De la experiencia
a la confusión.
Masculinidades,
afectos y emociones en los relatos de varones que pagan por sexo en
Argentina
Masculinities, affections and emotions in the
stories of men who pay for
sex in Argentina
Santiago Morcillo
https://orcid.org/0000-0001-5809-8635
Universidad
de
Buenos Aires
santiagomorcillo@gmail.com
Resumen: Este
artículo aborda diferentes narrativas que aparecen en los
relatos de varones
que pagan por sexo haciendo foco en las tensiones que las dimensiones
emocionales y afectivas representan para sus masculinidades. Se busca
así complejizar
algunos
estereotipos sobre los varones que pagan por sexo y comprender las
especificidades del mercado sexual para pensar las relaciones de poder
en la
articulación entre masculinidad, emociones y afectos. Este
análisis es fruto de una etnografía virtual en
dos foros online de experiencias de
comercio sexual, en el marco de un
trabajo de campo de mayor duración con distintos actores en
el mercado sexual
argentino. Se describen tanto los relatos más modelizados,
aparentemente
despojados de emociones, como aquellos, aparentemente excepcionales,
donde
emergen afectos y confusiones que desestabilizan ciertas formas de
masculinidades. En la lectura final de estos relatos emergen los puntos
de
conexión entre ambos permitiendo poner de relieve las
ilusiones que la lógica
del mercado sexual produce.
Palabras
clave:
masculinidades, prostitución, emociones, foros online
Abstract:
This
article addresses different narratives in the stories of men who pay
for sex,
focusing on the tensions that emotional and affective dimensions
represent for
the masculinities of these men. The article aims to complicate some
stereotypes
about men who pay for sex understanding the specificities of the sex
market in
order to think about power relations in the articulation between
masculinity,
emotions and affects. This analysis is the result of a virtual
ethnography in
two online forums of experiences of commercial sex, within a
longer-term field
work with different actors in the Argentinean sex market. Both types of
stories
are described, those most modeled, apparently devoid of emotions, as
well as
those, apparently exceptional, where affects and confusions that
destabilize
certain forms of masculinities emerge. In the final reading of these
stories,
the points of connection between the two emerge, highlighting the
illusions
that the logic of the sex industry produces.
Keywords:
masculinities, prostitution, emotions, online forums
Santiago
Morcillo, Universidad de Buenos Aires
Morcillo,
S. (2020) De la experiencia a la confusión. Masculinidades,
afectos y emociones en los relatos de varones que pagan por sexo en
Argentina. Culturales, 8, e542. https://doi.org/10.22234/recu.20200801.e542
Recibido: 19
de julio de 2020
Aprobado: 16 de
octubre de 2020
Publicado: 30 de
diciembre de 2020 |
Introducción[1]
“Elles
prennent leur cul pour leur cœur”
Flaubert
¿Qué tienen que ver el
amor romántico y la
prostitución? Uno solía presentarse como
desinteresado, igualador y con un halo
espiritual, mientras que la otra parece carnal, guiada
únicamente por el
interés económico y constituida por
asimetrías. Al tiempo de haber comenzado a
investigar sobre varones que pagan por sexo me encontré con
varias historias de
enamoramientos. A pesar de haber conocido enamoramientos y
vínculos que se
desplazan del estereotipo narrados por mujeres que hacen comercio
sexual (Morcillo, 2017), la
frecuencia de las
historias de "clientes enamorados" chocaba con el cliché del
“putero”.
Además de escuchar estas historias
en
algunas entrevistas, me sorprendió comenzar a leer este tipo
de relatos
cargados de fuertes emociones e intensos afectos (expresiones como "no
sé
qué hacer me estoy volviendo loco", “intento
dominar lo que siento y no
puedo”) en el marco de los foros online
dedicados al comercio sexual. Estos foros constituyen un espacio de
homosocialidad, donde la mayoría de los foristas se
identifican como varones
cis heterosexuales. Allí los "gateros" —como
se autodenominan estos varones que pagan por sexo—
comparten y buscan información sobre "gatas" o "escorts" —como
son llamadas las mujeres que hacen comercio sexual.[2]
Los foros pueden ser rápidamente catalogados como espacios
de cosificación de
mujeres, por ejemplo, si vemos las publicidades
explícitamente sexualizadas de
mujeres. Estas imágenes acompañan los relatos de
las experiencias sexuales de
los foristas con escorts (llamadas
"XP"), donde usualmente se muestra un estilo de consumo de sexo que
parece dejar las emociones completamente de lado. En estos espacios fue
que
comencé a descubrir una cantidad importante de relatos de
confusiones amorosas,
“pasiones incontrolables”, “corazones
rotos” y otros elementos que parecían
más
propios de una novela romántica que de un foro de "puteros".
El contexto sociopolítico actual
tampoco colabora para comprender estos relatos. Los tiempos acelerados
del
cambio de siglo y la expansión viral de los feminismos en
sus diversas
variantes han permitido que los varones que pagan por sexo pasen de ser
largamente ignorados y protegidos por una relativa invisibilidad a
constituir
un estereotipo de hombre violento al que se le atribuye una
"masculinidad
hegemónica" (aunque pocas veces queda claro cómo
se usa dicho concepto) y
muchas veces el epítome de la opresión
patriarcal. Desde ciertas líneas del
feminismo radical plantean la noción de "prostituyente", que
apunta a
responsabilizar a los varones que pagan por sexo, y proponen
equipararlos con los
violadores (por ejemplo, Dworkin, 1993; Jeffreys,
2004; MacKinnon, 1993, 2011).[3]
Sin
embargo, este giro del debate y las políticas
públicas, que apenas comienza a
ser acompañado del interés por la
investigación empírica sobre este actor del
mercado sexual, aún lejos de captar la atención
que continúan teniendo quienes
venden sexo.
Algunas de las historias narradas en
los foros se alejaban del estereotipo del "putero", otras se
acercaban mucho más, y todas conviven en diálogos
que no dejan de expresar
tensiones y contradicciones entre estos varones
¿Cómo comprender la convivencia
de estos diferentes relatos? ¿Desde qué
posiciones se narra en cada caso, qué
emociones y afectos emergen en ellos? En este artículo
abordaré estas preguntas
para plantear que la producción de experiencias que tiene
lugar en estas
distintas narrativas vertidas en el marco de los foros online
son expresivas de las tensiones en las masculinidades de los
varones que pagan por sexo.
La estrategia de comprensión que
aquí planteo se aleja de
las interpretaciones “organicistas” de las
emociones –que ponen el énfasis solo
en el estrato biológico y pre-social (por
ejemplo desde las neurociencias, ver Franks en Stets & Turner,
2006)
– para concebir a las emociones como construcciones sociales
que se transforman
históricamente y están atravesadas por el
género y la clase, entre otras
dinámicas sociales. Esto ha sido estudiado puntualmente
respecto al amor
como emoción, mostrando que sus transformaciones pueden
leerse en relación con
los cambios en las estructuras sociales y el desarrollo de instancias
psíquicas
de control de las emociones o auto coacción (Elias,
1993).
Así podemos comprender la
construcción
histórica del amor romántico en sus matices,
tanto con el amor pasión –concebido
fuerza súbita que desorganiza la vida cotidiana y los
vínculos sociales (Giddens,
1998) y a veces ligada a la
sexualidad masculina (Szas, 2004) –[4]
como con sus versiones del capitalismo tardío asociadas a
formas del consumo (Bauman, 2005).
El amor romántico, que se plantea como
vínculo desinteresado y no
instrumental (Bourdieu, 2000),
ha sido
criticado desde los feminismos como una estructura que mistifica
relaciones
jerárquicas (Firestone, 1971;
Jackson, 1993)
Si bien algunos defienden la capacidad del vínculo
romántico para poner entre
paréntesis la lógica del capital (Costa, 2006),
la esfera romántica como espacio aislado ha sido
cuestionada, dado que el
capitalismo tardío alimenta la penetración de
asimetrías y los mecanismos de
dominación económica y simbólica en
los discursos y mercancías del mundo
romántico (Illouz, 2009).
Desde el contexto anglosajón Arlie
Hochschild plantea una actual “paradoja
romántica” (mayor importancia atribuida
a las satisfacciones amorosas pero creciente fragilidad de los
vínculos),
frente a la cual “una importante estrategia para manejar las
emociones consiste
en desarrollar la habilidad de limitar los vínculos
emocionales, dado que nos
adapta a la supervivencia en la cultura desestabilizadora del
capitalismo” (2008,
p. 186).
A su vez, los vínculos entre
masculinidad(es) y emociones han atravesado diversos momentos.
Alimentado por
los feminismos y los estudios de género, el cuestionamiento
de la masculinidad
como una “cosa en sí” ha llevado a la
pluralización del concepto –aunque cabe
la pregunta sobre si los usos sustancialistas de la idea de
“masculinidad
hegemónica” no replican esta
reificación–, alimentando su lectura procesual, en
clave de relaciones de género y su
distinción/vinculación respecto de la idea
de “hombre” o
“varón” (Amuchástegui
y Szazs,
2007; R. W. Connell & Messerschmidt, 2005;
Núñez, 2016; Valdés y
Olavarría,
1998). Sin embargo, desde los estudios de masculinidad
tempranamente se
elaboró una imagen de las dificultades emocionales de los
varones. Así, se ha
señalado que las formas de masculinidad ligadas al
estoicismo construyen un
férreo control emocional en los varones. Seidler (1991) afirmó que los
varones aprenden a ver las emociones como
signo de debilidad y mostrar una vulnerabilidad aparece como una
amenaza a la
masculinidad.
Esto se vincula con la división
cartesiana entre cuerpo y mente: los varones son situados en el terreno
de lo
racional/mental y alejados de lo emocional/corporal asociado a la
feminidad.
Para Kimmel (1997) la
emoción que prima
es el miedo, y el temor a ser descubierto como un fraude motiva a los
varones a
bloquear la visibilidad de sus emociones.
