Del guion
amoroso al canovaccio. El caso de
las bodas gays
From loving
script
to canovaccio. The case of gay weddings
Maximiliano
Marentes
https://orcid.org/0000-0001-8494-4962
Universidad
de Buenos Aires
maximiliano.marentes@hotmail.com
Resumen: En el presente artículo propongo
comprender las bodas entre varones gays problematizando la
noción de guion
amoroso. Entiendo estas celebraciones como un canovaccio,
una suerte de proto-libreto teatral de la comedia del
arte italiana. A partir del análisis de historias de amor
entre varones, que
aparecieron en producciones culturales argentinas entre 2010 y 2015,
pongo a
prueba este esquema analítico. Los ejes que estructuran el
trabajo refieren al
carácter político del matrimonio entre personas
del mismo sexo, el proceso de
decisión por casarse, la organización de la boda
como un punto de inflexión y
la descripción de otras personas que acompañan a
las parejas en esa
celebración. El objetivo es analizar cómo las
bodas gays se debaten
constantemente entre lo viejo, lo nuevo y lo prestado.
Palabras
clave:
bodas
gays, guion amoroso, producción
cultural, Argentina
Abstract: In this article I propose to
think
gay weddings discussing the concept of loving script. I understand
these
celebrations as a canovaccio, a
sort
of an early theatrical script in the Italian Commedia
dell’arte. From an analysis of gay love stories
included in
Argentinean cultural production between 2010 and 2015, I try to test
this
analytical approach. The sections that structure this article refer to
the
political character of same sex marriage, the process of making the
decision to
marry, the organization of the wedding as a crucial point and the
description
of other people that join the couple in the marrying process. The goal
of this
paper is analyzing how gay weddings are constantly oscillating among
the old,
the new and the borrowed.
Keywords: gay weddings, loving script,
cultural
production, Argentine
Traducción:
Maximiliano Marentes, Universidad
de Buenos Aires
Cómo citar:
Marentes, M. (2020). Del guion
amoroso al canovaccio.
El caso de las bodas gays. Culturales,
8, e419. https://doi.org/10.22234/recu.20200801.e419
Recibido:
29 de noviembre de 2018
Aprobado: 22 de
noviembre de 2019
Publicado: 05 de
mayo de 2020 |
Introducción[1]
De
guiones y canovacci[2]
A la hora de pensar en cómo las
personas experimentan el amor, algunas propuestas han recuperado la
tradición
de los guiones sexuales (Gagnon y Simon, 2005; Jones, 2010).
Según esta
perspectiva, existen guiones sexuales estructurados que se aprenden de
distintas maneras y que las personas actúan a la hora de
tener relaciones
sexuales. En esta línea, Illouz (2009) considera que el amor
está tan
codificado que, en las interacciones amorosas entre las personas,
éstas
despliegan guiones amorosos prestablecidos. El objetivo de este
artículo es
recuperar dicha propuesta, pero desde una perspectiva
crítica.
El análisis de
los guiones amorosos se emparenta con una escuela específica
para pensar la relación
entre los medios de comunicación y cómo las
personas se apropian de dicho
contenido: la escuela de Frankfurt. Partiendo desde otra vertiente, los
estudios culturales, problematizo la noción de guiones
amorosos tan
estructurados y cerrados que las personas luego
reproducirían acríticamente. Propongo,
en cambio, la noción de canovaccio,
una suerte de proto-libreto teatral que se utilizaba en la comedia del
arte
italiana de los siglos XVI a XVIII. Al marcar sólo las
líneas guías de lo que
se desarrollaría en la escena, el canovaccio
da lugar a la improvisación, dentro de los
márgenes que permite la
caracterización de los personajes. Además, el canovaccio habilita a que otros actantes
(Boltanski, 2001; Latour,
2008) —fundamentales para la puesta en acto del
amor— ingresen a escena.
Recupero, en este
artículo, la boda entre varones como un canovaccio
específico del amor gay que, constantemente, debe debatirse
entre lo viejo, lo
nuevo y lo prestado. El trabajo se estructura en cuatro ejes. El
primero es la
caracterización del matrimonio igualitario como un
cronotopo. Luego se recupera
la decisión de casarse, pero desde una mirada procesual,
atendiendo a sus
diferentes puntos. El tercer eje se centra en la
organización de la boda como
un momento que tiende a unir o a separar las parejas. El
último analiza otros
actores que forman parte de la unión legal entre los dos
protagonistas, en un
intento de pensar que las parejas siempre son más que dos.
Finalmente, en las
conclusiones se reflexiona sobre lo nuevo, lo viejo y lo prestado de
las bodas
gays. Antes de emprender este recorrido, son necesarias precisiones
teóricas y
metodológicas.
El canovaccio
como puesta en acto del amor:
precisiones teóricas y metodológicas
Este
trabajo se desprende de mi tesis de maestría (Marentes,
2017b), en la que
intenté reconstruir los marcos culturales que estructuran
las relaciones de
amor entre varones gays. La tesis se inscribe en una
investigación de mayor
alcance en la que indago las especificidades del amor gay. El objetivo
inicial
era analizar historias de amor entre varones que hubieran aparecido en
distintos medios de comunicación de Argentina, para luego
centrarme —en la
tesis de doctorado— en cómo las personas que
entrevistaría se adecuaban a
dichos guiones. Intentaba, en suma, replicar el trabajo de Illouz
(2009) pero
con varones gays que vivieran en Argentina.
Avanzando con la lectura,
sistematización y
análisis del material seleccionado, me di cuenta de uno de
los problemas de
aquella propuesta. A saber, que partir de cómo esos sujetos
de mi investigación
se adecuaban a los guiones culturales me condenaría a ver
una mera reproducción
y no el modo real que tenían para amar. Esto me
había sucedido en unas
entrevistas exploratorias a varones gays, hacia 2015, cuando les
preguntaba
cómo sería una cita romántica ideal.
Tras titubear intentando responder sobre
ese encuentro utópico, con lujo de detalles
describían las hermosas citas que tuvieron
en restaurantes de comida rápida con alguien de quien se
enamoraron al conocerse
para tener sexo casual. Es decir, me decían que lo
importante, para estudiar el
amor, era centrarse en las experiencias.
Debido a ese
“fracaso” en el campo, sumados los
seminarios de maestría que cursaba entonces, pude reconocer
la influencia de la
escuela de Frankfurt en la propuesta de Illouz que, enfatizando en la
dominación ideológica, olvida ver qué
hace la gente con aquello que toma de los
medios. Otras tradiciones que piensan diferente la relación
entre cultura de
masas y medios de comunicación me permitieron encuadrar
mejor mi investigación,
como los estudios culturales británicos. La apuesta de estos
autores (Hall,
2004; Thompson, 1995; Williams, 1982, 2009), a pesar de sus
diferencias, radica
en ver las mediaciones que los sujetos realizan a partir de sus
experiencias,
enfatizando en cómo las especificidades de sus trayectorias
de vida permiten
apropiaciones diferenciadas de eso que sería la cultura de
masas.
Para ese momento, el objetivo
de reconstruir
esos guiones amorosos que deberían encuadrar las relaciones
de pareja entre
varones gays resultaba una empresa sin mucho sentido. El
análisis del material
me abrió la puerta a otra forma de entender el amor, a
partir de otro recurso
teórico: el canovaccio.
La noción de
guion es heredera de propuestas dramatúrgicas para pensar lo
social, como la de
Goffman (1971). Pero el teatro no siempre fue igual. En la comedia del
arte
italiana de los siglos XVI a XVIII existía el canovaccio
(Stäuble, 1973; Moseley, 2016). A diferencia de un
libreto teatral, éste resultaba un pedazo de tela
—de donde deriva su nombre—
que se colgaba en la pared del fondo del escenario. Sobre esta tela no
se
consignaba una descripción in
extenso
de la obra, sino apenas un esbozo del orden de las escenas y las
entradas y
salidas de los personajes. La mayor libertad de
improvisación para los
intérpretes debe ser relativizada, pues lo estructurado
caía del lado de los
personajes. Un elenco de caracteres relativamente estable
hacía la comedia del
arte italiana: Pantalone, Arlecchino, Brighella,
entre otros. Estos personajes, caracterizados por sus
máscaras que los volvían reconocibles para el
público, acompañaban a la pareja
de enamorados. Como demuestro a lo largo del artículo,
pensar el amor a partir
de su puesta en acto en canovacci
permite analizar qué otros personajes y cosas aparecen en
las historias de
amor, acompañando a los protagonistas, al tiempo que da
margen para la
improvisación.
Visto mi objetivo inicial de
reconstruir los
guiones amorosos, propuse un análisis de las historias de
amor que aparecieron
en diferentes medios de comunicación de Argentina, luego de
que se hubiera
sancionado la ley 26.618, conocida como ley de matrimonio igualitario
(Clérico
y Aldao, 2010; Hiller 2012). Dicha ley, al permitir que dos personas
del mismo
sexo se casaran, lograba modificar la ecología
de la elección (Illouz, 2012), es decir, el
entorno social que marca cierto
rumbo en la elección del sujeto amado. Como hace Illouz
(2012) con las novelas
de Jane Austen para entender el amor durante la era victoriana,
intenté
reconstruir los supuestos culturales que organizan y estructuran las
historias
de amor entre varones.
