009a).
El concepto de petrocine se refiere a
películas que comparten una temática común: el petróleo; de manera que tanto Le
salaire de la peur (Clouzot, 1953) como Venezuela y petróleo II: sus
técnicas (Nemes, 1960) son petrofilmes. Por el contrario, el cine
empresarial es una categoría pragmática que estudia los usos y funciones de los
filmes encargados por las corporaciones en su contexto de producción,
distribución y exhibición. Mi investigación, enfocada en los filmes producidos
por las corporaciones dentro de sus constelaciones de medios y discursos,
rescata la idea de Colmenares (2019) y trabaja desde el concepto de cine
empresarial de la industria petrolera.
Muchas investigaciones sobre
petrocultura y petrocine versan sobre la relación entre petróleo, cultura,
medios y discursos de las compañías petroleras en países como Irán, Kuwait e
Irak. Damluji (2013, 2016, 2021) estudia los imaginarios urbanos constituidos
en estos territorios por la Anglo Iranian Oil Company (AIOC) –antecesora de
British Petroleum– y la Arabian American Oil Company (ARAMCO), vinculando las
prácticas organizacionales de ambas corporaciones con el fin del dominio
colonial británico y la emergencia de las nuevas naciones independientes. India
y Nigeria atravesaron sus respectivos procesos de descolonización tras la
Segunda Guerra Mundial. Canjels (2021, 2024) estudia la producción fílmica de
Shell-BP en Nigeria en un contexto de descolonización durante la década de
1950, cuando Shell encontró yacimientos petroleros comercialmente viables.
Los abordajes postcoloniales y
decoloniales como el de Damluji, son pertinentes y productivos en los contextos
específicos de Irán, Kuwait o Irak pero, desde mi perspectiva, tienen poca
relevancia para la investigación sobre las constelaciones de medios y discursos
de las petroleras en Venezuela. Desde un debate pluralista que desafía tanto
las visiones hegemónicas y homogeneizantes como los enfoques contrahegemónicos,
decoloniales y anticapitalistas, asumo que la perspectiva de las relaciones
asimétricas de poder distorsiona la dinámica entre las corporaciones y las
naciones que, como Venezuela, ya llevaban un siglo de historia independiente
para el momento en que despega la explotación comercial del petróleo. En
Venezuela, mediante leyes como la reforma petrolera de 1943 y la política de
“no más concesiones” tras la transición democrática de 1958, el Estado se hizo
progresivamente con el control de los ingresos petroleros. Al aumentar su
poder, el Estado distribuyó la renta petrolera a toda la sociedad venezolana,
que se estructuró como una sociedad de reclamadores de renta (Urbaneja, 2013).
Desde esta perspectiva, mi propuesta es
la continuación y ampliación del análisis de Colmenares (2019) sobre los filmes
empresariales producidos por el Comité Fílmico de la Industria Petrolera y las
unidades fílmicas de Creole y Shell. Los filmes empresariales que Shell le
encargó a Neofilm, si bien fueron documentados y catalogados por Filloy (1995),
no han sido analizados en detalle. En este sentido, el presente trabajo
constituye una primera aproximación a su análisis.
En este trabajo abordo el estudio del
cine empresarial de las petroleras desde dos niveles de análisis. Primero, el
nivel histórico pragmático de Elsaesser (2009), Hediger y Vonderau (2009b) y
Hediger, Hoof y Zimmermann (2024), quienes ven el cine empresarial como una
forma cinematográfica parásita que habita a otras y adapta su estética y sus
técnicas según los requerimientos de los espacios de comunicación. Esto supone
reconstruir el contexto de producción, distribución y exhibición para
establecer quiénes encargaron los filmes, cuál fue el motivo del encargo y el
público al que iban dirigidos. También supone identificar las funciones de los
filmes en sus contextos: registro de actividades corporativas, retórica para
lograr la cooperación de sus destinatarios y racionalización de sus
operaciones.
Segundo, el análisis textual y
discursivo tomando en cuenta avances como el estudio de la relación
imagen-sonido en las películas empresariales de la Shell Film Unit de Londres
(SFU) y de Nigeria. Davison (2024) revisa las prácticas de producción de la primera
y analiza las relaciones entre el uso de la voz, la música, los ruidos y la
imagen en Proud Ships (Armitage, 1954). Canjels (2021, 2024) analiza el
uso de la voz y la música como elementos que le dan arraigo local a los filmes
de la Shell en Nigeria. Estos trabajos permiten caracterizar los usos más
comunes del sonido en relación con las imágenes en las películas empresariales
de la Shell y son de utilidad para el estudio de Después de medio siglo.
El análisis de las películas
empresariales petroleras plantea, a escala global, una serie de limitaciones y
desafíos a los investigadores. Como actores históricos, las petroleras han
producido y atesorado gran cantidad de medios y discursos –películas, fotografías,
videos, reportes impresos, revistas corporativas y boletines, entre otros– en
archivos que, por su origen y función, han estado sujetos a procesos de
fusiones, separaciones y nacionalizaciones. A esto se suma el control de las
compañías sobre el acceso de los investigadores a estos materiales, así como la
intervención del Estado en la conservación y disponibilidad de estos materiales
cuando la industria ha sido nacionalizada y estatizada, como en el caso de
Venezuela a partir de 1976. Damluji (2015, 2021) y Colmenares (2020) han
representado esta problemática a partir de sus propias experiencias de archivo.
Damluji (2021) define estos archivos como colecciones de diversos medios y la
preservación de estos por parte de las compañías petroleras, en línea y fuera
de línea, en soporte analógico o digital, catalogados o no. Tales archivos
suelen estar incompletos o atesorados en forma confusa e inconexa. Ambas
autoras insisten en la necesidad de que los investigadores documenten y
conceptualicen sus experiencias con esta clase de archivos.
Tales limitaciones y desafíos han
marcado la presente investigación. De 33 filmes empresariales de Neofilm para
Shell solo conseguí acceder a seis. De estos seis, únicamente pude obtener
copias en DVD de tres, a partir de originales bien conservados en soporte
físico. Es el caso de Después de medio siglo.[2]
Los tres filmes restantes fueron grabados con cámara digital desde copias ya
muy deterioradas y proyectadas en moviola[3].
Tampoco hay mucha documentación sobre la producción de Después de medio
siglo que permita reconstruir en detalle su contexto de producción,
distribución y exhibición, más allá de lo reseñado por Filloy (1995).