También desde los feminismos se han
señalado críticamente los problemas que el
sistema patriarcal y los ideales de
la masculinidad plantean en relación con las emociones de
los varones. Para
bell hooks (2004) la primera
violencia
que este sistema demanda a los varones es amputarse sus propias
emociones,
deben convertirse en "tullidos emocionales" o serán
constantemente
sometidos a rituales que minarán su autoestima. Por ello,
esta autora plantea
que los varones heterosexuales suelen carecer de capacidades para amar,
para
poner en práctica eso que a veces expresan al decir "te amo"
a sus
parejas, pues la masculinidad cercena la ternura.
Luego varias investigaciones han
señalado la necesidad de complejizar estos esquemas que
pueden conducir a
ciertos esencialismos. Chu (2014),
por
ejemplo, muestra que los niños aprenden a esconder su
capacidad y deseos de entablar
relaciones estrechas y significativas con otras personas. Sin embargo,
la
imagen de indiferencia emocional que aprenden a proyectar para
protegerse de la
vulnerabilidad y reafirmar su masculinidad, no significa que hayan
perdido sus
capacidades emotivas. Otros señalan la necesidad de una
mirada interseccional,
para Reeser & Gottzén
(2018) las
relaciones entre masculinidad y emociones deben ser pensadas tomando en
cuenta
las diferencias con relación a la clase, la raza, la
posición geográfica, entre
otras formas de desmontar el binarismo escencializante
masculino/femenino.
Proponen pensar también en los afectos, como estrato
también ligado a la
corporalidad, pero menos codificado
lingüísticamente que aquel de las emociones
(aclarando que ambos se interrelacionan y que la no-discursividad de
los
afectos pueden ser aludida en el discurso).
Para entender el contraste podemos
tomar la idea de emoción que propone Hochschild:
“una cooperación corporal con una imagen,
pensamiento o memoria de la cual el
individuo es consciente” (1979, p. 551), ello supone una
conexión directa entre
los significados de la interacción y las funciones
corporales. Aquí me interesa
poner de relieve los procesos de circulación entre afectos y
emociones, más que
explorar el carácter material pre-individual de los afectos (cf. Clough, 2008).[5]
La relación entre afecto y masculinidad nos interesa
particularmente pues “el
afecto puede ser un problema para la masculinidad normativa o
hegemónica porque
revela que un cuerpo masculino no tiene el control total, ya que el
afecto lo
afecta de manera impredecible” (Reeser,
2020, p.
104). Ahora bien, los aspectos emocionales de las
relaciones en el
mercado sexual recibirán atención
tardíamente desde las ciencias sociales y
sobre todo enfocados en quienes venden sexo –especialmente
a partir del seminal concepto de "trabajo emocional" (Hochschild,
1979).
Si bien la investigación sobre los
varones que pagan por sexo está creciendo paulatinamente,
ésta se concentra en
los países euro-anglosajones. Las perspectivas ligadas al
feminismo radical
anglosajón (potenciadas en el contexto actual de
“lucha contra la trata de
personas”) han construido un abordaje de las relaciones
prostituta-cliente
únicamente en torno a la violencia de género (Dworkin,
1993; Farley, MacLeod, Anderson, & Golding, 2011; Jeffreys,
2004;
MacKinnon, 1993, 2011). Este enfoque aparece
también en algunas
publicaciones locales (Chejter, 2011;
Galindo
& Sanchez, 2007). Sin embargo, algunas
investigaciones han
encontrado consistentemente que el aspecto emocional suele ser muy
importante
para quienes pagan por sexo. Para
Julia
O'connell Davidson ello se debe a que la masculinidad que expresan buena parte de estos
varones es vivenciada,
más que como un signo de poder, como algo que ha llevado a
su victimización
emocional y a una exclusión del cuidado (en tanto sienten
que no han recibido
un cuidado apropiado y tampoco lo pueden brindar a otras personas).
Surge así una
contradicción pues “los clientes a menudo quieren creer que, aunque la
prostituta es una trabajadora pagada, en su caso particular ella
disfruta su
trabajo y obtiene satisfacción sexual y/o emocional de su
encuentro con él” (1998,
p. 158). Según O’Connell (1998), la
prostitución les promete el control sobre su self
y el self sexual de
otra, aunque el sostenimiento de esta ficción de mutualidad
depende siempre en
parte de la prostituta. También para Hua
(2003)
la investigación empírica muestra el papel
fundamental que tienen las demandas
emocionales de los clientes y nos aleja de la lógica binaria
víctima/victimario. Para ella, la contradicción
está en los mandatos de
masculinidad que suponen a la vez el ser lujurioso y también
tener control
personal. Hua (2003) también señala que, si bien
los “juegos de enamoramiento” introducen
performances que complejizan la relación comercial, las
trabajadoras sexuales
deben encargarse del trabajo emocional que este juego supone y son los
clientes
quienes deciden en qué medida se pueden cruzar los
límites para tener una
relación íntima.
Para otras autoras,
la importancia que adquieren las emociones en el comercio sexual deben
ser
comprendidas en el marco de una transformación mayor del
mercado sexual.
Elizabeth Bernstein (2001,
2007) afirma que se ha
expandido
una modalidad de servicios sexuales que pueden entenderse como un lazo
de “amor
temporario”,[6]
conocido en el mercado como GFE (girlfriend
experience). Allí los clientes consumen la
fantasía de un encuentro
mutuamente deseado, distinto de un acto sexual puramente
mecánico y también del
compromiso romántico sin límites. Lo que para
Bernstein (2007) es
característico en las narrativas contemporáneas
de los clientes es su preferencia
por la naturaleza claramente delimitada del vínculo, buscan
una “autenticidad
limitada” (bounded authenticity)
que
garantiza una conexión emocional sin obligaciones. Bernstein
cita el testimonio
de una trabajadora sexual que señala que cuando los clientes
ven cualquier
signo que puede amenazar esos límites (como que ella ofrezca
un descuento o
encuentros gratuitos) ellos desaparecen (2007, p.130). La GFE, tal como
aparece
aquí, no es un substituto de relaciones
románticas no pagadas, expresa una ruptura
del nexo sexo-romance de la familia nuclear, hacia un consumismo tipo Playboy.
También en contexto
anglosajón, Teela Sanders (2008a,
2008b) plantea que algunos clientes de
prostitución no
buscan sexo mecánico y distante, sino una experiencia
emocional dentro de los
límites de un intercambio comercial. Estos encuentros retoman
guiones similares a los de vínculos románticos
heterosexuales, especialmente
cuando se trata de clientes regulares. Es el deseo de intimidad, tanto
física
como emocional, lo que lleva a los hombres a volverse clientes
habituales de la
misma trabajadora sexual. Según Sanders (2008a), los
clientes regulares de clase media
demuestran que buscan una experiencia cargada de emociones, mostraban
una forma
de masculinidad no-tradicional (necesidad de ser cuidado, mimado,
proximidad
emocional) y a la vez se preocupan por su performance, la
satisfacción sexual
de su partenaire y por los compromisos/ligazones y
la subsecuente
“confusión” de límites que
puede surgir de estos encuentros. Las emociones
negativas que se mencionaban iban desde el extremo del enamoramiento a
las más
comunes de bochorno, ansiedad o vacío.
Otros trabajos
retoman la noción de bounded
authenticity
para construir tipificaciones de los clientes
según su posición frente a
las emociones. Analizados foros online de clientes de
prostitución Milrod & Weitzer (2012) encontraron que un
tercio de los hilos
contenía discusiones de “intimidad
emocional” entre clientes y trabajadoras
sexuales. De allí elaboran diferentes
categorías
para los clientes: aquellos que conciben esta intimidad como una
simulación (counterfeit intimacy),
la mayoría que la
entiende como auténtica pero limitada (bounded
authenticity) y una minoría que buscaba expandir o
suspender los límites.
Milrod & Weitzer (2012) se valdrán del concepto de
“trabajo relacional”
para entender el tipo de trabajo emocional que deben realizar, no ya
las trabajadoras
sexuales, sino sus clientes, a fin de delimitar la intimidad compartida
al
marco de sus encuentros.
A diferencia de las trabajadoras
sexuales, los clientes parecían sorprendidos y poco
preparados para
involucrarse en este tipo de trabajo emocional. Asimismo,
Kong (2015)
construye otra tipología de clientes
dividiéndolos entre aquellos que tienen
una masculinidad “McSex”,
orgullosos
del número de parejas sexuales, otros con una masculinidad
“titanic”, que
buscan relaciones de
mutualidad e intimidad sin límites, y una
categoría intermedia de “masculinidad
limitada” (bounded masculinity).
En
esta última, que incluía a la mayor cantidad de
clientes, estos ponían reglas y
límites claros, pero a la vez sostenían cierto
grado de compromiso emocional
con las trabajadoras sexuales. Las otras dos categorías
(también llamados
“gusanos” y “botes hundidos”
respectivamente) eran desvalorizadas. Por el
contrario, el control de las emociones con un balance entre hedonismo
promiscuo
y romanticismo que permite dominar la calculabilidad y el manejo del
tiempo,
era valorado y visto como más
“sofisticado”. Para este autor, el mercado sexual
post-industrial de Hong Kong introduce un nuevo ethos
de
mercantilización de sexo y romance que construye
masculinidades que
compatibilizan rasgos más tradicionales y otros
contemporáneos haciéndolos
acordes a un modelo empresarial.
El trabajo de campo en el que me baso para este
artículo forma parte de una investigación
más amplia y se inserta en el marco
de un trabajo sostenido durante más de 10 años en
el mercado sexual de
Argentina. Los varones que pagan por sexo son, en buena medida, una
población
oculta y de difícil acceso. Sin embargo, los foros online son sitios web de acceso
público donde estos varones se
expresan protegidos por pseudónimos.[7]
Esto permitió conducir una etnografía virtual en
foros que, más allá de ser
sitios donde se relatan las experiencias de sexo pago, constituyen
espacios de
homosociabilidad. En algunos sentidos recrean aquel espacio del
cabaret,
especialmente en el contexto actual del mercado sexual argentino donde
las
transformaciones legales en el marco de la campaña
anti-trata han significado
el cierre de este tipo de lugares en la mayor parte del territorio.