Las unidades de
análisis son historias de
amor entre varones que aparecieron en distintos medios de
comunicación en la
Argentina posterior al 2010. Siguiendo a Foucault (2015), considero al
amor
como una formación discursiva: un conjunto de enunciados
dispersos en un
sistema de regularidad, sometidos a diferentes tipos de reglas de
formación.
Concebido el amor como un fenómeno fragmentario, que nunca
podrá asirse en su
totalidad, estas historias se podrán encontrar en muy
distintas materialidades.
Para garantizar aquella
dispersión de la
regularidad, conformé un corpus
heterogéneo. Las veinticuatro historias de amor que analizo
aparecieron en
alguna producción cultural posterior a la sanción
de la ley de matrimonio
igualitario en Argentina (julio de 2010). Las doce producciones
culturales de
donde las extraje son diferentes entre sí. A saber, tres
películas
independientes en las que se relatan historias de amor entre varones: Hawaii (2013) de Marco Berger; Solo (2013) de Marcelo Briem Stamm y El tercero (2014) de Rodrigo Guerrero.
Dos ficciones literarias de escritores argentinos en la que se retratan
historias de amor entre varones: Vos
porque no tenés hijos (2011) de Osvaldo
Bazán y Avión
(2015) de Eduardo Muslip. Dos telenovelas en las que los
personajes protagónicos tenían
vínculos íntimos con otros varones y que
tuvieron éxito en la televisión de aire: Farsantes
(2013 a 2014) y Viudas e hijos del rock
and roll (2014 a 2015). La revista de organización
de bodas gays, Amor, cuyo
único número data de 2014. Y
del suplemento semanal sobre diversidad sexual,
Soy, del diario de alcance nacional Página12,
sólo los números aniversario a la
sanción de la ley (de
2010 a 2015).
La primera parte
del trabajo consistió en una descripción de los
materiales: leí y vi las
películas, los libros, las telenovelas, la revista y los
suplementos. Luego de
ese primer acercamiento crítico comencé el
trabajo de resumen y transcripción
de las escenas, historias, notas y comentarios. Concluido aquel trabajo
con el
material en bruto, seleccioné las historias a analizar.
Así, decidí cuáles
incluir. Todas estas historias tenían la particularidad de
retratar un vínculo
íntimo entre, al menos, dos hombres y podrían
relatarse como narrativas. Para
condensar el sentido de las historias, agregué a cada una de
ellas un título.
En un segundo
momento me centré en la reconstrucción de escenas
de cada historia. Ensayé la
propuesta de la psicóloga social brasileña Vera
Paiva (2006), que consiste en
llevar a quienes se entrevista a la reconstrucción de la
escenografía con mayor
cantidad de detalles posibles, con el fin de desentrañar
aspectos contingentes,
individuales y estructurales. Si bien Paiva lo propone para fines de
promoción
de salud, este recurso metodológico resultó
útil. Así reconstruí las
veinticuatro historias de amor a modo de narrativa, describiendo las
diferentes
escenas que las componían.
Un inconveniente
al trabajar con datos cualitativos es cómo analizarlos. Por
eso decidí apoyarme
en una de las herramientas informáticas disponibles, que
permite la
sistematización y análisis de diferentes
materiales cualitativos. Con la ayuda
del software, fui releyendo cada una de las historias, y en esa lectura
asignaba
códigos a cada fragmento. Al avanzar con las historias
volvía a las precedentes
para modificar la codificación: creando nuevas etiquetas,
dividiéndolas,
cambiándoles el nombre. Realicé un
análisis temático inductivo (Braun y Clarke,
2006).
A lo largo del trabajo
intento poner en funcionamiento aquel esquema analítico
desarrollado para
entender el amor gay, basado en la noción de canovaccio.
Propongo pensar el matrimonio entre varones como un canovaccio
específico de estas historias
de amor y fuertemente ligado con los cambios producidos en la sociedad
argentina en el nuevo milenio. En vez de tomar las bodas entre personas
del
mismo sexo como una simple apropiación y réplica
de los casamientos
heterosexuales, lo entiendo como un canovaccio
de reciente construcción escénica, que
todavía está viviendo una fase de
adaptación al género. En última
instancia, las bodas entre dos hombres no
tienen una historia tan larga en Argentina.
Mi objetivo, en
estas páginas, es dar cuenta de la forma en que las bodas
entre varones deben
armar un canovaccio propio para
celebrar el casamiento. Las bodas heterosexuales acompañan a
este capítulo como
fondo sobre el que se pinta la escena, como forma en
términos de Simmel (2002),
a partir de la cual evaluar la especificidad y positividad del
matrimonio entre
dos hombres. Si bien hay cosas que aplican para todas las bodas, otros
aspectos
no pueden desentenderse de que sean personas del mismo sexo quienes se
están
casando. Esto hace que se trate del análisis de un canovaccio que se debate entre lo nuevo,
lo viejo y lo prestado.
Comencemos por sus posibilidades de existencia.
El
matrimonio igualitario como cronotopo
Al
comparar, en clave de géneros discursivos, la revista de
bodas gays Amor con revistas de
novias
heterosexuales, por la centralidad que adquiría el
matrimonio igualitario en la
primera de las revistas, propuse entenderlo como un cronotopo
(Marentes, 2017a).
El concepto de cronotopo es definido como la correlación
esencial de las
relaciones espacio-temporales (Bajtín, 1989). Lo
cronotópico, por tanto,
permite situar al discurso en una temporalidad y en una espacialidad
específica. Si bien Bajtín
acuñó esta noción para el
análisis de la literatura,
puede ser entendida para otros discursos ya que define una
representación de
mundo en su relación con el cruce espacio y tiempo (Arnoux,
2008), tal como
hace Arnoux en su análisis del discurso latinoamericanista
de Hugo Chávez.
Apelar al cronotopo es la forma de entender las condiciones de
existencia de
ciertos discursos, como, por ejemplo, la misma revista Amor.
Retomando la propuesta sobre
lo nuevo, lo
viejo y lo prestado en el canovaccio
de bodas gays, el cronotopo nos permite entender su costado
más novedoso: su
carácter disruptivo en la escena política. El
objetivo de este apartado es
analizar el modo en que el matrimonio igualitario aparece en las
historias de
amor concretas dejando entender los sentidos que, en tanto que
cronotopo, le
imprime a este canovaccio.
La ley se sancionó
en julio de 2010,
acarreando muchos debates en la esfera pública sobre
qué significaba que dos
personas del mismo sexo se casaran. Quienes defendían al
matrimonio igualitario
sostenían que el Estado vendría a reconocer cosas
que ya estaban pasando: es
decir, que dos hombres o dos mujeres convivieran. Daniel y
Sebastián, cuya
historia aparece en un número del suplemento Soy,
vivían así, en las
mieles de la homosexual cohabitación.[3]
Juntos, y antes de que el
matrimonio igualitario fuera ley, armaron un libro con los textos de
uno y las
fotos del otro, Diario de un reciencasado,
que fue expuesto en varios eventos.
Ariel y Fernando,
protagonistas de una de las
historias de amor de la revista de bodas Amor,
en cambio, sin haber hecho ningún libro, soñaban.
Para ellos hablar de
matrimonio era la forma de soñar despiertos. Fernando
llegó a proponer una
fecha tentativa de casamiento: 12/12/12. Hablar de esa fecha imaginaria
era una
forma de unirlos y sedimentar su vínculo. Casarse era
solamente un sueño,
porque todavía la ley no se había sancionado, y
aún lejos estaban los debates
públicos en torno a ella. Pero un día de 2010,
ese sueño se hizo realidad. Con
mucho entusiasmo, la tía Betty los despertó para
contarles que era ley el
matrimonio igualitario en Argentina. En esa llamada informativa,
tía Betty
aprovechó y les dio todo su apoyo para que se casaran.
Alex y José[4]
fueron protagonistas del suceso que
abrió la mente de los argentinos:
el matrimonio igualitario, tal como cuenta Alex en la
entrevista que dio a
la revista de bodas Amor. Por haber
sido la primera pareja de varones que se casó en Argentina
sienten una carga
simbólica para con la sociedad. Aunque lo viven con mucha
responsabilidad, tienen
que dar el mensaje de no ser los únicos que pueden casarse.
Lo simbólico radica
en lo ordinal: la primera de una larga serie. Alex y José
sienten que fue un
momento en el que se necesitaba reforzar el consenso social, de
ahí que su amor
resultara estratégico.
Mientras que el matrimonio
entre personas del
mismo sexo, antes de su sanción, fue algo inexistente para
Daniel y Sebastián,
para Ariel y Fernando era un sueño. Alex y José,
en cambio, lo caracterizan
como el suceso que abrió la mente
de los
argentinos. Si bien puede resultar exagerada esa
descripción, es cierto que
el debate parlamentario sobre la ley de matrimonio igualitario
alcanzó ribetes
poco habituales para la sociedad en su conjunto, tanto por las
discusiones en
el recinto, los intercambios de opinión en los medios de
comunicación y las
manifestaciones públicas de quienes la apoyaban y quienes se
oponían. El
escenario de la marcha a favor de la sanción de la ley fue
la plaza de los Dos
Congresos, frente al palacio parlamentario. Ahí, como tanta
otra gente, Ignacio
y Enrique se hacen presentes la tardecita del 14 de julio. Estos
jóvenes de
veintitrés años, cuya historia aparece en un
número del suplemento Soy,
se conocen desde hace tres años y
prácticamente viven juntos. Piensan tener hijos, pero luego
de casarse, cosa
que harían pronto.
