Poder y vulnerabilidad en
las evaluaciones de pares en revistas académicas
Power and vulnerability in peer reviewed
evaluation for scholarly journals
Sara Aliria Jiménez García |
Jaime Moreles Vázquez |
Edwin G. Mayoral Sánchez |
Universidad de Colima |
Universidad de Colima |
Universidad de Colima |
Resumen: El
presente ensayo analiza las evaluaciones de pares en revistas científicas como
mecanismos de poder. A partir de este objetivo se establece que lo que sí se
publica representa lo que es viable, confiable y que se adapta a los cánones o
conocimientos (creencias, valores y tradiciones) científicos. Sin embargo, cuando
los mecanismos de participación no son claros o se manipulan a favor de algunos
participantes, vulneran estas tradiciones intelectuales. Este análisis sólo se concentra en algunos mecanismos, por lo que
deja de lado otros saberes y prácticas de autores y evaluadores. Se considera que
este ejercicio es valioso dado el alcance del tema o la autoridad científica
que se otorga a los contenidos que se definen como publicables, pues no sólo
construyen los campos de conocimientos, también fundan prácticas culturales de
los actores de la ciencia y de las sociedades que se alimentan de estos
saberes.
Palabras clave: Evaluación de pares, poder, vulnerabilidad social,
publicaciones académicas.
Abstract: In this paper we analyze peer review evaluations for
scholarly journal as power mechanisms. To reach this aim we propose that what
is in fact published represents viability, reliability and adaptability in
relation to scientific knowledge (and their believes, values and traditions).
However, when participation mechanisms are not clear or are manipulated to
favor some participants, such intellectual traditions are violated. Our
analysis focuses is some mechanisms, so it leaves aside other knowledge and
practices of authors and peer-reviewers. Even so, we believe this exercise is
worthy given the scientific authority conferred to knowledge defined as
publishable, not only because this is how knowledge fields are produced, but
also because this creates cultural practices for science production
participants as well as for the societies that are informed by this knowledge.
Keywords: peer review
evaluation, power, social vulnerability, academic publishing.
Traducción:
Dr. Ali Lara, City University of New York.
Cómo citar:
Jiménez,
S.; Moreles, J. y Mayoral, E. (2018). Poder
y vulnerabilidad en las evaluaciones de pares en revistas académicas. Culturales, 6, e364. doi: https://doi.org/10.22234/recu.20180601.e364
Recibido: 01 de febrero de 2018
Aprobado: 20 de abril de 2018 Publicado:
19 de diciembre de 2018 |
“En la Roma de Augusto quedó establecido
el mercado del libro.
A cada uno de sus integrantes –proveedores
de tablillas de cera, papiros, pergaminos; copistas, editores, libreros–
le fue asignado un pago o un medio de
obtener ganancias.
El único excluido fue el autor, sin el
cual nada de los demás existiría” (José Emilio Pacheco, 2010, s.p.).
Desde dónde se concibe a la
vulnerabilidad
Antes
de comenzar con el argumento principal de este artículo, resulta deseable exponer
algunos planteamientos que muestren cómo se piensa la vulnerabilidad. El
concepto de vulnerabilidad es muy utilizado en la arena pública, pero, a la vez,
puede ser ambiguo cuando se emplea. En la geografía o los estudios sobre el
desarrollo la noción de vulnerabilidad se ha asociado a eventos traumáticos
como terremotos, huracanes, hambrunas, sequías, amenazas biológicas o
volcánicas (Blaikie, Cannon, Davis y Wisner, 1996), o a variables económicas y
laborales vinculadas al grado de pobreza (Millán, 2013).
Desde hace al menos dos décadas, en el debate
correspondiente, hay cierto consenso respecto a que la vulnerabilidad no sólo
se relaciona con las amenazas del medio ambiente que pueden llegar a
convertirse en desastres, sino que además representa una categoría analítica
amplia que está en estrecha correlación con procesos culturales, sociales,
políticos y económicos (Blaikie et al.,
1996).
Amenaza, riesgo y vulnerabilidad forman una tríada
clave en el análisis acerca de lo que es susceptible de ser vulnerable (Jiménez,
2013). Una unidad de análisis sea un individuo, un grupo o una institución, se
precisa como vulnerable ante una
amenaza concreta o es vulnerable al estar
en una situación de pérdida, lo cual altera el funcionamiento esperado o lo
“normal” socialmente establecido, lo que se conoce como enfoque normativo de la
vulnerabilidad (Ruiz,
2012).