Además de utilizar
complementariamente un conjunto de 19 entrevistas en profundidad a
varones que
pagan por sexo, se seleccionaron dos foros online
que son, según las estadísticas de Alexa.com, las
páginas más visitadas con
relación al comercio sexual en Argentina. Estos foros son
los de mayor
trayectoria, más poblados y con mayor extensión:
funcionan desde hace más de 15
años (2004-2020), desde entonces se han registrado cientos
de miles de usuarios[8]
quienes han escrito entre 2.2 y 6.7 millones de mensajes. Si bien
algunas
trabajadoras sexuales sostienen que los usuarios de los foros son un
tipo de
cliente particular, la enorme cantidad de personas que circulan y
escriben en
los foros implica una gran diversidad. A lo largo de los
años las formas de
organizar los hilos posteados por los usuarios se fueron transformando,
como
luego veremos, y los moderadores fueron habilitando nuevas secciones y
reglas.
Para trabajar sobre esta enorme
cantidad de material he desarrollado técnicas ad-hoc
que utilizo combinadamente: rastreos específicos con
términos clave los buscadores de los foros que permiten
restringir el material
para hacer lecturas con el criterio de la saturación
teórica y a partir de allí
hacer un seguimiento de los usuarios más destacados. A su
vez también llevo a
cabo una exploración más abierta navegando en
distintos sectores de los foros,
aquí ha sido fundamental la indagación en las
secciones "off topics" o
“debates generales”.
Estos espacios concentran un conjunto amplio de debates que van
más allá de los
relatos de las XP, desde temas de sexualidad, salud, parejas,
género hasta
política o fútbol.
Abiertas a pedido de los propios
usuarios –quienes “por la
buena onda entre los integrantes” buscaban donde hablar de
“otros temas”
–, estas secciones han crecido
considerablemente y, si bien no están ubicadas centralmente
en los sitios,
tienen una extensión importante considerando la cantidad
total de mensajes
(cerca del 15%). Además, para este artículo se
realizó una lectura minuciosa de
buena parte de los posteos iniciales en cada foro, en los hilos sobre
las
distintas reglas que fueron apareciendo y los debates sobre las mismas.
El género discursivo de los relatos
de encuentros sexuales pagos en los foros virtuales ha dado lugar a
críticas
desde posiciones abolicionistas o anti-prostitución. Se ha
argumentado que
disponer públicamente estos relatos disminuye la
empatía hacia las mujeres o
que constituye una cyberexplotación (cybersexplotation)
(Earle & Sharp, 2007).
Sanders
(2008b) señala la necesidad de entender el rol de estos
relatos como un
mecanismo de la industria sexual y a la vez como historias sexuales que
son
producidas y consumidas por distintos autores y audiencias.
Aquí refiere al
trabajo de Plummer (1995)
quien plantea
que narrar historias sexuales íntimas para otras personas
contribuye a forjar
identidades sexuales. Ahora bien, los contextos de narración
de estas historias
sexuales se transforman rápidamente, si Foucault (2002)
había planteado que los
individuos eran incitados a confesar sus actividades sexuales en un
consultorio
como parte de un aparato terapéutico, el ciberespacio abre
estas narrativas a
una audiencia potencialmente ilimitada y le imprime las formas
discursivas
particulares de cada espacio y de cada sociedad (por ejemplo los
relatos
analizados por Sanders (2008a) no suelen ser explícitos, lo
cual difiere
sensiblemente de las XP de los foros argentinos).
Además, para entender estos relatos,
retomo la crítica de Joan Scott (2001)
a
las concepciones que parten de la experiencia como evidencia, pues esto
bloquearía
justamente lo que interesa aquí: un análisis que
cuestione la propia producción
de la experiencia. Los relatos de las experiencias de los clientes
forman parte
de las tantas narrativas de la intimidad que circulan en las redes, con
la
singularidad de permitirnos conocer cómo estos varones
narran su masculinidad a
través de sus experiencias sexuales. Sanders (2008a)
señala que a través de
estos relatos se performa la identidad del cliente, tanto a nivel
personal como
para un público. Esta expresión muestra los
propios deseos y afirma la
masculinidad de los narradores ante el público. Al mismo
tiempo, los diálogos
que se entablan en los foros habilitan la expresión de
experiencias sexuales
frustrantes y conflictos emocionales en búsqueda de
consejos. El análisis tanto
de las narrativas de las XP como de los conflictos de los
“enamorados” nos
habilitará a comenzar a entender cómo se
articulan y tensionan masculinidad,
emociones y sexualidad con las modulaciones singulares que imprime el
contexto
local.
Las XP están en el centro de los
foros y son el tipo
de relato más compartido y más buscado. En cada
XP un forista narra su
encuentro con una escort, las
características del servicio sexual, hace
una valoración y abre a comentarios entre foristas. Esto
implica también
recomendar a algunas escorts o advertir sobre
otras, por lo cual se
presupone que hay cierto valor informativo en los relatos. Sin embargo,
muchas
veces estos relatos están ligados a una necesidad personal
de los foristas: “En
mi caso, este es un deporte q me gusta y me satisface unilateralmente,
contar
mis vivencias en el anonimato es parte de mi desahogo de no poderlas
contar en
la vida” (
Varios foristas señalan que la
principal motivación para escribir una XP es retribuir la
información obtenida
compartiendo nueva "data". Pero también están
presentes la necesidad
de narrar experiencias que no pueden compartir con otro
público e incluso el
placer "literario" de varios. Uno de los usuarios con más
trayectoria
y participación describe con fastidio: "Hay otro lastre de
novelistas
frustrados, comandos sexuales de alcoba, y psicólogos de
café. Ni hablar de los
novios, extorsionadores, promotores y ochocuarentistas[10]
varios que contribuyen a la abundante literatura fantástica
que tenemos en el
foro" (Usuario C hilo "Qué los motiva a subir una
experiencia y qué
buscan al momento de leer una?", Foro A)
La XP, como escena sexual narrada bajo una
identidad
secreta, habilita a estos varones para construir un relato que exalte
su
masculinidad. El alardeo sexual es recurrente en las relaciones
homosociales
entre varones heterosexuales. Sin embargo, quienes hacen relatos
grandilocuentes suelen ser criticados, tanto por las escorts
que los
desmienten como por los propios gateros. El vínculo entre
gateros en los foros
descansa en la necesidad de “compartir data
objetivamente” y este es uno de los
primeros aprendizajes (Morcillo,
Martynoswkyj y
De Stéfano, 2020a).
La
lectura del relato de los encuentros, narrados por un par gatero,
contiene una
búsqueda de escapar a las ilusiones publicitarias del
mercado sexual
descansando en la confianza homosocial. Sin embargo, la
tensión entre las
posibilidades narrativas del contexto de enunciación de las
XP va a poner
constantemente en cuestión su veracidad y/u objetividad. Se
inaugura así una
perpetua búsqueda por cerciorarse de la veracidad de las
características de las
escorts y su servicio. La desconfianza
se canaliza frecuentemente en acusaciones de
“fiolos” u “8-40” hacia quienes
“defienden” o “promocionan” a
una escort, y aquí también se
incluyen
quienes son sospechosos por haberse enamorado de una escort
(Morcillo, Martynoswkyj,
y De Stéfano, 2020b).
Como
resultado, desde los comienzos de ambos foros se fueron desarrollando
un
conjunto de reglas para postear XP que pretenden garantizar su
veracidad.
Así se comenzó a dar formato a los relatos de las
XP marcando una extensión
mínima y obligando a incluir datos básicos:
lugar, día, horario,
características del lugar del encuentro, arancel, servicios,
etc., según el
administrador del foro A: "Datos corroborables, cualquier cosa que haga
entender que realmente estuviste allí". Al observar las
transformaciones
en las formas de estas narrativas se observa un proceso de
modelización. En un
primer momento las XP aparecían narradas
caóticamente, de formas distintas respecto
a sus extensiones, estilos y organizadas bajo formas cambiantes y poco
claras.
Pero a través de las reglas implementadas por
administradores y moderadores de
los foros las XP comienzan a transformarse en relatos modelizados que
repiten
formulas, tal es así que uno de los usuarios platea que
tiene una "fábrica
de XP" y muchos otros usan una “plantilla”: “Lo
mismo que hace el colega FH es lo que hago yo. Tengo ya una XP armada
en el
procesador de textos y la voy adaptando a lo que viví con la
chica en
cuestión.” (Usuario D hilo “Tablas
modelo (guía) para subir experiencias y
hacer consultas. Participa!” Foro B)
El relato modelizado de la XP sigue
un guion que narra la performance sexual, desde el
momento del contacto
al encuentro, las descripciones detalladas lujuriosas, o bien
frustrantes, del
sexo y una síntesis final. Desde una mirada de alguien
ajeno, el relato de la performance
sexual puede ser la parte más llamativa de una XP, tanto por
su mayor extensión
como por el hecho de revelar detalles íntimos. Sin embargo,
para muchos gateros
la síntesis final, expresada en una tabla de valores y
puntajes, es lo que realmente
importa. Algunos plantean que las XP se dividen entre la
“poesía” y la
“data”,
o sea, entre la descripción narrada del encuentro y la tabla
de puntajes que
hace la síntesis final: “a la mayoría
seguramente le interese solo la tablita
puesto que ahí consta los datos
importantes…” (Usuario J hilo “Redactar
una
nueva experiencia - Anexo Reglas eXPeriencias” Foro A).
Imagen 1: “Tablita” de calificación Foro A
Fuente:
disponible en https://www.foroescortsar.com/foros/f14/instructivo-de-como-hacer-para-publicar-una-experiencia-con-imagenes-208109/
El punto culminante de la
modelización de las narrativas es esta síntesis
final: la “tablita”, un
recuento donde los foristas informan el valor de la tarifa, las
prácticas
sexuales incluidas en el servicio y otorgan puntajes para las distintas
partes
del cuerpo de la escort y su performance
sexual / emocional.