El análisis de este filme identifica
tanto continuidades como rupturas entre la producción de la UFSV y la de
Neofilm, con respecto a las representaciones del impacto modernizador de la
industria petrolera en el lago de Maracaibo. Tales rupturas y continuidades se
interpretan tomando en cuenta el próximo fin de las concesiones petroleras de
la Shell y las demás corporaciones en Venezuela. A continuación expongo el método
de mi investigación.
Método
Para
indagar en la representación del impacto modernizador de la industria petrolera
en la costa oriental del lago de Maracaibo y comprender cómo afectó la política
de “no más concesiones” a las constelaciones de medios y discursos de la
Compañía Shell de Venezuela, analizo Después de medio siglo tomando en
cuenta el contexto de producción, distribución y exhibición de este filme
empresarial encargado por la Compañía Shell de Venezuela a la productora
Neofilm, tras haber eliminado en 1965 la UFSV.
Las categorías de análisis son dos.
Primero, la modernización entendida como el conjunto de procesos sociales que,
en el siglo XX, confluyeron en la modernidad y la construyeron como un perpetuo
devenir. Algunos de estos procesos fueron los grandes descubrimientos
científicos y su impacto en nuestras visiones tanto del universo como de
nuestro lugar en él, la industrialización, la urbanización, las migraciones a
gran escala, el auge de los medios masivos, la expansión del mercado
capitalista (Berman, 1988). Asumo aquí que las modernidades son múltiples,
plurales, ambivalentes y contradictorias (Eisenstadt, 2000).
Segundo, la industria petrolera como
constituyente y constitutiva de los procesos modernizadores. La entiendo aquí
como la actividad industrial global que explora, extrae el petróleo crudo y el
gas natural, los procesa para transformarlos en gran cantidad de productos, los
transporta, los distribuye y los mercadea (Rosenfeld y Feng, 2011). Entre ellos
tenemos combustibles, lubricantes, pesticidas y plásticos. En Venezuela, se
inició el 15 de abril de 1914, en la costa oriental del lago de Maracaibo, con
el reventón de una perforación de la hacienda Zumaque (Straka, 2016). Hasta
1975, la industria petrolera estuvo a cargo de compañías transnacionales de
capital predominantemente estadounidense y europeo (Tinker, 2009).
En Después de medio siglo, la
representación del impacto modernizador de la industria petrolera en la región
del lago de Maracaibo se enfoca en Ciudad Ojeda y el campo petrolero de
Lagunillas, con su área de explotación y su comunidad residencial.
El término campo petrolero se refiere
al área con pozos activos de extracción junto a otras instalaciones de la
industria, y a los asentamientos humanos especializados creados y regidos por
una compañía petrolera particular para albergar a su fuerza laboral (Colmenares,
2019).
En los campos petroleros, la
modernización puede representarse a través de los servicios públicos y los
beneficios sociales al alcance de la fuerza laboral de las compañías, asociados
a la movilidad social vertical ascendente. Considero aquí como servicios
públicos la electricidad, la recolección de basura, los drenajes, la salud, el
transporte y la educación. Los beneficios sociales son derechos laborales al
margen del salario, los gastos de movilidad, las indemnizaciones y las
liberalidades (Bueno, 2006). El salario constituye una remuneración directa
según el cargo del trabajador. Los beneficios sociales son una forma indirecta
de remuneración independiente del cargo. Su propósito es mejorar la calidad de
vida de la fuerza laboral dentro y fuera de la empresa. Son beneficios
sociales: bonificaciones, comisariatos, comedores, transporte de personal,
seguro de vida colectivo, préstamos y cajas de ahorro, complementos a la
jubilación y asistencia médico-hospitalaria, entre otros (Chiavenato, 2011). La
movilidad social es la capacidad de las personas para bajar o subir en la
escala de bienestar socioeconómico. Se habla de movilidad social vertical para
referirse al cambio de una clase social a otra, en sentido ascendente o
descendente. Un trabajador que logra un aumento salarial y mejores beneficios
sociales puede ser un ejemplo de movilidad social ascendente. Se considera que
la movilidad social ascendente es característica de las sociedades modernas o
en proceso de modernizarse (Sánchez, 2012).
Abordé el filme desde el análisis
histórico-pragmático del cine empresarial como un acontecimiento, abarcando dos
niveles: histórico-pragmático y textual-discursivo. En el nivel
histórico-pragmático identifiqué las funciones corporativas de registro, retórica
y racionalización (Hediger & Vonderau, 2009b). Vinculé tales funciones con
el contexto de producción y exhibición empleando la información aportada por el
filme más una revisión de testimonios y documentos de estudios previos (Filloy,
1995). Esto último como herramienta para identificar quién encargó el filme,
con qué motivo y a qué público iba dirigido (Elsaesser, 2009).
En el nivel textual y discursivo
segmenté el filme en lexías o unidades de lectura definidas por sus
significados (Barthes, 1980). Con base en esta segmentación analicé su
estructura temática o la interdependencia de temas y subtemas subyacentes en el
nivel semántico profundo (Roffé, 1990); los modos de organización del discurso
prevalecientes en cada filme –narración, descripción, explicación, diálogo o
argumentación– (Casamiglia y Tusón, 2002); y, finalmente, algunos usos de los
códigos y s-códigos correspondientes al plano de la expresión del sistema de
significación cinematográfica, que podrían ser característicos del cine
empresarial (Eco, 2000).
Finalmente, complementé el análisis con
referencias a filmes empresariales de la UFSV de temática similar como Pueblo
petrolero (Nemes, 1957), Venezuela y petróleo III: sus comunidades
(Lovera, 1960), Vida en la comunidad I: las escuelas (Carrera, 1964a) y Vida
en la comunidad II: la recreación (Carrera, 1964b).
Después de medio siglo
corresponde a una primera etapa de Neofilm en que esta productora, en plena
fase de organización interna, se ocupó de concluir proyectos que la UFSV había
dejado en distintas fases del proceso de producción. La copia analizada del
filme, uno de los pocos que se conservan de la vasta producción de Neofilm para
Shell, la obtuve en DVD en 2012, luego de una búsqueda en el Archivo
Audiovisual de la Biblioteca Nacional y el Archivo Fílmico de la Cinemateca
Nacional de Venezuela.