Por tanto, para evaluar los espacios y aproximaciones
de vulnerabilidad es necesario determinar las consecuencias de ciertas pérdidas
y cómo éstas influyen al bienestar. De lo anterior se asume que lo contrario a esas
pérdidas es la cobertura de satisfactores que una persona o un colectivo
necesita para sobrevivir, tener sentido y propósito en la existencia. Por lo que es
conveniente mencionar que bienestar, adaptación, dignidad y resiliencia, son
constructos que se han pensado opuestos a la vulnerabilidad (Cadena, 2009;
Ruiz, 2012).
En el contexto laboral, las presiones por obtener
ciertos resultados en el trabajo, por ejemplo, publicar en revistas
arbitradas/indexadas de alto impacto, puede llegar a generar estrés excesivo, que
sería el equivalente a la noción de amenaza en la presente discusión. En ese
sentido, y dependiendo de los objetivos perseguidos en este ideal de
publicación, las actividades asociadas pudieran generar cierto tipo de pérdidas
de derechos, capacidades o necesidades. Por poner una situación hipotética, el
rechazo
en el proceso de evaluación de pares por parte de un determinado investigador
conllevaría a una precariedad en el empleo de otro académico, en el sentido de
que los contratos laborales definitivos de un profesor-investigador pudieran
depender de la calidad y cantidad de publicaciones en un periodo determinado.
El poder de la evaluación de pares
en revistas científicas: los evaluadores y los evaluados
Con
base en las premisas acerca de la noción de vulnerabilidad mencionadas es
posible argumentar que el trabajo de la ciencia se vulnera, por ejemplo, cuando
los procesos de dictaminación y evaluación de los reportes de resultados se
vuelven un juego de poder entre autores, evaluadores y comités editoriales. Estas
prácticas son aún más complejas cuando los participantes cometen conductas antiéticas,
cuestionables o mal intencionadas, pues de esa forma se vulneran los procesos
de producción y difusión del conocimiento.
Se considera que la discusión, análisis y mejora de esos
procesos es relevante si se toma en cuenta que, de acuerdo con Robson, Pitt y West
(2015), la dictaminación por pares es asumida como la mejor opción disponible
en el sistema de evaluación actual. No obstante, al evaluar textos de las
revistas o journals persisten grandes
desacuerdos entre los evaluadores (Onitilo, Engel, Salzman-Scott y Doi, 2014), entre
otros motivos, debido a que tanto evaluadores como evaluados suelen recurrir a
conductas poco éticas cuando se involucran
en estos procesos (Brembs, Button y Munafó, 2013).
De acuerdo con lo anterior, las dinámicas de difusión
de conocimiento y de evaluación de pares en revistas científicas han sido un
objeto de estudio fecundo para diversos autores y disciplinas, cuyos aportes se
retoman aquí, específicamente algunas pautas de análisis respecto a las
relaciones de poder que establecen los participantes y los modos en que se
vulnera y ponen en riesgo las actividades y el trabajo científico.
En cuanto a las disciplinas se hace referencia,
particularmente, a la sociología del conocimiento, que atiende los mecanismos
de las comunidades que producen y validan los saberes y las redes
interpersonales que las caracterizan (Kuhn, 1971; Merton, 1998); también se
alude a las culturas epistémicas que
observan las prácticas del conocimiento con base en sus significados, símbolos
y rituales al escribir (Cronin, 2003; Knorr-Cetina, 2007); y, a la sociología cultural, cuyos aportes explican
la circularidad y auto-referencialidad de la ciencia a través de sus artefactos
tribales, sus identidades, prácticas y valores (Alexander, 2000; Hall,
Grindstaff y Lo, 2010).
También se retoman elementos de la vulnerabilidad, los
cuales se mencionan antes, para observarla en estrecha correlación con los procesos
culturales, sociales, políticos y económicos en donde se concretan fragilidades
y fortalezas de los sistemas sociales donde se desenvuelven los actores. Con
base en estas contribuciones, se hace énfasis en el poder de quienes participan
en las evaluaciones de pares. En este contexto, va a entenderse la noción de
poder como la posesión de elementos de formación y saberes que son usados para comprender
y establecer cánones respecto a cómo se integran conocimientos sólidos, rigurosos,
replicables y que contribuyen a la mejora de la calidad de los textos que se
publican, principalmente en las revistas. Hay una relación asimétrica entre el
evaluador y el evaluado o autor de un texto que, a partir de esa interacción
desbalanceada, puede ser publicado o rechazado; el proceso de evaluación casi
siempre se traduce en enseñanzas, ganancias, avances e impasses para los actores, pero también genera condiciones que
pueden vulnerar las actividades científicas y la ciencia.
