De la experiencia a la confusión.
Masculinidades, afectos y emociones en los relatos de varones que pagan por sexo en Argentina

 From experience to confusion.
Masculinities, affections and emotions in the stories of men who pay for sex in Argentina

 
Santiago Morcillo
 https://orcid.org/0000-0001-5809-8635
Universidad de Buenos Aires
santiagomorcillo@gmail.com

 

Resumen: Este artículo aborda diferentes narrativas que aparecen en los relatos de varones que pagan por sexo haciendo foco en las tensiones que las dimensiones emocionales y afectivas representan para sus masculinidades. Se busca así complejizar algunos estereotipos sobre los varones que pagan por sexo y comprender las especificidades del mercado sexual para pensar las relaciones de poder en la articulación entre masculinidad, emociones y afectos. Este análisis es fruto de una etnografía virtual en dos foros online de experiencias de comercio sexual, en el marco de un trabajo de campo de mayor duración con distintos actores en el mercado sexual argentino. Se describen tanto los relatos más modelizados, aparentemente despojados de emociones, como aquellos, aparentemente excepcionales, donde emergen afectos y confusiones que desestabilizan ciertas formas de masculinidades. En la lectura final de estos relatos emergen los puntos de conexión entre ambos permitiendo poner de relieve las ilusiones que la lógica del mercado sexual produce.

Palabras clave: masculinidades, prostitución, emociones, foros online

Abstract: This article addresses different narratives in the stories of men who pay for sex, focusing on the tensions that emotional and affective dimensions represent for the masculinities of these men. The article aims to complicate some stereotypes about men who pay for sex understanding the specificities of the sex market in order to think about power relations in the articulation between masculinity, emotions and affects. This analysis is the result of a virtual ethnography in two online forums of experiences of commercial sex, within a longer-term field work with different actors in the Argentinean sex market. Both types of stories are described, those most modeled, apparently devoid of emotions, as well as those, apparently exceptional, where affects and confusions that destabilize certain forms of masculinities emerge. In the final reading of these stories, the points of connection between the two emerge, highlighting the illusions that the logic of the sex industry produces.

Keywords: masculinities, prostitution, emotions, online forums

Traducción:
Santiago Morcillo, Universidad de Buenos Aires

Cómo citar:
Morcillo, S. (2020) De la experiencia a la confusión. Masculinidades, afectos y emociones en los relatos de varones que pagan por sexo en Argentina. Culturales, 8, e542. https://doi.org/10.22234/recu.20200801.e542

Recibido: 19 de julio de 2020                Aprobado: 16 de octubre de 2020                    Publicado: 30 de diciembre de 2020

 

 


Introducción[1]

                                                                                                                           “Elles prennent leur cul pour leur cœur”
 
Flaubert

 
¿Qué tienen que ver el amor romántico y la prostitución? Uno solía presentarse como desinteresado, igualador y con un halo espiritual, mientras que la otra parece carnal, guiada únicamente por el interés económico y constituida por asimetrías. Al tiempo de haber comenzado a investigar sobre varones que pagan por sexo me encontré con varias historias de enamoramientos. A pesar de haber conocido enamoramientos y vínculos que se desplazan del estereotipo narrados por mujeres que hacen comercio sexual (Morcillo, 2017), la frecuencia de las historias de "clientes enamorados" chocaba con el cliché del “putero”.

Además de escuchar estas historias en algunas entrevistas, me sorprendió comenzar a leer este tipo de relatos cargados de fuertes emociones e intensos afectos (expresiones como "no sé qué hacer me estoy volviendo loco", “intento dominar lo que siento y no puedo”) en el marco de los foros online dedicados al comercio sexual. Estos foros constituyen un espacio de homosocialidad, donde la mayoría de los foristas se identifican como varones cis heterosexuales. Allí los "gateros" como se autodenominan estos varones que pagan por sexo comparten y buscan información sobre "gatas" o "escorts" como son llamadas las mujeres que hacen comercio sexual.[2] Los foros pueden ser rápidamente catalogados como espacios de cosificación de mujeres, por ejemplo, si vemos las publicidades explícitamente sexualizadas de mujeres. Estas imágenes acompañan los relatos de las experiencias sexuales de los foristas con escorts (llamadas "XP"), donde usualmente se muestra un estilo de consumo de sexo que parece dejar las emociones completamente de lado. En estos espacios fue que comencé a descubrir una cantidad importante de relatos de confusiones amorosas, “pasiones incontrolables”, “corazones rotos” y otros elementos que parecían más propios de una novela romántica que de un foro de "puteros".

El contexto sociopolítico actual tampoco colabora para comprender estos relatos. Los tiempos acelerados del cambio de siglo y la expansión viral de los feminismos en sus diversas variantes han permitido que los varones que pagan por sexo pasen de ser largamente ignorados y protegidos por una relativa invisibilidad a constituir un estereotipo de hombre violento al que se le atribuye una "masculinidad hegemónica" (aunque pocas veces queda claro cómo se usa dicho concepto) y muchas veces el epítome de la opresión patriarcal. Desde ciertas líneas del feminismo radical plantean la noción de "prostituyente", que apunta a responsabilizar a los varones que pagan por sexo, y proponen equipararlos con los violadores (por ejemplo, Dworkin, 1993; Jeffreys, 2004; MacKinnon, 1993, 2011).[3] Sin embargo, este giro del debate y las políticas públicas, que apenas comienza a ser acompañado del interés por la investigación empírica sobre este actor del mercado sexual, aún lejos de captar la atención que continúan teniendo quienes venden sexo.

Algunas de las historias narradas en los foros se alejaban del estereotipo del "putero", otras se acercaban mucho más, y todas conviven en diálogos que no dejan de expresar tensiones y contradicciones entre estos varones ¿Cómo comprender la convivencia de estos diferentes relatos? ¿Desde qué posiciones se narra en cada caso, qué emociones y afectos emergen en ellos? En este artículo abordaré estas preguntas para plantear que la producción de experiencias que tiene lugar en estas distintas narrativas vertidas en el marco de los foros online son expresivas de las tensiones en las masculinidades de los varones que pagan por sexo.

 

Extraño encuentro: emociones, afectos y masculinidades en el mercado sexual

La estrategia de comprensión que aquí planteo se aleja de las interpretaciones “organicistas” de las emociones –que ponen el énfasis solo en el estrato biológico y pre-social (por ejemplo desde las neurociencias, ver Franks en Stets & Turner, 2006) – para concebir a las emociones como construcciones sociales que se transforman históricamente y están atravesadas por el género y la clase, entre otras dinámicas sociales. Esto ha sido estudiado puntualmente respecto al amor como emoción, mostrando que sus transformaciones pueden leerse en relación con los cambios en las estructuras sociales y el desarrollo de instancias psíquicas de control de las emociones o auto coacción (Elias, 1993).

Así podemos comprender la construcción histórica del amor romántico en sus matices, tanto con el amor pasión –concebido fuerza súbita que desorganiza la vida cotidiana y los vínculos sociales (Giddens, 1998) y a veces ligada a la sexualidad masculina (Szas, 2004) [4] como con sus versiones del capitalismo tardío asociadas a formas del consumo (Bauman, 2005).  El amor romántico, que se plantea como vínculo desinteresado y no instrumental (Bourdieu, 2000), ha sido criticado desde los feminismos como una estructura que mistifica relaciones jerárquicas (Firestone, 1971; Jackson, 1993) Si bien algunos defienden la capacidad del vínculo romántico para poner entre paréntesis la lógica del capital (Costa, 2006), la esfera romántica como espacio aislado ha sido cuestionada, dado que el capitalismo tardío alimenta la penetración de asimetrías y los mecanismos de dominación económica y simbólica en los discursos y mercancías del mundo romántico (Illouz, 2009).

Desde el contexto anglosajón Arlie Hochschild plantea una actual “paradoja romántica” (mayor importancia atribuida a las satisfacciones amorosas pero creciente fragilidad de los vínculos), frente a la cual “una importante estrategia para manejar las emociones consiste en desarrollar la habilidad de limitar los vínculos emocionales, dado que nos adapta a la supervivencia en la cultura desestabilizadora del capitalismo” (2008, p. 186).