Uno de los ejes del debate en
la arena
pública es la familia. Desde ambos sectores, quienes luchan
por que se apruebe
la ley que permite que dos personas del mismo sexo se casen y quienes
se oponen
a dichas uniones, sigue operando el matrimonio como forma de constituir
una
familia y que ése sea el espacio en el cual tener hijos. Hay
una secuencialidad
lógica que deviene un poderoso núcleo discursivo:
amor–matrimonio–hijos=familia. Sigue
dándose por hecho que el matrimonio es central
para conformar una familia, y que por ésta se entiende dos
adultos con hijos.[5]
Suele argumentarse que se
construyó un modelo de homosexualidad normativo que replica
las normas del
patrón heterosexual. Esto equivale a sostener que las
parejas gays son
reproductoras de la heteronormatividad. Más allá
de mis argumentos sobre por
qué considero tal crítica espuria como hice en
otro trabajo (Marentes, 2017c),
sí es necesario señalar que las nociones de familia
y de hijos continúan
ligadas al matrimonio. Convertidas
en un rito de
pasaje, las bodas permiten la constitución de aquel modelo
familiar hegemónico.
Entonces, a pesar de lo novedoso en el escenario político
que implica este canovaccio, esa
novedad es jalonada por
un pasado que la vuelve a conectar con lo viejo.
Volviendo al escenario donde
tiene lugar la
manifestación de apoyo al matrimonio igualitario, la plaza
frente al Congreso
de la Nación Argentina donde se debatía la ley,
la historia de Diego y Norberto
es significativa. Ellos, como escribe el militante Diego en el
suplemento Soy, están en
pareja desde hace trece
años y hasta conviven. Nunca pensaron en casarse. Desde el
escenario, Diego
agita su bandera de activista, empujado por la ovación y el
entusiasmo
colectivo. Un periodista le pregunta si se casaría. Sin
dudarlo, responde que
sí, que hace doce años que está
esperando ese triunfo.
Un efecto inmediato de la
aprobación de la
ley es la efervescencia colectiva. Esto se traduce en una repentina
valoración
positiva de Diego para con un posible matrimonio con Norberto. Diego
caracteriza la sanción de la ley como un cambio de paradigma
en las relaciones
entre personas del mismo sexo, así como en la forma en que
estas relaciones se
vinculan con la sociedad en su conjunto. Fue tal el cambio de paradigma
que, en
medio de la movilización, le dan ganas de casarse; ganas
que, una vez vacía la
plaza, se van. El cambio de paradigma también se traduce en
el encuentro entre
el mismo Diego y Gustavo, otro partenaire[6] que introduce en la misma nota. Ellos
se conocen en una tetera.[7]
Cuando salen, siguen conversando
y se despiden con un beso en la boca, algo que no le suele pasar en las
teteras.
Si bien la
institución matrimonial es de
larga data y ha sido reactualizada a lo largo de los años,
no por ello deja de
ser blanco de debates. Es bastante habitual que los partenaires,
cuando comienzan a sedimentar su vínculo comenten
qué
opinan sobre el matrimonio. Wenceslao, por ejemplo, siempre estuvo en
contra
del matrimonio como institución —tal vez por su
relación con la Iglesia
Católica, en la que fue sacerdote. No obstante esa
opinión, sí estaba a favor
del matrimonio igualitario. Ari, su partenaire,
cuenta, en la entrevista que les hacen a los dos para el suplemento Soy, la enorme frustración
que sintió
cuando salió la unión civil.[8]
Era como si el matrimonio
de primera categoría
fuera sólo para
los heterosexuales, mientras que los homosexuales se
tendrían que conformar con
esa suerte de matrimonio de segunda.
En esas opiniones se juega la
dimensión
política de la unión legal entre dos personas del
mismo sexo. Volviendo a la
idea de que el matrimonio igualitario haya devenido un recurso
escénico
fundamental de los canovacci, una
de sus
particularidades es el carácter político. Tal
como se ve en las opiniones, pero
en todas sus apariciones a lo largo del corpus,
esa ley contiene siempre un componente político. Decir que
el matrimonio es
político no es solamente reactualizar el lema feminista de
que lo personal es
político; sino reintroducir en eso político la
contestación. Cuando se habla de
heteronormatividad, siguiendo a Pecheny (2008), se hace
hincapié en que es la
heterosexualidad obligatoria la vara a partir de la cual se miden el
resto de
las relaciones, incluidas las eróticas-afectivas. Que dos
personas del mismo
sexo estén habilitadas legalmente a casarse no implica que
se heteronormalicen y que puedan
ser
absorbidas por esa institución. Significa, por el contrario,
que están
contestando a la heterosexualidad obligatoria disputándole
una de las
instituciones que tradicionalmente fue su monopolio.[9]
En dicha contestación, el
matrimonio igualitario ayuda a modificar la ecología de la
elección amorosa
(Illouz, 2012).
El cronotopo, como venimos
viendo, da
información sobre el espacio y el tiempo. Con respecto al
primero, señalamos
que una dimensión de esa espacialidad es la plaza frente al
parlamento
argentino. Pero también puede referir a un espacio
más amplio: el Estado-Nación
argentino. A este país llegaron Josh y Aldo a casarse, ya
que el matrimonio
igualitario todavía no había sido legalizado en
Texas, Estados Unidos, de donde
era Josh. Como cuentan en el sitio web de una empresa organizadora de
bodas
gays que patrocina a la revista de bodas Amor,
la pareja vivía allí y contempló que
el escenario de su casamiento fuese
Argentina por dos motivos. El primero, porque era legal; el segundo,
porque es
de donde era Aldo.
Sobre el tiempo del
matrimonio igualitario,
se sancionó en julio de 2010. Sin embargo, algo que habilita
la figura
cronotópica es la apertura de una temporalidad futura.
Volviendo a la noción
política, el matrimonio puede ser visto como un paso
fundamental, pero uno más,
en una larga cadena de luchas. Alex, en la nota de Amor,
juzga que, si bien se hicieron muchos avances, todavía queda
un largo camino. Por ejemplo, la posibilidad de que la sociedad en su
conjunto
repiense la institución matrimonial y que la fidelidad sea
un acuerdo entre las
partes y no deba ser el Estado quien la juzgue.
Caracterizar al matrimonio
igualitario como
cronotopo permite pensar cómo se introduce en las historias
de amor. Dicha
figura lleva a que se reconozca el cruce entre espacio y tiempo:
Argentina de
2010. Pero ese 2010 es resultado de luchas pasadas y un punto de
inflexión en
las batallas que se proponen seguir dando. Lo
característico, entonces, del
matrimonio igualitario radica en que es un canovaccio
que trae siempre a escena ese costado político
entendido como contestación,
y que abre camino a que dos personas del mismo sexo se casen. Siguiendo
a
Illouz (2012), esto es un ejemplo del cambio en la ecología
de la elección
amorosa. Sobre esa base abordo la decisión de casarse en el
siguiente apartado.
La
decisión de casarse como proceso y sus puntos
Gary
Becker (1974) es reconocido por acuñar la noción mercado matrimonial, concepto con el que
el economista intenta
reconocer la lógica económica que caracteriza las
relaciones amorosas, a partir
de la gramática de oferta y demanda. Eva Illouz (2012)
critica la noción de mercado
de Becker por diversas cuestiones, entre ellas porque supone que los
individuos
son libres de entrar a este mercado y hacer elecciones racionales. La
socióloga
propone, en cambio, la noción de campo de Bourdieu, que
supone “que los agentes
cuentan con recursos desiguales para competir en determinado
ámbito social” (p.
74).
El objetivo de este apartado
es problematizar
la decisión de casarse. Tal como sugieren estudios sobre la
historia del
matrimonio, es relativamente reciente en el devenir de la humanidad que
la
gente se case por algo tan fluido y tan poco predecible como es el amor
(Coontz, 2006). De hecho, para muchas culturas sería una
locura que una de las
instituciones fundamentales del orden social —como es el
matrimonio— se diera
por algo tan efímero como es el amor. De acuerdo con el
modelo economicista,
recupero la noción de decisión por casarse. Ahora
bien, siguiendo a Illouz,
analizo dicha elección desde una perspectiva
crítica en base a dos aristas.
La primera de ellas radica en
que la decisión
no es algo que se toma de una vez por todas. Por el contrario,
retomando la
noción de puntos de Badiou (2012), ilumino el
carácter procesual de dicha
decisión, en la que interfieren tanto partenaires
como otros agentes. El filósofo francés introduce
el concepto de puntos para
referirse al significado de un niño en una
relación de pareja: no es más que un
punto. “Un punto es un momento particular en el que un
acontecimiento se
estrecha, en el que debe de alguna manera volver a jugarse, como si
volviera
bajo una forma desplazada, modificada pero que te obliga a
‘redeclarar’” (p.