Si bien existe un amplio espectro de medios y
procedimientos valiosos para publicar avances de investigación, aquí se hace
referencia a la evaluación de pares en revistas científicas o indexadas, pues en
sus estándares es más claro cómo se discrimina o selecciona lo que los autores
escriben, además de que en sus mecanismos de evaluación se busca transparentar
las razones que sostienen un dictamen y, de esa manera, elevan el nivel de las
discusiones académicas alrededor del mundo. Además, es preciso que señalemos
que, desde hace algunos años, las evaluaciones de pares se han visto
fortalecidas por medio de los manuales de buenas prácticas que han impulsado
algunas revistas científicas y van dirigidas a editores, evaluadores, evaluados
y lectores; también en esa dirección se encuentran las valoraciones a la
calidad del trabajo editorial que han promovido algunos indexadores y bases de
datos. Aun así, continúa siendo un asunto problemático y fecundo para la
discusión académica.
El poder que se adquiere mediante las evaluaciones de
pares en las revistas científicas también se deriva del lugar que han ocupado
históricamente en las estructuras de la ciencia, pues son un medio privilegiado
para las transferencias intelectuales transnacionales (Schriewer, 2006), son
mecanismos que diferencian a los investigadores expertos de los novatos, fundan
una pedagogía doctoral basada en escribir para publicar (Aitchison y Lee, 2010)
y fomentan el mercado internacional para la investigación (Charle, Schriewer y Wagner,
2006).
Se piensa que ahí estriba la relevancia de las evaluaciones
de pares para la construcción de la ciencia actual, pues constituyen una
poderosa herramienta de regulación de las disciplinas y de los actores que las
cultivan y, por tanto, de los descubrimientos asociados. Al mismo tiempo, la
autoridad científica que han conseguido es tal, que mediante los procesos que
determinan qué contenidos son publicables, o merecen hacerse públicos, no sólo
se construyen los campos de conocimientos y las carreras académicas asociadas,
también se fundan las creencias, prácticas y valores culturales de las
sociedades en las que se generan, recrean y consumen estos saberes.
Asimismo, el impacto de las evaluaciones de pares en
la ciencia es trascendental para su desarrollo, pues se asume que a la
publicación en revistas científicas subyace la conjunción de conocimientos
innovadores que asegurarían la calidad de la investigación e informarían las
prácticas y las políticas actuales (British Educational Research Association, agosto
2013). Por ello, resulta interesante la discusión de lo que los evaluadores y
evaluados entienden por innovación, calidad, conocimientos e ideologías de
ciencia (Koertge, 1998; Knorr-Cetina, 2007), pues a ellos subyace la evaluación
de pares como sustancia y mecanismo del avance científico en las diferentes
disciplinas.
Los ejercicios de poder y saber en las evaluaciones de
pares en revistas científicas conllevan un conjunto de prácticas, creencias,
dudas y certezas sobre lo que es ciencia o las dinámicas individuales y
colectivas que fundan la difusión de conocimientos en una época, espacio y
tradición de conocimiento. Como comenta Sokal (1998), en las páginas de estas
revistas también circulan diversos conocimientos sobre la filosofía de la
ciencia, sus ideologías, controversias e intereses de rigurosidad, así como referencias de lo que se
busca y se esconde entre sus formas de evaluación y difusión.
De acuerdo con lo anterior, el poder en las
evaluaciones de pares se basa en las apreciaciones de autores o evaluados, de
evaluadores o revisores y comités editoriales sobre lo que se denomina como
conocimientos o contenidos aceptables para publicarse en revistas científicas, y respecto a las redes académicas mediante
las que es posible que estos conocimientos se produzcan, sean validados y
circulen. En el siguiente apartado se exponen algunas de las estrategias de
poder que vulneran esos procesos y que ejemplifican sus dinámicas.
Mecanismos de poder en las
evaluaciones de pares
Uno
de los mecanismos de poder que tienen a la mano los evaluadores de pares y
comités editoriales radica en crear, mantener y modificar la lista de
características que contendrían los textos que son publicables, así como los parámetros
para determinar lo que es valioso que sea publicado en una revista o validado
como científico. Sin duda, estos elementos
han tenido grandes variaciones a lo largo de la historia de las revistas
científicas y seguirán cambiando, pues los consensos y disensos sobre estos
temas son tan frágiles como necesarios para el avance de la ciencia que es
publicada.