Analicé el filme en formato mp4
utilizando ATLAS.ti 9 en su versión restringida. Luego de segmentarlo en lexías
hice una primera codificación correspondiente al nivel textual-discursivo
identificando las isotopías o categorías semánticas que permiten reconocer el
contenido de un filme (Azuaga, 2000), los modos de organización del discurso y
los principales usos de los códigos y s-códigos expresivos del sistema de
significación cinematográfica. En el nivel histórico-pragmático codifiqué las
funciones del filme según su contexto de producción. Tras revisar esta primera
codificación, fui agrupando y fusionando isotopías hasta llegar a tres ejes
temáticos: servicios públicos, beneficios sociales y movilidad social
ascendente. A continuación, presento los resultados del análisis, distribuidos
en cinco apartados.
Después de medio siglo: contexto de producción, distribución
y exhibición
La
política nacionalista de “no más concesiones” de Juan Pablo Pérez Alfonzo
detuvo el otorgamiento de nuevas concesiones petroleras y la renovación de las
que terminarían en 1983 y que, según la ley de 1943, podrían prorrogarse por 20
años adicionales (Urbaneja, 2013). Ante este escenario y según el principio
industrial de racionalización, las compañías dejaron de explorar y recortaron
sus inversiones. Las constelaciones de medios y discursos de las petroleras en
Venezuela perdieron su utilidad y tanto Shell como Creole cerraron sus unidades
internas de producción de filmes empresariales: la primera en 1965 y la segunda
en 1968.
En 1962 dejó de editarse la Revista
Shell (Figura 1), se cerró la sección de fotografía y se creó una empresa
independiente, Estudios Noguera, que asumió la producción de imágenes
fotográficas para Shell. En 1965, cuando se anunció el cierre de la unidad
fílmica, Rubén Pérez Morales gestionó la creación de la productora
independiente que se encargaría de hacer los filmes empresariales de la Shell.
Se proyectó trabajar con los equipos de la UFSV y adquirir algunos nuevos,
instalarse en un local propio mediante un crédito de la compañía para adquirir
un terreno y construir la sede. Un adelanto de la Shell permitiría cubrir las
primeras producciones y costear los nuevos equipos (Filloy, 1995).
Figura
1. Revista Shell,
marzo 1961.
Fuente: Portada digitalizada por la autora.
Neofilm se creó con tres socios
provenientes de la UFSV: el sonidista Julio Garbi, Guillermo Carrera y Rafael
González (Filloy, 1995). De la UFSV pasaron a Neofilm Giorgio Benucci como jefe
del estudio de sonido, Alberto Vidal, el camarógrafo y director de fotografía
Giuseppe Nisoli y Juan Jiménez. Según Guillermo Carrera, Neofilm trabajó para
la Shell durante tres años. En el primer año, la producción fue abundante y
completaron filmes que habían quedado pendientes desde la UFSV, además de
algunos nuevos proyectos (Filloy, 1995).
Las películas empresariales de Neofilm
aprovecharon la infraestructura de distribución y exhibición construida por la
Shell desde 1952. La Cinemateca Shell publicaba un catálogo de las películas
disponibles y atesoraba tanto los filmes de la UFSV como los que llegaban de la
SFU. Para 1966, la Shell tenía tres centros de distribución de películas en
Caracas, Maracaibo y Punta Cardón. Adicionalmente, las películas del Servicio
Shell para el Agricultor circulaban desde Cagua, estado Aragua, y Pueblo Nuevo,
en el Zulia. Los filmes empresariales Shell se distribuían gratuitamente a
personas o instituciones interesadas. Se estrenaban en funciones para las
élites políticas, económicas y culturales; luego se exhibían en las
dependencias de la compañía, que llegó a tener 18 salas cinematográficas, casi
todas en los clubes de los empleados. En ocasiones, se proyectaron en salas
comerciales y en la Cinemateca Nacional (Filloy, 1995) (Figuras 2 y 3)
Después de medio siglo
se inserta en la temática que representa la vida en los campos petroleros y los
servicios, beneficios y oportunidades que estos le brindan a su fuerza laboral.
A esta línea pertenecen también Pueblo petrolero, Venezuela y
petróleo III: sus comunidades, Vida en la comunidad I: las escuelas
y Vida en la comunidad II: la recreación (Figuras 4 y 5)
Los filmes empresariales de Shell
durante la llamada Década Militar (1948-1958) se enfocaron en los procesos de
la industria y la geografía, historia y cultura venezolanas. La temática sobre
la vida en las comunidades petroleras, con una única excepción, es posterior a
la instauración en 1959 de una democracia liberal guiada por la orientación
socialdemócrata y demócrata-cristiana de los gobiernos de Rómulo Betancourt
(1959-1964), Raúl Leoni (1964-1969) y Rafael Caldera (1969-1974). Esto refuerza
el planteamiento de que los medios y discursos de las petroleras se alinearon,
hasta 1975, con las políticas de los sucesivos regímenes que gobernaron
Venezuela como estrategia para evitar conflictos y prolongar su permanencia en
el país (Colmenares, 2019).
Figuras
2 y 3. Créditos de Venezuela
y petróleo III: sus comunidades (1960).
Fuente: Fotogramas capturados por la
autora.
Figuras
4 y 5. Créditos de Después
de medio siglo (1966).
Fuente: Fotogramas capturados por la
autora.
No he encontrado registros que permitan
establecer cuál dependencia de la Shell encargó a Neofilm la realización de Después
de medio siglo. El motivo parece haber sido el 50 aniversario de la
industria petrolera en Venezuela en 1964. La diferencia de dos años entre esta
fecha y el estreno de la película puede deberse a la transición de la UFSV a
Neofilm. El público al que iba destinado el filme era diverso. Primero, el
Estado y la sociedad venezolanos, para que tuvieran presente el legado de Shell
y sus aportes a la modernización del Zulia. Segundo, los zulianos, para
convencerlos del impacto positivo de la industria petrolera en sus vidas.
Tercero, los trabajadores jubilados de la industria, los jóvenes trabajadores
que comenzaban y potenciales aspirantes a incorporarse a la fuerza laboral
petrolera.
La principal función de Después de
medio siglo es registrar los servicios y beneficios a disposición de la
fuerza laboral de la industria petrolera y cómo estos impulsaron la movilidad
social ascendente en la región del lago de Maracaibo. Tales beneficios y su
impacto se representan como un ciclo ya logrado; se señala su continuidad a
futuro pero la modernización impulsada por las petroleras se muestra como
proceso concluido.