52). Es decir, de volver a redireccionar, y con ello resignificar,
aquella
sucesión de puntos que formaban la historia de amor. En
línea similar a como
hice en la tesis para pensar al conocerse, propongo pensar la
decisión por
casarse como un proceso con varios puntos.
La segunda arista que retomo
para analizar la
decisión es la de la multicausalidad.
A saber, los partenaires que
deciden
casarse no lo hacen solamente por amor, o solamente por
interés económico, sino
por muchas y varias cuestiones que pueden sumarse e incluso
contradecirse.
Focalizar en la decisión radica en la centralidad que tiene
para el amor
romántico. Esa compleja configuración emocional
descansa en la libertad de los
individuos a la hora de establecer con quien conformar una
unión. Bajo dicho
esquema se pasó de un modelo de arreglos matrimoniales a uno
en el que prima la
voluntad de los propios sujetos sobre con quién casarse. Si
bien la decisión
siempre está condicionada, al menos cuando se refiere al
casamiento en las
historias analizadas, sigue siendo un espacio en el que se ejercita la
agencia.
Cuando la tía
Betty los llama para
informarles que el matrimonio igualitario es ley, Ariel y Fernando,
como
cuentan en la nota de la revista de bodas Amor,
sienten que su sueño está abandonando dicha forma
para convertirse en una
posibilidad real. Ahora, al cortar la comunicación, entre
risas recuerdan
aquella otrora disparatada idea de Fernando, de celebrar su boda el 12
de
diciembre de 2012. Aquel momento fue uno de los puntos en la
decisión de
casarse, la llamada de tía Betty, otro. Sentían
que era imposible que tomaran
la decisión de hacerlo,
tal como lo
habían soñado. Eso era otro punto.
Uno de los primeros puntos
donde comienza la
decisión de casarse es la propuesta.[10]
Con fuerte carácter
simbólico, resulta un primer paso en la
conformación de la unión matrimonial.
Protagonistas de una de las historias de Amor,
Alex y José tuvieron una propuesta muy cursi.
El escenario fue la hiper romántica París, donde
Alex se arrodilló, cortó una
flor y preguntó a José si se casaría
con él. Esta propuesta reunía todos los
elementos de la utopía romántica (Illouz, 2009):
un escenario romántico, el
gesto de agacharse, el cortar una flor y entregársela al
otro como forma de
comunicar el deseo por compartir su vida.
Cuando Wenceslao y Ari fueron
entrevistados,
hacía muy poco tiempo que habían anunciado que se
casarían. En la entrevista
que dieron para el suplemento Soy
cuentan que fue una
decisión tomada
con mucha naturalidad, casi como decidir qué comer al
mediodía. Entre idas y
venidas de charlas y amor que anudaron más su
relación, Ari finalmente lo
propuso: Con vos me casaría.
La
propuesta cambia el sentido original: no es formulada como una
pregunta, sino
como una afirmación, utilizando el verbo en condicional,
dando espacio a la
probabilidad. ¿Por qué sería formulada
así la propuesta? Para la
autopreservación del yo en caso de ser rechazado. Si Ari
hubiera preguntado: ¿Te
casarías conmigo?, las respuestas
admitidas habrían sido Sí
o No.[11]
En cambio, en el modo en
que lo hizo, fue retrucado por Wenceslao que preguntó si
hablaba en serio. Esta
manera de modificar la propuesta
confirma
el peso simbólico que sigue teniendo la tradicional
fórmula como interrogante.
La forma que adquiere el amor romántico en la actualidad,
con una mayor
reflexividad sobre las subjetividades, lleva a que se prioricen los
mecanismos
que protejan a aquel individuo de quedar muy expuesto (Illouz, 2012).
Por lo
tanto, esto también se traduce a la hora de proponer
matrimonio.
Ni uno ni el otro pensaban en
casarse, pero
finalmente se dio. Wenceslao es una persona grande, de más
de setenta años.
Ari, de menos de la mitad de su edad, una persona madura. Las
experiencias
pasadas de cada uno implican que vivan con otra perspectiva: comenzaron
a
pensar al matrimonio como una realidad
libre. La realidad se opone al efecto soñado que
tenía el matrimonio para
Ariel y Fernando. Lo libre, a la idea de que el compromiso y el casarse
cierran
las posibilidades de desarrollo individual de los partenaires.
Pablo
y Gonzalo, como escribe el primero en el suplemento Soy,
tenían otra presión: el hijo de Gonzalo. Este
niño de once
años cada vez que podía les recordaba que no
estaban casados. Cuando Pablo le
preguntó qué regalarle al padre por su
cumpleaños, él respondió un anillo de
compromiso. Cuando se acercaba el cumpleaños de Pablo, le
aconsejó a su papá
—esta vez sin ser consultado— el mismo regalo. Esto
tomó por sorpresa a ambos partenaires,
quienes hasta entonces
nunca habían hablado de casarse.
El matrimonio termina siendo
estratégico a la
hora de planificar una familia, que implícitamente contempla
tener hijos, al
reactualizar lo viejo del matrimonio en este canovaccio.
Fede, en la película El tercero,
va a la casa de una pareja ya constituida para
participar de un trío sexual, mientras toma una ducha a la
mañana le pregunta a
uno de ellos, Franco, si habían pensado en casarse. No, la verdad que no; nunca se nos
ocurrió, responde un sorprendido
Franco, que está en el baño para mirarlo cuando
el joven se baña. Para el joven
el casamiento sirve para algunas cosas como adoptar y demás.
Hasta aquí aparecieron
dos motivos para casarse: uno más romántico, el
formar una unión para toda la vida
con la persona que se
ama; otro más pragmático, como marco
institucional más propicio para encuadrar
la familia. Veamos otros motivos.
Representantes del primer
matrimonio entre
varones celebrado en Argentina, Alex y José sienten que su
casamiento era
estratégico a la hora de reforzar el consenso social. La
propuesta tan romántica
en París se relacionaba con que Alex necesitaba el
entusiasmo de su partenaire con la
idea de casarse, para
juntos poder dar la lucha política. Era
una especie de propuesta-invitación para cambiar de
algún modo las cosas,
resume Alex. Su principal motivación para casarse se vincula
con la movilización
política y reactualiza el ideal de amor agápico:
ese modo de amar que se
relaciona con la trascendencia, con el más allá.
Este modelo, que se encontraba
con gran fuerza en el camino de la religión (Boltanski,
2000), está presente en
las luchas políticas.
Fue ese compromiso
político de la madrugada
de la sanción del matrimonio igualitario que Diego responde
que había estado
esperando doce años para poder casarse con Norberto. En ese
momento era verdad,
era un deseo de casarse incentivado por la celebración
colectiva de una jornada
inolvidable en la historia de las luchas políticas del
movimiento de diversidad
sexual. A Diego, autor de una crónica aparecida en el
suplemento Soy, le vino el deseo de
casarse cuando
subió al escenario y sintió todo ese calor de la
multitud que acompañaba los
festejos por la favorable sanción de la ley de matrimonio
igualitario. Tanto en
los motivos estratégicos de Alex como en el deseo
instantáneo de Diego —que al
otro día desistiría de legalizar su
unión— se vislumbra un compromiso que
excede a los dos partenaires y que
se
extiende más allá de esos límites.
También existe la
pluralidad de razones que
llevan al casamiento y los varios motivos tienen importante peso en esa
decisión. Daniel y Sebastián cuentan en el
suplemento Soy que se casaron por
las mismas razones sentimentales que
cualquier pareja: por amor y por la imposibilidad de vivir el uno sin
el otro.
Pero también se casaron por frivolidad, ellos
querían una fiesta. Finalmente,
se casaron porque de ese modo podían amplificar aquello
iniciado con el libro
que habían hecho juntos, cinco años
atrás. La decisión por el matrimonio viene
de la mano de aquello que se espera socialmente, pero
también reactualiza los
códigos propios de la pareja, en un movimiento que permite
aportar creatividad
a un rito bastante estandarizado.
Otro de los puntos de la
decisión de casarse
se relaciona con el momento en que la decisión debe
confirmarse. Ya frente a la
jueza, Tony acepta por esposo a
Segundo,
en la telenovela Viudas e hijos del rock
and roll. Luego de un tragicómico accidente en el
que aparecen los padres
de Segundo en la celebración intentando interrumpir el curso
de la boda,
Segundo acepta por esposo a Tony. Este acto del habla con claro
carácter
performativo (Austin, 1982) es otro de los puntos de la larga
decisión por
casarse: su confirmación por parte de los involucrados. Es
recién luego de
aceptar que la jueza puede conferir a los partenaires
el estatuto de esposos.
Por último,
volviendo a la idea de que la
decisión es una línea con muchos puntos, en el
que la propuesta, el motivo y la
confirmación son sólo algunos de ellos, cabe
destacar cuando aparecen otras
decisiones derivadas de aquella de unirse legalmente. Josh y Aldo, partenaires de una de las historias de
la revista de bodas Amor, debido a que el matrimonio entre
personas del mismo sexo todavía no era legal en todos los
estados de Estados
Unidos, tenían que decidir también
dónde hacerlo. Y, sobre todo, con qué ayuda
podrían contar.