Para ejemplificar esta complejidad, se revisaron las
normas de publicación de tres revistas científicas que se conciben a sí mismas
como publicaciones internacionales y que tienen un alto factor de impacto en la
disciplina correspondiente; en las normas en cuestión puede verse que conservan
algunas semejanzas respecto a las características de los textos que serían
publicables en sus páginas. La Revista
Internacional de Sociología (Instituto de Estudios Sociales y Avanzados, 2017), la International Journal of Educational Research (ELSEVIER, 2017a) y la International Journal of Engineering Science (ELSEVIER, 2017b), mencionan que esperan contribuciones
multidisciplinarias, de alta calidad y originales.
Lo que no es tan claro es qué entienden los editores y revisores por estas tres
características y cuáles parámetros utilizan para evaluarlos, además de que se
trata de constructos complejos sobre los que, quienes evalúan y son evaluados, apenas
podrían inferir sus significados.
Definir y clarificar los parámetros que usan
evaluadores y comités editoriales para expresar lo que es valioso que se publique
es un tema complejo y ambiguo, con frecuencia los revisores difieren en la
determinación de lo que es importante en un texto, pues unos se centran en las
aportaciones del trabajo de campo, mientras que otros se enfocan en la
rigurosidad del método utilizado (Wessely, 1996). En algunas áreas los revisores
privilegian lo que funciona estadísticamente, soslayando los demás aspectos de
equis contribución (Campanario, 2002).
La comprensión de los contenidos que son publicables y
los parámetros que se utilizan para evaluarlos no es un asunto menor dado que,
en la medida en que los autores tengan estos saberes, incrementan las
posibilidades de que su texto sea aprobado y publicado. Sin embargo, esto no es
sencillo, ya que de acuerdo con Oler y Pasewark (2016), las revistas
científicas mejor posicionadas en sus disciplinas aceptan alrededor del 10% o
menos de los textos que reciben, por lo que la mayoría son rechazados. El
perfeccionamiento de los parámetros de evaluación en revistas científicas
permitirá que los procesos sean más transparentes y claros para los
participantes, de modo que mientras
un autor sea evaluado, comprenda las fortalezas y debilidades de su texto, y
realice mejores contribuciones al campo de conocimiento en cuestión (Hardaway y
Scamell, 2012; Robson et al., 2015).
Otro de los aspectos que vulneran las evaluaciones de
pares, e inclinan la balanza de poder hacia los evaluadores en demérito de los
evaluados, es el sesgo que se desprende del contenido de la contribución, el
resultado de seguir criterios de evaluación particularistas,
atribuibles al autor, y universalistas,
relativos a la contribución (Campanario, 2002; Wessely, 1996); es importante
señalar que sobre estas cuestiones aparentemente no hay un consenso claro en el
proceso editorial, que comienza con la selección de los artículos que pueden
ser sometidos a examen, la evaluación misma y el dictamen correspondiente.
De acuerdo con lo anterior, y si se enfoca la atención
en el contenido de los artículos, puede verse que los factores que determinan
su aceptación o rechazo también dependen de las preconcepciones e intereses de
los revisores o evaluadores. Y éstas se pueden referir al paradigma científico
en boga, o a los contenidos que están más o menos consensados entre los
especialistas reconocidos en el área correspondiente, pues es más factible que
se favorezca aquello en lo que se está de acuerdo, que resulta familiar, que está de moda (Lawrence, 2003; Wessely,
1996), o a las prácticas de conocimiento y escritura ritualizadas en la ciencia
(Cronin, 2003).
Para ejemplificar la vulnerabilidad que inclina la
balanza del poder hacia los evaluadores y se refiere a centrarse en los
contenidos de moda, se incluye el famoso escándalo logrado por el físico
estadounidense Alan Sokal, en el que se evidenció la laxitud de los estándares
con que se evaluaban y publicaban algunos documentos de las humanidades y
ciencias sociales. Sokal (1998) escribió un artículo en el que sostenía que la
gravedad cuántica era una construcción social. Para fundamentar esto, incluyó
presupuestos inconexos y aleatorios de la filosofía de las matemáticas y la
física. Cuando el artículo fue publicado en la revista Social Text en 1996, Sokal confesó en la revista Lingua Franca que su experimento y los
argumentos no tenían ningún sentido, poniendo así en entredicho la comprensión
de los evaluadores y editores sobre los contenidos de lo que evaluaban y aprobaban.
Dado el papel que juegan las revistas científicas en la
configuración de la ciencia, para los evaluadores es más sencillo aceptar
contenidos que conocen o, como en el caso de Sokal (1998), aunque el texto no
sea tan claro es aceptado para su publicación porque cumple con la
inclusión de presupuestos que parecen validados o están en las líneas
discursivas imperantes en las disciplinas.