A su vez, los vínculos entre masculinidad(es) y emociones han atravesado diversos momentos. Alimentado por los feminismos y los estudios de género, el cuestionamiento de la masculinidad como una “cosa en sí” ha llevado a la pluralización del concepto –aunque cabe la pregunta sobre si los usos sustancialistas de la idea de “masculinidad hegemónica” no replican esta reificación–, alimentando su lectura procesual, en clave de relaciones de género y su distinción/vinculación respecto de la idea de “hombre” o “varón” (Amuchástegui y Szazs, 2007; R. W. Connell & Messerschmidt, 2005; Núñez, 2016; Valdés y Olavarría, 1998). Sin embargo, desde los estudios de masculinidad tempranamente se elaboró una imagen de las dificultades emocionales de los varones. Así, se ha señalado que las formas de masculinidad ligadas al estoicismo construyen un férreo control emocional en los varones. Seidler (1991) afirmó que los varones aprenden a ver las emociones como signo de debilidad y mostrar una vulnerabilidad aparece como una amenaza a la masculinidad.

Esto se vincula con la división cartesiana entre cuerpo y mente: los varones son situados en el terreno de lo racional/mental y alejados de lo emocional/corporal asociado a la feminidad. Para Kimmel (1997) la emoción que prima es el miedo, y el temor a ser descubierto como un fraude motiva a los varones a bloquear la visibilidad de sus emociones.

También desde los feminismos se han señalado críticamente los problemas que el sistema patriarcal y los ideales de la masculinidad plantean en relación con las emociones de los varones. Para bell hooks (2004) la primera violencia que este sistema demanda a los varones es amputarse sus propias emociones, deben convertirse en "tullidos emocionales" o serán constantemente sometidos a rituales que minarán su autoestima. Por ello, esta autora plantea que los varones heterosexuales suelen carecer de capacidades para amar, para poner en práctica eso que a veces expresan al decir "te amo" a sus parejas, pues la masculinidad cercena la ternura.

Luego varias investigaciones han señalado la necesidad de complejizar estos esquemas que pueden conducir a ciertos esencialismos. Chu (2014), por ejemplo, muestra que los niños aprenden a esconder su capacidad y deseos de entablar relaciones estrechas y significativas con otras personas. Sin embargo, la imagen de indiferencia emocional que aprenden a proyectar para protegerse de la vulnerabilidad y reafirmar su masculinidad, no significa que hayan perdido sus capacidades emotivas. Otros señalan la necesidad de una mirada interseccional, para Reeser & Gottzén (2018) las relaciones entre masculinidad y emociones deben ser pensadas tomando en cuenta las diferencias con relación a la clase, la raza, la posición geográfica, entre otras formas de desmontar el binarismo escencializante masculino/femenino. Proponen pensar también en los afectos, como estrato también ligado a la corporalidad, pero menos codificado lingüísticamente que aquel de las emociones (aclarando que ambos se interrelacionan y que la no-discursividad de los afectos pueden ser aludida en el discurso).

Para entender el contraste podemos tomar la idea de emoción que propone Hochschild: “una cooperación corporal con una imagen, pensamiento o memoria de la cual el individuo es consciente” (1979, p. 551), ello supone una conexión directa entre los significados de la interacción y las funciones corporales. Aquí me interesa poner de relieve los procesos de circulación entre afectos y emociones, más que explorar el carácter material pre-individual de los afectos (cf. Clough, 2008).[5] La relación entre afecto y masculinidad nos interesa particularmente pues “el afecto puede ser un problema para la masculinidad normativa o hegemónica porque revela que un cuerpo masculino no tiene el control total, ya que el afecto lo afecta de manera impredecible” (Reeser, 2020, p. 104). Ahora bien, los aspectos emocionales de las relaciones en el mercado sexual recibirán atención tardíamente desde las ciencias sociales y sobre todo enfocados en quienes venden sexo especialmente a partir del seminal concepto de "trabajo emocional" (Hochschild, 1979).

Si bien la investigación sobre los varones que pagan por sexo está creciendo paulatinamente, ésta se concentra en los países euro-anglosajones. Las perspectivas ligadas al feminismo radical anglosajón (potenciadas en el contexto actual de “lucha contra la trata de personas”) han construido un abordaje de las relaciones prostituta-cliente únicamente en torno a la violencia de género (Dworkin, 1993; Farley, MacLeod, Anderson, & Golding, 2011; Jeffreys, 2004; MacKinnon, 1993, 2011). Este enfoque aparece también en algunas publicaciones locales (Chejter, 2011; Galindo & Sanchez, 2007). Sin embargo, algunas investigaciones han encontrado consistentemente que el aspecto emocional suele ser muy importante para quienes pagan por sexo. Para Julia O'connell Davidson ello se debe a que la masculinidad que expresan buena parte de estos varones es vivenciada, más que como un signo de poder, como algo que ha llevado a su victimización emocional y a una exclusión del cuidado (en tanto sienten que no han recibido un cuidado apropiado y tampoco lo pueden brindar a otras personas).

Surge así una contradicción pues “los clientes a menudo quieren creer que, aunque la prostituta es una trabajadora pagada, en su caso particular ella disfruta su trabajo y obtiene satisfacción sexual y/o emocional de su encuentro con él” (1998, p. 158). Según O’Connell (1998), la prostitución les promete el control sobre su self y el self sexual de otra, aunque el sostenimiento de esta ficción de mutualidad depende siempre en parte de la prostituta. También para Hua (2003) la investigación empírica muestra el papel fundamental que tienen las demandas emocionales de los clientes y nos aleja de la lógica binaria víctima/victimario. Para ella, la contradicción está en los mandatos de masculinidad que suponen a la vez el ser lujurioso y también tener control personal. Hua (2003) también señala que, si bien los “juegos de enamoramiento” introducen performances que complejizan la relación comercial, las trabajadoras sexuales deben encargarse del trabajo emocional que este juego supone y son los clientes quienes deciden en qué medida se pueden cruzar los límites para tener una relación íntima.

Para otras autoras, la importancia que adquieren las emociones en el comercio sexual deben ser comprendidas en el marco de una transformación mayor del mercado sexual. Elizabeth Bernstein (2001, 2007) afirma que se ha expandido una modalidad de servicios sexuales que pueden entenderse como un lazo de “amor temporario”,[6] conocido en el mercado como GFE (girlfriend experience). Allí los clientes consumen la fantasía de un encuentro mutuamente deseado, distinto de un acto sexual puramente mecánico y también del compromiso romántico sin límites. Lo que para Bernstein (2007) es característico en las narrativas contemporáneas de los clientes es su preferencia por la naturaleza claramente delimitada del vínculo, buscan una “autenticidad limitada” (bounded authenticity) que garantiza una conexión emocional sin obligaciones. Bernstein cita el testimonio de una trabajadora sexual que señala que cuando los clientes ven cualquier signo que puede amenazar esos límites (como que ella ofrezca un descuento o encuentros gratuitos) ellos desaparecen (2007, p.130). La GFE, tal como aparece aquí, no es un substituto de relaciones románticas no pagadas, expresa una ruptura del nexo sexo-romance de la familia nuclear, hacia un consumismo tipo Playboy.

También en contexto anglosajón, Teela Sanders (2008a, 2008b) plantea que algunos clientes de prostitución no buscan sexo mecánico y distante, sino una experiencia emocional dentro de los límites de un intercambio comercial. Estos encuentros retoman guiones similares a los de vínculos románticos heterosexuales, especialmente cuando se trata de clientes regulares. Es el deseo de intimidad, tanto física como emocional, lo que lleva a los hombres a volverse clientes habituales de la misma trabajadora sexual. Según Sanders (2008a), los clientes regulares de clase media demuestran que buscan una experiencia cargada de emociones, mostraban una forma de masculinidad no-tradicional (necesidad de ser cuidado, mimado, proximidad emocional) y a la vez se preocupan por su performance, la satisfacción sexual de su partenaire y por los compromisos/ligazones y la subsecuente “confusión” de límites que puede surgir de estos encuentros. Las emociones negativas que se mencionaban iban desde el extremo del enamoramiento a las más comunes de bochorno, ansiedad o vacío.

