Fray Diego de Ocaña: olvido, mentira y memoria
Beatriz Carolina Peña Núñez
Prólogo de Elena Altuna
Universidad de Alicante, Murcia, España, 2016
ISBN: 978-84-9717-422-0

 

 

Marlene Arteaga Quintero
 https://orcid.org/0000-0003-3370-2829
Universidad Pedagógica Experimental Libertador
Pedagógico de Miranda José Manuel Siso Martínez

Caracas, Venezuela
marlenearteagaquintero@gmail.com




 


Los trabajos sobre testimonios, las memorias y los relatos de vida, tanto en la Sociología, en la Antropología Histórica como en la Pedagogía, se han construido como amparos contra la violencia, la destrucción y las tiranías. Recuerdos y abandonos, construcción y ruina, sonidos y resonancias más allá de lo individual y colectivo, este libro extraordinario de Beatriz Carolina Peña Núñez explora la memoria, las batallas contra el olvido, la invención de la realidad y, además, emprende la revaloración de una serie de objetos discursivos, textos literarios y material pictórico, a través de la Relación del viaje de Fray Diego de Ocaña por el Nuevo Mundo (1599-1605) y sus otros escritos. La investigación minuciosa examina la memoria como discurso, como canon y como dominación; el olvido como imposición, como traslación de la ruptura social y las mentiras como artificios del señorío. Todo mediante una dilatada exploración de documentos del siglo XVII acompañada del estudio y comentario de teorías y obras literarias de todos los tiempos.

El escrito se inaugura con una aproximación hermenéutica a la canción Se me olvidó, en su versión al género salsa por el Grupo Folklórico y Experimental Nuevayorkino, con lo que se descubre, desde el inicio, la naturaleza abarcante de la mirada de la autora: la primera exégesis se dedica a una canción plena de pasiones en ritmo latino sobre el olvido, el recuerdo, la separación y el amor y, de inmediato –con la naturalidad que brinda la solvencia–, se recuerda a Descartes y a Platón. Desde allí se desglosan tres temas fundamentales que comienzan con la concepción del olvido como pecado y la memoria como virtud, desde el seno del decálogo ofrecido por Dios a su pueblo, en las manos de Moisés, hasta desentrañar los factores que llevan a la dominación bajo la naturaleza etérea de la mentira. Dice Peña Núñez: “los mecanismos oficiales de control […] no admiten el olvido porque, al producir ausencia, el mismo supone un elemento desestabilizador del orden. La memoria se erige entonces en la normativa vigente” (p. 29) y para ello, se instituye la escritura como ley cuyo origen procede del opresor que birla parte de la memoria y reconstruye la historia a causa de su autoridad.

De esta última provienen las funciones encomendadas a fray Diego de Ocaña, sacerdote de la Orden de San Jerónimo, su propósito en…

…las Indias fabulosas de América, por mandato y con instrucciones de sus superiores monacales, era la recaudación de limosnas para sacar de apuros económicos a su Casa de oración y de peregrinos: el célebre Real Monasterio de Santa María de Guadalupe (p. 30).

Desde entonces, el fraile se dedica a contar lo que ve, lo que percibe, lo que recuerda, lo que hace y aquello que “debe” informar en su Relación, ya sea mediante la escritura, las imágenes o la distorsión de algunas fechas y momentos que la autora descubre en la meticulosa disección de los manuscritos de Ocaña.

El libro se organiza en siete capítulos con numerosos subcapítulos y un intenso aparato crítico; además de los apéndices, análisis métricos de las obras del jerónimo y transcripciones de pliegos, acompañados de una valiosa bibliografía. La inspección documental, histórica y literaria se vale de acercamientos semiológicos, desmontaje de textos e, incluso, revisiones con las perspectivas de los estudios culturales, pero nunca desde enfoques extraestéticos, por el contrario, la preocupación por el espacio simbólico que emana de los discursos se aviene a un proceso de reconstrucción heurística. Al revisar la arquitectura interna del texto y sus relaciones semióticas se advierte cómo se parte desde el olvido endémico en el Perú, se avanza sobre la construcción de la memoria hasta llegar al contagio de fray Diego con esa desmemoria en ciertas historias falaces.

En el capítulo 1, “El carácter díscolo de la memoria y el carácter letal del olvido” (pp. 39-58) para abordar las andanzas del fraile, Peña Núñez teje la red de relaciones intertextuales e interculturales con el análisis del olvido en La Odisea de Homero, Cien años de soledad de García Márquez y en pasajes de la Biblia. Se otorga un carácter decisivo a los signos “recordar” y “memoria” que el propio monje concita con la intención de que, él mismo, nunca sea olvidado como sucedió a sus predecesores. Seguidamente, el capítulo 2, “Las batallas contra el olvido y el arte de la memoria” (pp. 59-86) los dedica a una profusa definición del olvido y sus tipos, y su vinculación con los vicios de los castellanos en el Nuevo Mundo, así como el conocimiento del arte de la memoria desde la antigüedad, para desembocar en las creaciones del Ocaña artista plástico, quien desea “pintar imágenes de la Virgen de Guadalupe […] para mantener el recuerdo de Santa María presente en las mentes de los fieles”(p. 64)  y poder continuar con su recaudación.