La balanza del poder se inclina hacia los evaluadores
cuando suelen ser reticentes a nuevas
ideas o interpretaciones novedosas. Incluso existen casos en que se han rechazado
contribuciones significativas (Lawrence, 2003). Por ejemplo, varios textos que
no fueron aceptados en revistas científicas eran de autoría de ganadores del
Nobel de Economía, quienes tipificaban sus documentos como algunas de sus
mejores aportaciones (Campanario, 2002). Esta práctica también implica que los autores
intenten situarse en las dinámicas
discursivas en boga y no moverse mucho hacia nuevas discusiones o contenidos, a menos que los autores sean reconocidos
o provenientes de universidades de alto prestigio.
Las preconcepciones de los evaluadores también se refieren
a aspectos ajenos al contenido de la contribución, que implican los prejuicios
que los revisores poseen acerca de la institución de procedencia del autor del
trabajo sometido a evaluación. Un caso es el de Rosenthal, cuyas aportaciones
eran mayormente rechazadas cuando aún no pertenecía a la Universidad Harvard; se
trata de un tipo de sesgo que se denomina “positivo”, y que ha sido corroborado
por algunos estudios en los que algunas contribuciones que ya habían sido
publicadas se sometían a una nueva evaluación en la que se modificaba la
institución de los autores, el resultado era el rechazo a las mismas,
legitimando el peso que los evaluadores atribuyen a la universidad de
pertenencia de quienes son evaluados (Campanario, 2002).
De igual modo, es muy frecuente que los rechazos
dependan del desconocimiento de los revisores acerca de la institución de
procedencia del autor (Wessely, 1996). Y ha sido un hallazgo recurrente, pues
un estudio pionero evidenció que el hecho de pertenecer a una institución de
prestigio representa una de las causas más importantes para que un autor sea
publicado (Zuckerman y Merton, 1971).
Vistas de este modo, las evaluaciones de pares en revistas
científicas recuperarían y reproducirían las estructuras institucionales de la
academia y favorecerían a quienes provienen de una universidad de prestigio, por
lo que en las evaluaciones no sólo está en juego la certificación de
conocimientos, sino que también se trata de usar la información biográfica
para interpretar el trabajo científico de un autor. Como señala Merton
(1998), los desarrollos cognitivos en la ciencia se nutren de los colegios
invisibles, las redes interpersonales
y los procesos sociales de distribución de recursos, premios, así como
otros elementos que interactúan en las trayectorias de los autores y en su
aceptación o rechazo mediante la publicación de sus contribuciones.
Otro mecanismo de poder que tienen a la mano tanto
evaluados como evaluadores son los saberes con los que cuentan para participar
en estos procesos, desde la capacidad para comprender qué contenidos o temas
son mejor apreciados en las revistas científicas, hasta entender cómo los
autores pueden adaptar sus textos a las normas de publicación de cada revista.
En contraste con estas exigencias, Lovejoy, Revenson y
France (2011) refieren que los académicos que tienen poca experiencia en la
dictaminación de artículos no sabrían reconocer a cabalidad los elementos que
construyen una evaluación de calidad; entre éstos se encuentran los recién
graduados de doctorado, que tienen poca o nula capacitación al respecto. Incluso,
la participación de los académicos como evaluados y evaluadores continúa y
complementa su formación científica, pues este tipo de interacción intelectual
les permite comprender las normas de la ciencia escrita, que parece ser la
modalidad que predomina hoy. El poder de este ritual de preparación profesional
es tal que, en diversos doctorados alrededor del mundo, publicar en una revista
científica es requisito indispensable para que un estudiante obtenga el grado
correspondiente.
Los saberes que requieren autores o evaluados y
evaluadores se traduce como mecanismo de poder porque en la actualidad
constituyen parte trascendental de la identidad o certificación académica. Mientras
los estudiantes de doctorado reconocen los medios y estrategias para escribir
un texto publicable, desarrollan apreciaciones sobre lo que se concibe como
conocimiento sofisticado y especializado en los diversos campos científicos
(Boote y Beile, 2005).
Las evaluaciones de pares están imbuidas en las racionalidades
del trabajo científico, incluyendo los procesos de aculturación de los novatos
o aprendices. Y como sucede en la validación de conocimientos que son conocidos
por los evaluadores, los científicos convalidan sus proposiciones explicativas
a partir del ámbito de sus experiencias, de lo que éstos hacen día a día
(Maturana, 1994).