El uso del sistema de calificaciones
o “tablita” pretende funcionar como una forma de
objetivar las XP y construir
“data” sin las impresiones subjetivas de cada
usuario.[11]
La idea de construir una mirada objetiva y realista aparece en el uso
de una
graduación numérica para la mayor parte de los
ítems. Además, el orden de éstos
va desde los que parecen como datos menos discutibles (tarifa,
dirección) a
aquellos que son de apreciación personal y que involucran o
aluden a una
dimensión emocional. Entre estos aparecen la "onda" (el rapport) o si volverían a
repetir el
encuentro con la misma escort, lo que en la jerga
gatera se llama
"reincidir", un punto clave como veremos más adelante.
Allí también
nos importa destacar los elementos que pueden contribuir o perjudicar a
la
ilusión de intimidad que performa la escort
como si no da besos o si
"relojea" (controla el tiempo del encuentro). Finalmente aparece
graduado
el "porcentaje de uso de photoshop" como una forma de evaluar
qué tan
"reales" son las fotos con las que la escort en
cuestión se
promociona. Esta recurrente búsqueda de realismo aparece
volcada también en los
volantes con los que se ofrecían servicios sexuales y los
anuncios en los
diarios (antes de que fueran prohibidos) que contaban con fotos
solían agregar
la leyenda "100 % real".
Imagen 2: Avisos publicitarios recolectados en la vía pública
¿Dudan
de una escort? La verdadera
realidad está más allá de la XP....
Solo aquellos que se atrevan.... la
conocerán (Usuario A, hilo "Alguien se casó con
una escort?" foro A)
Hola
muchachos,
Ya
van 3 veces, que visito
una masajista que
me encanta, o sea me calienta y ademas me gusta, onda si la veo por la
calle la
invitaria a salir. Por supuesto que no estoy enganchado y entiendo
perfectamamente el juego y no me replanteo nada mas que pasarla bien
esa hora y
chau, pero si me pasa que no quiero poner mi experiencia […]
Lo que no entiendo
es porque me pasa esta idiotez? una especie de celos sin sentido,
alguna vez
les paso?” (Usuario P hilo “soy un idiota y me hago
cargo”, Foro B)
Este forista –cuyo nombre de
fantasía
remite al personaje animado del zorrino francés
constantemente enamorado–; ante
la confusión pregunta para entender a través de
la experiencia compartida con
otros. Su posición es vista como un error y una falta hacia
el colectivo
masculino de gateros. La consulta de P y la renuencia a socializar su
experiencia con los colegas gateros pone de relieve un punto clave,
también
presente en el verbatim anterior del usuario A: hay
una frontera entre
las XP y las experiencias de confusiones/enamoramientos o,
más precisamente,
aquellos vínculos donde comienzan a circular afectos que
exceden las formas más
estereotipadas del comercio sexual. Estas otras experiencias,
generalmente no
se narran en una XP, sino que lo que emerge son consultas y pedidos
ayuda de
que apelan a la comunidad gatera desde otra posición.
Entre los “debates
generales” abundan
las participaciones en hilos como: “Me enamoré de
una escort, me siento raro necesito
ayuda”, "Qué hacer cuando una
nenu[12]
te gusta demasiado" o “Cómo saber
cuándo mi escort pasa a
ser mi amante”, expresando los desconciertos que
atraviesan a muchos. Si bien estos hilos no ocupan el mismo espacio que
las XP
en los foros, están lejos de ser excepcionales; son tan
frecuentes que los
foristas se ven obligados a excusarse, como en el título del
hilo: “Se que es un
cliché pero...ESTOY
ENGANCHADISIMO CON UNA ESCORT, HASTA SOÑE CON
ELLA” (Foro A, énfasis en el
original).
En buena parte de estos relatos los foristas que inician el hilo acuden a los demás para intentar clarificar lo que les sucede. Algo los afecta, a pesar de “conocer la teoría” o saber que “es un cliché”, pierden el control. Este estado de afectación desestabiliza los sentidos, es una “confusión” y aparece sobre todo como algo inesperado, de allí que se refleje en los pedidos de ayuda a otros foristas. Varios codifican esta afección como enamoramiento, pero tampoco logran saber si son realmente correspondidos, y algunos pueden perseverar en esta duda:
Yo estoy enamorado de una escort […]
dejé de
verla, sin dar explicaciones, ella tampoco las pidió, eso
demostró que no
queria estar conmigo o tal ves le convenía que me alejara x
que tal ves
comensaba a sentir algo mas que interes por mi plata […] no
lo se y creo q jamas
lo voy a saber.. en fin no paso, tal ves fue bueno asi en mi
currículom no tengo errores,
igual creo iba hacer el mejor error de mi vida (Usuario E, hilo
"Guía para
no enamorarse de las escorts",
Foro B)
Los relatos de estos hilos ya no siguen una narrativa tan estandarizada como en las XP, omiten datos de la escort en cuestión, abandonan el rol de "evaluador" y la expresión masculina del éxito basado en una performance sexual abre paso a un registro de afectos que sitúa a los gateros en lugares de confusión y de vulnerabilidad. Esta posición se hace visible especialmente en el caso de aquellos que intentan formar una pareja (pretendidamente monogámica) con una escort:
Hola, voy a contar mi experiencia, buscando
ayuda. Hace cuatro
meses conozco a una chica escort, desde la primera noche nos conectamos
muy
bien, en resumen estamos prácticamente conviviendo, yo paso
algunos días por
trabajo fuera de la provincia. Por más que ella se esfuerce
por darme seguridad
de que me ama no logro vivir tranquilo, arreglamos un importe mensual
para sus
gastos, ya no ejerce, pero no logro vivir tranquilo por su pasado. Pase
por
ayuda de psiquiatra y sólo me aconsejó disfrutar
de esta relación, pero no
puedo separar cosas como el hecho de darle un sueldo por su
compañía, ya
conozco a su familia y ella a la mía lo cuál
genera vulnerabilidad, no se como
ser feliz completamente o dejarla y seguir mi vida […] Me
hace mal la relación,
afecta mi trabajo… También siento que la quiero.
Hace 12 años estoy divorciado,
mucho tiempo viviendo sin complicarme y ahora estoy en una
relación, no muy
sana para mi cabeza, y es algo que no quería vivir
[…] Pido consejos. Etiquetas:
desesperado (usuario X; hilo "Amo a una escort", foro B)
Aquí se hace visible cómo
el devenir
de una experiencia puede transformar el vínculo y exponer
una posición de
vulnerabilidad. Este relato pone en juego la relación entre
dos dimensiones: la
afectiva y la económica. Los foristas enamorados expresan
pérdida de control,
indefensión e incertidumbre frente a la posibilidad de estar
siendo utilizados
con un interés puramente económico. En el hilo
"qué hiciste por una
escort?" los foristas relatan favores –desde ayudas con
préstamos de
dinero hasta rescates de un departamento incendiado– que no
sienten
correspondidos y se sitúan a sí mismos como
ingenuos o directamente
"boludos" [tontos]. Muchos se quejan de sentir que son “solo
una
billetera para ellas”, pues los intentos de formar una pareja
suelen implicar
que las mujeres se retiren del mercado sexual y pasen a ser ellos los
encargados de su manutención. También el fantasma
de la infidelidad, el temor a
la figura del "cornudo", acecha a estos varones. Algunos afirman que
las escorts “siempre serán
infieles” o que “no se pueden enamorar”.
Para
buena parte de los foristas las escorts son o bien
personas con
"historias complicadas", impredecibles, o bien mujeres con un saber
sobre la sexualidad y las tácticas de infidelidad de los
varones, en cualquier
caso, la vida con ellas aparece como inviable.
Otros foristas, ante estas
experiencias de confusión/enamoramiento e intentos de formar
parejas, animan a
sus colegas a disfrutarlas y "vivirlas a fondo mientras duren". Por
ejemplo, en el hilo "Alguien se casó con una escort?", se
hizo una
pequeña encuesta consultando si se casarían con
una escort y entre 125
foristas el 67% votó positivamente. Sin embargo, una gran
cantidad de gateros
aconsejan tomar distancia, o incluso cortar inmediatamente el
vínculo sobre
todo si el "colega" está casado y es padre:
“Estimado, pensá con la
cabeza de arriba, no con la de abajo. La familia es primero y un gato
por mas
onda, es un peligro. Mucho para perder” (Usuario Z, hilo "me
enamoré de un
gato qué hago" foro b).
Esta breve intervención expresa dos
cuestiones recurrentes que ponen de relieve estructuras de pensamiento
ligadas
a las concepciones de masculinidad, género y sexualidad. En
primer lugar, alude
a lo que podríamos llamar el paradigma de "las dos cabezas"
donde los
varones parecen concebirse como seres bicéfalos atravesados
por la tensión
entre las decisiones "racionales" de una de las cabezas y las
"pasionales" de la otra. Esta concepción constituye una de
las formas
de personificación de los genitales masculinos, frecuentes
entre los varones
cis heterosexuales[13]
–otra forma, común entre gateros, es llamar
"amigo" a su pene: "el amigo de abajo se convierte a veces en nuestro
primer enemigo" (Usuario M,
hilo “qué hicieron por una escort?
Foro A). Así los estados de
afectación corporal
son enviados a la “otra cabeza” y esta
condición de supuestos bicéfalos permite
al mismo tiempo generar una narrativa para explicar su conducta y
obturar una
reflexión más profunda que ponga en
cuestión las divisiones cuerpo/mente,
afecto/razón.
