MARICEL ORÓ-PIQUERAS EMMA DOMÍNGUEZ-RUÉ NÚRIA MINA-RIERA NURIA CASADO-GUAL Recibido
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La lectura y escritura creativa como
herramientas de análisis y transformación de la vejez
Resumen: La literatura es especialmente importante
para las personas mayores, ya que, a través de representaciones literarias,
éstas pueden cuestionar estereotipos y tabúes asociados al envejecimiento,
así como la continuidad de la creatividad durante la vejez. El análisis y los
resultados que se presentan en este trabajo se basan en un taller sobre
lectura y escritura creativa organizado dentro del programa “Aula abierta” de
la Universitat de Lleida. En las cuatro sesiones del taller se comentaron
textos de autores contemporáneos en los que predominaban temas como la
sabiduría, la soledad, la enfermedad y la muerte. A partir del análisis de
los debates, y de los ejercicios creativos de los participantes, concluimos
que la literatura es un medio ideal para reflexionar y debatir sobre la vejez
de forma abierta y creativa. Entre las principales conclusiones consideramos
que la creatividad continúa activa en la vejez. Palabras
clave:
Envejecimiento; sabiduría; soledad; enfermedad; creatividad.
Reading and creative writing as a tool for analysis and transformation
of the ageing experience Abstract: Literature
is especially important for senior citizens, since through literary
representations they can question stereotypes and taboos associated to the
ageing experience as well as the continuity of creativity during old age. The
analysis and the results presented in this article are based on a reading and
creative writing workshop organised within the “Aula abierta” programme at
the Universitat de Lleida. In the four sessions that composed the workshop,
texts from contemporary authors that focused on topics such as wisdom,
loneliness, illness and death were analysed. Through the analysis of the
debates and the creative writing activities of the participants, we conclude
that literature is an ideal medium to reflect and debate on ageing from an
open and creative perspective. Amongst the main conclusions of the analysis,
creativity continues to be present in old age. Keywords: Ageing;
wisdom; loneliness; illness; creativity.
Cómo citar Oró, M.; Domínguez E.;
Mina, N. y Casado, N. (2021). La lectura y escritura creativa como herramientas
de análisis y transformación de la vejez. Culturales,
9, e548. https://doi.org/10.22234/recu.20210901.e548 |
Introducción
Este artículo, que se enmarca en el campo
interdisciplinar de la gerontología cultural, presenta un estudio de caso
realizado con un grupo reducido de alumnos sénior de la Universitat de Lleida
en 2019. Con este estudio se pretende ilustrar la estrecha relación entre
vejez, calidad de vida y creatividad literaria, especialmente cuando se trata
de abordar aspectos del envejecimiento que han sido silenciados, estereotipados
o no tratados con suficiente rigor. Siguiendo los trabajos pioneros de Kathleen
Woodward (1980), Barbara Frey Waxman (1990) y Janice Sokoloff (1987), a partir
de finales de los ochenta gerontólogos literarios como Amir Cohen-Shalev (1989,
2002) y Anne Wyatt-Brown (1989a, 1989b, 1990, 2010) empezaron a consolidar la
unión entre gerontología y estudios literarios a través del análisis de las
obras de madurez y obras tardías de escritores y artistas conocidos. En sus
estudios estos autores demostraron que el mantenimiento de la creatividad en la
vejez no sólo es una característica común a artistas longevos, sino que además
tiene una clara incidencia tanto en su obra como en su calidad de vida en
general. Décadas después, la gerontología literaria se ha convertido en una
parte muy importante de los estudios del envejecimiento (Zeilig, 2011; Falcus,
2015; Marshall, 2015). Ya sea a través del estudio de autores mayores como del
análisis de sus obras, una parte significativa de esta especialidad de la
gerontología humanística se ha dedicado a rebatir estereotipos alarmistas que
relacionan el envejecimiento con la pérdida de facultades intelectuales
(Wyatt-Brown, 1990, p. 300-302). En la línea de postulados anti-edadistas, son
ya muchos los estudios de envejecimiento y literatura que han contrastado y
desmentido el denominado “relato del declive” de la vejez, tan bien descrito
por Margaret Morganroth Gullette (2004). De forma especial, los análisis
literarios que demuestran el mantenimiento o, incluso, el aumento de la
actividad creativa en la madurez y senectud de muchos autores favorecen una
visión alternativa e integradora del envejecimiento (Casado-Gual et al.,
2016; Molina et al. 2018). Más allá de los estudios biográficos y
longitudinales de escritoras y escritores, la gerontología literaria ha
demostrado también que la creatividad literaria en sí misma (incluyendo tanto
la lectura como la escritura de textos) permite explorar temas y aspectos
relacionados con la vejez con más profundidad, y facilita así una visión
integradora de esta etapa de la vida, para el beneficio tanto de jóvenes como
de mayores.