El filme presenta a la industria
petrolera como principal agente modernizador que transformó el paisaje,
urbanizó, construyó servicios y creó bienestar para sus empleados. El registro
de estos logros busca ganar el reconocimiento de los trabajadores petroleros y
la sociedad venezolana. Otra función del filme es la retórica, pues busca
convencer al público de que las relaciones con la fuerza laboral siempre fueron
armoniosas y que la compañía, de buena gana, concedió múltiples beneficios a
sus trabajadores, minimizando el papel de los sindicatos, el Estado y la
legislación laboral. El filme también funciona como apoyo a la captación de
talento humano para la empresa, a la vez que busca preservar los logros de la
cooperación con el petroestado y la sociedad, y reforzar tanto la identidad
corporativa como la lealtad del personal. Mediante el registro y la retórica,
el filme se propone cimentar el legado de Shell en Venezuela y favorecer la
continuidad de sus prácticas en el incierto contexto del fin de las concesiones
petroleras.
La localización geográfica
Después
de medio siglo muestra a Agustín Salazar, un
trabajador jubilado de la industria petrolera, saliendo de su casa en Ciudad
Ojeda para ir a visitar su antiguo lugar de trabajo y residencia, el campo
petrolero de Lagunillas. A lo largo del recorrido de Salazar, se muestran los
logros de la modernización impulsada por las compañías transnacionales como
Shell en esta zona del Distrito Bolívar (Figura 6).
Figura
6. El campo Costanero
Bolívar en 1965.
Fuente: Compañía Shell de Venezuela
(1966).
El Distrito Bolívar de la costa
oriental del lago de Maracaibo era una zona de llanuras bajas y lagunas
naturales (Distrito Bolívar, 2021). En 1926 se descubrieron importantes
yacimientos de petróleo en esta región y así comenzó la historia del campo
Costanero Bolívar, que se extiende por más de 100 kilómetros bordeando la costa
oriental del lago. En 1935, Shell perforó el primer pozo en Tía Juana, al norte
del entonces poblado palafítico de Lagunillas. Este campo llegó a ser el más
importante del país (Cilento, 2005).
La explotación comercial de petróleo de
esta región comenzó en Lagunillas. La demanda de vivienda obligó a construir
campos residenciales en Lagunillas, Tía Juana, la Salina, Bachaquero y otros
emplazamientos. Estos campamentos, autónomos e independientes de los poblados
vecinos, fueron los primeros asentamientos urbanos planificados de Venezuela.
Cada compañía construyó y administró sus propios campos residenciales. Por su
parte, Ciudad Ojeda nació como ciudad petrolera. El gobierno de Eleazar López
Contreras (1936-1943) decretó su construcción en 1937 y a fines de 1939 ya
estaba oficialmente poblada. Su crecimiento en las décadas siguientes estuvo
estrechamente ligado al impacto de la industria petrolera en la costa oriental
del lago (González, 2013). Para 1966, año en que se estrenó Después de medio
siglo, el Distrito Bolívar constaba de las parroquias Santa Rita, Cabimas,
Lagunillas –donde estaban tanto Lagunillas como Ciudad Ojeda– y Valmore
Rodríguez (Distrito Bolívar, 2021).
Servicios públicos y beneficios sociales
Los
servicios disponibles para los trabajadores petroleros y la población del
Distrito Bolívar se representan en el filme como logros de la industria
petrolera, al autoproclamarse como principal agente modernizador en esta
región. Desde que Agustín Salazar sale de su casa en Ciudad Ojeda se muestran
vialidad y transporte, alumbrado público, viviendas modernas, comercios. Estos
logros constituyen el presente de la región y sus habitantes y se muestran a
través de su cotidianidad, desde un acto tan sencillo como tomar un taxi.
Cuando Agustín llega a Lagunillas se muestra el paisaje industrial y la
comunidad donde habitan los trabajadores y sus familias (Figuras 7 y 8).
Figuras
7 y 8. Agustín Salazar rumbo a Lagunillas.
Fuente: Fotogramas capturados por la
autora.
Durante el recorrido en taxi, se
introduce un segmento retrospectivo atribuido a Salazar –“el viejo veterano
recuerda...” (Vidal, 1966, 00:00:41)–, en el que se describe todo el proceso
que condujo a la transformación del paisaje natural en un paisaje industrial y
urbanizado, desde la exploración y perforación iniciales en las regiones
pantanosas de la costa lacustre hasta la edificación de los campos petroleros.
Mediante fotografías de archivo animadas se describe primero la construcción de
caminos de tierra y campamentos de tiendas y viviendas rudimentarias; el paso a
carreteras engranzonadas y luego asfaltadas y, finalmente, la construcción de
infraestructura industrial y casas modernas con todos los servicios. El
significado más relevante es el papel central de la industria petrolera en la
transformación del espacio, el ambiente, el trabajo y la vida cotidiana de su
personal y de los habitantes de la región. El progreso es una secuencia lineal
que permitió el paso de la tradición a la modernidad (Figura 9).
Figura 9. Lagunillas de Agua.
Fuente: Fotograma capturado por la
autora.
Los servicios públicos en los campos
petroleros de Lagunillas y en los poblados circundantes se muestran como
resultado final y consecuencia lógica de la capacidad técnica de Shell y el
proceso transformador que esta desencadenó en la región (Figura 10). La
modernización se representa aquí como un proceso ya cumplido que cambió el
paisaje natural por otro industrial-urbano.
Figura 10. Lagunillas de Tierra.
Fuente:
Fotograma capturado por la autora.
En Lagunillas se enumeran los servicios
a los que tienen acceso los trabajadores que habitan en el campo residencial y
sus familias: vivienda, seguridad para sus hijos, educación, atención médica y
hospitalaria, acueducto, comunicaciones telefónicas, vialidad y señalización
para el tránsito, recolección de basura, alumbrado (Figuras 11 y 12).
Figuras
11 y 12. Servicios públicos
en Lagunillas.
Fuente:
Fotogramas capturados por la autora.
Mientras que los
servicios públicos impulsados por la modernización alcanzaron directamente a la
mayor parte de la población urbana e interurbana del Distrito Bolívar, los
beneficios sociales de la industria petrolera iban dirigidos exclusivamente a
su fuerza laboral y sus familias. Para 1966, el programa de venezolanización de
la fuerza laboral de la Shell había alcanzado un porcentaje global de 95.4% de
venezolanos en todas las nóminas, 72.1% de venezolanos en la nómina mayor y,
además, el número de venezolanos en la Junta Directiva llegó a siete
integrantes (Compañía Shell de Venezuela, 1966). Esto significa que los
venezolanos percibían la casi totalidad de los beneficios sociales de Shell
para sus trabajadores.