Otros trabajos retoman la noción de bounded authenticity para construir tipificaciones de los clientes según su posición frente a las emociones. Analizados foros online de clientes de prostitución Milrod & Weitzer (2012) encontraron que un tercio de los hilos contenía discusiones de “intimidad emocional” entre clientes y trabajadoras sexuales. De allí elaboran diferentes categorías para los clientes: aquellos que conciben esta intimidad como una simulación (counterfeit intimacy), la mayoría que la entiende como auténtica pero limitada (bounded authenticity) y una minoría que buscaba expandir o suspender los límites. Milrod & Weitzer (2012) se valdrán del concepto de “trabajo relacional” para entender el tipo de trabajo emocional que deben realizar, no ya las trabajadoras sexuales, sino sus clientes, a fin de delimitar la intimidad compartida al marco de sus encuentros.

A diferencia de las trabajadoras sexuales, los clientes parecían sorprendidos y poco preparados para involucrarse en este tipo de trabajo emocional. Asimismo, Kong (2015) construye otra tipología de clientes dividiéndolos entre aquellos que tienen una masculinidad “McSex”, orgullosos del número de parejas sexuales, otros con una masculinidad “titanic”, que buscan relaciones de mutualidad e intimidad sin límites, y una categoría intermedia de “masculinidad limitada” (bounded masculinity). En esta última, que incluía a la mayor cantidad de clientes, estos ponían reglas y límites claros, pero a la vez sostenían cierto grado de compromiso emocional con las trabajadoras sexuales. Las otras dos categorías (también llamados “gusanos” y “botes hundidos” respectivamente) eran desvalorizadas. Por el contrario, el control de las emociones con un balance entre hedonismo promiscuo y romanticismo que permite dominar la calculabilidad y el manejo del tiempo, era valorado y visto como más “sofisticado”. Para este autor, el mercado sexual post-industrial de Hong Kong introduce un nuevo ethos de mercantilización de sexo y romance que construye masculinidades que compatibilizan rasgos más tradicionales y otros contemporáneos haciéndolos acordes a un modelo empresarial.

 

Metodología. Experiencias y relatos en el espacio online

El trabajo de campo en el que me baso para este artículo forma parte de una investigación más amplia y se inserta en el marco de un trabajo sostenido durante más de 10 años en el mercado sexual de Argentina. Los varones que pagan por sexo son, en buena medida, una población oculta y de difícil acceso. Sin embargo, los foros online son sitios web de acceso público donde estos varones se expresan protegidos por pseudónimos.[7] Esto permitió conducir una etnografía virtual en foros que, más allá de ser sitios donde se relatan las experiencias de sexo pago, constituyen espacios de homosociabilidad. En algunos sentidos recrean aquel espacio del cabaret, especialmente en el contexto actual del mercado sexual argentino donde las transformaciones legales en el marco de la campaña anti-trata han significado el cierre de este tipo de lugares en la mayor parte del territorio.

Además de utilizar complementariamente un conjunto de 19 entrevistas en profundidad a varones que pagan por sexo, se seleccionaron dos foros online que son, según las estadísticas de Alexa.com, las páginas más visitadas con relación al comercio sexual en Argentina. Estos foros son los de mayor trayectoria, más poblados y con mayor extensión: funcionan desde hace más de 15 años (2004-2020), desde entonces se han registrado cientos de miles de usuarios[8] quienes han escrito entre 2.2 y 6.7 millones de mensajes. Si bien algunas trabajadoras sexuales sostienen que los usuarios de los foros son un tipo de cliente particular, la enorme cantidad de personas que circulan y escriben en los foros implica una gran diversidad. A lo largo de los años las formas de organizar los hilos posteados por los usuarios se fueron transformando, como luego veremos, y los moderadores fueron habilitando nuevas secciones y reglas.

Para trabajar sobre esta enorme cantidad de material he desarrollado técnicas ad-hoc que utilizo combinadamente: rastreos específicos con términos clave los buscadores de los foros que permiten restringir el material para hacer lecturas con el criterio de la saturación teórica y a partir de allí hacer un seguimiento de los usuarios más destacados. A su vez también llevo a cabo una exploración más abierta navegando en distintos sectores de los foros, aquí ha sido fundamental la indagación en las secciones "off topics" o “debates generales”. Estos espacios concentran un conjunto amplio de debates que van más allá de los relatos de las XP, desde temas de sexualidad, salud, parejas, género hasta política o fútbol.

Abiertas a pedido de los propios usuarios quienes “por la buena onda entre los integrantes” buscaban donde hablar de “otros temas”, estas secciones han crecido considerablemente y, si bien no están ubicadas centralmente en los sitios, tienen una extensión importante considerando la cantidad total de mensajes (cerca del 15%). Además, para este artículo se realizó una lectura minuciosa de buena parte de los posteos iniciales en cada foro, en los hilos sobre las distintas reglas que fueron apareciendo y los debates sobre las mismas.

El género discursivo de los relatos de encuentros sexuales pagos en los foros virtuales ha dado lugar a críticas desde posiciones abolicionistas o anti-prostitución. Se ha argumentado que disponer públicamente estos relatos disminuye la empatía hacia las mujeres o que constituye una cyberexplotación (cybersexplotation) (Earle & Sharp, 2007). Sanders (2008b) señala la necesidad de entender el rol de estos relatos como un mecanismo de la industria sexual y a la vez como historias sexuales que son producidas y consumidas por distintos autores y audiencias. Aquí refiere al trabajo de Plummer (1995) quien plantea que narrar historias sexuales íntimas para otras personas contribuye a forjar identidades sexuales. Ahora bien, los contextos de narración de estas historias sexuales se transforman rápidamente, si Foucault (2002) había planteado que los individuos eran incitados a confesar sus actividades sexuales en un consultorio como parte de un aparato terapéutico, el ciberespacio abre estas narrativas a una audiencia potencialmente ilimitada y le imprime las formas discursivas particulares de cada espacio y de cada sociedad (por ejemplo los relatos analizados por Sanders (2008a) no suelen ser explícitos, lo cual difiere sensiblemente de las XP de los foros argentinos).

Además, para entender estos relatos, retomo la crítica de Joan Scott (2001) a las concepciones que parten de la experiencia como evidencia, pues esto bloquearía justamente lo que interesa aquí: un análisis que cuestione la propia producción de la experiencia. Los relatos de las experiencias de los clientes forman parte de las tantas narrativas de la intimidad que circulan en las redes, con la singularidad de permitirnos conocer cómo estos varones narran su masculinidad a través de sus experiencias sexuales. Sanders (2008a) señala que a través de estos relatos se performa la identidad del cliente, tanto a nivel personal como para un público. Esta expresión muestra los propios deseos y afirma la masculinidad de los narradores ante el público. Al mismo tiempo, los diálogos que se entablan en los foros habilitan la expresión de experiencias sexuales frustrantes y conflictos emocionales en búsqueda de consejos. El análisis tanto de las narrativas de las XP como de los conflictos de los “enamorados” nos habilitará a comenzar a entender cómo se articulan y tensionan masculinidad, emociones y sexualidad con las modulaciones singulares que imprime el contexto local.

 

La búsqueda del 100% real. De la desconfianza a la cuantificación

Las XP están en el centro de los foros y son el tipo de relato más compartido y más buscado. En cada XP un forista narra su encuentro con una escort, las características del servicio sexual, hace una valoración y abre a comentarios entre foristas. Esto implica también recomendar a algunas escorts o advertir sobre otras, por lo cual se presupone que hay cierto valor informativo en los relatos. Sin embargo, muchas veces estos relatos están ligados a una necesidad personal de los foristas: “En mi caso, este es un deporte q me gusta y me satisface unilateralmente, contar mis vivencias en el anonimato es parte de mi desahogo de no poderlas contar en la vida” (Usuario T, hilo "por qué el gatero no cuenta sus experiencias?" foro B). [9]

Varios foristas señalan que la principal motivación para escribir una XP es retribuir la información obtenida compartiendo nueva "data". Pero también están presentes la necesidad de narrar experiencias que no pueden compartir con otro público e incluso el placer "literario" de varios. Uno de los usuarios con más trayectoria y participación describe con fastidio: "Hay otro lastre de novelistas frustrados, comandos sexuales de alcoba, y psicólogos de café. Ni hablar de los novios, extorsionadores, promotores y ochocuarentistas[10] varios que contribuyen a la abundante literatura fantástica que tenemos en el foro" (Usuario C hilo "Qué los motiva a subir una experiencia y qué buscan al momento de leer una?", Foro A)

La XP, como escena sexual narrada bajo una identidad secreta, habilita a estos varones para construir un relato que exalte su masculinidad. El alardeo sexual es recurrente en las relaciones homosociales entre varones heterosexuales. Sin embargo, quienes hacen relatos grandilocuentes suelen ser criticados, tanto por las escorts que los desmienten como por los propios gateros. El vínculo entre gateros en los foros descansa en la necesidad de “compartir data objetivamente” y este es uno de los primeros aprendizajes (Morcillo, Martynoswkyj y De Stéfano, 2020a).