Iluminar el
carácter procesual de la decisión
de casarse permite centrarse en cómo los distintos momentos
sirven de puntos de
apoyo para los próximos. El motivo para elegir casarse es
fundamental, pero
como vimos, existen más de una razón para hacerlo
y hay decisiones que
contemplan varias motivaciones al mismo tiempo. La propuesta y la
confirmación
de esa decisión podrían pensarse
analíticamente como puntos extremos de dicho
proceso, en el que tal vez algunos puntos intermedios lleven a tomar
otras
decisiones, como, por ejemplo, en qué país
hacerlo. Ya iniciado el proceso del
ritual, queda pendiente la organización de su
celebración.
Algo
pesado, algo único, en algún lugar especial:
organizar una boda
Entre
sus distintas razones para casarse, Daniel y Sebastián
remarcaban la
frivolidad, pues querían hacer una fiesta. Las celebraciones
de bodas pueden
ser pensadas como ritos de pasaje, ya que es el momento que marca el
cambio de
estado civil: de ser soltero se
pasa
a estar casado. El objetivo de este
apartado es iluminar ese momento en particular en el que es celebrado el amor y compartido con
más
personas, consideradas importantes en la trama narrativa de los partenaires. Para ello, me detengo en
tres pilares de la boda: su organización, su
carácter singular y su escenario.
La imagen de que organizar
una boda es algo
tedioso y pesado está presente en la idea que Michael y
James tienen sobre las
bodas británicas. Ellos habían hablado de
casarse, pero el solo hecho de pensar
en una tradicional boda británica los estresaba. Michael y
James, cuya historia
ilustra la revista de bodas Amor,
querían celebrar su amor, pero de una manera diferente a
como se hacía
tradicionalmente en su país. Parecería que el
placer y el goce de la fiesta no
son proporcionales al gasto de energía que su
preparación insume.
Parados en el otro extremo
están Alex y José,
quienes se casaron en Ushuaia. Como cuenta el primero en la entrevista
para Amor, habían
viajado solos, sin la
compañía ni de familiares ni amigos. Tampoco
contaban con mucho dinero.
Comprometidos, entre sí y con la causa, habían
dedicado todo su tiempo a la
militancia. Luego de recursos judiciales, estaban haciendo el
último intento,
que creían que valdría la pena. Su
energía puesta allí le robó tiempo a
la
organización del festejo: era tal el nivel de
improvisación que no sabían ni
con qué ropa se casarían.
Hochschild (2012) destina un
capítulo de su
libro sobre la tercerización del sí a la
organización de bodas. En este libro analiza
cómo se da un proceso de comercialización de la
vida íntima en las sociedades
contemporáneas, en las que hasta llega a contratarse a
especialistas para que
le busquen un nombre al hijo o a la hija por nacer. La autora comienza
su
planteo sobre bodas con la idea de que antes era un acontecimiento
familiar muy
importante la organización de ese evento, sobre todo para la
novia que era
aconsejada y asistida por su madre, su suegra, sus hermanas y amigas,
entre
otras. La red de apoyo servía para contener a la novia en la
planificación del
casamiento, para quien hubiera sido muy pesado encargarse de todo ella
sola.
Debido a diferentes procesos,
como el hecho
de que las mujeres trabajen más tiempo fuera de su casa, que
hijas y madres no
residan en la misma ciudad y que las empresas necesitan un compromiso
mayor por
parte de sus empleados, entre otros, organizar la boda como se
hacía
anteriormente resulta imposible. Ahora, cada vez más,
comienza a contratarse un
o una especialista en la planificación de tal evento, que se
encarga de la
totalidad de su organización. Las wedding
planners,[12]
agentes fundamentales en las bodas tal como vemos en el siguiente
apartado,
alivianan el peso de la organización que viene con el
casamiento. El estrés que
les da el solo hecho de pensar una tradicional boda
británica a Michael y James
sirve para justificar esta tercerización de la
planificación. Incluso la
improvisación de Alex y José, quienes dedicaron
más tiempo a la militancia,
encuentra eco en la contratación de los wedding
planners.
En la
planificación de la boda se juega la
necesidad de que la boda salga perfecta, por la importancia que tiene
dicho
ritual. Cuando Segundo llega a su estancia en donde se
casaría con Tony más
tarde, el primero se horroriza al verlo todavía con ropa de
trabajo. Tony, de
la telenovela Viudas e hijos del rock and
roll, aún no
se había vestido
porque estaba esperando a su partenaire.
Un muy ansioso Segundo recuerda que está por llegar todo el
mundo. Bueno, ya me voy a vestir; no
esté nervioso
responde Tony, para quien la boda sería algo lindo. Es algo lindo, pero también es algo
importante sentencia Segundo y
le pide que esté a la altura de las circunstancias.
Josh y Aldo, de una de las
historias que
ilustran la revista de bodas Amor, no evocan del mismo modo su boda y
menos estar tan nerviosos ese día como estaba Segundo. Como
contrataron a una wedding planner recuerdan haber oficiado en su
boda como muñecos de torta:
lo único que debían hacer era estar
ahí donde Leti, la organizadora, les dijera
que tenían que estar. Haber tercerizado la
planificación y organización de
dicho evento sirvió para que esta pareja se dedicara a lo
que se supone que
debe pasar en las bodas: disfrutar. En
uno de los
ejemplos que utiliza Hochschild (2003) para describir su
teoría sociológica de
las emociones, cita una novia que no se sentía feliz al
momento de casarse,
sentimiento apropiado para dicho
acontecimiento. La felicidad en ese momento sería, en
términos de la autora,
una de las reglas del sentimiento. La contratación de una wedding
planner puede aliviar la planificación y,
así, garantizar su disfrute.
En este escenario en el que
las bodas se
convierten cada vez más en costosos eventos y en el que
participan cada vez más
actores ofreciendo su expertise,
hay
un gran desafío: cómo sortear la
estandarización de ese evento. Al devenir un
producto relativamente estándar, las bodas tienen que
traducir a lo largo de
ella alguna particularidad de la pareja que se está casando.
Recordemos que la
piedra basal del amor romántico es la
individuación, que nos hace únicos; por
lo que en la medida en que el casamiento se relacione con ese
sentimiento, debe
poner en escena las individualidades que abandonan la
soltería. La forma en que
se agrega eso único y característico de los
novios en aquel momento es por
medio de la puesta en acto de símbolos propios de la pareja,
que han venido
tejiendo a lo largo de su historia.
Reactualizar el
código compartido es la forma
que tienen las parejas de poner en funcionamiento esa
gramática propia. Esta es
la manera en que las bodas se desestandarizan y logran recordar que es tal pareja la que se casa. Daniel y
Sebastián, que habían escrito un libro sobre su
experiencia de convivencia,
pusieron el día de su boda un pequeño televisor
en el que exhibían fotos de la
historia de su cohabitación. Como cuenta Daniel en una
crónica en el suplemento
Soy, las imágenes
servían para
decorar el evento, pero también reactualizaban ese
código compartido: el libro
que tanto ayudó a unirlos y uno de los motivos por el cual
decidieron casarse.
Hacer la diferencia de una
boda no es algo
que solamente dependa y recaiga en los hombros de los partenaires,
sino que también es un punto de confluencia entre
ellos y quienes ayudan y/o se encargan de la organización de
la boda. Omar y
Leonardo, cuya historia ilustra la revista de bodas gays Amor,
agradecen al equipo de su wedding
planner que estuvo en cada uno de los detalles para hacer la
diferencia. La
singularidad pueden ser ideas pequeñas —usar tal
música, cambiar las rosas por
otras flores— o cosas más grandes
—arriesgarse a que el vals sea una cumbia. Lo
que de todos modos se pone en escena es la
desestandarización de las bodas, un
género de eventos relativamente estable.
Omar y Leonardo, en el
testimonio que
escribieron para la página web de la empresa organizadora de
bodas que
contrataron, no escatiman en ovaciones y halagos para con la empresa.
Agregan
que todo el proceso de la boda, desde el comienzo hasta el fin, fue
increíble.
Llegamos a un punto en el que confluyen dos de las ideas hasta
aquí
desarrolladas: el proceso de organización y la originalidad
del evento.
Seguramente Omar y Leonardo hayan hablado con el equipo que organizaba
el
evento sobre su pareja, sus marcas y demás. Ahí
deberían haber contado algo de
ese código compartido que se traduciría en la
celebración. De todos modos, la
planificación de la boda, a veces, puede llegar a servir
como uno de los
momentos que une a las parejas. En ese ejercicio de planificar
conjuntamente
una boda, ayudados o no por otros, más allá de
ser un evento que demanda mucha
energía, puede ser otro de los momentos que anuda y ensambla
más la pareja. Ese
momento sobrecargado de energía emocional, que
será bien recordado por los partenaires
y no solamente por ellos, es
un terreno propicio para el surgimiento de otros objetos rituales,
depositarios
de esa energía (Collins, 2005).