El filme muestra los
beneficios que disfruta Agustín Salazar como trabajador jubilado tras 30 años
de servicio. Además de la seguridad de poder envejecer dignamente con vivienda
propia, tranquilidad y estabilidad económica, se insiste en el acceso a actividades
culturales –cine, conciertos– y sociales –reuniones, festividades–, los clubes
para el personal y los deportes (Figuras 13 y 14). Todas estas actividades
tienen un sello de venezolanidad: un grupo de trabajadores disfruta una tarde
jugando bolas criollas, un público compuesto por trabajadores petroleros y sus
familias asiste a un concierto de música sinfónica venezolana.
Figuras
13 y 14. Deporte y cultura.
Fuente:
Fotogramas capturados por la autora.
La idea que se desprende de esto es que
valió la pena haber trabajado toda una vida para la industria y disfrutar estos
beneficios en la vejez. En el filme, los jubilados se mantienen en contacto con
la compañía, sus antiguos compañeros y las nuevas generaciones de empleados.
Estos últimos se representan asistiendo a sus puestos de trabajo y afiliándose
a los planes corporativos de ahorro, jubilación y vivienda. El vínculo entre
los jóvenes que se inician y los jubilados establece una continuidad en la
industria: sentido de pertenencia y bienestar que se mantendrán a futuro.
Como Pueblo petrolero, Vida
en la comunidad I: las escuelas y Vida en la comunidad II: la recreación,
producidas por la UFSV, Después de medio siglo, evita mencionar las
luchas sindicales que lograron estos beneficios, no sin resistencia por parte
de las compañías. El comentario en off afirma que se llegó a ellos por
la vía del diálogo, la legislación laboral y mejoras introducidas por las
propias empresas. El discurso audiovisual representa en un plano concreto,
personal e individual; lo que los informes corporativos de la Shell presentan
por medio de cifras y enumeraciones de beneficios. Después de medio siglo,
aunque reconoce la existencia de un sindicato, no menciona su nombre. Los
informes de la compañía sí lo hacen: Federación de Trabajadores Petroleros de
Venezuela (Fedepetrol).
Movilidad social ascendente
El
acceso a servicios públicos y la participación en los beneficios sociales de la
industria petrolera se representan en el filme como condiciones para la
movilidad social ascendente (Figuras 15 y 16). El filme omite cualquier
referencia verbal a otra condición importantísima: los derechos laborales y su
progresividad, aunque sí muestra breves imágenes alusivas. Los resúmenes
anuales de la Shell, sin abandonar la retórica empresarial, aportan datos relevantes
para inferir la conexión entre los sindicatos y la progresividad de los
derechos laborales en la base de la movilidad social ascendente en la industria
petrolera.
Figuras
15 y 16. Contrato colectivo y
beneficios laborales.
Fuente:
Fotogramas capturados por la autora.
En 1965, y dentro del proceso de
integración de los campos residenciales a los poblados vecinos, Shell firmó un convenio
social con la Fedepetrol para que los trabajadores de Cabimas recibieran los
títulos de propiedad de las casas que habitaban (Compañía Shell de Venezuela,
1966). En este párrafo queda más claro el tema de la relación entre beneficios
y derechos laborales:
Se continuó la norma establecida de planes de beneficios,
que se suman al salario de cada trabajador. Entre ellos cabe destacar la
concesión de 130 préstamos en el Plan para la Adquisición de la Vivienda, por
un total de 5,4 millones, lo que representa un total acumulado –a partir de
1953– de 962 préstamos por la suma de Bs. 49.8 millones [...][4] (Compañía
Shell de Venezuela, 1966, p. 22).
También se mencionan mejoras en el Plan
de Hospitalización y Beneficios Quirúrgicos para familiares de trabajadores,
con un Plan de Exceso que amplía los beneficios y ampara a padres e hijos
estudiantes hasta los 23 años de edad. Además, se destaca la continuidad de los
programas para mejorar viviendas, escuelas, clubes, calles y parques, junto con
los apoyos educativos a las Asociaciones de Bienestar y Cultura o ABC (Compañía
Shell de Venezuela, 1966).
Según los informes anuales, además de
las ABC de sus trabajadores, la compañía aportaba recursos a las Asociaciones
de Padres, Maestros y Representantes y los clubes sociales y deportivos de su
personal. En 1966 se firmó un nuevo contrato colectivo entre la compañía y
Fedepetrol; avanzó la integración de los campos residenciales a las comunidades
vecinas mediante el otorgamiento a los trabajadores de la propiedad sobre las
casas en que vivían; y, finalmente, se implementó un nuevo Seguro de Riesgos
Combinados que también cubría vacaciones y ausencias (Compañía Shell de
Venezuela, 1967). Además, se señala que:
[...] el Plan de Vivienda fue mejorado con el objeto de
lograr menores costos y mayores facilidades para los empleados. Hasta fines de
1966 se habían concedido 1.082 préstamos por un total de Bs. 54.5 millones
[...]. Se introdujeron asimismo substanciales mejoras en el Plan de Jubilación[5] (Compañía Shell de Venezuela, 1967, p.
21).
Al centrarse en el recorrido de Agustín
Salazar, margariteño que tres décadas atrás migró al Zulia en busca de trabajo
en los campos petroleros, el filme le atribuye la movilidad social ascendente a
la compañía. Se muestra a Agustín disfrutando su jubilación, con tranquilidad y
estabilidad económica, con todas sus necesidades cubiertas. El filme solo
informa el origen margariteño de Agustín, sugiriendo que mejoró su situación
socioeconómica por haberse sumado a la fuerza laboral petrolera. Las zonas como
el campo Costanero Bolívar recibieron importantes contingentes de migrantes
internos –campesinos, pescadores– que, desde diferentes estados del país,
llegaron en busca de trabajo en la industria para superar la precaria situación
socioeconómica en sus lugares de origen (Tinker, 2009).