La lectura del relato de los encuentros, narrados por un par gatero, contiene una búsqueda de escapar a las ilusiones publicitarias del mercado sexual descansando en la confianza homosocial. Sin embargo, la tensión entre las posibilidades narrativas del contexto de enunciación de las XP va a poner constantemente en cuestión su veracidad y/u objetividad. Se inaugura así una perpetua búsqueda por cerciorarse de la veracidad de las características de las escorts y su servicio. La desconfianza se canaliza frecuentemente en acusaciones de “fiolos” u “8-40” hacia quienes “defienden” o “promocionan” a una escort, y aquí también se incluyen quienes son sospechosos por haberse enamorado de una escort (Morcillo, Martynoswkyj, y De Stéfano, 2020b).

Como resultado, desde los comienzos de ambos foros se fueron desarrollando un conjunto de reglas para postear XP que pretenden garantizar su veracidad. Así se comenzó a dar formato a los relatos de las XP marcando una extensión mínima y obligando a incluir datos básicos: lugar, día, horario, características del lugar del encuentro, arancel, servicios, etc., según el administrador del foro A: "Datos corroborables, cualquier cosa que haga entender que realmente estuviste allí". Al observar las transformaciones en las formas de estas narrativas se observa un proceso de modelización. En un primer momento las XP aparecían narradas caóticamente, de formas distintas respecto a sus extensiones, estilos y organizadas bajo formas cambiantes y poco claras. Pero a través de las reglas implementadas por administradores y moderadores de los foros las XP comienzan a transformarse en relatos modelizados que repiten formulas, tal es así que uno de los usuarios platea que tiene una "fábrica de XP" y muchos otros usan una “plantilla”:Lo mismo que hace el colega FH es lo que hago yo. Tengo ya una XP armada en el procesador de textos y la voy adaptando a lo que viví con la chica en cuestión.” (Usuario D hilo “Tablas modelo (guía) para subir experiencias y hacer consultas. Participa!” Foro B)

El relato modelizado de la XP sigue un guion que narra la performance sexual, desde el momento del contacto al encuentro, las descripciones detalladas lujuriosas, o bien frustrantes, del sexo y una síntesis final. Desde una mirada de alguien ajeno, el relato de la performance sexual puede ser la parte más llamativa de una XP, tanto por su mayor extensión como por el hecho de revelar detalles íntimos. Sin embargo, para muchos gateros la síntesis final, expresada en una tabla de valores y puntajes, es lo que realmente importa. Algunos plantean que las XP se dividen entre la “poesía” y la “data”, o sea, entre la descripción narrada del encuentro y la tabla de puntajes que hace la síntesis final: “a la mayoría seguramente le interese solo la tablita puesto que ahí consta los datos importantes…” (Usuario J hilo “Redactar una nueva experiencia - Anexo Reglas eXPeriencias” Foro A).

Imagen 1: “Tablita” de calificación Foro A


Fuente: disponible en https://www.foroescortsar.com/foros/f14/instructivo-de-como-hacer-para-publicar-una-experiencia-con-imagenes-208109/

 

El punto culminante de la modelización de las narrativas es esta síntesis final: la “tablita”, un recuento donde los foristas informan el valor de la tarifa, las prácticas sexuales incluidas en el servicio y otorgan puntajes para las distintas partes del cuerpo de la escort y su performance sexual / emocional.

Entre los primeros debates del foro A es posible rastrear cómo se originó el uso de la “tablita”. El administrador del Foro A explicaba a un forista: “Creo que con el sistema de calificaciones cada uno puede sacar sus propias conclusiones. Hay una frase que dice que los números son más fríos que las palabras, creo que se aplica perfectamente a este caso.” (hilo Inés, Foro A, énfasis en el original)

El uso del sistema de calificaciones o “tablita” pretende funcionar como una forma de objetivar las XP y construir “data” sin las impresiones subjetivas de cada usuario.[11] La idea de construir una mirada objetiva y realista aparece en el uso de una graduación numérica para la mayor parte de los ítems. Además, el orden de éstos va desde los que parecen como datos menos discutibles (tarifa, dirección) a aquellos que son de apreciación personal y que involucran o aluden a una dimensión emocional. Entre estos aparecen la "onda" (el rapport) o si volverían a repetir el encuentro con la misma escort, lo que en la jerga gatera se llama "reincidir", un punto clave como veremos más adelante. Allí también nos importa destacar los elementos que pueden contribuir o perjudicar a la ilusión de intimidad que performa la escort como si no da besos o si "relojea" (controla el tiempo del encuentro). Finalmente aparece graduado el "porcentaje de uso de photoshop" como una forma de evaluar qué tan "reales" son las fotos con las que la escort en cuestión se promociona. Esta recurrente búsqueda de realismo aparece volcada también en los volantes con los que se ofrecían servicios sexuales y los anuncios en los diarios (antes de que fueran prohibidos) que contaban con fotos solían agregar la leyenda "100 % real".

 

Imagen 2: Avisos publicitarios recolectados en la vía pública

 

Más allá de la XP

¿Dudan de una escort? La verdadera realidad está más allá de la XP.... Solo aquellos que se atrevan.... la conocerán (Usuario A, hilo "Alguien se casó con una escort?" foro A)

Hola muchachos,

Ya van 3 veces, que visito una masajista que me encanta, o sea me calienta y ademas me gusta, onda si la veo por la calle la invitaria a salir. Por supuesto que no estoy enganchado y entiendo perfectamamente el juego y no me replanteo nada mas que pasarla bien esa hora y chau, pero si me pasa que no quiero poner mi experiencia […] Lo que no entiendo es porque me pasa esta idiotez? una especie de celos sin sentido, alguna vez les paso?” (Usuario P hilo “soy un idiota y me hago cargo”, Foro B)

 

Este forista –cuyo nombre de fantasía remite al personaje animado del zorrino francés constantemente enamorado–; ante la confusión pregunta para entender a través de la experiencia compartida con otros. Su posición es vista como un error y una falta hacia el colectivo masculino de gateros. La consulta de P y la renuencia a socializar su experiencia con los colegas gateros pone de relieve un punto clave, también presente en el verbatim anterior del usuario A: hay una frontera entre las XP y las experiencias de confusiones/enamoramientos o, más precisamente, aquellos vínculos donde comienzan a circular afectos que exceden las formas más estereotipadas del comercio sexual. Estas otras experiencias, generalmente no se narran en una XP, sino que lo que emerge son consultas y pedidos ayuda de que apelan a la comunidad gatera desde otra posición.

Entre los “debates generales” abundan las participaciones en hilos como: “Me enamoré de una escort, me siento raro necesito ayuda”, "Qué hacer cuando una nenu[12] te gusta demasiado" o “Cómo saber cuándo mi escort pasa a ser mi amante”, expresando los desconciertos que atraviesan a muchos. Si bien estos hilos no ocupan el mismo espacio que las XP en los foros, están lejos de ser excepcionales; son tan frecuentes que los foristas se ven obligados a excusarse, como en el título del hilo: “Se que es un cliché pero...ESTOY ENGANCHADISIMO CON UNA ESCORT, HASTA SOÑE CON ELLA” (Foro A, énfasis en el original).