A su vez, estas divisiones se hallan en línea aquí con la separación entre madre/puta, donde emergen la familia como institución fundamental donde los hombres hacen su deber, y los "gatos" como expresión, al mismo tiempo, del deseo sexual masculino y del exceso o peligro. La necesidad de mantener distinguidas estas dos esferas, e impedir que "la cabeza de abajo tome las decisiones", se expresan en las reacciones más virulentas frente a los dilemas de los enamorados. Así parece imprescindible trazar una clara línea que distinga los tipos de relaciones y, muchas veces, los tipos de mujeres. Tal es el caso de los que del hilo "[MANIFIESTO] UN GATO DEBE SER UN GATO, Y NO UNA NOVIA", surgido como reacción al leer los comentarios de otro forista que llevaba de compras a una escort como lo haría una pareja, allí se expresaba:
No voy a abrir comentario sobre lo lastimoso de
estas
observaciones, y lo mal parado que dejan al género
masculino. Alguien que
confunde a un gato que sigue haciendo de
gato con una novia, es alguien que está muy pero
muy pero muy confundido,
por no decir limado [loco]
[…] He
aquí nuestro MANIFIESTO: Que
los
gatos sean gatos. Llamar, si es posible, a uno distinto todos los
días. No
queremos que sean novias. Mucho menos (¡ay!) esposas
[…] Las reglas
del juego están establecidas para ambos lados, y el que no
tiene esto en claro
es un tarado (y en esto estamos seguros de interpretar a la gran
mayoría
silenciosa). En este foro, como en cualquier otro lugar en que nos
reunimos a
hablar de putas, queremos hablar de putas. Cuánto cobran.
Cómo son. Qué tal
cojen. Queremos oir de hazañas individuales, grupales. Raids
sexuales que nos
pongan los pelos de punta. Acrobacias olímpicas. No queremos
oir pendejadas de
enamorados que le llevan chocolates y ramos de flores a sus gatos.
Amén (Usuario
J, Foro A, énfasis en el original)
Este usuario, al postular que expresa la opinión de la "mayoría silenciosa", clama por mantener los límites tradicionales y remite con indignación al registro de las XP, la búsqueda constante de nuevas escorts y la performance sexual. Más allá del tono irónico del “manifiesto”, para varios foristas “el que se enamora de una mina [mujer] que garcha [tiene sexo] con 57 tipos, está mal de la cabeza”. Otros, que no necesariamente lo ven como una ofensa a la masculinidad o una locura, pueden optar por un estilo más pedagógico, como el usuario F que incluye en su firma la frase:
Algunas
veces conoces a una chica
que te da un servicio convencional y pasas un buen rato
Otras veces conoces a una chica que te da un servicio
sobresaliente y vas a querer volver. Pero cuando los planetas se
alinean,
conoces a una chica que sana una o más heridas en tu
corazón, y te cura la
tristeza, te deja una alegría en el alma que se queda con
vos Para siempre. No es que te
enamoraste,
es solo que encontraste un servicio súper
especial (énfasis en el original)
La posibilidad de que emerjan afectos que
sobrepasan
la frontera del “gaterío” pero que no
pueden colocarse fácilmente en el
registro del amor supone una ecuación compleja para buena
parte de estos
varones. Implica reconocer una necesidad de ese “algo
más que sexo” y al mismo
tiempo el desafío de dejarse afectar sin buscar configurar
este estado como un
enamoramiento. Es por ello que varios foristas buscan explicar esos
afectos,
codificarlos como determinadas emociones, neutralizarlos o bien
prevenir su
aparición.
Con indignación, con fastidio o con
pedagogía, las
reacciones hablan de la frecuencia con la que aparecen estas
confusiones. Por
ello, en el foro B el administrador propuso organizar una
“Guía: no enamorarse
de las escorts”, uno de
los hilos más
leídos en todo el foro con más de 10.000 visitas.
Entre los comentarios se
reiteran un conjunto de pautas para evitar el enamoramiento. Una de
ellas es no
dialogar con las escorts sobre sus vidas personales
y, especialmente, no
hablar de problemas en las relaciones de pareja –aunque las
mujeres que hacen
comercio sexual aseguran que es un tema de conversación
frecuente, no aparece
jamás en las narraciones de las XP. Otras dos pautas
introducen la dimensión
económica: no hacer ningún regalo y mantener la
tarifa pautada previamente (no
“regatear”, ni pagar dinero extra). Para varios
foristas estos puntos son
discutibles.
Por un lado, hacer regalos o pagar un
extra puede ser visto como una forma de garantizar un buen clima en el
encuentro; por el otro, muchos consideran que deben cuidar su
economía y
aprovechar cualquier descuento y, al mismo tiempo, los descuentos
suelen ser
leídos por los clientes como fruto de su atractivo y/o
capacidades sexuales.
Por ejemplo, en el hilo "levantarse a una escort"
(foro A) varios foristas plantean como deseable el
entablar vínculos sexo-afectivo con una escort
como forma de obtener
"sexo gratis". El usuario R señala que las escorts
con las que
entabló esos vínculos le dijeron que
"tenía un buen cuerpo" pero
aclara "yo a las que pude
garchar gratis fue después de muchisimas reincidencias,
años de
reincidencias".
La mayor tensión aparecerá entonces, justamente, en la principal regla para no enamorarse: evitar la “reincidencia”. Rotar entre escorts y no repetir encuentros con una misma acompañante es unánimemente señalado por los foristas como clave para evitar la confusión romántica. Sin embargo, la “reincidencia” no solo es una práctica muy habitual, sino que la propia “tablita” con la que se suele culminar cada XP ya pone en tensión esta recomendación con el último ítem “reincidencia: sí/no”. Allí cada forista, como cierre de su narración, declara si repetiría o no el encuentro con la escort de la XP en cuestión. Entonces podemos pensar que, desde el inicio, la principal estrategia para evitar las confusiones aparece contradicha por la propia modelización que imprime la “tablita” de la XP. En el hilo "Cuando se reincide y uno ya no es el mismo" (foro A), queda expresada esta tensión:
Si
la chica nos gusta demasiado o
nos enamoramos de ella, solo vamos a querer estar con esa chica, pero
si no es
así, probablemente querramos seguir probando chicas nuevas,
después de todo
para eso es el gateo. Me pasó hace años de
enamorarme perdidamente de una escort,
y no tenía (ni sentía la
necesidad o pulsión) por entonces el más
mínimo interés en ir a conocer otras
chicas, pese a la gran oferta y a las xp's que leía
acá; solo quería estar con
ella porque me volvía loco […] En
conclusión, en mi opinión solo cuando se da
una magia especial, una conexión inexplicable (la
"química",
afinidad, etc.) es que volvemos. De lo contrario, nuestros instintos
nos llevan
a seguir en esa búsqueda de alguien especial que nos llene
algún vacío, alguna
carencia, o vaya a saberse qué (Usuario H).
En este mismo comentario el objetivo
del "gateo" planteado como "probar chicas nuevas" aparece superpuesto
con "la búsqueda de alguien especial", pues encontrar a
quien
"llene el vacío" supone la exclusividad del deseo sexual; el
sexo
promiscuo planteado como un consumo recreativo se tensa con el registro
más
romántico y monogámico. No son pocos los que se
sienten frente a un frustrante
dilema: “de mis xp con escort la mitad son servicios
mediocres de malos modos,
mal actuados, faltos de vocación y las otras que son buenas
me termino
enamorando, me voy a tener que buscar otro hobby” (Usuario G, hilo
“Describiendo la situación actual (desde mi
experiencia)”, foro A).
La propia guía genera el debate y en contraste con los que reaccionan frente a la "locura" de enamorarse de una escort, otros señalan que “todos nos podemos confundir, el inconsciente nos gobierna, es inevitable”. Algunos concluyen que el drástico remedio sería abandonar el sexo pago: "Yo creo que para evitar enamorarse tendríamos que hacer algo imposible que es NO GATEAR". La experiencia de atravesar por confusiones/enamoramientos en los encuentros de comercio sexual aparece como una fatalidad que tarde o temprano arriba. Un usuario, con larga trayectoria y muy participativo en el foro, responde a las dudas de un enamorado y advierte que este destino se reitera:
Te
va a volver a pasar lo mismo: el problema no es ninguna mina [mujer] en
particular —como lo ves ahora— sino todas las
minas. Son un fierro caliente,
que te queman y a la vez no podés soltar... el problema es
ese: no podés
soltar. Con el paso del tiempo, esa huella conduce a la
depresión
(ansiolíticos, recetas truchas), que termina en una
pérdida del sentido de
realidad... ¿Sabés qué es lo
más gracioso del caso? Es que las minas tienen
este mismo problema que los tipos, pero en un 5%; las minas dejan
atrás el
pasado más fácil, y pueden asimilar de modo
equilibrado las pérdidas
(articulando emoción, sentimiento, subjetividad: logran no
desbarrancar). Es un
signo de nuestro tiempo (Usuario B, hilo “qué
hacer cuando una nenu te gusta
demasiado”, foro b)
Este comentario expresa la vivencia
de varios foristas que atravesaron la experiencia y comprenden el
problema,
pero no hallan una solución. Se hace evidente que el estado
de enamoramiento y
la subsiguiente frustración, no solo no es un evento
accidental, sino que se
reitera y aparece como ingobernable. Aquí asoma otra
posición, no es aquella
del distanciamiento que demanda "objetividad" en las XP, ni tampoco
la confusión y pedido de ayuda. Parecen abrirse
posibilidades de una reflexión sobre
la necesidad de “articular emociones” y la
contradicción que atraviesa la
posición de muchos gateros que buscan construir
vínculos sexo-afectivos sin
vulnerabilidad, tanto como el camino de retomar discursos que
mistifican los
poderes sexuales de las mujeres (capaces de "engatuzar") aparentemente
amplificados en el contexto actual.
Hemos descrito distintos tipos de narrativas,
por un
lado, las XP –modelizadas y centrales en los foros–
y, por el otro, los relatos
–marginalmente emplazados– de
confusiones/enamoramientos. A continuación, las
analizaremos en sus diferencias, mostrando como los afectos y emociones
tensionan y producen formas de masculinidades; para luego proponer los
puntos
de conexión que emergen en cómo el mercado sexual
produce estas experiencias y
que exponen nuevamente las fragilidades de estas masculinidades.