Según el filme, los trabajadores
petroleros pueden desarrollar todas sus capacidades y acceder a todas las
oportunidades para mejorar su situación socioeconómica, gracias a los buenos
salarios, los servicios públicos y los beneficios sociales. La idea de la
movilidad social ascendente se equipara en el filme con las de progreso y
superación personal: involucra una teleología y una progresión lineal (Riesco,
2014). Las nuevas generaciones de trabajadores tienen a su disposición la
experiencia acumulada por sus predecesores y continuarán su labor. Todos los
trabajadores de la industria y sus familias tienen un futuro asegurado y podrán
disfrutar de una vejez estable y tranquila.
El análisis revela una tensión
insoslayable en el filme. Agustín Salazar recuerda todo lo vivido mientras
trabajó en la industria petrolera y fue testigo de su impacto modernizador a
través de los servicios públicos y beneficios sociales que le permitieron
mejorar su condición socioeconómica. Con esto se representa la labor
modernizadora de la Shell en el Distrito Bolívar como un ciclo cumplido y
terminado, en contradicción con la idea de progreso inherente al concepto de
modernización. Sin embargo, al representar marginalmente a los jóvenes
trabajadores e insistir en los beneficios que les ofrece la compañía a futuro,
tal como los recibieron en el pasado los trabajadores ahora jubilados, el filme
rescata la idea de progreso como una suerte de nota al pie de página. Surge,
entonces, una interrogante: ¿da la Shell por terminada su labor modernizadora
pero, a la vez, promueve la preservación de su legado tras su inminente salida
de Venezuela?
Construcción discursiva y expresiva
El modo de organización discursiva que predomina en el
filme es la descripción. Las imágenes son siempre descriptivas y su montaje
construye secuencias que enlazan planos generales y tomas panorámicas del
paisaje en Ciudad Ojeda y Lagunillas: panorámicas, tilts y travellings.
Estas imágenes tienen un valor concreto: aportan evidencias visuales que
sustentan los planteamientos temáticos del filme y dan fe de la existencia
concreta e histórica de todo lo construido por Shell en la región de Lagunillas
y del nivel de vida de sus habitantes.
El comentario en off, igualmente
descriptivo, cumple una función de anclaje en relación con lo mostrado por las
imágenes. En su función de anclaje, los elementos verbales identifican y
describen los elementos visuales; los vinculan a un significado o un referente
mediante una nomenclatura (Barthes, 1986). Aquí, el comentario en off
identifica a los personajes y aporta datos biográficos de estos; igualmente
designa lugares y épocas y menciona sus características resaltantes:
Agustín Salazar es un margariteño que se vino a estas
tierras del Zulia hace más de medio siglo. Salazar trabajó 30 años en la
industria petrolera y ahora disfruta los beneficios de la jubilación. Don
Agustín recorre a menudo el corto trayecto de Ciudad Ojeda a Lagunillas y a
pesar de conocer tan bien todos estos caminos, el viejo veterano siempre
recuerda... Don Agustín ha visto cambiar el paisaje. Vio cómo surgieron
edificios y autopistas sobre las tierras inundadas de antes (Vidal, 1966, 00:00:41).
Finalmente, el comentario en off
articula y expone la retórica corporativa:
La próspera situación del trabajador
petrolero es el resultado de un continuo proceso de sana asociación entre la
fuerza laboral y las empresas. Agrupados en sindicatos y protegidos por leyes
de trabajo y contratos colectivos de los más avanzados del mundo, los
trabajadores petroleros de Venezuela alcanzan sus objetivos a través del
diálogo. Muchas de las mejoras han surgido por iniciativa de las empresas,
entre ellas: el seguro de vida colectivo, plan de viviendas, plan de jubilación
y muchas de las ventajas de los sistemas de ahorro (Vidal, 1966, 00:11:10).
El viaje de Salazar
desde su casa en Ciudad Ojeda a Lagunillas es un viaje a través del espacio y
el tiempo, pues el comentario en off introduce un segmento retrospectivo
que describe cómo era Lagunillas antes de la explotación comercial del petróleo
y cómo fue cambiando el paisaje a medida que la industria petrolera creció en
la región. Esta lexía muestra el resultado de dicha transformación del paisaje
natural al paisaje industrial y urbanizado construido por las petroleras:
Don Agustín tomó
parte en ese proceso dinámico que transformó la región del lago y el Distrito
Bolívar. Vio surgir los campos petroleros hasta crecer y convertirse en las
modernas comunidades de hoy. A través de medio siglo, las chozas del pionero
fueron remplazadas por casas cada vez mejores (Figuras 17 y 18). Hoy el
trabajador petrolero dispone de excelentes viviendas dotadas de las mayores
comunidades. En este hogar, sus hijos crecen sanos y felices (Vidal, 1966,
00:4:48).
Figuras
17 y 18. El campo petrolero.
Fuente:
Fotogramas capturados por la autora.
Aunque la descripción audiovisual
enmarca brevemente a Agustín en en el paisaje industrial de los campos
petroleros durante los créditos, lo que realmente enfatiza es el vecindario que
habita, con su vialidad, los edificios comerciales y de servicios que va
pasando en su recorrido y las dependencias que visita al llegar a Lagunillas,
como la sede de la caja de ahorros y el club social y deportivo (Figuras 19 y
20).
Figuras
19 y 20. El entorno de
Agustín.
Fuente:
Fotogramas capturados por la autora.
Al asumir la perspectiva temporal y
espacial de Salazar como trabajador jubilado, el discurso predominantemente
descriptivo construye todo lo mostrado en el filme como hechos ya cumplidos. La
transformación de Lagunillas gracias a la industria petrolera, y la movilidad
social ascendente alcanzada por sus trabajadores son logros, no proyectos ni
procesos en desarrollo. La industria petrolera fue el principal agente de esta
modernización y de la movilidad social ascendente de sus trabajadores.
Agustín está
individualizado como personaje pero, a pesar de esto, no tiene voz en el filme;
la única voz es la del discurso indirecto del comentario en off . A lo
largo de casi todo el filme predominan la música incidental y el comentario en off.
Estos, por lo general, no se mezclan ni se superponen sino que se presentan por
bloques. La construcción audiovisual emplea los ruidos diegéticos en forma
puntual. En la lexía 4, que describe por medio de las imágenes la capacidad
técnica de la industria para 1966, el comentario en off se mezcla con
ruidos diegéticos de maquinarias diversas, editados para parecer sonido in,
pues el montaje pasa de una a otra maquinaria y, con cada corte, se pasa a un
ruido de maquinaria diferente (Vidal, 1966, 00:04:15). En la lexía 6, los niños
de una escuela de Lagunillas participan en la clase de educación física,
guiados por el profesor. Cuando cesa el comentario en off, se introducen
ruidos diegéticos postsincronizados, correspondientes a los saltos de los niños
en su rutina de ejercicios físicos (Vidal, 1966, 00:05:53) (Figuras 21 y 22).