En buena parte de estos relatos los foristas que inician el hilo acuden a los demás para intentar clarificar lo que les sucede. Algo los afecta, a pesar de “conocer la teoría” o saber que “es un cliché”, pierden el control. Este estado de afectación desestabiliza los sentidos, es una “confusión” y aparece sobre todo como algo inesperado, de allí que se refleje en los pedidos de ayuda a otros foristas. Varios codifican esta afección como enamoramiento, pero tampoco logran saber si son realmente correspondidos, y algunos pueden perseverar en esta duda:

Yo estoy enamorado de una escort […] dejé de verla, sin dar explicaciones, ella tampoco las pidió, eso demostró que no queria estar conmigo o tal ves le convenía que me alejara x que tal ves comensaba a sentir algo mas que interes por mi plata […] no lo se y creo q jamas lo voy a saber.. en fin no paso, tal ves fue bueno asi en mi currículom no tengo errores, igual creo iba hacer el mejor error de mi vida (Usuario E, hilo "Guía para no enamorarse de las escorts", Foro B)

 

Los relatos de estos hilos ya no siguen una narrativa tan estandarizada como en las XP, omiten datos de la escort en cuestión, abandonan el rol de "evaluador" y la expresión masculina del éxito basado en una performance sexual abre paso a un registro de afectos que sitúa a los gateros en lugares de confusión y de vulnerabilidad. Esta posición se hace visible especialmente en el caso de aquellos que intentan formar una pareja (pretendidamente monogámica) con una escort:

Hola, voy a contar mi experiencia, buscando ayuda. Hace cuatro meses conozco a una chica escort, desde la primera noche nos conectamos muy bien, en resumen estamos prácticamente conviviendo, yo paso algunos días por trabajo fuera de la provincia. Por más que ella se esfuerce por darme seguridad de que me ama no logro vivir tranquilo, arreglamos un importe mensual para sus gastos, ya no ejerce, pero no logro vivir tranquilo por su pasado. Pase por ayuda de psiquiatra y sólo me aconsejó disfrutar de esta relación, pero no puedo separar cosas como el hecho de darle un sueldo por su compañía, ya conozco a su familia y ella a la mía lo cuál genera vulnerabilidad, no se como ser feliz completamente o dejarla y seguir mi vida […] Me hace mal la relación, afecta mi trabajo… También siento que la quiero. Hace 12 años estoy divorciado, mucho tiempo viviendo sin complicarme y ahora estoy en una relación, no muy sana para mi cabeza, y es algo que no quería vivir […] Pido consejos. Etiquetas: desesperado (usuario X; hilo "Amo a una escort", foro B)

 

Aquí se hace visible cómo el devenir de una experiencia puede transformar el vínculo y exponer una posición de vulnerabilidad. Este relato pone en juego la relación entre dos dimensiones: la afectiva y la económica. Los foristas enamorados expresan pérdida de control, indefensión e incertidumbre frente a la posibilidad de estar siendo utilizados con un interés puramente económico. En el hilo "qué hiciste por una escort?" los foristas relatan favores –desde ayudas con préstamos de dinero hasta rescates de un departamento incendiado– que no sienten correspondidos y se sitúan a sí mismos como ingenuos o directamente "boludos" [tontos]. Muchos se quejan de sentir que son “solo una billetera para ellas”, pues los intentos de formar una pareja suelen implicar que las mujeres se retiren del mercado sexual y pasen a ser ellos los encargados de su manutención. También el fantasma de la infidelidad, el temor a la figura del "cornudo", acecha a estos varones. Algunos afirman que las escorts “siempre serán infieles” o que “no se pueden enamorar”. Para buena parte de los foristas las escorts son o bien personas con "historias complicadas", impredecibles, o bien mujeres con un saber sobre la sexualidad y las tácticas de infidelidad de los varones, en cualquier caso, la vida con ellas aparece como inviable.

Otros foristas, ante estas experiencias de confusión/enamoramiento e intentos de formar parejas, animan a sus colegas a disfrutarlas y "vivirlas a fondo mientras duren". Por ejemplo, en el hilo "Alguien se casó con una escort?", se hizo una pequeña encuesta consultando si se casarían con una escort y entre 125 foristas el 67% votó positivamente. Sin embargo, una gran cantidad de gateros aconsejan tomar distancia, o incluso cortar inmediatamente el vínculo sobre todo si el "colega" está casado y es padre: “Estimado, pensá con la cabeza de arriba, no con la de abajo. La familia es primero y un gato por mas onda, es un peligro. Mucho para perder” (Usuario Z, hilo "me enamoré de un gato qué hago" foro b).

Esta breve intervención expresa dos cuestiones recurrentes que ponen de relieve estructuras de pensamiento ligadas a las concepciones de masculinidad, género y sexualidad. En primer lugar, alude a lo que podríamos llamar el paradigma de "las dos cabezas" donde los varones parecen concebirse como seres bicéfalos atravesados por la tensión entre las decisiones "racionales" de una de las cabezas y las "pasionales" de la otra. Esta concepción constituye una de las formas de personificación de los genitales masculinos, frecuentes entre los varones cis heterosexuales[13] –otra forma, común entre gateros, es llamar "amigo" a su pene: "el amigo de abajo se convierte a veces en nuestro primer enemigo" (Usuario M, hilo “qué hicieron por una escort? Foro A). Así los estados de afectación corporal son enviados a la “otra cabeza” y esta condición de supuestos bicéfalos permite al mismo tiempo generar una narrativa para explicar su conducta y obturar una reflexión más profunda que ponga en cuestión las divisiones cuerpo/mente, afecto/razón.

A su vez, estas divisiones se hallan en línea aquí con la separación entre madre/puta, donde emergen la familia como institución fundamental donde los hombres hacen su deber, y los "gatos" como expresión, al mismo tiempo, del deseo sexual masculino y del exceso o peligro. La necesidad de mantener distinguidas estas dos esferas, e impedir que "la cabeza de abajo tome las decisiones", se expresan en las reacciones más virulentas frente a los dilemas de los enamorados. Así parece imprescindible trazar una clara línea que distinga los tipos de relaciones y, muchas veces, los tipos de mujeres. Tal es el caso de los que del hilo "[MANIFIESTO] UN GATO DEBE SER UN GATO, Y NO UNA NOVIA", surgido como reacción al leer los comentarios de otro forista que llevaba de compras a una escort como lo haría una pareja, allí se expresaba:

No voy a abrir comentario sobre lo lastimoso de estas observaciones, y lo mal parado que dejan al género masculino. Alguien que confunde a un gato que sigue haciendo de gato con una novia, es alguien que está muy pero muy pero muy confundido, por no decir limado [loco] […] He aquí nuestro MANIFIESTO: Que los gatos sean gatos. Llamar, si es posible, a uno distinto todos los días. No queremos que sean novias. Mucho menos (¡ay!) esposas […] Las reglas del juego están establecidas para ambos lados, y el que no tiene esto en claro es un tarado (y en esto estamos seguros de interpretar a la gran mayoría silenciosa). En este foro, como en cualquier otro lugar en que nos reunimos a hablar de putas, queremos hablar de putas. Cuánto cobran. Cómo son. Qué tal cojen. Queremos oir de hazañas individuales, grupales. Raids sexuales que nos pongan los pelos de punta. Acrobacias olímpicas. No queremos oir pendejadas de enamorados que le llevan chocolates y ramos de flores a sus gatos. Amén (Usuario J, Foro A, énfasis en el original)

 

Este usuario, al postular que expresa la opinión de la "mayoría silenciosa", clama por mantener los límites tradicionales y remite con indignación al registro de las XP, la búsqueda constante de nuevas escorts y la performance sexual. Más allá del tono irónico del “manifiesto”, para varios foristas “el que se enamora de una mina [mujer] que garcha [tiene sexo] con 57 tipos, está mal de la cabeza”. Otros, que no necesariamente lo ven como una ofensa a la masculinidad o una locura, pueden optar por un estilo más pedagógico, como el usuario F que incluye en su firma la frase:

Algunas veces conoces a una chica que te da un servicio convencional y pasas un buen rato http://www.foroescortsar.com/foros/images/smilies/pack1/apck_mmmm.gif Otras veces conoces a una chica que te da un servicio sobresaliente y vas a querer volver. Pero cuando los planetas se alinean, conoces a una chica que sana una o más heridas en tu corazón, y te cura la tristeza, te deja una alegría en el alma que se queda con vos Para siempre. No es que te enamoraste, es solo que encontraste un servicio súper especial (énfasis en el original)

 

La posibilidad de que emerjan afectos que sobrepasan la frontera del “gaterío” pero que no pueden colocarse fácilmente en el registro del amor supone una ecuación compleja para buena parte de estos varones. Implica reconocer una necesidad de ese “algo más que sexo” y al mismo tiempo el desafío de dejarse afectar sin buscar configurar este estado como un enamoramiento. Es por ello que varios foristas buscan explicar esos afectos, codificarlos como determinadas emociones, neutralizarlos o bien prevenir su aparición.