Los
estereotipos negativos de la vejez y, relacionados con ellos, la visión
edadista del envejecimiento, suelen afectar a personas de todas las edades, de
manera que éstos pueden manifestarse o (re)aparecer en distintas formas a lo
largo del ciclo vital (Gullette, 2011). En este sentido, la literatura juega un
papel relevante a la hora de liberar a personas jóvenes y mayores de las
creencias limitadoras relacionadas con el proceso de hacerse mayor. Sin
embargo, la literatura es especialmente importante para las personas mayores,
ya que éstas pueden ser, a la vez, víctimas y opresores en la visión edadista
que pueden tener de ellos mismos. A pesar del crecimiento de este ámbito de la
gerontología cultural, son aún escasos los estudios de los efectos que la
literatura puede tener sobre las personas mayores, sobre todo en el contexto
del Estado español. En el mundo de habla inglesa, en el que se ha avanzado con
más intensidad en los estudios de literatura y envejecimiento, también
predominan los estudios representacionales de la vejez por encima de los
estudios de campo, de manera que el efecto de la literatura o de la creación
literaria sobre las personas mayores no ha recibido tanta atención. Aun así,
han sido pioneros los trabajos de intervenciones literarias y artísticas con
personas con demencia, como los proyectos de Anne Davis Basting dentro de los
estudios de teatro (2009; Basting, Towey y Rose 2016), y de Aagje Swinnen sobre
intervenciones poéticas (2014). Dentro de los estudios de sociología y
envejecimiento, destaca el proyecto liderado por los británicos Nick Hubble y
Philip Tew sobre grupos de lectura con personas mayores (2013), un claro
precedente del estudio que presentamos.
Esta
investigación se basa en una parte de los resultados obtenidos en el proyecto “Envejecimiento, calidad de vida y creatividad
a través de la narrativa” (ECAVINAR 2017-2019), que ha implicado el
trabajo interdisciplinar entre filólogos, sociólogos, psicólogos sociales, e
investigadores del ámbito de la salud. A través de sus dos principales líneas
de trabajo, el proyecto ha analizado, por un lado, el caso de autores y autoras
reconocidos que han seguido escribiendo y publicando pasados los sesenta años;
y por otro lado, el papel que tiene la narrativa (ya sea desde un punto de
vista estrictamente literario, como desde la interpretación más abierta del
término) sobre las personas mayores a la hora de mejorar su calidad de vida.[1]
Este artículo presenta los resultados obtenidos en un taller de lectura y
escritura creativa realizado entre febrero y marzo de 2019 y dirigido a alumnos
sénior de la Universidad de Lleida. El taller, basado en los textos literarios
de cuatro de los autores analizados en el marco del proyecto ECAVINAR, ofreció
a sus participantes la oportunidad de analizar, debatir y generar nuevos textos
a partir del caso de cuatro escritores de distinta procedencia, todos mayores
de setenta años de edad y con publicaciones recientes. Los siguientes autores
sirvieron de referencia para los análisis y ejercicios creativos: Joan Margarit
(Barcelona, 1938), Julian Barnes (Leicester, Reino Unido, 1946), Alexander
McCall-Smith (Bulawayo, Zimbabwe, 1948) y Lorna Crozier (Swift Current, Canadá,
1948). A pesar de sus orígenes variados, así como de los distintos géneros y
subgéneros en los que publican normalmente –mientras Joan Margarit y Lorna
Croizer se han dedicado sobre todo a la poesía, a Julian Barnes y Alexander
McCall-Smith se les conoce mayormente por ser autores de ficción–, son cuatro
escritores de reconocido prestigio en su respectivo ámbito nacional y también a
nivel internacional, y todos cuentan con una carrera extensa.