De acuerdo con lo que se señala, los saberes que se
requieren para poder participar en las evaluaciones de pares conllevan impactos
que van más allá de estos procesos de publicar en una revista científica. Que
el texto de un autor sea evaluado favorablemente por otros pares, no sólo
permite ser incluido y leído en una revista indexada, también conlleva el permiso para graduarse de doctor, avanzar en
el campo laboral y explicar el lugar que corresponde a cada cual en la
competencia académica o conseguir premios, retrasarse y estancarse
profesionalmente en la academia. Entonces, como expresa Evans (2014), las
evaluaciones de pares en las revistas también abren y cierran puertas a quienes
participan o quieren ser partícipes de las actividades científicas.
Debemos agregar que el
poder que se adquiere al participar como autor publicado y dictaminador en las
evaluaciones de pares de revistas científicas tiene efectos en la promoción
laboral, ya que cuenta favorablemente en los programas mediante los cuales se
regula e incentiva el trabajo académico en la actualidad. Por ejemplo, en
algunas áreas se solicitan cierta cantidad de artículos publicados para obtener
un espacio laboral (Stephan, 2012). Otra muestra del peso de las publicaciones
en la promoción laboral lo representa el hecho de que los investigadores han
comenzado a incorporar el índice h (o
distribución de las citas de sus trabajos) a sus datos curriculares como una
estrategia para legitimar su trayectoria (Miller, Taylor y Bedain, 2011).
El poder que tiene un autor al ser evaluado favorablemente
en revistas científicas crea la idea de que las mismas disciplinas se basan en
artículos o en publicaciones, o que éstas son vistas como meta final y casi
única de todo proceso de investigación. Esta situación podría estar vulnerando
a la misma ciencia y a quienes están implicados en las actividades relativas
pues ocasiona una férrea competencia por publicar entre los científicos,
quienes prefieren hacerlo por medio de artículos en las revistas que se
consideran el top de cada área del
conocimiento.
Tomando en cuenta los planteamientos previos, pareciera
que el objetivo más importante de la economía del prestigio académico es
publicar una investigación de excelencia que sea reconocida como tal (Blackmore
y Kandiko, 2012; Mireles, 2014), debido a que detrás de ello se busca la
notoriedad intelectual (Bourdieu, 2008). Por supuesto, el medio para divulgar
dichas pesquisas son las revistas de alto impacto, en las que la evaluación de
pares juega un rol fundamental al asegurar, al menos en apariencia, la calidad
y originalidad de los artículos.
Las preconcepciones de los evaluadores que se inclinan
por los autores o evaluados que provienen de una institución de prestigio
también se relaciona con las ganancias y el poder económico y académico que
obtienen las revistas. Las revistas pueden ser pensadas como una empresa que
vende a partir del prestigio de los autores que publican en sus páginas; se
trata de un efecto multiplicador de prestigio y es una forma de colonialismo
del conocimiento (Tötösy y Jia, 2014);
esto es, un conocimiento especializado no accesible a todo el público por
ser costoso y elitista. No obstante, quienes ganan dinero por la venta de
números de revistas o artículos individuales son los corporativos editoriales,
no los investigadores. La forma de pago para éstos es el prestigio que obtienen
con sus colegas, en sus Facultades y Universidades, y en los sistemas de
regulación e incentivación correspondientes.
En ese sentido, esta cuestión que vulnera las
evaluaciones de pares les da poder a los autores y a las editoriales. Quizá existe una solución parcial para que
estas estructuras tengan un mejor funcionamiento: que los evaluadores atiendan con
más cuidado las normas editoriales de las revistas, y que en éstas se procure
aún más la transparencia de esos procesos. Al respecto Baker, Lidster,
Sottomayor y Amor (2014) señalan, por ejemplo, que en biología hay guías
precisas para el reporte de resultados de investigación, aunque autores,
evaluadores y editores las ignoren o no las tengan en cuenta; esto ocasiona que
los evaluadores realicen sus dictámenes con poco rigor, vulnerando la calidad y
claridad de los contenidos que se publican, y que los autores omitan
información relevante sobre su trabajo.
Publicar como estrategia para avanzar en las carreras
académicas habría otorgado un poder especial a los autores, evaluadores y
comités editoriales que participan en las evaluaciones de pares de revistas
científicas, especialmente a quienes aceptan o rechazan un texto; esto ha
traído distintas consecuencias no esperadas. Por ejemplo, Brembs et al. (2013) encontraron que la
evaluación de pares tiene sus limitaciones para aumentar la confiabilidad de las
publicaciones en revistas científicas con mejor posición en los rankings; entre
1970 y 2012 se incrementaron los autores que se retractaron de sus resultados.