 

La “guía para no enamorarse” o haz lo que yo digo, pero…

Con indignación, con fastidio o con pedagogía, las reacciones hablan de la frecuencia con la que aparecen estas confusiones. Por ello, en el foro B el administrador propuso organizar una “Guía: no enamorarse de las escorts”, uno de los hilos más leídos en todo el foro con más de 10.000 visitas. Entre los comentarios se reiteran un conjunto de pautas para evitar el enamoramiento. Una de ellas es no dialogar con las escorts sobre sus vidas personales y, especialmente, no hablar de problemas en las relaciones de pareja –aunque las mujeres que hacen comercio sexual aseguran que es un tema de conversación frecuente, no aparece jamás en las narraciones de las XP. Otras dos pautas introducen la dimensión económica: no hacer ningún regalo y mantener la tarifa pautada previamente (no “regatear”, ni pagar dinero extra). Para varios foristas estos puntos son discutibles.

Por un lado, hacer regalos o pagar un extra puede ser visto como una forma de garantizar un buen clima en el encuentro; por el otro, muchos consideran que deben cuidar su economía y aprovechar cualquier descuento y, al mismo tiempo, los descuentos suelen ser leídos por los clientes como fruto de su atractivo y/o capacidades sexuales. Por ejemplo, en el hilo "levantarse a una escort" (foro A) varios foristas plantean como deseable el entablar vínculos sexo-afectivo con una escort como forma de obtener "sexo gratis". El usuario R señala que las escorts con las que entabló esos vínculos le dijeron que "tenía un buen cuerpo" pero aclara "yo a las que pude garchar gratis fue después de muchisimas reincidencias, años de reincidencias".

La mayor tensión aparecerá entonces, justamente, en la principal regla para no enamorarse: evitar la “reincidencia”. Rotar entre escorts y no repetir encuentros con una misma acompañante es unánimemente señalado por los foristas como clave para evitar la confusión romántica. Sin embargo, la “reincidencia” no solo es una práctica muy habitual, sino que la propia “tablita” con la que se suele culminar cada XP ya pone en tensión esta recomendación con el último ítem “reincidencia: sí/no”. Allí cada forista, como cierre de su narración, declara si repetiría o no el encuentro con la escort de la XP en cuestión. Entonces podemos pensar que, desde el inicio, la principal estrategia para evitar las confusiones aparece contradicha por la propia modelización que imprime la “tablita” de la XP. En el hilo "Cuando se reincide y uno ya no es el mismo" (foro A), queda expresada esta tensión:

Si la chica nos gusta demasiado o nos enamoramos de ella, solo vamos a querer estar con esa chica, pero si no es así, probablemente querramos seguir probando chicas nuevas, después de todo para eso es el gateo. Me pasó hace años de enamorarme perdidamente de una escort, y no tenía (ni sentía la necesidad o pulsión) por entonces el más mínimo interés en ir a conocer otras chicas, pese a la gran oferta y a las xp's que leía acá; solo quería estar con ella porque me volvía loco […] En conclusión, en mi opinión solo cuando se da una magia especial, una conexión inexplicable (la "química", afinidad, etc.) es que volvemos. De lo contrario, nuestros instintos nos llevan a seguir en esa búsqueda de alguien especial que nos llene algún vacío, alguna carencia, o vaya a saberse qué (Usuario H).

 

En este mismo comentario el objetivo del "gateo" planteado como "probar chicas nuevas" aparece superpuesto con "la búsqueda de alguien especial", pues encontrar a quien "llene el vacío" supone la exclusividad del deseo sexual; el sexo promiscuo planteado como un consumo recreativo se tensa con el registro más romántico y monogámico. No son pocos los que se sienten frente a un frustrante dilema: “de mis xp con escort la mitad son servicios mediocres de malos modos, mal actuados, faltos de vocación y las otras que son buenas me termino enamorando, me voy a tener que buscar otro hobby” (Usuario G, hilo “Describiendo la situación actual (desde mi experiencia)”, foro A).

La propia guía genera el debate y en contraste con los que reaccionan frente a la "locura" de enamorarse de una escort, otros señalan que “todos nos podemos confundir, el inconsciente nos gobierna, es inevitable”. Algunos concluyen que el drástico remedio sería abandonar el sexo pago: "Yo creo que para evitar enamorarse tendríamos que hacer algo imposible que es NO GATEAR". La experiencia de atravesar por confusiones/enamoramientos en los encuentros de comercio sexual aparece como una fatalidad que tarde o temprano arriba. Un usuario, con larga trayectoria y muy participativo en el foro, responde a las dudas de un enamorado y advierte que este destino se reitera:

Te va a volver a pasar lo mismo: el problema no es ninguna mina [mujer] en particular —como lo ves ahora— sino todas las minas. Son un fierro caliente, que te queman y a la vez no podés soltar... el problema es ese: no podés soltar. Con el paso del tiempo, esa huella conduce a la depresión (ansiolíticos, recetas truchas), que termina en una pérdida del sentido de realidad... ¿Sabés qué es lo más gracioso del caso? Es que las minas tienen este mismo problema que los tipos, pero en un 5%; las minas dejan atrás el pasado más fácil, y pueden asimilar de modo equilibrado las pérdidas (articulando emoción, sentimiento, subjetividad: logran no desbarrancar). Es un signo de nuestro tiempo (Usuario B, hilo “qué hacer cuando una nenu te gusta demasiado”, foro b)

 

Este comentario expresa la vivencia de varios foristas que atravesaron la experiencia y comprenden el problema, pero no hallan una solución. Se hace evidente que el estado de enamoramiento y la subsiguiente frustración, no solo no es un evento accidental, sino que se reitera y aparece como ingobernable. Aquí asoma otra posición, no es aquella del distanciamiento que demanda "objetividad" en las XP, ni tampoco la confusión y pedido de ayuda. Parecen abrirse posibilidades de una reflexión sobre la necesidad de “articular emociones” y la contradicción que atraviesa la posición de muchos gateros que buscan construir vínculos sexo-afectivos sin vulnerabilidad, tanto como el camino de retomar discursos que mistifican los poderes sexuales de las mujeres (capaces de "engatuzar") aparentemente amplificados en el contexto actual.

 

Discusión

Hemos descrito distintos tipos de narrativas, por un lado, las XP –modelizadas y centrales en los foros– y, por el otro, los relatos –marginalmente emplazados– de confusiones/enamoramientos. A continuación, las analizaremos en sus diferencias, mostrando como los afectos y emociones tensionan y producen formas de masculinidades; para luego proponer los puntos de conexión que emergen en cómo el mercado sexual produce estas experiencias y que exponen nuevamente las fragilidades de estas masculinidades.

En las XP, narrar escenas de intimidad sexuada en foros de acceso público, bajo un pseudónimo, parece burlar la barrera entre intimidad y publicidad –si bien al precio de la duda sobre la identidad “real”, o, mejor dicho, offline, del narrador. Se conjugan el interés por la información que puede obtener quien lee y la construcción identitaria de quien escribe. En este marco se da una progresiva modelización de los relatos vertidos en las XP como búsqueda por depurar la objetividad de la experiencia. Así, el relato de la XP que trasgrede fronteras para hacer públicos, especialmente frente a otros pares, los actos (supuestamente) más íntimos, resultará modelizado y estandarizado (y al mismo tiempo modelizador respecto de las experiencias y las identidades online de los foristas).

La modelización se une a la cuantificación de la "tablita" y así se inscribe la experiencia en un orden que pretende responder a unos valores homosocialmente compartidos, y al mismo tiempo objetiviza, homogeniza y normaliza su experiencia y la mantiene dentro de unos estándares comparables. En este relato, la biologización y la cuantificación de la sexualidad aparecen como características que pueden asociarse a ciertas masculinidades, al tiempo que hacen evidente la lectura de la sexualidad como una performance. No obstante, buena parte de la información apunta a identificar a las escorts "frías", que no dan besos, que "relojean", en definitiva, aquellas que pueden amenazar con poner demasiado de relieve el carácter performático y comercial del encuentro. Todos estos elementos estandarizan y modelizan los relatos y su vez intentan satisfacer la necesidad de buscar una experiencia “100% real” (al menos en su apariencia) para evitar ser engañados por los ardides del mercado sexual.