Rompiendo
con los estereotipos que relacionan envejecimiento con declive, los cuatro
autores han sido especialmente prolíficos en los últimos años de su carrera.
Así, Alexander McCall-Smith ha publicado catorce obras de ficción en los tres
últimos años, que incluyen novela de detectives, narraciones cortas y
literatura infantil, entre otros. Joan Margarit, de los setenta a los ochenta y
dos años de edad, ha publicado no sólo seis volúmenes nuevos de poesía, sino
también dos libros de ensayo, y además ha seguido actualizando sus antologías
bilingües. En el caso de Barnes, éste ha seguido el ritmo de publicación desde
que inició su carrera en los años ochenta. En los últimos diez años ha
publicado tres novelas, una colección de historias cortas y cinco colecciones
de ensayos sobre literatura y arte. Asimismo, Crozier, entre sus sesenta y sus
setenta y dos años, ha publicado sus primeras memorias en prosa poética, siete
volúmenes de poesía –dos de los cuales en diálogo con fotografías de artistas
reconocidos en Norteamérica– y tres libros de poesía para niños. Todos ellos
abordan distintas cuestiones relacionadas con el envejecimiento y la vejez en
sus obras más recientes, motivo por el cual también fueron seleccionados para
el diseño de este taller. Por medio de la revisión de sus últimos textos, el
taller pretendía favorecer una visión integradora y crítica de la vejez, tal
como promueve la gerontología literaria, y al mismo tiempo generar un espacio
de intercambio y discusión en el que la creatividad de los participantes
también tuviera un papel relevante.
Objetivos y metodología
Este estudio tiene dos objetivos fundamentales:
primero, demostrar a través del caso de cuatro autores reconocidos, y de edad
avanzada, que la literatura puede ser una herramienta excelente para presentar
visiones alternativas de la vejez y, así, promover una visión crítica del
envejecimiento entre un grupo de personas mayores no necesariamente aficionadas
a la lectura; segundo, observar cómo, a partir de referentes literarios muy
concretos, personas mayores no expertas en literatura pueden desarrollar
igualmente su creatividad y expresar, por medio de sus propios escritos, su
vivencia particular de la vejez.
Tal
como se ha expuesto en la introducción, el análisis y los resultados que se
presentan en los apartados siguientes derivan de un taller sobre lectura y
escritura creativa que se organizó dentro del programa llamado “Aula oberta”
(Aula abierta) en la Universidad de Lleida durante el curso 2018-19. El
programa propone la organización de cursos abiertos tanto al alumnado de grado
y postgrado, como a personas externas a la universidad y que pueden estar
interesadas en un tema concreto. El programa “Aula oberta” complementa el
programa sénior de la Universidad de Lleida, y ambos forman parte del programa
de Formación Continua de la UdL. El taller propuesto en el marco del proyecto
ECAVINAR se tituló “Literatura, creatividad y envejecimiento: la vejez y los
autores contemporáneos”, y consistió en cuatro sesiones, de dos horas cada una,
que se desarrollaron en un espacio de cuatro semanas. Participaron catorce
personas de entre cincuenta y ocho y setenta y seis años, y una estudiante de
doctorado de treinta y ocho años; algunos ya se conocían debido a que habían
coincidido en talleres similares, mientras que otros no habían participado en
“Aula oberta”. En cada una de las sesiones todos los participantes mostraron
interés en expresar su opinión y a debatir sobre los distintos temas que se
plantearon desde su propia experiencia, así como desde la experiencia de
conocidos y familiares.