En las XP, narrar escenas de
intimidad sexuada en foros de acceso público, bajo un
pseudónimo, parece burlar
la barrera entre intimidad y publicidad –si bien al precio de
la duda sobre la
identidad “real”, o, mejor dicho, offline,
del narrador. Se conjugan el interés por la
información que puede obtener quien
lee y la construcción identitaria de quien escribe. En este
marco se da una
progresiva modelización de los relatos vertidos en las XP
como búsqueda por
depurar la objetividad de la experiencia. Así, el relato de
la XP que trasgrede
fronteras para hacer públicos, especialmente frente a otros
pares, los actos
(supuestamente) más íntimos, resultará
modelizado y estandarizado (y al mismo
tiempo modelizador respecto de las experiencias y las identidades online de los foristas).
La modelización se une a la
cuantificación de la "tablita" y así se inscribe
la experiencia en un
orden que pretende responder a unos valores homosocialmente
compartidos, y al
mismo tiempo objetiviza, homogeniza y normaliza su experiencia y la
mantiene
dentro de unos estándares comparables. En este relato, la
biologización y la
cuantificación de la sexualidad aparecen como
características que pueden
asociarse a ciertas masculinidades, al tiempo que hacen evidente la
lectura de
la sexualidad como una performance. No obstante,
buena parte de la
información apunta a identificar a las escorts
"frías", que no
dan besos, que "relojean", en definitiva, aquellas que pueden
amenazar con poner demasiado de relieve el carácter
performático y comercial
del encuentro. Todos estos elementos estandarizan y modelizan los
relatos y su
vez intentan satisfacer la necesidad de buscar una experiencia
“100% real” (al
menos en su apariencia) para evitar ser engañados por los
ardides del mercado
sexual.
En los relatos de
confusiones/enamoramientos emerge lo que se deja por fuera de la
narrativa de
la XP, lo que constituye para muchos una falla, un exceso o una falta
de gobierno
de la razón. Aquí
el pseudónimo y el espacio menos
reglado de los “debates generales” se prestan a
otros relatos, se exhiben
desconciertos y vulnerabilidades. Además, quienes narran
aparecen en una
posición de constante riesgo por perder (o nunca lograr) la
exclusividad sexual
de sus amadas y/o de hacer malas inversiones que
podrían dañarlos tanto
económica como afectivamente. Si bien estas expresiones
pueden ser leídas como
una forma de victimización masculina, aquí no
necesariamente articulan un discurso
de reivindicación masculinista (ver
Flood, 2004).
Previamente a codificar la
experiencia como “enamoramiento”, emerge un estado
de confusión. No hay aquí un
cortejo previo, ritual que según Luhmann tendría
la función de diferenciar el
amor verdadero del falso amor (1985, p. 93).
La afectación parece hacer borrosos los marcos culturales
del amor romántico y
aquellos ligados la prostitución que permitirían
distinguir un enamoramiento de
un mero encaprichamiento u obsesión, los signos corporales
de excitación que
podrían ser codificados como señales del amor
verdadero o una mera lujuria. Si
pensamos estos procesos en términos de afectos podemos dar
un margen más amplio
a la ambigüedad que los caracteriza –y
también interpretar cómo intervendrían
en
esos estados otras materialidades (la del dinero, las reacciones
físicas
ligadas al placer sexual). Las dificultades para expresar y comprender,
así
como lo inesperado de lo que sienten, remiten aquí al
terreno de los afectos,
desde el que se podrían desestabilizar estructuras
masculinas. Es por ello que,
en el espacio homosocial del foro, los “colegas”
muchas veces recodifican estas
narrativas en términos más normativos.
En los vínculos que logran escapar a
esa recodificación a veces se alude a una difusa amistad,
tal como he planteado
al analizar estos vínculos desde la perspectiva de las
mujeres que hacen
comercio sexual (Morcillo, 2017). Aquí los foristas pueden
preocuparse por el
bienestar de las escorts que frecuentan desde la
lógica de las
"ayudas". Ésta, a diferencia del amor romántico
que busca escapar de
las tensiones de la estructura social (Lindholm,
1998), supone intercambios afectivos y
sexo-económicos en relaciones
jerárquicas y con cierto grado de arbitrariedad (Piscitelli,
2011). Desde la
mirada de los varones que pagan por sexo, esta distancia
jerárquica pone en
línea las ayudas que brindan a las escorts
con el rol masculino del
proveedor-protector cuando se hallan involucrados los
vínculos familiares de
las escorts, especialmente sus hijas/os. Aquí
podríamos releer la “incapacidad para
amar” que plantea
hooks (2004), más bien como una dificultad para entablar
relaciones de cuidado
horizontales.
Ahora bien, cuando los estados
afectivos pasan a ser codificados como enamoramiento y aparece en el
horizonte
un vínculo de pareja, desaparece la posibilidad de las
amistades y las
"ayudas". Entonces se configura una ruptura de lo que Hochschild (2008)
llama las “reglas del sentimiento” (pautas morales
socialmente compartidas que
indican cuáles emociones son apropiadas en qué
contextos). Si bien reconocerse
en la vulnerabilidad que implica el enamoramiento puede ser complejo
desde
muchas masculinidades, aquí el problema para muchos es
frente a quién se hallan
en esta posición. En los comentarios de los
“colegas” emerge la imagen
estigmatizada de la "puta", como contracara de la mujer normal, o la
"civil" (como denominan en la jerga gatera a aquellas mujeres que no
hacen comercio sexual). Frente a los excesos y las desestabilizaciones
que
representan estos enamoramientos se reclama restaurar las divisiones,
no
mezclar "putas" y madres/esposas, "gaterío" y familia, y,
especialmente, no confundir "las cabezas": mantener la sexualidad
separada del afecto, mantener la racionalidad frente al desborde
emocional. Aquí,
entre el comercio sexual y el matrimonio como dos aparatos de
“captura del
deseo” (Perlongher, 1993),
el rol
masculino de proveedor familiar puede entrar en tensión con
el mandato masculino
de enfrentar el riesgo, seguir el deseo sexual y la fantasía
encarnada en una escort.
Es por esta tensión que también algunos
reaccionan aconsejando a los enamorados
"disfrutar el momento" y otros incluso plantearán que es
inevitable.
Podríamos pensar
entonces estas diferencias entre los relatos modelizados en las XP y
aquellos, más
abiertos a la dispersión, de
confusión/enamoramiento en términos de
diferencias
individuales. Por este camino podríamos construir otra
tipología (por ejemplo:
el "gatero clásico" que respeta todos los límites
–tiempo, tarifa– y las pautas del encuentro; el gatero "amigo"
que puede hacer algunos regalos, entablar vínculos
más duraderos, pero siempre
paga la tarifa y los "enamorados" que trasgreden las fronteras y
suelen perder control tanto económico como emocional).
Si bien estos tipos ideales pueden ser
válidos y útiles,
me interesa aquí trazar conexiones para ensayar
una mirada más global sobre las relaciones entre el mercado
sexual y las
masculinidades. En este sentido resulta más útil
pensar estos tipos como un
continuo, donde las experiencias se deslizan, especialmente a partir de
las
"reincidencias".
La “reincidencia”, en un
plano más general puede ser vista como
un efecto de la persistente interpelación del mercado sexual
sobre el deseo
masculino y los temores que suponen un encuentro sexual con
desconocidas. En
la mirada de los gateros conviven tanto un deseo sexual –que
muchas veces es
vivido como compulsivo– como una desconfianza sobre
quién va brindar ese sexo
y/o quienes median entre ellos y las escorts. El
foro supone un intento
de buscar subsanar esas dudas, pero acechado por la desconfianza que
generan
las identidades secretas y los intereses económicos del
propio mercado. Entonces el propio foro como
espacio discursivo homosocial moldea la experiencia como XP, construye
un relato pretendidamente objetivo sobre una escort,
dejando de lado el
carácter relacional de los encuentros sexuales. La XP se torna una unidad
consumible y repetible, la experiencia como
producto y la posibilidad de revivirla queda explícita en la
idea de la "reincidencia”.
Y allí, paradójicamente, se abren las puertas a las afectaciones y la
rarificación
respecto de aquella forma modelizada del consumo. Justamente en el
punto final
del relato modelizado, la reincidencia, marca la apertura que conecta
con todo
aquello que no se narra en las XP, los sucesivos encuentros, los
regalos, las
conversaciones íntimas, todos elementos que
podrían ser capturados en una
narrativa romántica. Las reincidencias sucesivas no suelen
ser narradas en el
foro o, en todo caso, aparecen ese otro
registro, el de la confusión y la "consulta a los
colegas”.
Así es posible comprender por
qué el
principal consejo de los gateros para evitar el enamoramiento es tan
difícil de
seguir para muchos. La búsqueda de repetir una experiencia
es la garantía de
que la experiencia ha sido placentera, la estrategia publicitaria
fundamental
al momento de promocionar una experiencia es mostrar a quienes la
atravesaron
diciendo que la repetirían. Entonces la
confusión/enamoramiento no aparece como
un caso excepcional ni particular, sino como un riesgo recurrente que se retroalimenta, a su vez, tanto
del trabajo emocional
llevado a cabo por las escorts para sostener una
ilusión de intimidad
como del estado de afectación en que entran los "gateros".
Aquí podemos pensar entonces en una
diferencia con aquellos estudios que señalan el control
emocional como forma de
construir una "autenticidad limitada" (bounded authenticity).
El fracaso recurrente de la “Guía para no
enamorarse”, pone de relieve las frecuentes
historias de confusiones/enamoramientos, y el conjunto de trasgresiones
a las
fronteras del comercio sexual que son aceptadas como ineludibles (o
incluso a
veces festejadas, como el obtener descuentos o sexo gratis). Esto nos
lleva a
pensar en la necesidad de situar las perspectivas sobre los
vínculos entre
masculinidades y (des)control afectivo-emocional y recordar el
carácter local
de las diferentes formas de masculinidades para evitar construir un
concepto estereotipado
o reificado de masculinidad –como han mostrado quienes
cuestionan las
asociaciones simplistas entre “machismo” y
masculinidades latinoamericana (ver por
ejemplo los estudios de Fuller & Gutmann
en Valdés y Olavarría, 1998) y como
advierten R. W. Connell &
Messerschmidt (2005) especialmente al pensar
las masculinidades en sociedades postcoloniales (R.