En los relatos de confusiones/enamoramientos emerge lo que se deja por fuera de la narrativa de la XP, lo que constituye para muchos una falla, un exceso o una falta de gobierno de la razón. Aquí el pseudónimo y el espacio menos reglado de los “debates generales” se prestan a otros relatos, se exhiben desconciertos y vulnerabilidades. Además, quienes narran aparecen en una posición de constante riesgo por perder (o nunca lograr) la exclusividad sexual de sus amadas y/o de hacer malas inversiones que podrían dañarlos tanto económica como afectivamente. Si bien estas expresiones pueden ser leídas como una forma de victimización masculina, aquí no necesariamente articulan un discurso de reivindicación masculinista (ver Flood, 2004).

Previamente a codificar la experiencia como “enamoramiento”, emerge un estado de confusión. No hay aquí un cortejo previo, ritual que según Luhmann tendría la función de diferenciar el amor verdadero del falso amor (1985, p. 93). La afectación parece hacer borrosos los marcos culturales del amor romántico y aquellos ligados la prostitución que permitirían distinguir un enamoramiento de un mero encaprichamiento u obsesión, los signos corporales de excitación que podrían ser codificados como señales del amor verdadero o una mera lujuria. Si pensamos estos procesos en términos de afectos podemos dar un margen más amplio a la ambigüedad que los caracteriza –y también interpretar cómo intervendrían en esos estados otras materialidades (la del dinero, las reacciones físicas ligadas al placer sexual). Las dificultades para expresar y comprender, así como lo inesperado de lo que sienten, remiten aquí al terreno de los afectos, desde el que se podrían desestabilizar estructuras masculinas. Es por ello que, en el espacio homosocial del foro, los “colegas” muchas veces recodifican estas narrativas en términos más normativos.

En los vínculos que logran escapar a esa recodificación a veces se alude a una difusa amistad, tal como he planteado al analizar estos vínculos desde la perspectiva de las mujeres que hacen comercio sexual (Morcillo, 2017). Aquí los foristas pueden preocuparse por el bienestar de las escorts que frecuentan desde la lógica de las "ayudas". Ésta, a diferencia del amor romántico que busca escapar de las tensiones de la estructura social (Lindholm, 1998), supone intercambios afectivos y sexo-económicos en relaciones jerárquicas y con cierto grado de arbitrariedad (Piscitelli, 2011). Desde la mirada de los varones que pagan por sexo, esta distancia jerárquica pone en línea las ayudas que brindan a las escorts con el rol masculino del proveedor-protector cuando se hallan involucrados los vínculos familiares de las escorts, especialmente sus hijas/os. Aquí podríamos releer la “incapacidad para amar” que plantea hooks (2004), más bien como una dificultad para entablar relaciones de cuidado horizontales.

Ahora bien, cuando los estados afectivos pasan a ser codificados como enamoramiento y aparece en el horizonte un vínculo de pareja, desaparece la posibilidad de las amistades y las "ayudas". Entonces se configura una ruptura de lo que Hochschild (2008) llama las “reglas del sentimiento” (pautas morales socialmente compartidas que indican cuáles emociones son apropiadas en qué contextos). Si bien reconocerse en la vulnerabilidad que implica el enamoramiento puede ser complejo desde muchas masculinidades, aquí el problema para muchos es frente a quién se hallan en esta posición. En los comentarios de los “colegas” emerge la imagen estigmatizada de la "puta", como contracara de la mujer normal, o la "civil" (como denominan en la jerga gatera a aquellas mujeres que no hacen comercio sexual). Frente a los excesos y las desestabilizaciones que representan estos enamoramientos se reclama restaurar las divisiones, no mezclar "putas" y madres/esposas, "gaterío" y familia, y, especialmente, no confundir "las cabezas": mantener la sexualidad separada del afecto, mantener la racionalidad frente al desborde emocional. Aquí, entre el comercio sexual y el matrimonio como dos aparatos de “captura del deseo” (Perlongher, 1993), el rol masculino de proveedor familiar puede entrar en tensión con el mandato masculino de enfrentar el riesgo, seguir el deseo sexual y la fantasía encarnada en una escort. Es por esta tensión que también algunos reaccionan aconsejando a los enamorados "disfrutar el momento" y otros incluso plantearán que es inevitable.

Podríamos pensar entonces estas diferencias entre los relatos modelizados en las XP y aquellos, más abiertos a la dispersión, de confusión/enamoramiento en términos de diferencias individuales. Por este camino podríamos construir otra tipología (por ejemplo: el "gatero clásico" que respeta todos los límites tiempo, tarifa y las pautas del encuentro; el gatero "amigo" que puede hacer algunos regalos, entablar vínculos más duraderos, pero siempre paga la tarifa y los "enamorados" que trasgreden las fronteras y suelen perder control tanto económico como emocional). Si bien estos tipos ideales pueden ser válidos y útiles, me interesa aquí trazar conexiones para ensayar una mirada más global sobre las relaciones entre el mercado sexual y las masculinidades. En este sentido resulta más útil pensar estos tipos como un continuo, donde las experiencias se deslizan, especialmente a partir de las "reincidencias".

La “reincidencia”, en un plano más general puede ser vista como un efecto de la persistente interpelación del mercado sexual sobre el deseo masculino y los temores que suponen un encuentro sexual con desconocidas. En la mirada de los gateros conviven tanto un deseo sexual –que muchas veces es vivido como compulsivo– como una desconfianza sobre quién va brindar ese sexo y/o quienes median entre ellos y las escorts. El foro supone un intento de buscar subsanar esas dudas, pero acechado por la desconfianza que generan las identidades secretas y los intereses económicos del propio mercado. Entonces el propio foro como espacio discursivo homosocial moldea la experiencia como XP, construye un relato pretendidamente objetivo sobre una escort, dejando de lado el carácter relacional de los encuentros sexuales. La XP se torna una unidad consumible y repetible, la experiencia como producto y la posibilidad de revivirla queda explícita en la idea de la "reincidencia”. Y allí, paradójicamente, se abren las puertas a las afectaciones y la rarificación respecto de aquella forma modelizada del consumo. Justamente en el punto final del relato modelizado, la reincidencia, marca la apertura que conecta con todo aquello que no se narra en las XP, los sucesivos encuentros, los regalos, las conversaciones íntimas, todos elementos que podrían ser capturados en una narrativa romántica. Las reincidencias sucesivas no suelen ser narradas en el foro o, en todo caso, aparecen ese otro registro, el de la confusión y la "consulta a los colegas”.

Así es posible comprender por qué el principal consejo de los gateros para evitar el enamoramiento es tan difícil de seguir para muchos. La búsqueda de repetir una experiencia es la garantía de que la experiencia ha sido placentera, la estrategia publicitaria fundamental al momento de promocionar una experiencia es mostrar a quienes la atravesaron diciendo que la repetirían. Entonces la confusión/enamoramiento no aparece como un caso excepcional ni particular, sino como un riesgo recurrente que se retroalimenta, a su vez, tanto del trabajo emocional llevado a cabo por las escorts para sostener una ilusión de intimidad como del estado de afectación en que entran los "gateros".