Cada
sesión del taller fue impartida por un miembro del grupo Grup Dedal-Lit (las
autoras de este artículo), y de acuerdo con el estudio de caso que cada
investigadora tenía a su cargo dentro del proyecto general. Por lo tanto, cada
sesión se centró en un único autor o autora y, más específicamente, en textos
determinados y recientes donde los autores estudiados presentaban aspectos
concretos en relación con la experiencia de envejecer. A partir de un diseño de
sesión, pactado por las cuatro investigadoras, las sesiones tenían la misma
estructura: primero se ofrecía una breve introducción sobre el autor o autora y
al conjunto de su obra; después se presentaba el análisis específico de uno de
sus textos; enseguida se procedía a un debate en torno de las principales
temáticas y perspectivas ofrecidas por el texto; y finalmente se concluía con una
propuesta creativa en la que los participantes podían expresarse con libertad,
pero tomando como referente el texto o autor analizado. Además de este plan en
común, la primera sesión ofreció una introducción a la gerontología cultural y
literaria, y la última concluyó con un debate final, en el que se revisaron
perspectivas y temas tratados en las sesiones anteriores.
El
primer autor analizado fue el poeta catalán Joan Margarit. A partir de una
presentación breve de la obra publicada por el autor tras cumplir los setenta
años de edad, y mediante citas extraídas de sus últimos poemas y la obra de
ensayo Nuevas cartas a un joven poeta (Noves cartes a un jove poeta, 2009),
se demostró cómo temas recurrentes en su poesía y aparentemente relacionados
con el relato del declive (tales como la muerte, la soledad o la pérdida)
adquieren en realidad nuevos matices en su obra tardía, creando así una imagen
mucho más integradora de la vejez. A la vez, estos temas renovados conviven con
la pervivencia de la temática amorosa en sus versos, y aun con más insistencia,
con su concepción de la poesía como fuente inagotable de autoconocimiento y,
sobre todo, de consuelo, para el lector.[2] La sesión
terminó con un ejercicio de mímesis, en el cual los participantes tenían que
“establecer un diálogo” sobre la vejez con el poeta, tomando como punto de
partida alguno de los títulos, versos o imágenes comentados en la sesión.
En
la segunda sesión se trabajó una historia corta del autor británico Julian
Barnes que se encuentra dentro del volumen de relatos breves La mesa limón (2004). La muerte y el
amor y, junto a ellos, el envejecimiento y el sentido de la vida son temas
recurrentes en la obra de Barnes desde sus primeras publicaciones, pero
especialmente en las historias que se recogen en La mesa limón[3].
Después de una breve introducción a la también extensa obra del autor, se
analizó la historia “La caja para frutas” sobre un triángulo amoroso entre una
pareja de ochenta años y una vecina de setenta. A través de la voz narrativa
del texto, que corresponde a la del hijo de la pareja protagonista, la historia
reflexiona sobre el amor y el deseo en la vejez, y ofrece la perspectiva de la
vida que se adquiere con la cercanía de la muerte. Al final de la sesión, se
pidió a los participantes que escribieran un final alternativo al presentado
por el autor.
La
tercera sesión se centró en el autor de origen escocés, nacido en Zimbabwe,
Alexander McCall-Smith, conocido principalmente por sus novelas de detectives.
En esta sesión se introdujo primero la figura del detective en la literatura de
habla inglesa a la vez que se trataron las diferencias más relevantes entre el
detective profesional y el detective amateur[4].
A la luz de esta distinción se analizaron el primer y último capítulo de la
novela El club filosófico de los domingos
(2004), la primera de una serie de misterio ambientada en Edimburgo y
protagonizada por la detective amateur
Isabel Dalhousie, que reflexiona sobre los conceptos de sabiduría y justicia.
McCall-Smith trata la sabiduría en el sentido clásico, es decir, como una forma
de vida enfocada a encontrar la propia felicidad y fomentar el bien común. Así,
la sabiduría está estrechamente ligada a la edad y la experiencia además de
constituir una visión positiva del envejecimiento, ya que aporta una mayor
felicidad y calidad de vida de la persona sabia.[5] En la
parte final de la sesión también se pidió a los participantes que inventaran un
final distinto al de la novela de McCall-Smith.