Connell, 2014). Surgen un conjunto de dudas:
¿Es posible retomar aquí
los planteos sobre el erotismo latinoamericano del ensayo de Dussel (2007) o acaso pensar
algún tipo de
legado de la atracción romántica por la femme
fatal que Archetti (2003)
descubre en
los tangos que expresan las masculinidades argentinas?
¿Cómo influyen las
trasformaciones locales de las relaciones de pareja hacia las
monogamias
seriales en las últimas décadas (Ben
e Insausti,
2017), o el giro complejo de las masculinidades locales
hacia la esfera
del consumo en el marco neoliberal representado en diversas
producciones
culturales argentinas (Vázquez,
2014)?
Por ahora solo podemos plantear estos interrogantes que demandan
más
investigación sobre la especificidad local del
carácter afectivo-emocional y
sus ligazones con las masculinidades entre los varones que pagan por
sexo en
Latinoamérica, sumada a la agenda de investigaciones a
desarrollar en el campo
de las masculinidades en nuestra región (Aguayo
& Nascimento, 2016).
Finalmente, esta propuesta de pensar
más allá de las diferencias individuales y los
tipos de clientes apunta a
comprender las intersecciones entre la lógica del mercado
sexual y los afectos
y emociones de los varones que pagan por sexo. Los deslizamientos que
salen del
margen de las XP se ligan a la necesidad de ver el sexo como algo
“real” y no
como una performance. En este punto aparecen dos
extremos: sentirse
estafados porque la performance revela su
carácter de performático o
creer la performance y entrar en el espiral
afectivo-emocional de la
reincidencia. La confusión entre “le
cul” y “le coeur”, que Flaubert pensaba como
un
problema femenino, aparece aquí entre los varones. Esta
confusión o el
enamoramiento pueden ser vistos como el éxito de una
representación realista de
la ilusión de intimidad que se compra y, a la vez, como el
fracaso del intento
por entablar una relación sexual que no implique
ningún tipo de vulnerabilidad.
Conocer estos procesos entonces, permite comenzar a pensar más ampliamente las relaciones sexo-afectivas heterosexuales y poner de relieve las necesidades afectivas y emocionales de estos hombres mostrando, una vez más, la fragilidad de sus masculinidades.[14] Aun así, es clave recordar que el hecho de que buena parte de los varones que pagan por sexo demanden trabajo emocional para nada implica que las relaciones entabladas sean menos asimétricas, pero –a diferencia de las lecturas que parten de los estereotipos de “puteros violentos” – sí nos permite conocer las especificidades de las dinámicas de poder que emergen en los vínculos de comercio sexual, si queremos luego elaborar tácticas más certeras a fin de desmontarlas.
Aguayo, F., y Nascimento, M. (2016).
Dos décadas de Estudios de Hombres y Masculinidades en
América Latina: avances
y desafíos. Sexualidad, Salud y
Sociedad
(Rio de Janeiro), 22, 207-220.
Amuchástegui, A., y Szazs, I.
(2007).
Sucede que me canso de ser hombre:
relatos y reflexiones sobre hombres y masculinidades en
México. México:
Colegio de México.
Archetti, E. P. (2003). Masculinidades,
fútbol, tango y polo en la
Argentina. Buenos Aires: Editorial Antropofagia.
Bauman, Z. (2005). Amor
líquido: acerca de la fragilidad de los
vínculos humanos. Buenos Aires: Fondo de Cultura
Económica.
Ben, P., e Insausti, J. (2017).
¡Éramos tan diferentes y nos parecemos tanto!
Cambios en las masculinidades
hétero y homosexuales durante las últimas cuatro
décadas en Argentina. En Maristany,
J. J. & Peralta, J. L. (Eds.), Cuerpos
minados. Masculinidades en Argentina. La Plata: Edulp.
Bernstein, E.
(2001). The meaning of the purchase: Desire, demand and the commerce of
sex. Ethnography, 2(3), 389-420.
Bernstein, E.
(2007). Temporarily yours : intimacy,
authenticity, and the commerce of sex. Chicago: University of
Chicago
Press.
Bourdieu, P.
(2000). La dominación masculina.
Barcelona:
Editorial Anagrama.
Chejter, S. (2011). Lugar
común : la prostitución. Buenos
Aires: Eudeba.
Chu, J. Y.
(2014). When Boys Become Boys.
Development, Relationships, and Masculinity. NY: NYU Press.
Clough, P. T.
(2008). The Affective Turn:Political Economy, Biomedia and Bodies. Theory, Culture & Society, 25(1),
1-22. doi:10.1177/0263276407085156
Connell, R.
(2014). Margin becoming centre: for a world-centred rethinking of
masculinities. NORMA, 9(4),
217-231.
doi:10.1080/18902138.2014.934078
Connell, R.
W., & Messerschmidt, J. W. (2005). Hegemonic Masculinity:
Rethinking the
Concept. Gender
and Society, 19(6), 829-859.
Costa, S. (2006). ¿Amores
fáciles?
Romanticismo y consumo en la modernidad tardía. Revista Mexicana de Sociología, 68(4),
761-782.
Dussel, E. (2007). Para
Una Erótica Latinoamericana.
Caracas: Fundación Editorial El perro y la rana.
Dworkin, A.
(1993). Prostitution and male supremacy. Michigan
Journal of Gender & Law, 1(1), 1-12.
Earle, S.
& Sharp, K. (2007). Sex in cyberspace
men who pay for sex. Aldershot, Hampshire, England;
Burlington, VT: Ashgate
Pub. Co.
Elias, N.
(1993). El
proceso de la civilización : investigaciones
sociogenéticas y psicogenéticas.
Buenos Aires: Fondo de Cultura Económico.
Farley,
M.;
MacLeod, J.; Anderson, L., & Golding, J. M. (2011). Attitudes and social characteristics of men who
buy
sex in Scotland. Psychol. Trauma Theory
Res. Pract. Policy Psychological Trauma: Theory, Research, Practice,
and
Policy, 3(4), 369-383.
Firestone, S.
(1971). The dialectic of sex : the case
for feminist revolution. New York: Bantam Books.
Flood, M.
(2004). Backlash: Angry men’s movements. In S. E. Rossi
(Ed.), The battle and backlash rage on
(pp.
261-278). Philadelphia: Xlibris Press.
Foucault,
M.
(2002). Historia de la sexualidad. Buenos Aires:
Siglo XXI.
Galindo, M. & Sanchez, S. (2007).
Ninguna mujer nace para puta. Buenos
Aires: Lavaca Editora.
Giddens, A. (1998). La
transformación de la intimidad.
Madrid: Ediciones Cátedra.
Hemmings, C. (2005). Invoking Affect. Cultural
Studies, 19(5), 548-567. doi:10.1080/09502380500365473
Hochschild,
A. R. (1979). Emotion Work, Feeling Rules, and Social Structure. American Journal of
Sociology, 85(3), 551-575.
Hochschild, A. R. (2008). La
Mercantilización de la vida Íntima :
apuntes de la casa y el trabajo. Buenos Aires; Madrid: Katz.
hooks, b.
(2004). The will to change : men,
masculinity, and love. New York: Atria Books.
Hua, C. M.
(2003). Les désirs sexuels masculins et leurs
contradictions :
masculinité, style de vie et sexualité. Le cas
des clients de prostituées à
Taiwan. [Male Sexual Desires and Their Contradictions: Masculinity,
Lifestyles,
and Sexuality]. Travail,
genre et sociétés, 10(2), 107-128.
doi:10.3917/tgs.010.0107
Illouz, E. (2009). El
consumo de la utopía romántica el amor y
las contradicciones del capitalismo. Madrid; Buenos Aires: Katz.
Jackson, S.
(1993). Even Sociologists Fall in Love: An Exploration in the Sociology
of
Emotions. Sociology, 27(2),
201-220.
Jeffreys, S.
(2004). Prostitution as a harmful cultural practice. In R. S. Whisnant,
Christine (Ed.), Not for Sale: Feminists
Resisting Prostitution and Pornography (pp. 386-399). North
Melbourne, Vic: Spinifex Press.
Kimmel, M. (1997). Homofobia, temor,
vergüenza y silencio en la identidad masculina. In
Valdés, T.y Olavarría, J. (Eds.),
Masculinidad/es. Poder y crisis (pp.
49-62). Santiago de Chile:
Isis Internacional, FLACSO Chile,.
Kong, T. S.
K. (2015). Romancing the boundary: client masculinities in the Chinese
sex
industry. Culture, Health &
Sexuality, 17(7), 810-824. doi:10.1080/13691058.2015.1004197
Laugier, S.; Molinier,
P.; Bisson, F. & Querrien, A. (2012). Prenons soin des putes.
[Let’s Take
Care of Prostitutes]. Multitudes, 48(1),
32-37. doi:10.3917/mult.048.0032
Lindholm, C.
(1998). Love and Structure. Theory,
Culture & Society, 15(3-4), 243-263.
Luhmann, N. (1985). El
amor como pasión : la codificación de la
intimidad. Barcelona:
Península.
MacKinnon, C.
(1993). Prostitution and Civil Rights. Michigan
Journal of Gender & Law, 1, 13-31.
MacKinnon, C. (2011). Trata,
Prostitución y Desigualdad. Paper
presented at the Encuentro Internacional sobre Violencia de
Género, Buenos
Aires.
Martynowskyj, E. (2018). De clientes
a varones prostituyentes. Una aproximación al proceso de
construcción de un
sujeto “repudiable”. RevIISE, 12(12), 27-36.
Milrod, C.