Aquí podemos pensar entonces en una diferencia con aquellos estudios que señalan el control emocional como forma de construir una "autenticidad limitada" (bounded authenticity). El fracaso recurrente de la “Guía para no enamorarse”, pone de relieve las frecuentes historias de confusiones/enamoramientos, y el conjunto de trasgresiones a las fronteras del comercio sexual que son aceptadas como ineludibles (o incluso a veces festejadas, como el obtener descuentos o sexo gratis). Esto nos lleva a pensar en la necesidad de situar las perspectivas sobre los vínculos entre masculinidades y (des)control afectivo-emocional y recordar el carácter local de las diferentes formas de masculinidades para evitar construir un concepto estereotipado o reificado de masculinidad –como han mostrado quienes cuestionan las asociaciones simplistas entre “machismo” y masculinidades latinoamericana (ver por ejemplo los estudios de Fuller & Gutmann en Valdés y Olavarría, 1998) y como advierten R. W. Connell & Messerschmidt (2005) especialmente al pensar las masculinidades en sociedades postcoloniales (R. Connell, 2014). Surgen un conjunto de dudas: ¿Es posible retomar aquí los planteos sobre el erotismo latinoamericano del ensayo de Dussel (2007) o acaso pensar algún tipo de legado de la atracción romántica por la femme fatal que Archetti (2003) descubre en los tangos que expresan las masculinidades argentinas? ¿Cómo influyen las trasformaciones locales de las relaciones de pareja hacia las monogamias seriales en las últimas décadas (Ben e Insausti, 2017), o el giro complejo de las masculinidades locales hacia la esfera del consumo en el marco neoliberal representado en diversas producciones culturales argentinas (Vázquez, 2014)? Por ahora solo podemos plantear estos interrogantes que demandan más investigación sobre la especificidad local del carácter afectivo-emocional y sus ligazones con las masculinidades entre los varones que pagan por sexo en Latinoamérica, sumada a la agenda de investigaciones a desarrollar en el campo de las masculinidades en nuestra región (Aguayo & Nascimento, 2016).

Finalmente, esta propuesta de pensar más allá de las diferencias individuales y los tipos de clientes apunta a comprender las intersecciones entre la lógica del mercado sexual y los afectos y emociones de los varones que pagan por sexo. Los deslizamientos que salen del margen de las XP se ligan a la necesidad de ver el sexo como algo “real” y no como una performance. En este punto aparecen dos extremos: sentirse estafados porque la performance revela su carácter de performático o creer la performance y entrar en el espiral afectivo-emocional de la reincidencia. La confusión entre “le cul” y “le coeur, que Flaubert pensaba como un problema femenino, aparece aquí entre los varones. Esta confusión o el enamoramiento pueden ser vistos como el éxito de una representación realista de la ilusión de intimidad que se compra y, a la vez, como el fracaso del intento por entablar una relación sexual que no implique ningún tipo de vulnerabilidad.

Conocer estos procesos entonces, permite comenzar a pensar más ampliamente las relaciones sexo-afectivas heterosexuales y poner de relieve las necesidades afectivas y emocionales de estos hombres mostrando, una vez más, la fragilidad de sus masculinidades.[14] Aun así, es clave recordar que el hecho de que buena parte de los varones que pagan por sexo demanden trabajo emocional para nada implica que las relaciones entabladas sean menos asimétricas, pero –a diferencia de las lecturas que parten de los estereotipos de “puteros violentos” sí nos permite conocer las especificidades de las dinámicas de poder que emergen en los vínculos de comercio sexual, si queremos luego elaborar tácticas más certeras a fin de desmontarlas.

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Santiago Morcillo

Argentino. Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires (UBA); Licenciado y profesor en Sociología por la Universidad Nacional de San Juan (UNSJ). Investigador asistente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y docente de Psicología Social en la UBA. Investiga temas relacionados a sexualidad, género, masculinidades, emociones, y salud. Entre sus publicaciones destacan: Morcillo, S. (2019) Emociones, masculinidad y sexualización. Investigar sobre mercado sexual en Argentina. Reflexiones, 98, pp. 1-21; y Morcillo, S.; Martynoswkyj, E.; De Stéfano, M. (2020) Aprendiendo a “gatear”: masculinidades y carreras morales en varones que pagan por sexo en Argentina. Aposta Revista de Ciencias Sociales, 86, pp. 67-85.



[1] Agradezco la atenta lectura de Karina Felitti y de las personas encargadas de la evaluación de este artículo, cuyos comentarios aportaron a profundizar y clarificar varios aspectos. Este trabajo forma parte una investigación más amplia financiada por Proyecto de Investigación Científica y Tecnológica (PICT), Fondo para la Investigación Científica y Tecnológica (FONCyT), “Género y sexualidad en la mirada de varones que pagan por sexo en Argentina”.

[2] Esta denominación se utiliza en los foros argentinos independientemente del estrato del mercado sexual de que se trate, por ello vemos por ejemplo hablar de "escorts callejeras".

[3] Para un análisis de la versión local de este proceso de construcción de la figura del “prostituyente” ver el artículo de Martynowskyj (2018)

[4] Según aclara esta autora “las relaciones entre amor y sexualidad están marcadas también por las jerarquías que caracterizan a las relaciones de género aún en las sociedades occidentales contemporáneas. Estas relaciones definen características diferentes para las sexualidades femeninas y masculinas, en las que aparece un predominio del amor-pasión como característica masculina y un lazo mayor de la sexualidad femenina con el amor romántico. Las posibilidades de experimentar prácticas eróticas en las que no intervengan sentimientos amorosos aparece como una característica más propia de lo masculino que de lo femenino. (Szasz, 2004, p. 72)

[5]Si bien no es posible abordar aquí en profundidad los debates que se han producido en el marco del “giro afectivo” (ver por ej. el dossier compilado por Mattio y Dahbar, en la Revista Heterotopías Vol. 3, N° 5. 2019), resulta importante destacar que el uso de la noción de afecto que aquí ensayo se aleja de aquellas aproximaciones que plantean los afectos como fuerzas que circulan autónomamente entre los cuerpos, siempre escindidas del plano discursivo y los procesos culturales de significación. Por el contrario, la noción de afectos, como estados corporales menos codificados culturalmente, me interesa justamente para explorar las formas en que estamos constantemente organizando e intentado dar sentidos a las intensidades afectivas, pues ello resulta clave para comprender sus vínculos con el poder y el privilegio (Wetherell, 2015). Así, las circulaciones entre cuerpo, afecto y emoción producen patrones políticamente marcados, pero cuyas formas están abiertas a la retroalimentación y las alteraciones (Hemmings, 2005).

[6] Según Bernstein esto es parte de un paradigma nuevo de sexo comercial que, aunque tiene precursores históricos –cortesanas europeas, geishas japonesas o devadasis indias-, representa una transformación respecto del modelo moderno de prostitución (200, p. 171). Como veremos, resulta difícil saber hasta qué punto este paradigma de “sexo comercial postindustrial” se adapta a las configuraciones de los mercados sexuales argentinos -en un sentido similar apuntan las diferencias que plantea Piscitelli (2011) para comprender las especificidades del llamado “tercer mundo”.

[7] De todas formas, se ha optado por usar un nombre de usuario con letras al azar para preservar el anonimato.

[8] El foro A cuenta al momento de escribir con 413.278 usuarios, el Foro B dejó de mostrar esta información a fines de 2018, hasta ese momento contaba con 192.012 usuarios registrados.

[9] Se ha respetado la escritura original de los comentarios, salvo cuando los errores afectaban la comprensión.

[10] En la jerga de los clientes “fiolo” u “8-40” se usan para designar a un proxeneta o también alguien que defiende los intereses de las escorts en contra de los gateros. Algunos señalan que proviene de la jerga policial pues sería el número del artículo que penaba el proxenetismo.

[11] Algunas escorts, especialmente las novatas, discuten por el efecto objetivante que produce la tabla de calificación (incluso algunas exigen a sus clientes que no narren las XP si van a usar la tablita). Muchas veces las escorts cuestionan la forma extorsiva en que algunos foristas (llamados “chaperos” en el foro) usan las XP.

[12] “Nenu” es otro de los tantos sinónimos que los foristas usan para referirse a las mujeres que hacen comercio sexual

[13] Esta división no solo perpetúa la serie de divisiones dicotómicas que estructuran la corporalidad y sexualidad de la masculinidad hegemónica, sino que, además, según Potts (2001), sirve para justificar conductas de riesgo en relación con la salud sexual.

[14] Es en este sentido que se afirma que el trabajo sexual podría colaborar a desmontar mitos de la virilidad: “La prostitución revela una faceta de la dominación masculina y otro tabú: la vulnerabilidad masculina o la dificultad de los hombres para llevar una masculinidad que se ha vuelto frágil, fracasada (eréctil en la cama, competitiva en el espacio profesional, encarnando la autoridad paterna en la familia). Él necesita apoyos [...] En este sentido, el trabajo sexual, como componente esencial del capitalismo emocional, al revelar sus habilidades de cuidado, participa en la deconstrucción del mito de la virilidad.” (Laugier, Molinier, Bisson, & Querrien, 2012, p. 36)