En
la cuarta y última sesión se abordó la poesía de la escritora canadiense Lorna
Crozier, en la que se hizo hincapié en la relación entre género y
envejecimiento, tal como aparece reflejada en los poemas seleccionados “Taking
the Measure” (2011) y “Watching My Lover” (1999). A lo largo de su obra,
Crozier ha ido incorporando desde un punto de vista no edadista los cambios
físicos y psicológicos que conlleva cada etapa del proceso de envejecimiento,
especialmente en lo que se refiere a las mujeres. Así mismo, Crozier ha criticado
mediante el uso del humor los prejuicios socioculturales acerca del
envejecimiento. Una vez contextualizada brevemente la obra de la autora a la
luz de los estudios de gerontología literaria, se analizaron dos de sus poemas.
Los temas principales de estos textos,[6] la
enfermedad y la muerte, fueron objeto de debate por parte de los participantes.
En la segunda parte de la sesión se pidió a los participantes que escribieran
un poema acróstico con el título “Mujer mayor” u “Hombre mayor”, según su respectivo
género.
En
su conjunto, desde los puntos de vista personales de los cuatro autores
tratados, y a través de los géneros literarios de los que son representativos,
las cuatro sesiones invitaron a los participantes a reflexionar y debatir sobre
su propia experiencia del envejecimiento. Al mismo tiempo, la cuarta sesión
fungió como conclusión del taller, de manera que un debate final sobre los
conceptos y perspectivas ofrecidos a lo largo de las cuatro sesiones cerró el
curso. En el mismo debate se trató la función que puede tener la literatura en
la expresión de la percepción personal y social del envejecimiento. A
continuación se presenta el análisis narrativo de los debates que se produjeron
en cada sesión, así como la interpretación de los textos creativos producidos
por los participantes, ambos desde el prisma de la gerontología literaria y de
los estudios de envejecimiento en general.
“La vejez como último tabú”: vejez,
creatividad y calidad de vida
Tal y como han apuntado distintos estudiosos en el
campo de la gerontología literaria, la sociología y los estudios literarios y
culturales, la literatura es una herramienta muy rica para reflexionar sobre
temas que se pueden considerar tabúes tanto en interacciones sociales como en
representaciones culturales. Según Mike Hepworth (2000), uno de los primeros
sociólogos que basó su investigación en ficción literaria, “la ficción es un
recurso particularmente valioso precisamente porque permite al escritor, a
través del ejercicio de la imaginación, acceder a las variaciones personales y
a las ambigüedades que subyacen la condición común de envejecer” (p. 4,
traducción de las autoras). En este sentido, tanto los debates como las
actividades de escritura creativa que realizaron los participantes de este estudio
confirmaron la capacidad de la literatura de ofrecer un espacio de debate
fructífero, ya que permite a los lectores interpretar y expresar sus opiniones
sobre su propia experiencia. Tal y como demuestran Nick Hubble y Philip Tew
(2013) en su estudio de grupos de lectura con participantes mayores, las
opiniones y análisis de los alumnos suponen datos relevantes que aportan
información sobre las similitudes y diferencias entre la realidad y la ficción
en la vejez. Una de las principales conclusiones de su trabajo es justamente el
hecho de que la edad, en este caso, la vejez, es todavía un motivo de prejuicio
social. Por otro lado, es justamente a través de la ficción, tanto a nivel de
su interpretación como de su expresión creativa, que estos prejuicios pueden
ser cuestionados e incluso transformados. Hubble y Tew, comentan: “puesto que
las imágenes del envejecimiento se encuentran mayormente en narrativas y
símbolos concernientes a uno mismo, la ficción nos permite imaginar otro
espacio de otredad […] que puede generar nuevas ideas y respuestas,
precisamente porque la literatura tiene la capacidad de resistir narrativas e
imágenes de envejecimiento reduccionistas y unidimensionales” (p. 180,
traducción de las autoras). Después de transcribir y analizar los resultados
obtenidos del taller pudimos clasificar los temas principales derivados, tanto
de los comentarios de texto como de las creaciones de los participantes, en los
siguientes focos de interés: (1) el concepto de sabiduría en relación al
proceso de envejecer; (2) la relación entre soledad y vejez y (3) la enfermedad
y la muerte. En última instancia, la literatura como fuente de creatividad
entendida tanto desde el punto de vista del creador o creadora como desde del
punto de vista del lector o lectora invita a cuestionar y debatir sobre la
concepción de la vejez y el envejecimiento en nuestra sociedad.