El capítulo 3, “Mundus inversus, mundus perversus” (pp. 87-128) es un tratado sobre el mundo al revés que Ocaña desea salvaguardar en su Relación. La autora incluye doctrinas sobre el oficio de la memoria, el tópico del “mundus inversus”, la figura retórica del impossibilia o adynaton, los recursos expresivos y las técnicas de nemotecnia que surgen en las descripciones sobre la inversión carnavalesca de la realidad. Se demuestra de esta forma que, para el monje, tanto humanos y animales, como el tiempo atmosférico, costumbres y toda la naturaleza en estas nuevas latitudes configuran un mundo absurdo.

El capítulo 4, “El contagio de la endemia: mentiras y olvidos de fray Diego” (pp. 129-208) se dedica a responder si el fraile, además de olvidar, pudo haber mentido sobre su viaje a Bío-Bío, sus experiencias en el reino de Chile y los acontecimientos y vivencias que relata como propios. Para ello, Peña Núñez desgrana el códice folio a folio, compara con referencias de otros documentos históricos y los datos de otros viajeros hasta probar las inconsistencias sobre muchas de sus supuestas incursiones en el sur de la América hispana.

En el capítulo 5, “Ars Memoriae y la Canción, la Comedia y los dibujos” (pp. 209-286) la autora vuelve a conjurar el olvido mediante un estudio estilístico y de significaciones de la Canción mayor (atribuida) y de la Comedia de Nuestra Señora de Guadalupe y sus milagros (alimentada por el monje con sus experiencias de la Relación). Sobre este análisis, se puede afirmar, siguiendo a Roland Barthes (1980)– que esta disertación es funcional, topológica y de designación de sentidos en complejas aproximaciones metonímicas. Finalmente, se realiza una exhaustiva presentación y razonamiento de los dibujos de la Relación y “la imagen de Santa María de Guadalupe, pintada y enjoyada por Ocaña para la Villa Imperial de Potosí” (p. 211).

Los capítulos 6 y 7 dedicados a la “desmemoria al servicio de los vencedores”, el primero (pp. 287-313) y el último, “La desmemoria contra los vencidos: la toma española de Cusco en la memoria colectiva” (pp. 315-342), muestran la forma como el fraile, en su Relación, mediante distintos mecanismos discursivos escamotea episodios de la inicua realidad de la conquista: enmascara las incursiones de los Pizarro y la ascendencia de Atahualpa; describe una fácil conquista del Cusco, oculta el uso brutal que se dio a los caballos (refrendado por Mira Caballos, 2009) y falsea numerosos hechos que perpetúan la desmemoria de los verdaderos sucesos de la invasión española. Con ello, se instaura las ideas de la inferioridad de los nativos y del “poder celestial [que] socorre y protege a los conquistadores; así, el auxilio de Dios avala la llegada propicia de los cristianos para trasvasar el Evangelio a este Nuevo Mundo” (p. 342).

En la Conclusión (pp. 343-365), afirma que su trabajo demuestra el desdén del conquistador hacia el otro y deja abierto el debate con numerosas interrogantes con una perspectiva intercultural. La historia impuesta, a través de los manuscritos de la Relación de fray Diego de Ocaña, se encontró con el riguroso desmontaje de Beatriz Carolina Peña Núñez quien mediante su labor historiográfica y literaria logra recuperar parte de esa memoria del Virreinato del Perú, sujeta a siglos de olvido.

 

Referencias

Barthes, R. (1980). S/Z. Madrid: Siglo XXI Editores.

Mira Caballos, E. (2010). Conquista y destrucción de las Indias. Sevilla, España: Muñoz Moya Editores.

Peña Núñez, B.C. (2016). Fray Diego de Ocaña: olvido, mentira y memoria. Murcia, España: Universidad de Alicante.

 

Marlene Arteaga Quintero

Venezolana. Doctora en Filosofía y Ciencias de la Educación por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), España. Profesora de Literatura y Lengua Castellana por el  Instituto Pedagógico de Caracas y Magíster en Literatura Latinoamericana Contemporánea por la Universidad Simón Bolívar. Se desempeña como profesora en la Universidad Pedagógica Experimental Libertador, Miranda, Venezuela y profesora invitada de la Universidad Santo Tomás de Bogotá y San Buenaventura de Cali, Colombia. Entre sus publicaciones destaca: Ficción y autoimagen. Una aproximación al “sí mismo” a partir de la lectura de textos narrativos (2018). Revista Paradigma, 39(1), 58-77; Método de comentario crítico basado en polisistemas. Un modelo integrado de análisis literario del texto narrativo (2017). Revista Arjé, 11(20), 107-119.