Como uno de los canovaccio más ritualizados de
la historia amorosa, el escenario en
el que se ensayan las bodas adquiere también mucho
protagonismo en este evento.
A fines de 2011, Qué
más decirte, la
empresa de candy bar para eventos
privados de Ariel y Fernando —como narran en primera persona
su historia de
amor en la revista de bodas Amor—participó
en una exposición. De ella rescataron un sitio web de un
espacio para eventos
que conocieron ese día. A los días, una
mañana en su casa visitaron la página
de ese lugar. Todavía no sabían que evento
querían hacer, pero sí sabían que se
trataba de uno muy grande. De ese sitio pasaron a otro, y de
ahí a otro, en esa
navegación continua a la que nos tiene acostumbrado
Internet. Llegaron a la
página de un lugar que les fascinó tanto al punto
que decidieron conocerlo. El
mismo día en que visitaron este salón de eventos
entregaron un adelanto para
reservar el 12 de diciembre de 2012, esa virtual fecha de casamiento
que habían
propuesto cuando soñaban despiertos.
El lugar los
atrapó y fue uno de los
incentivos para comenzar a planificar su boda. Ariel y Fernando estaban
reservando el lugar para celebrar su amor con sus afectos, sin que
todavía esa
gente lo supiera. Tal como analicé en el apartado anterior,
la decisión de
casarse es un largo proceso que puede tener varios puntos. En la
historia de
estos partenaires, conocer ese
lugar
fue un punto determinante: decidieron donde se casarían
incluso antes de hacer
pública su decisión. Las decisiones se derivan
unas en otras, por lo que
después del lugar, eligieron quién lo
ambientaría y quién sería el
fotógrafo
encargado de retratar su boda. Ahora, sólo les quedaba,
tanto ellos como su
empresa, ponerse a trabajar para materializar la boda de
ensueños.
Josh y Aldo
también pasaron por lo mismo a la
hora de elegir un lugar en donde casarse, solamente que lugar
aquí refiere a
ciudad. Después de hacer una pequeña
búsqueda en Internet concluyeron que
Buenos Aires era el sitio más práctico donde
casarse. Como ninguno de los dos
vivía allí no sabían muy bien por
dónde comenzar. Contactaron a una empresa
dedicada a la organización de bodas, que les dio todas las
recomendaciones para
poder aprovechar y disfrutar de la ciudad como turistas, incluso cuando
contaban con un tiempo y un presupuesto limitado.
En esa semana que
duró su estadía de bodas en
Buenos Aires, lograron formar recuerdos que durarían el
resto de sus vidas. La
ciudad aportó insumos que serían capitalizados y
actualizados en su gramática
de pareja. Del mismo modo que Ariel y Fernando quedaron fascinados con
aquel salón,
esta joven pareja se enamoró de Buenos Aires. Llevando meses
de casados, se
mudaron a la ciudad en la que tuvo lugar su boda. La capital argentina
deviene
un espacio sobrecargado de simbolismo en esta pareja, quienes cada vez
que
pasean por Puerto Madero reviven la sesión de fotos para su
boda, que tuvo ese
exclusivo barrio como escenario.
Organizar una boda
no es tarea sencilla ya que es la celebración de un rito de
pasaje bastante
importante: se abandona la soltería y se celebra la
unión con otra persona. La
imagen que se tiene de aquella organización se relaciona con
algo pesado y
desgastante y eso habilita que se contraten personas expertas en dicho
campo
para no opacar el disfrute que supone el casamiento. Parte del peso de
la boda
radica en el mandato de desestandarizar esa celebración, en
la que tiene que
quedar plasmado el carácter de los novios de
algún modo, para que la boda no
sea una más entre otras. A veces, el peso de la
planificación puede dar lugar a
un momento de mayor unión y ensamblado de la pareja, y puede
ser que sea la
misma planificación la que aporte nuevos símbolos
a la vida conjunta. El
escenario de la celebración también tiene un rol
protagónico, llegando a
convertirse en uno de esos símbolos. Ahora nos queda ver
cómo este canovaccio que
son los casamientos
requiere de la participación de otros actores.
El
mercado, el Estado y los particulares en las bodas
En
este apartado analizo cómo otros personajes
acompañan a los novios en sus
bodas. Como propone el esquema del canovaccio,
siempre aparece un grupo de caracteres relativamente estables que
acompañan a
los enamorados. Me centro sólo en quienes aparecen de manera
exclusiva para las
bodas y no aquellas personas que acompañan a las parejas a
lo largo de su
historia. Para esta empresa retomo algunos puntos del
análisis de la revista Amor
en su comparación con revistas de
novias heterosexuales (Marentes, 2017a).
Quienes en seguida entran a
escena al momento
de que los novios den el sí
son los profesionales
relacionados con el mercado de bodas. Entre éstos se pueden
encontrar wedding planners,
organizadores de
eventos, ambientadores de espacios, fotógrafos, decoradores
y una gran cantidad
de etcéteras. Debido a su multiplicidad y diferencia, les
llamo genéricamente
agentes de bodas. Ahora bien, ¿por qué agruparlos
a todos bajo esa categoría
cuando prima la diferencia y la multiplicidad? La puesta en escena de
estos
agentes de bodas lleva a que se presenten a partir de una serie de
rasgos
particulares.
Al visitar aquel especial
salón de eventos,
Ariel y Fernando, ese mismo día, entregaron un adelanto para
reservarlo. Algo
determinante en esa elección, aunque sería
más preciso decir alguien, fue Juan,
responsable de ese espacio. Él les dio total libertad y
tranquilidad para que
los partenaires hicieran el evento
con el estilo y la forma que quisieran. Sería como si el
salón viniera también
con esos dos bienes intangibles. Un día después
de haber reservado, estos partenaires
que comparten su historia en
la revista de bodas Amor debían
seguir planificando la boda de ensueños. Llamaron a Lorena
para que ambientara
el lugar. Desde el primer momento entendió lo que los
futuros esposos querían y
aportó también su buen gusto. Mariano e Ismael
fueron los siguientes en ser
convocados: además de ser amigos de los partenaires,
eran los fotógrafos perfectos para retratar esos momentos
únicos.
Omar
y Leonardo son los primeros tres partenaires
que recupero en que los agentes de bodas están
sobrerretratados: sus
testimonios, al igual que los de las dos siguientes parejas, fueron
extraídos
tanto de una sección de la revista Amor
aportada
por Fabulous Weddings —empresa
dedicada a la
organización de bodas gays— como del sitio web de
la empresa. Por
particularidades del mismo material del que fueron extraídas
estas historias,
no escasean los elogios y adjetivos grandilocuentes al hablar de sus
bodas. Fabulous Weddings fue
fundada por
Laetitia Orsetti tras la sanción de la ley de matrimonio
igualitario. La
novedad de su propuesta radica en la organización de bodas
para residentes en
otros países que se casen en Argentina. Cuando el matrimonio
entre personas del
mismo sexo no era legal en muchos países, casarse en
Argentina devino un buen
negocio.
Esta pareja chilena recuerda
cada consejo que
le dio el equipo de trabajo de Laetitia. Fue por trabajar en grupo que
su boda
contó con cada uno de los detalles necesarios para hacer la diferencia. Gracias a las
personas que trabajan en Fabulous Weddings todo
el proceso de
organización de la boda fue increíble.
A Omar y Leonardo les sorprende cómo muchas pequeñas
grandes ideas brindadas por el equipo de trabajo convergen en
una boda
única.
Cuando se encontraron con
Leti (el diminutivo
de Laetitia), el nerviosismo de Josh y Aldo[13]
quedó en el pasado.
Debido a su contagiosa buena
energía
y su amplia experiencia en bodas como en la vida porteña,
esta joven pareja
enseguida confió en su wedding
planner.
Ella contempló hasta el más pequeño
detalle, dándole adecuados tips
para que, con un tiempo y un dinero
limitado, disfrutaran a pleno esa semana en Buenos Aires. Leti
había arreglado
toda la documentación que necesitaban para que se casaran,
lo único que los partenaires
debían hacer era estar donde
ella les indicara. Por todo eso, Josh y Aldo recordarán a
Leti no sólo como su wedding
planner, sino como una gran
parte de su boda.
Tal como vimos, esta pareja
quedó tan
enamorada de Buenos Aires, la ciudad de su casamiento, que a los meses
de
unirse en matrimonio, se mudaron allí. Al pasear por Puerto
Madero, recuerdan
la sesión de fotos que allí tuvo lugar. Parte de
estas fotos se incluye en la
sección Casamientos Reales[14]
de Amor y otras se encuentran en
el sitio web de la empresa. La primera
vez que vi esas imágenes me llamó la
atención que los dos novios estaban
vestidos íntegramente iguales, como si lo igualitario del
matrimonio alcanzara
un estado apoteótico. Al menos dos razones ayudan a
entenderlo. La primera se
relaciona con el ideal de armonía estética de una
pareja al momento de casarse.
En una entrevista a Tito Samelnik en Amor,
dueño de Matices
—una casa de moda
porteña—, el diseñador destaca que un
beneficio de casar a dos hombres es poder
jugar con la armonía de la pareja.[15]
En la elección del traje
se pone en acto el compañerismo y el mutuo asesoramiento. La
segunda de las
razones se relaciona con una historia narrativa de la homosexualidad.