La sabiduría y la vejez
La sabiduría es un término complejo de definir que
tradicionalmente se ha asociado a la vejez. Tal como indican varios estudios
sobre envejecimiento y sabiduría (Baars, 2012; Edmonson, 2005), en textos de la
antigua Grecia y de Roma, la sabiduría ya se atribuía a aquellos hombres de
avanzada edad. Sin embargo, la conexión entre edad y sabiduría no era concebida
como una relación directa, sino que la edad avanzada era una condición
necesaria para aspirar a la sabiduría –en ningún caso se consideraba una
garantía de adquirir la condición de sabio. De forma similar, y huyendo del
estereotipo (en este caso, positivo) de la persona mayor sabia, hoy también
podemos afirmar que la edad ofrece la oportunidad para aprender lecciones
importantes y desarrollar una forma de pensamiento que también puede resultar
valiosa para personas más jóvenes (Baars, 2012, p. 98). En otras palabras, la
sabiduría aumenta con la edad, pero no necesariamente en cada persona; lo hace,
en cualquier caso, “en aquellos que son capaces de desarrollarla”, como Ricca
Edmonson describe en su estudio etnográfico sobre sabiduría y edad,
“simplemente porque las experiencias tardan mucho tiempo en ser recopiladas y
asimiladas” (2005, p. 352; traducción de las autoras).
A
partir del trabajo de reflexión y debate en torno a los cuatro textos y
autores, nuestros participantes definieron distintas formas de entender la
sabiduría en la vejez, las cuales pueden resumirse en (1) la sabiduría como
sinónimo de experiencia y libertad individual; y (2) la sabiduría como la
práctica de la empatía y la tolerancia con uno/a mismo/a y los demás, es decir,
la sabiduría entendida como una herramienta que permite desarrollar una ética
de la vida diaria para beneficio propio y ajeno. El primer tipo de sabiduría se
reflejó claramente en las sesiones dedicadas a los dos poetas. Por un lado, la
poesía tardía de Joan Margarit refleja un estado avanzado del autoconocimiento,
que es siempre, en realidad, una obra en construcción. Sus poemas más recientes
también muestran el interés del autor por la lucidez alcanzada en la vejez, que
Margarit identifica como “la supernova de la inteligencia” (Un hivern fascinant, p. 57, traducción de las autoras). Cuatro
de los participantes de nuestro estudio respondieron a este aspecto de la vejez
con poemas que imitaron en estilo y contenido este relato de progreso enhebrado
en los versos de Margarit, es decir, el reconocimiento de la vida como fuente
continua de aprendizaje, y de la vejez en particular como un posible estadio
superior del conocimiento. Así, una de las participantes del taller decía en un
poema que “la madurez no te la da nadie / tienes que hacerla tuya. Luces y
sombras / se van intercalando / y te van llevando a la serenidad”, mientras que
otro participante contrastaba el conocimiento que se adquiere de mayor con “la
juventud radiante” que “no lo entiende”, afirmando en los versos finales de su
poema que es su presente el que le “proporciona la sabiduría consciente que
razona”. Asimismo, la poesía tardía de Lorna Crozier muestra tanto la necesidad
de valorar la vejez como signo del aprendizaje vital obtenido a lo largo de la
vida, como la importancia de tener ilusiones hasta el momento de la muerte.
Inspirados por Crozier, en la sesión dedicada a su obra, los alumnos valoraron
la experiencia que se gana con el paso de los años de manera muy positiva. Una
de las participantes escribe en su poema que gracias a la experiencia que le ha
dado la vida, tiene fuerza para seguir adelante y tener esperanza para lograr
lo que se proponga en el futuro: “Grandes hitos todavía te esperan / Nada te
detendrá en tu objetivo / Ahora es tu momento, pues tienes la / Noción completa
de la vida” (traducción de las autoras). Otra de las participantes describe
esta misma idea de un modo muy similar: “Ahora que ya sabes donde vas / No te
faltará valor” (traducción de las autoras).