La lexía 8 muestra los servicios y sus
constantes mejoras en la comunidad de Lagunillas. El comentario en off
se alterna con algunos ruidos diegéticos: maquinaria, carros que pasan, un
obrero que verifica el estado del alumbrado público (Vidal, 1966, 00:07:15).
Finalmente, en la lexía 11, se muestra un concierto de música sinfónica
venezolana en un auditorio: la pieza que toca la orquesta es música diegética in
y fuera de campo, mas no se trata de sonido directo sino de efectos sonoros
postsincronizados (00:09:22). Con base en estos resultados, paso a la discusión
y las conclusiones del presente artículo.
Figuras
21 y 22. Imágenes con ruidos
postsincronizados.
Fuente: Fotogramas capturados por la autora.
Discusión y conclusiones
Después
de medio siglo se inscribe en el subgénero de los
filmes que representan la vida de la fuerza laboral de la industria en los
campos petroleros y su tema central es la representación del impacto
modernizador de la industria petrolera en el Distrito Bolívar del estado Zulia.
Fue la única película de Neofilm para Shell entre 1966 y 1971 con esta temática
que, por el contrario, estuvo ampliamente repesentada en los filmes
empresariales de la UFSV entre 1957 y 1965 con Pueblo petrolero, Venezuela
y petróleo III: sus comunidades. Vida en la comunidad I: las escuelas
y Vida en la comunidad II: la recreación. He aquí un primer indicio de
cómo afectó la política estatal de no otorgar más concesiones petroleras a la
producción de filmes empresariales: este subgénero tuvo su periodo de auge con
la transición democrática venezolana pero prácticamente desapareció tras el
cierre de la UFSV y el paso a Neofilm.
Este subgénero representa los servicios
públicos y los beneficios disponibles para la fuerza laboral de Shell y sus
familias, y cómo estos son directamente responsables de la movilidad social
ascendente en las regiones petroleras de Venezuela. Pero la manera en que cada
uno de estos filmes representa dichos temas es ligeramente diferente según su
función, el motivo del encargo y el público al que iban dirigidos.
La principal función de los filmes de
la UFSV Pueblo petrolero, Venezuela y petróleo III: sus comunidades,
Vida en la comunidad I: las escuelas y Vida en la comunidad II: la
recreación es motivar a los aspirantes a unirse a la fuerza laboral de la
industria petrolera. Pueblo petrolero representa un día en la vida de
una comunidad petrolera a través de la cotidianidad de sus trabajadores activos
y de sus familias, enfatizando, además de los servicios y beneficios de los que
disfrutan allí, la camaradería, el sentido de comunidad y el buen ambiente de
trabajo. Venezuela y petróleo III y las dos entregas de Vida en la
comunidad ofrecen una visión desde arriba, es decir, desde las políticas de
la empresa, en forma descriptiva y explicativa.
Ninguno de estos filmes representa a
los trabajadores jubilados de la industria como sí ocurre en Después de
medio siglo. Todo lo contrario: enfatizan cómo crecen las familias de los
trabajadores activos, cómo se construyen nuevas viviendas o se modernizan las
existentes, cómo se mejoran constantemente los servicios públicos. Siempre hay
una visión que enlaza con el futuro; se representa la modernización como un
proceso continuo, abierto, sin término en el tiempo.
Pero Después de medio siglo, al
mostrar un día en la vida de un trabajador jubilado de la industria y
presentarse como un filme que conmemora el medio siglo de la industria
petrolera en Venezuela, exalta a quienes laboraron durante esos 50 años,
registra los beneficios sociales y servicios que les permitieron mejorar su
situación socioeconómica y representa la modernización como un proceso
culminado, logrado. Esto no es coherente con las ideas de modernidad y
modernización, fundadas sobre la idea del progreso como avance ilimitado en el
tiempo. De allí que, como una nota al pie, el filme introduzca a los
trabajadores activos y sus perspectivas de mejorar en la industria. ¿Se crea
con esto una perturbación semántica, una incongruencia, al representar a la modernidad
como un proceso concluido y abierto a la vez? O, quizás, ¿se trata simplemente
de representar el relevo generacional de la industria según la idea de
progreso, presentando una visión cíclica o circular de la modernidad?
En este punto es preciso recordar que
uno de los principios que rigieron la producción de películas empresariales de
la Shell a escala global fue el de lograr prestigio para la compañía
promoviendo valores como el saber hacer tecnológico, la modernidad, las
campañas sanitarias o la identidad corporativa, evitando mencionar tanto el
nombre de compañía como de sus productos, salvo en los créditos iniciales o
finales de las películas (Canjels, 2021). Es esto precisamente lo que distingue
las películas empresariales de Shell del cine publicitario. En Después de
medio siglo y en los filmes empresariales de la UFSV, el término “industria
petrolera” designa, en realidad, a la Compañía Shell de Venezuela. La tensión y
la disonancia que emergen en Después de medio siglo se desprenden
precisamente de esto: el fin de las concesiones no marca la clausura del
proceso modernizador ni el final de la industria petrolera. Lo que concluye, lo
que se cierra, lo que finaliza, es el rol de la Shell como agente modernizador
en Venezuela. En el marco de las constelaciones de medios y discursos de la
Shell, esta idea es lo indecible, lo imposible de representar.
La construcción discursiva,
especialmente en las relaciones entre la imagen y el sonido, también es
relevante para comprender cómo representa Después de medio siglo el
impacto modernizador de la industria petrolera. Los principios del cine
empresarial de la Shell, establecidos por John Grierson en 1934, privilegiaban
tanto la claridad expositiva como la elaboración estética, pues ambos elementos
eran indispensables para el prestigio corporativo. En este sentido, recurro a
un análisis de la relación imagen-sonido en Proud Ships (1954), un filme
de entrenamiento de la SFU. Integra música, ruidos y voces off en forma
armoniosa, de manera que cada una asume y luego cede la primacía (Davison,
2024).