Y mientras disminuyeron los casos que se debían a la falta de solidez
metodológica, aumentaron los que se refieren a fraudes o conductas no éticas; esto
sucedió más frecuentemente en revistas con mejor posición en los rankings. Esos
autores suponen que la presión por publicar y el interés de los académicos por
ubicarse en las revistas que tienen más visibilidad, enrarecen estos procesos.
El poder que adquieren los autores al publicar en
revistas científicas también sugiere que no son aislados los casos en que existe
una alta correlación entre malas prácticas en los procesos de evaluación de
pares y la prisa por publicar, incluso estos casos se han presentado en
revistas y editoriales con alto prestigio académico. En 2015, la editorial Springer se retractó de publicar 64
artículos de 10 diferentes journals, debido a dos tipos de fraudes en las
revisiones de pares: en las revistas en las que se pueden recomendar revisores,
algunos autores crearon identidades y correos falsos para auto-revisar sus
textos y aprobárselos; y en las revistas en que se pueden tener editores
invitados, tres de éstos se asocian con malas revisiones, aunque esto se relaciona con la presión por publicar y hacerlo
rápido, y quizá también se debe a que los editores y comités editoriales se
facilitan la vida cuando los autores y editores recomiendan revisores que
pueden hacer el trabajo en corto tiempo (Haug, 2015).
Para Lawrence (2003), la competencia por publicar ha
puesto en peligro no sólo la calidad de la investigación, sino a la ciencia
como tal, pues el que los investigadores sean juzgados a partir de los medios
en que publican su trabajo, hace que éstos sean aún más importantes que el
contenido que pretenden difundir, es decir, que el medio sea más relevante que
el mensaje. El predominio de la forma sobre el fondo, como viene ocurriendo en
los procesos educativos y académicos (Karseth, 2008), vulnera la naturaleza de
la investigación científica y sus propósitos más primigenios.
El poder que tienen los evaluadores y editores en las
evaluaciones de pares, y que aprovecha la prisa de los académicos porque sus
textos sean aceptados, es un fenómeno internacional que vulnera el prestigio,
solidez y avances de actores, revistas y disciplinas, y de la ciencia misma. Eriksson
y Helgesson (2017) muestran una
lista de revistas que se caracterizan por tener evaluaciones de pares que no
aseguran un escrutinio crítico del texto enviado, escriben falsas revisiones,
aceptan los textos muy rápido, prometen difusión internacional y mandan una
factura por el costo de la publicación. Dicho sea de paso, el sitio web de esas
revistas son una copia exacta de revistas indexadas y de alto prestigio, pero
cobran por publicar en sitios piratas; el negocio continuará mientras no exista
quien les ponga un alto, y entre las presas se cuentan tanto académicos
consolidados como amateurs o
aprendices.
Una estrategia que propone Ford (2013) es que ante los
retos que tiene la evaluación de pares a doble ciego en revistas indexadas, se
incrementen las revisiones abiertas, en las que autores, revisores y editores se
conozcan, sepan con quiénes interactúan, se facilite la comunicación entre los
implicados y se evite la falta de compromiso de algunos participantes.
En suma, detrás de los ejercicios que anteceden la
circulación de conocimiento, existe un sinnúmero
de dinámicas que distribuyen el poder de hacer ciencia y que vale la pena
comprender mejor, como las evaluaciones, aceptaciones y rechazos de textos académicos,
ya que lo que sí se publica es lo que se adapta a los cánones, creencias,
valores y tradiciones científicas. Cuando los mecanismos de participación en
estos procesos no son claros, vulneran a los actores, a la ciencia y a sus
contenidos. Además, si estos procesos privilegian a unos actores, cierran las
puertas a otros o implican procesos que no se transparentan y sólo permiten que
algunos interactúen en la circulación de conocimiento científico; de esta
manera se genera el riesgo de reciclar visiones ensimismadas, que representen a
algunos grupos instituidos y frenen el desarrollo y avance de algunos temas,
campos de conocimiento y preferencias culturales.
Como señala Dant (2011), el conocimiento también se
construye por formas culturales, ideologías que sitian racionalidades,
posiciones de poder y de saber que pueden ser tan diversas como monolíticas o que
se cierran a comprensiones que no representan las visiones de los académicos en
turno. Para cerrar la presente discusión, enseguida se especifican algunos de
estos puntos.
A modo de conclusiones
Hay
una agenda de investigación incompleta si no se consideran las consecuencias
negativas de las evaluaciones de pares, especialmente cuando éstas no son
claras, transparentes y fortalecen el trabajo científico. Más relevante es este
asunto porque la famosa presión por publicar o perecer ha motivado plagios, dar
poco o inapropiado reconocimiento a los colegas (Ananias, 2014; Cantoral, 2007; Moreles, Jiménez y López, 2014), retractarse de lo publicado y
hacer evaluaciones apresuradas, entre otros mecanismos de poder que enturbian
estos procesos.