La
asociación entre la vejez y la libertad individual, frecuente también en poemas
tardíos de Margarit (en los que el poeta se proyecta sobre animales salvajes y
solitarios, como lobos y zorros), tuvo su influencia en dos de los alumnos del
taller, para quienes la vejez permitía, según sus versos, hacerse pequeño “y
libre, transparente” para acercarse a una grieta que “oculta los secretos y
guarda las respuestas” y deja pasar “esa luz que me deslumbra”. Otra de las
alumnas interpretaba la vejez de forma similar como “esa última estación” en la
que la libertad se conquista cuando “no necesitas perdonarte” y “aún puedes
saldar algunas deudas / con tus sueños”. La revelación de la libertad
individual en la vejez también recibe una interpretación específica desde el
punto de vista del género, tal como demuestran Friedan (1993), Greer (1992),
Waxman (1990), Woodward (1999), y de la cual nos habla Lorna Crozier en uno de
sus poemas tardíos. El poema cuenta la historia de una mujer mayor cuyo primer
marido –un escritor de gran fama– decide volver junto a ella en la vejez, tras
haberla abandonado por relaciones pasajeras. La mujer, sin embargo, decide que
ya no desea su compañía, pues ahora es libre para disfrutar de las cosas de la
vida, sin que ya le hagan daño. De este modo, Crozier empodera a la mujer mayor
para ser libre de tomar sus propias decisiones. Una de las participantes hizo
referencia a este punto en uno de los debates de la sesión dedicada a la poeta
canadiense. Para ella, la edad otorga libertad a la mujer, porque ésta se da
cuenta de que no tiene que pedir permiso a nadie para hacer lo que quiera. Tal
como reflejó en su propio poema, la participante no dudaría en acabar con una
relación en la que el hombre quisiera coartar su libertad personal, que ahora
ha adquirido mayor importancia: “Mujer, ¿adónde vas? /Donde me viene en gana /
¡Ni hablar! ¡Tienes obligaciones! / Adiós. / ¿Guerra tan pronto por la mañana,
querida? / ¿Rabia, amor? / ¡Terminaremos mal! / No, ya se ha terminado”.
La
segunda interpretación de la sabiduría, es decir, la que se identifica con el
proceso de aprendizaje que permite ser más comprensivo con uno mismo y con los
demás, fue más destacado en las sesiones dedicadas a Alexander McCall-Smith y
Julian Barnes. La novela en la que se basó la sesión sobre McCall-Smith, El club filosófico de los domingos,
especialmente atestigua el intento del autor de definir ese segundo tipo de
sabiduría, que también describieron los antiguos griegos, y que nos indica cómo
poner en práctica el conocimiento para desarrollar un modo de vida ético. Así,
las capacidades intelectuales y morales deben necesariamente ir acompañadas de
una dimensión emocional para dar a las anteriores un valor ético. En este
sentido, Anne M. Wyatt-Brown cita una entrevista de Erik Erikson donde éste
relaciona palabras como “agape, caridad, humildad y empatía” para describir
“los valores culminantes de la edad avanzada” (1990, p. 303, traducción de las
autoras).
En
la novela, la detective amateur y filósofa de profesión Isabel Dalhousie
es testigo de una muerte accidental y se cierne en el dilema de si debe
denunciar al causante involuntario de esa muerte. En contra de lo que dictaría
el código penal, finalmente decide no denunciarle para no arruinar la vida de
otra persona, que igualmente deberá cargar de por vida con un terrible
sentimiento de culpa. A partir de este caso, los participantes de la sesión
debatieron sobre el final de la novela. En la escritura de un final
alternativo, los alumnos reflejaron la medida en que la “sabiduría” adquirida
en su experiencia vital les había ayudado a tomar una decisión. El extracto
siguiente define esa sabiduría de una forma muy parecida al modo de vida ético
que describen los antiguos griegos, y que se refleja en la respuesta creativa
de la participante:
Personalmente, mi experiencia vital me enseña: a
vivir el momento en positivo, sea cual sea la situación; amar y agradecer;
mantener una mirada abierta y profunda; que cada uno es responsable de sus
decisiones; a tomar con humor mis limitaciones físicas y mentales; a perdonarme
y perdonar, esto quiere decir necesariamente también olvidar; a disfrutar de
las pequeñas cosas cotidianas; que los demás no son ni mejor ni peor,
sencillamente ‘son’, y por lo tanto, no puedo juzgarlos; a no necesitar tener
la razón; que la soledad, si es deseada, es una buena compañía; a quererme y
ser feliz para transmitir felicidad a los que tengo cerca; a aceptar que tengo
fecha de caducidad (respuesta de participante, traducción de las autoras).