El uso de las voces en Proud Ships
es complejo: hay más de ocho voces diferentes, la mayoría en off. En
algunos casos, la voz se construye, mediante el montaje, como una voz interior
que expresa los pensamientos de los personajes, usando acentos regionales y
sociolectos. Esto no es inusual en el documental británico basado en el modelo
de Grierson y busca autenticidad y acercamiento a los personajes. En cuanto a
la música, interactúa con sentido dramático en las entradas y salidas del
comentario en off y se ajusta al sentido de las imágenes. En ocasiones,
no se emplea la música para evitar conflictos con los demás elementos sonoros.
Los ruidos y efectos sonoros se dosifican para evitar el abigarramiento.
Algunos filmes de la UFSV como Pueblo
petrolero y Vida en la comunidad II: la recreación complejizan las
relaciones entre imagen, música, comentario en off, voces y ruidos
siguiendo algunas configuraciones recomendadas por la SFU tal como aparecen en Proud
Ships (Davison, 2024). Sin embargo, Después de medio siglo las
simplifica; mantiene el comentario en off autoritario que caracteriza al
documental expositivo y le niega una voz a su personaje principal, aunque sí
organiza parte del discurso desde la perspectiva de este. Al hacer esto, el
filme reconoce la labor y los méritos de sus trabajadores jubilados, pero no
los representa como agentes modernizadores sino como beneficiarios pasivos de
las políticas corporativas. La compañía Shell, designada exclusivamente con la
etiqueta “la industria petrolera” por el comentario en off, es el único
agente representable en las constelaciones de medios y discursos corporativos.
La retórica corporativa en Después
de medio siglo trabaja, entonces, para ocultar las incongruencias
semánticas subyacentes a la representación de la modernización petrolera en la
región del lago de Maracaibo ante la irrepresentabilidad del cese de
actividades de la Shell al no poder renovar sus concesiones en Venezuela. De
modo provisional podríamos interpretar esto como expresión de una crisis en los
medios y discursos de la Shell, pero es indispensable analizar otras películas
de Neofilm para sustentar tal interpretación.
Esta investigación constituye una
primera aproximación al análisis histórico-pragmático y textual-discursivo de
los filmes empresariales que la Compañía Shell de Venezuela le encargó a
Neofilm tras el cierre de la UFSV en 1965, como consecuencia de los reajustes
que hicieron las corporaciones petroleras en sus políticas de relaciones
públicas y sus constelaciones de medios y discursos por el anuncio de la no
renovación de sus concesiones. El análisis de Después de medio siglo
ofrece algunas pistas sobre las continuidades y las rupturas que marcaron la
transición de la UFSV a Neofilm: aunque se mantienen las principales temáticas,
disminuyó la producción de algunos subgéneros; se puede inferir que hubo
alteraciones en algunas configuraciones fílmicas, así como en ciertas prácticas
y procesos de producción, y, finalmente, hay indicios de una crisis en la
retórica corporativa.
El presente artículo sigue la línea del
estudio del cine empresarial de las petroleras en Venezuela iniciada por
González y Guilarte (1992), Filloy (1995) y desarrollada por Colmenares (2019).
Pero también representa un avance, en el sentido de que es el primer análisis
histórico-pragmático y textual-discursivo de una película empresarial producida
por Neofilm para la Shell. Desde una perspectiva teórica y metodológica, los
hallazgos de esta investigación confirman la productividad del estudio del cine
empresarial de las petroleras y su conexión con el campo de las petroculturas.
Parece haber un consenso entre los investigadores de estas dos líneas en
relación con la autodesignación de las corporaciones petroleras como agentes
modernizadores a escala global. Esta identidad corporativa atraviesa tanto las
prácticas organizacionales como las constelaciones de medios y discursos
empresariales.
De acuerdo con mi análisis, el cese por
parte del petroestado venezolano en el otorgamiento de concesiones parece haber
puesto en crisis los discursos corporativos. Desde una perspectiva simétrica de
las relaciones entre el petroestado venezolano y las compañías petroleras, este
hallazgo no está exento de interés. Sin embargo, el presente trabajo es apenas
una primera aproximación analítica a las películas de Neofilm para la Compañía
Shell de Venezuela en sus últimos años de actividad en el país. Queda abierta
la posibilidad de analizar los otros cinco filmes disponibles desde el abordaje
histórico-pragmático y textual-discursivo, con el propósito de profundizar y
desarrollar el estudio del ocaso de la producción de cine empresarial de la
Shell en Venezuela.
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María Gabriela Colmenares España
Venezolana.
Doctora y maestra en Estudios Socioculturales por la Universidad Autónoma de
Baja California (Mexicali). Licenciada en Artes, Mención Cine, por la Universidad
Central de Venezuela. Investigadora asociada en la Universidad Católica Andrés
Bello. Profesora Asociada de tiempo completo del Departamento de Cine de la
Escuela de Artes de la Universidad Central de Venezuela, jefa de la cátedra de
Teoría y Análisis Fílmico. Integrante del Comité Académico de la maestría en
Comunicación Social, Universidad Central de Venezuela. Líneas de investigación:
estudios sobre cine y comunicación y los estudios culturales; la teoría y el
análisis del cine, las petroculturas, el cine empresarial de la industria
petrolera y el estudio de los géneros cinematográficos en las diversas
variantes de la producción cinematográfica industrial, con énfasis en
Venezuela. Es integrante de la Red de Investigación sobre Imaginarios y
Representaciones (RIIR), la plataforma Venezolanas Investigan y la Red de
Investigadores sobre Cine Latinoamericano (RICiLA). Últimas publicaciones:
Excavando en los acervos fílmicos de las compañías petroleras en Venezuela: una
experiencia de archive (2020) y Modernizando la nación: Democracia y
autoritarismo en el comité fílmico de la industria petrolera (Venezuela,
1947-1951) (2020).
[1] Investigación realizada con el apoyo económico del
programa de investigadores asociados del Secretariado de Investigación y
Transferencia, Universidad Católica Andrés Bello.
[2] En las mismas condiciones obtuve copias en DVD de Los
criollitos (Vidal, 1967) y Las industrias venezolanas de buena voluntad
(Carrera, s/f).
[3] Fue el caso de Los primeros frutos (Vidal,
1967), Por qué usar buenas semillas (Vidal, 1967) y La batalla de
Carabobo (Vidal, 1971).
[4] Los montos son en bolívares de 1966.
[5]
Montos en bolívares de 1967.