Todos estos comportamientos exigen comprometerse y
reflexionar sobre las buenas prácticas científicas, que podrían servir de
modelos éticos para el mundo académico. Las atribuciones y responsabilidades
históricas que se tienen hacia la augusta institución universitaria no son poca
cosa. Las maneras en que la vulnerabilidad se hace presente en una actividad
aparentemente inofensiva como la evaluación de pares, son asignatura pendiente
para los académicos que tengan el valor de ser sujeto/objeto de investigación
de su propia identidad profesional.
La evaluación de pares para la publicación de artículos,
fetiches de la ciencia actual
(Berndtson, 2010), representa un asunto nodal de las actividades científicas,
pues en ésta se estaría fundamentando el avance de las diferentes disciplinas.
Además del desarrollo de las trayectorias individuales y grupales de quienes
conforman los distintos campos, como se puede apreciar en los programas y
políticas de evaluación e incentivación de la carrera científica y de la ciencia.
Y por estas razones es deseable que el tema esté en el centro del debate
académico.
Las evaluaciones de pares han traído consecuencias
positivas y negativas para los autores, evaluadores, comités editoriales y
especialmente para la ciencia escrita. Como señalan Lawrence (2003) y Wessely
(1996), no se trata de un proceso desinteresado y con objetivos estandarizados,
ni es una actividad que ocurre tal como estaba pensada, sin animosidades de por
medio, pues hasta se le ha concebido como una actividad mística. Más relevante resulta
el asunto si consideramos, como dice Medawar (2011), que el reconocimiento más
anhelado por los científicos es el que hacen los colegas, pues lo asocian al
prestigio y a la posesión de estatus, y éste se materializa mediante la
evaluación de pares.
Según Bourdieu
(2008), en el proceso de evaluación de pares también está presente el capital
cultural, visible en los artefactos denominados artículos arbitrados, y el
capital social, contemplado en las relaciones que se crean entre evaluadores,
evaluados y con los comités editoriales e instituciones dictaminadoras. Por
supuesto, el capital social puede ser
intercambiado, transformado o utilizado para adquirir otras formas de capital,
incluido el capital económico (Burris, 2004).
El prestigio ganado por la calidad y cantidad de artículos
arbitrados/indexados puede tardar años en conquistarse, pero también es lento
en disiparse debido, en parte, al efecto Mateo planteado por Merton, darle más
a quién más tiene (Goyder, 2009). Es quizá por ello que, en un espacio laboral
como la academia, se crea la impresión de que está exento de sesgos, conflictos
de intereses e incluso de emociones que enturbiarían la objetividad científica.
Como se ha mostrado en el presente artículo, la
normalización o rutinización de prácticas en el mundo de la ciencia —como
quizás ha ocurrido con la evaluación de pares— ha culminado por deteriorarlas o
menguar su integridad, ocasionando vicios o efectos no deseados, y vulnerándolas
al grado de vaciarlas de sentido; o bien, sencillamente construyendo nuevas
racionalidades laborales que justo se están tejiendo en este momento alrededor
de las distintas actividades académicas y científicas.
Tal vez sea prudente que en la agenda de las
investigaciones sobre el tema se agreguen estudios sobre nuevas formas en que
pueden coincidir la flexibilidad y la rigurosidad científica para los autores,
evaluadores y comités editoriales, de modo que, como dice Jenks (2012), todas
las propuestas de conocimiento que orientan las publicaciones científicas, sean
modos de ir a la práctica, pero no se conviertan en maneras inflexibles o
listados que determinan cómo deben ser estos procesos y textos científicos,
incluso antes de ser escritos.
Dado que los procesos de evaluación en revistas
científicas son también dinámicas culturales en las que se pueden observar las
tradiciones, costumbres y razonamientos de los sujetos, sería viable que este trabajo
continúe con un taller que permita el diálogo entre los distintos participantes
y que sus voces posibiliten que se concilien, comprendan y re-trabajen algunos
mecanismos y prácticas que fundan las publicaciones.
Como bien señalan Altbach, Reisberg y Pacheco (2012),
en el centro de la ciencia están los académicos y sus producciones, mismos que tienden
a mejorar cuando se basan en el talento y se crean mecanismos que acercan las
élites académicas a quienes están fuera de éstas. También es preciso reiterar
que la publicación de artículos en revistas representa un componente de la
ciencia, pero ésta no se agota ahí ni es deseable que así sea.
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