& Weitzer, R. (2012). The Intimacy Prism: Emotion Management
among the
Clients of Escorts. Men
and Masculinities, 15(5), 447-467.
doi:10.1177/1097184x12452148
Morcillo, S. (2017). Contrabando de
afectos, fugas de capitales y otros desplazamientos. Relaciones de sexo
comercial más allá de las fronteras de la
prostitución. Cadernos Pagu, 49.
doi:https://dx.doi.org/10.1590/18094449201700490015
Morcillo, S.; Martynoswkyj, E. y De
Stéfano, M. (2020a). Aprendiendo a
“gatear”: masculinidades y carreras morales
en varones que pagan por sexo en Argentina. . Aposta,
86, 67-85.
Morcillo, S.; Martynoswkyj, E. y De
Stéfano, M. (2020b). "Negros, mafiosos y ortibas".
Masculinidades y
proxenetas en los relatos de varones que pagan por sexo en Argentina. .
Cuestiones de Sociología, (en
prensa).
Núñez Noriega, G. (2016).
Los
estudios de género de los hombres y las masculinidades:
¿qué son y qué
estudian? Culturales, IV(1), 9-31.
O'Connell, J.
(1998). Prostitution, power, and freedom.
Ann Arbor: University of Michigan Press.
Perlongher, N. (1993). La
prostitución masculina. El negocio del
deseo. Buenos Aires: De la Urraca.
Piscitelli, A. (2011). Amor, apego e
interesse: trocas sexuais, econômicas e afetivas em
cenários transnacionais. En
Piscitelli, A.; Oliveira, G. & Olivar, J. M. N. (Eds.), Gênero, sexo, amor e dinheiro:
mobilidades
transnacionais envolvendo o Brasil (pp. 537-582). Campinas, SP: Unicamp/PAGU.
Plummer, K.
(1995). Telling Sexual Stories.
London: Routledge.
Potts, A.
(2001). The Man with Two Brains: Hegemonic masculine subjectivity and
the
discursive construction of the unreasonable penis-self. Journal
of Gender Studies, 10(2), 145-156.
doi:10.1080/09589230120053274
Reeser, T. W.
(2020). Approaching affective masculinities. En Gottzén, L.;
Mellström, U.; Shefer,
T. & Grimbeek, M. (Eds.), Routledge
international handbook of masculinity studies. London:
Routledge.
Reeser, T. W.
& Gottzén, L. (2018). Masculinity and affect: new
possibilities, new
agendas. NORMA, 13(3-4), 145-157.
doi:10.1080/18902138.2018.1528722
Sanders, T.
(2008a). Male Sexual Scripts: Intimacy, Sexuality and Pleasure in the
Purchase
of Commercial Sex. Sociology, 42(3),
400-417. doi:10.1177/0038038508088833
Sanders, T.
(2008b). Paying for pleasure men who buy
sex. Cullompton, UK; Portland, Or.: Willan.
Scott, J. W. (2001). Experiencia. La ventana, 2(13), 42-73.
Seidler, V.
J. (1991). Rediscovering masculinity :
reason, language, and sexuality. London: Routledge.
Stets, J. E.,
& Turner, J. H. (Eds.). (2006). Handbook
of the Sociology of Emotions. New York:
Springer.
Szasz, I. (2004). El discurso de las
ciencias sociales sobre las sexualidades. En Cáceres, C.;
Frasca, T.; Pecheny, M.
& Terto, J. V. (Eds.), Ciudadanía
sexual en América Latina: Abriendo el debate.
Lima: Universidad Peruana Cayetano
Heredia.
Valdés, T., y Olavarría,
J. (Eds.).
(1998). Masculinidades y equidad de
género en América Latina. Santiago:
FLACSO-Chile.
Vázquez, K.
E. (2014). Vulnerable Beings/Vulnerable Subjectivities: An Approach to
Masculinities in the Narrative of Rodolfo Fogwill. En Rocha, C. (Ed.), Modern Argentine Masculinities. Bristol:
Intellect.
Wetherell, M.
(2015). Trends in the Turn to Affect:A Social Psychological Critique. Body & Society, 21(2),
139-166. doi:10.1177/1357034x14539020
Santiago
Morcillo
Argentino. Doctor en Ciencias Sociales por la
Universidad de Buenos Aires
(UBA); Licenciado y profesor en Sociología por la
Universidad Nacional de San
Juan (UNSJ). Investigador asistente del Consejo Nacional de
Investigaciones
Científicas y Técnicas (CONICET) y docente de
Psicología Social en la UBA.
Investiga temas relacionados a sexualidad, género,
masculinidades, emociones, y
salud. Entre sus publicaciones destacan: Morcillo, S. (2019) Emociones, masculinidad y
sexualización. Investigar
sobre mercado sexual en Argentina. Reflexiones, 98,
pp. 1-21; y Morcillo,
S.; Martynoswkyj, E.; De Stéfano,
M. (2020) Aprendiendo a “gatear”: masculinidades y
carreras morales en varones
que pagan por sexo en Argentina. Aposta Revista de Ciencias Sociales, 86, pp. 67-85.
[1]
Agradezco la atenta
lectura de Karina Felitti y de las personas encargadas de la
evaluación de este
artículo, cuyos comentarios aportaron a profundizar y
clarificar varios
aspectos. Este trabajo forma parte una investigación
más amplia financiada por Proyecto
de Investigación Científica y
Tecnológica (PICT), Fondo para la
Investigación Científica y Tecnológica
(FONCyT), “Género y sexualidad en la
mirada de varones que pagan por sexo en Argentina”.
[2]
Esta denominación se
utiliza en los foros argentinos independientemente del estrato del
mercado
sexual de que se trate, por ello vemos por ejemplo hablar de "escorts callejeras".
[3]
Para un análisis de la
versión local de este proceso de construcción de
la figura del “prostituyente”
ver el artículo de Martynowskyj
(2018)
[4]
Según aclara esta
autora “las
relaciones entre amor y sexualidad están marcadas
también por las
jerarquías que caracterizan a las relaciones de
género aún en las sociedades
occidentales contemporáneas. Estas relaciones definen
características
diferentes para las sexualidades femeninas y masculinas, en las que
aparece un
predominio del amor-pasión como característica
masculina y un lazo mayor de la
sexualidad femenina con el amor romántico. Las posibilidades
de experimentar
prácticas eróticas en las que no intervengan
sentimientos amorosos aparece como
una característica más propia de lo masculino que
de lo femenino. (Szasz, 2004, p. 72)
[5]Si
bien no es posible abordar aquí en profundidad los debates
que se han producido
en el marco del “giro afectivo” (ver por ej. el
dossier compilado por Mattio y Dahbar,
en la Revista Heterotopías Vol. 3, N° 5. 2019),
resulta importante destacar que
el uso de la noción de afecto que aquí ensayo se
aleja de aquellas
aproximaciones que plantean los afectos como fuerzas que circulan
autónomamente
entre los cuerpos, siempre escindidas del plano discursivo y los
procesos
culturales de significación. Por el contrario, la
noción de afectos, como
estados corporales menos codificados culturalmente, me interesa
justamente para
explorar las formas en que estamos constantemente organizando e
intentado dar
sentidos a las intensidades afectivas, pues ello resulta clave para
comprender
sus vínculos con el poder y el privilegio (Wetherell, 2015).
Así, las
circulaciones entre cuerpo, afecto y emoción producen
patrones políticamente
marcados, pero cuyas formas están abiertas a la
retroalimentación y las
alteraciones (Hemmings, 2005).
[6]
Según Bernstein esto es
parte de un paradigma nuevo de sexo comercial que, aunque tiene
precursores
históricos –cortesanas europeas, geishas japonesas
o devadasis indias-, representa una
transformación respecto del modelo
moderno de prostitución (200, p. 171). Como veremos, resulta
difícil saber
hasta qué punto este paradigma de “sexo comercial
postindustrial” se adapta a
las configuraciones de los mercados sexuales argentinos -en un sentido
similar
apuntan las diferencias que plantea Piscitelli
(2011)
para comprender las especificidades del llamado “tercer
mundo”.
[7]
De todas formas, se ha
optado por usar un nombre de usuario con letras al azar para preservar
el
anonimato.
[8]
El foro A cuenta al
momento de escribir con 413.278 usuarios, el Foro B dejó de
mostrar esta
información a fines de 2018, hasta ese momento contaba con
192.012 usuarios
registrados.
[9]
Se ha respetado la
escritura original de los comentarios, salvo cuando los errores
afectaban la
comprensión.
[10]
En la jerga de los
clientes “fiolo” u “8-40” se
usan para designar a un proxeneta o también
alguien que defiende los intereses de las escorts
en contra de los
gateros. Algunos señalan que proviene de la jerga policial
pues sería el número
del artículo que penaba el proxenetismo.
[11]
Algunas escorts,
especialmente las novatas, discuten por el efecto objetivante que
produce la
tabla de calificación (incluso algunas exigen a sus clientes
que no narren las
XP si van a usar la tablita). Muchas veces las escorts
cuestionan la
forma extorsiva en que algunos foristas (llamados
“chaperos” en el foro) usan
las XP.
[12]
“Nenu” es otro de los
tantos sinónimos que los foristas usan para referirse a las
mujeres que hacen
comercio sexual
[13]
Esta división
no solo perpetúa la serie de divisiones
dicotómicas que estructuran la
corporalidad y sexualidad de la masculinidad hegemónica,
sino que, además,
según Potts (2001), sirve para justificar conductas de
riesgo en relación con
la salud sexual.
[14]
Es en este sentido que se
afirma que el trabajo sexual podría colaborar a desmontar
mitos de la
virilidad:
“La prostitución revela una faceta de la
dominación masculina y otro tabú: la
vulnerabilidad masculina o la dificultad de los hombres para llevar una
masculinidad que se ha vuelto frágil, fracasada
(eréctil en la cama,
competitiva en el espacio profesional, encarnando la autoridad paterna
en la
familia). Él necesita apoyos [...] En este sentido, el
trabajo sexual, como
componente esencial del capitalismo emocional, al revelar sus
habilidades de
cuidado, participa en la deconstrucción del mito de la
virilidad.” (Laugier, Molinier,
Bisson, & Querrien, 2012, p.
36)