Se
actualiza así una de las figuras que caracterizó
el amor entre varones, en la
que opera una confusión entre los amantes a modo de
mímesis. Cuando la madre
del rey Darío confundió al amante de Alejandro
Magno con él, su respuesta fue:
“No te preocupes, madre, éste también
es Alejandro” (Melo, 2005, p. 33).
Michael y James conocieron a
Leti y a su
equipo por medio de una videoconferencia. A las semanas de aquel
encuentro
virtual estaba todo organizado. Para estos partenaires,
Leti es como una vieja amiga: divertida, inteligente, glamorosa y
atenta. Fue
tal el aprecio que estos jóvenes de Inglaterra sintieron por
su wedding planner, que a dos
años de su
matrimonio y con motivo de otro viaje a Argentina, la visitaron.
Haberla visto
fue hermoso, ya que ella es una
lección de amor y felicidad. Michael, al autor del
testimonio presente en el
sitio web, explica que no cree que haya una persona que cuadre tanto
para su
trabajo como Leti: ella, en verdad, está enamorada del amor.
Ahora bien, haciendo eco de
las palabras de
Michael, ¿es imprescindible enamorarse
del amor para ser agente de bodas? Para responder a esta
pregunta es
necesario reconocer tres características de los y las
agentes de bodas. Como
decía Leatitia Orsetti en una entrevista aparecida en Amor, cuando se contrata una wedding
planner se compra el delegar en alguien lo estresante de la
planificación
para que no obstaculice el disfrute. Está claro que se vende
un servicio: la
organización del evento, la ambientación del
salón, el diseño de un vestido, la
toma de fotografías, etc. Pero tanto quienes compran como
quienes venden
destacan aquellos aspectos más inmateriales y abstractos del
servicio. Se
compra la tranquilidad de que todo irá bien, la
perfección en los detalles, la
alegría de organizar una fiesta, la certeza de que se
retratará exactamente la
felicidad.
Para entender ese pasaje debe
verse cómo se lo
vende. En dicho reportaje, al igual que otros actores que comercializan
este
tipo de servicios, Leti, como la llaman sus clientes, enfatiza que no
es una
transacción, sino una ayuda, un acto desinteresado como el
amor que lleva a los
novios a casarse. En esa transacción hay una puesta en
escena de un ethos avocado y
comprometido con su
trabajo, habitual en la retórica de ciertas profesiones y
sobre todo en las
ocupaciones del sector servicios. Ahora bien, en el caso del servicio
de bodas,
en los que se mercantiliza al amor, no puede quedar por fuera. El leitmotiv que subyace en este sector es
que el amor que se celebrará en ese gran día
también es un condimento presente
en el servicio que se vende: como si el amor de quienes se involucran
en estas
actividades reforzara el amor que se juran los novios ese
día. El énfasis en el
amor y en el placer de lo que se hace es otra forma de actualizar la
dicotomía,
muy extendida en la utopía romántica, entre amor
desinteresado y utilitarismo.
La respuesta a la pregunta
que quedó abierta
es sí, estar enamorado del amor para ser agente de bodas es
una estrategia de
venta del propio servicio. Por último, y por ese compromiso
y
—fundamentalmente— amor puesto al trabajo, los y
las agentes de bodas se
construyen como analistas del amor. Se convierten en voces legitimadas
a la
hora hablar de bodas, parejas, matrimonios y sus crisis, por lo que dan
consejos al respecto. No solamente consejos referidos a la fiesta, en
la que
tiene que traducirse algo del código compartido de la pareja
que transmita la
personalidad de los novios, sino también sobre
qué hacer ante la crisis de una
pareja.
Hasta aquí nos
centramos en la
personificación del mercado en las bodas, por medio de sus
agentes. Sin
embargo, para que el casamiento tenga validez debe ser certificada por
el
Estado, quien tiene en Argentina la autoridad de legalizar las uniones.
De allí
que cobren importancia en este canovaccio
tanto jueces y juezas como empleados y empleadas estatales. Jueces y
juezas poseen
la potestad de unir legalmente a dos personas. Por ese motivo deben ser
quienes
pregunten a los novios si están seguros de hacerlo, bajo la
fórmula acepta por esposo a.
Una vez que ya
dieron el sí, la jueza
que casa a los
partenaires de la telenovela Viudas e hijos del rock and roll, Segundo y Tony, los autoriza a que se
besen: es decir, que pongan en escena ese amor antes declarado.
Michael y James recuerdan que
su ceremonia
civil fue, en sí misma, simple pero emotiva. Parte de ese
carácter sentimental
se relaciona con que no necesitaron al traductor a la hora de entender
las
palabras de la jueza. Ella dijo cuán orgullosa estaba de que
en Argentina el
matrimonio entre personas del mismo sexo fuera legal, pero de una
manera
abreviada: el matrimonio es matrimonio.
Cuando Alex y José, cuya historia aparece en Amor,
estuvieron ante la jueza que los autorizó a casarse, la
felicidad de ellos y la del colectivo les recorrió todo el
cuerpo. Si bien la
escena frente al juez o jueza puede parecer demasiado
burocrática, es necesario
hacerle —valga la redundancia— justicia y recuperar
su centralidad: allí se
valida legalmente el matrimonio, que da paso a la fiesta que se estuvo
preparando desde hace un tiempo.
Como prueba del amor de dos
personas es
necesario que haya testigos-padrinos de las bodas. En el caso de
Segundo y
Tony, ellos eligieron a la ex esposa del primero y a su actual novio, a
la
empleada doméstica que se hizo amiga de Tony y al otro
empleado de la estancia.
Es habitual que el elenco de padrinos se arme en base a los afectos.
Pero,
¿cómo se logra cuando éstos no viven
en el país? Josh y Aldo se quedaron
tranquilos, el paquete que le compraron a Leti venía con
testigo local y
traductor certificado. Únicamente llevaron barras de
chocolate para quienes
trabajan en el registro civil, que los guiaron en todo el
papelerío.
De la comparación
de la revista Amor con revistas de
novias
heterosexuales surge una diferencia sobre el escenario en el que se
retratan
los casamientos reales. Las bodas heterosexuales, bendecidas por las
religiones,
son selladas bajo la mirada de Dios en su casa. Lo que sacraliza a las
parejas
homosexuales es el reconocimiento estatal. De allí que el
Registro Civil sea un
escenario predilecto en estas historias de amor. El cronotopo del
matrimonio
igualitario culmina ante esta dependencia del Estado (o en la
personificación
del juez o de la jueza). La presencia estatal explicita lo
político del
matrimonio entre personas del mismo sexo. Y ese Registro Civil es el
que se ve
en las fotos de Omar y Leandro y de Josh y Aldo.
Finalmente, otras personas
que ingresan a escena,
pero que no me detengo demasiado debido a su escasa
participación en estas
historias de amor analizadas, son esos particulares que celebran el
amor. Josh,
cuando pasa frente al Registro Civil en el que se casó con
Aldo, recuerda estar
en el hall de la mano de su
reciente
marido y ser aclamado por quienes pasaban por la vereda, que los
animaban a
besarse. Estos extras de la escena no hacen más que reforzar
el carácter
celebratorio que se supone tiene el casamiento.
¿De
dónde viene esa celebración? Segundo y
Tony se besan, ya siendo esposos, y como si el beso tuviera un efecto
contagio
en los invitados, éstos reciclan ese amor celebrado y lo
replican. En términos
de Collins (2005), en los rituales de interacción, y sobre
todo en aquellos que
están tan ritualizados como la celebración de las
bodas, se crea energía
emocional que sirve para retroalimentar otras interacciones. Entonces,
la
celebración de quienes por allí pasan como los
besos contagios pueden verse
como efectos de la energía emocional desprendida de la
situación en particular,
en la que el amor se pone en acto.
Así como los canovacci de la comedia del arte
italiana tenían un conjunto de
personajes establecido con sus propias características, el canovaccio boda gay
contemporánea tiene los suyos. Entre ellos se
encuentran en gran medida agentes de bodas, que se involucran vendiendo
un
servicio, pero que, por entrar en dicha transacción, quedan
impregnados del
amor que se celebrará ese día, por lo que venden
servicios cada vez más
intangibles. Como vimos en el apartado anterior, la
caracterización de la
planificación de una boda como pesada, es la
condición de posibilidad de estos
personajes —imagen que seguramente ayudan a sostener. La
personificación del
Estado es otro de estos caracteres presentes en el canovaccio,
que sirve para legalizar la unión entre los partenaires.
Por último, los asistentes
que reciben y retroalimentan de amor a los recién casados
también forman parte
de estos rituales.
Conclusiones:
entre lo nuevo, lo viejo y lo prestado
Recuperando
el objetivo del trabajo, sobre la especificidad de las bodas gays en
clave de canovaccio, vimos que en
ellas
participan los partenaires y sus
actores de reparto, que se valen de ciertos recursos que posibilitan
que dicha
escena sea llevada a cabo. Pero para poder entender estas bodas en su
especificidad, ha sido necesario recuperar sus condiciones de
existencia: es
decir, la sanción de la ley de matrimonio igualitario. Cada
vez que se pone en
escena una boda entre dos hombres o dos mujeres, esa historia
política se cuela
entre los actores, aún a expensas de sus protagonistas.
Una vez sancionada la ley, se
abre la
posibilidad de que las personas del mismo sexo se casen entre
sí. Ahora, ¿por
qué habría de casarse la gente? En el largo
proceso de la decisión, recurrí a la
noción de puntos. Que los partenaires
decidan casarse trae aparejados otras actuaciones y otros momentos,
variables y
sentidos que se perderían si se toma a la
decisión como un acto de una vez que
ahí termina. El proceso de la decisión moviliza
sentidos del amor y del
matrimonio que hacen al canovaccio.
Visto que se trata de un tipo
particular de
contrato, la boda se celebra. Pero no solamente en ese sentido
jurídico, sino
que también, por sintetizar un ritual de pasaje, es habitual
que haya una
fiesta en donde se conmemore ese amor. Se abrió
así otro momento prototípico del
casamiento: la organización de la celebración. Se
analizó cómo se asocia la
planificación de la boda con un gran gasto de tiempo y
energía, aunque a veces
planear el festejo pueda ser otro momento que anude la pareja.
Así como Pantalone
y Arlecchino eran dos de los
caracteres recurrentes de la comedia del arte, el canovaccio
del matrimonio aporta al menos tres personificaciones
claramente delimitadas que acompañan a los partenaires
—o enamorados— en la puesta en escena del
casamiento: agentes de bodas,
jueces y empleados estatales y asistentes a la celebración.
Cada uno de ellos
interpreta un papel específico a partir de cierta
estructuración de sus rasgos:
estar enamorados del amor los primeros, la capacidad de legalizar la
unión los
segundos y hacerse eco del amor que allí se celebra los
últimos.
Cabe, finalmente, preguntarse
por lo nuevo,
lo viejo y lo prestado de este canovaccio.
El carácter novedoso, como hemos visto, se relaciona con el
hecho de que dos
personas del mismo sexo puedan casarse. La sanción del
matrimonio igualitario
seguirá, más allá de sus casi diez
años de vida, dándole un carácter
novedoso a
las bodas gays. Eso se mezcla y emerge en cada
representación escénica de esos
casamientos. El carácter rupturista de la ley se observa en
la sacralización
del registro civil como escenario de las fotos de bodas.
Lo viejo viene aportado por
la continua
interpretación de que el matrimonio sigue siendo el modelo
para formar una
familia, entendida esta como núcleo de dos padres con hijos.
Como sostiene
Cosse (2010) en su investigación sobre las parejas en los
años sesenta, el
casamiento era el hito, para el Código Civil, que habilitaba
la formación de
una familia (p. 116). Si bien el matrimonio no es condición sine qua non de la
conformación de una
familia, debido a que ésta sigue necesariamente incluyendo
la presencia de
hijos, casarse es una forma de facilitar su encuadre legal. Como vimos,
la
secuencialidad lógica
amor–matrimonio–hijos=familia continúa
operando como un poderoso
núcleo discursivo.
Finalmente, lo
prestado es el recurso más extendido en este canovaccio,
y el que al mismo tiempo aporta bocanadas de aire
fresco. Por prestado me refiero a todas aquellas cosas que se usan en
las bodas
heterosexuales pero que aquí se resignifican y se llenan de
especificidad. Por
ejemplo, la armonía estética de la pareja llevada
al extremo: no solamente da
coherencia a la pareja, sino que también reactualiza la
narrativa de la
homosexualidad. El servicio brindado por Fabulous
Weddings también se encuadra en esta
línea: agentes de bodas que alivianan
a los novios, pero que facilitan a personas del mismo sexo de otros
países que
se casen en Argentina. Por último, algo prestado viene del
mandato de
originalidad de la boda, eso que ayude a desestandarizarla. Y como
vimos, el
recurso más extendido es la puesta en acto del
código compartido que sirvió
para unir a la pareja y que muchas veces está impregnado de
la experiencia
amorosa gay. Eso que viene de la sedimentación del
vínculo es puesto en
funcionamiento de una manera creativa y novedosa, para que quede claro
que la
escena que verán quienes asisten a esa
“obra” tiene un canovaccio
que viste algo nuevo, algo viejo y algo prestado.
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Maximiliano
Marentes
Argentino. Licenciado en Sociología
y Magíster en Sociología de la
Cultura y Análisis Cultural, ambos por el Instituto de Altos
Estudios Sociales
de la Universidad Nacional de San Martín. Candidato a Doctor
en Ciencias
Sociales por la Universidad de Buenos Aires. Becario doctoral del
Consejo
Nacional de Investigaciones Científicas y
Técnicas (CONICET) con sede en el
Instituto de Investigaciones Gino Germani (IIGG-UBA). Actualmente
investiga
sobre amor en varones gays desde una perspectiva
sociológica. También ha
trabajado sobre la tensión entre familia y trabajo en
mujeres de clase media
alta y situaciones de espera en la vida cotidiana. Entre sus
publicaciones
destaca: “Amor gay en dos ficciones televisivas argentinas.
Entre la
reproducción y la contestación de la
heteronorma” (Cuadernos.Info,
2017), “Revista de bodas gay. Continuidades y
rupturas en clave de géneros discursivos (Papeles
de Trabajo, 2017).
[1] Agradezco los comentarios y las
sugerencias de Santiago Canevaro y Mariana Palumbo a una
versión previa de este
trabajo. Hago extensivo el agradecimiento a quienes evaluaron este
trabajo, que
ayudaron a mejorarlo sustancialmente.
[2]
Respeto las reglas gramaticales de número de su idioma
original, el italiano.
[3] Introduzco los
fragmentos analizados en el cuerpo del texto. Primero por una
cuestión de estética y de fluidez de la lectura. Segundo, por un distanciamiento de la pretendida objetividad de incluir verbatims, como si al introducir
literalmente tal o cual fragmento
no hubiera
alguna
elección. Uso cursivas para referirme a las palabras
textuales, ya que las comillas
interfieren en el ritmo de lectura.
[4]
Alex Freyre y José Di Bello, luego de unos años
se divorciarían. Volverían a
estar en el ojo de los medios cuando se los acusó de que se casaron no
por amor, sino por conveniencia. A expensas de esa discusión
y de otra
información sobre la ahora extinta pareja, a lo largo del trabajo recupero
la historia que Alex cuenta a la revista Amor.
[5] En una investigación sobre las
formas en que la familia fue pensada en relación con el
movimiento de
diversidad sexual argentino a lo largo de la historia, Vespucci (2017)
demuestra cómo, en parejas del mismo sexo, la descendencia
sigue siendo
definitoria de lo que se entiende por familia.
[6] Partenaire
es una noción extendida en el mundo de la danza
clásica, utilizada en otras
danzas y otras artes performativas, y refiere a la compañera
o al compañero en
una actuación. Opto por este término tanto por el
carácter escénico de las
historias de amor como porque permite reunir una gran cantidad de
categorías de
vínculos como novio, pareja, chico con el que me veo,
contacto para conocernos,
entre varias más.
[7] Del inglés, tea-room,
tetera refiere al sexo en baños públicos.
[8] La unión civil fue un cambio en la
legislación argentina que permitía que dos
personas, independientemente de su
sexo, se unieran. Fue un antecedente al matrimonio igualitario, a pesar
de sus
grandes diferencias.
[9]
Esto tampoco quiere decir que una vez que dos personas del mismo sexo
se puedan
casar ya se termina la disputa. Por el contrario, el matrimonio sigue
excluyendo otras formas de vínculos
eróticos-afectivos, como por ejemplo los de
más de dos personas.
[10]
En Argentina la propuesta de matrimonio suele ser menos ritualizada que
en
otros países. Por ejemplo, existe una gran cantidad de
videos en YouTube de partenaires de
Estados Unidos en los que
la propuesta
de casamiento adquiere un
peso simbólico muy grande. Agradezco a
Lucila Szwarc haberme facilitado algunos de esos videos.
[11]
El No sé, Tal
vez más adelante o el mismo silencio son
entendidas como
negativas.
[12] Uso el femenino ya que, por lo
general, son mujeres quienes desempeñan esta
función.
[13]
Tanto el testimonio de esta pareja como el de la siguiente, aparecieron
en inglés en el sitio web de Fabulous
Weddings: http://www.fab-weddings.com/. Por ese y otros
rasgos, como el
asesoramiento técnico y legal, es claro que el servicio
apunta a parejas
extranjeras —no solamente del mismo sexo— que quieran casarse
en Argentina.
[14] Casamientos reales
es una sección típica
en las revistas de novias, en las que se incluyen testimonios y
fotografías de bodas
no publicitarias, que realmente existieron.
[15]
La armonía es algo que los agentes de bodas buscan en todas
las celebraciones.
En una entrevista que le hacen a una especialista en ceremonial y
protocolo en
el número 48 de la revista de novias Nubilis,
esta agente de bodas exige coherencia entre los distintos elementos de
la
fiesta.