En su reflexión sobre cómo su experiencia vital y la
sabiduría adquirida había influido en su decisión sobre el final de la novela,
otra de las participantes reflexiona sobre la edad y la experiencia con estas
palabras:
Considero que es humano equivocarnos, pero aprender
de los errores y gestionarlos adecuadamente nos puede fortalecer. Necesitamos
asumir nuestros actos para evitar malestares psicológicos o angustias que nos
impidan evolucionar y afrontar el futuro. Si una posibilidad de conseguir la
felicidad está en la verdad, vivir con la mentira no conduce a nada bueno
(respuesta de participante, traducción de las autoras).
En
general, los participantes basaron sus decisiones sobre el final en la moral
inherente a los actos de nuestra vida cotidiana. En sus aportaciones,
reflexionaron sobre cómo estos actos pueden también influir positivamente en
las vidas de otros. En las novelas de McCall-Smith, la detective Isabel
Dalhousie aporta una reflexión análoga sobre ese concepto de sabiduría: “Y ahí
era donde la filosofía realmente importaba: establecía las opciones
primordiales detrás de todas esas preguntas prácticas y cotidianas sobre
caridad, comprensión y simple decencia” (2009, p. 84, traducción de las
autoras). El personaje de McCall-Smith expresa del mismo modo la importancia de
la empatía y la creatividad en el proceso de construir un código ético para la
vida cotidiana: “La moral depende de la comprensión de los sentimientos de los
demás. Si uno carece de visión moral –y existe gente de ese tipo–, entonces
simplemente no será capaz de identificarse con ellos. El dolor, el sufrimiento,
la infelicidad de los demás no le parecerán reales porque no los percibirán”
(2004, p. 122).
En
la sesión dedicada a Julian Barnes, el caso práctico giró en torno a la
historia corta “La jaula para frutas”, donde el narrador de cuarenta y pocos
años, hijo de la pareja de ochenta que se ve envuelta en un triángulo amoroso
con una vecina algo más joven, ofrece la reflexión en torno al concepto de
fidelidad y la ética de las decisiones que se toman cuando la cercanía de la
muerte es más palpable. Así pues, cuando el hijo de la pareja descubre la
infidelidad de su padre, y la reacción de su madre a la elección de su padre de
ir a vivir con su amante Elsie, éste argumenta: “Al principio pensé: No es más
que otro caso, otro hombre tentado por el ego, la novedad, el sexo. Lo de la
edad hace que parezca distinto, pero en realidad no lo es” (2004, p. 209). Es
el hijo mismo quien, ante la necesidad de entender a su padre, decide ir a ver
a Elsie, y se da cuenta de que su decisión no reside en una razón física o
sexual, ni en un capricho, sino en la necesidad misma de seguir su propio
corazón, así como su deseo, más allá de convenciones sociales y culturales
sobre la edad:
¿Por qué presuponer que el corazón se enfría al mismo
que los genitales? ¿Porque queremos –necesitamos– ver la vejez como una época
de serenidad? Ahora pienso que esto es una de las grandes conspiraciones de la
juventud. No sólo de la juventud, sino también de la madurez, de cada año que
pasa hasta el momento en que reconocemos que somos viejos. Y es una
conspiración más amplia porque los viejos corroboran nuestra creencia. […]
Salvo que mi padre se negaba a jugar este juego (2004, p. 210).
Para Barnes, la sabiduría tiene que ver con el hecho
de saber adaptarse a las nuevas situaciones. En el análisis y debate de la
historia, los estudiantes mostraron su comprensión por la elección del
protagonista, aunque algunos de ellos no estuvieran de acuerdo con ella o no la
consideraran ‘práctica’ para afrontar los últimos años de vida. No obstante, sí
se mostraron más críticos con el concepto de fidelidad y matrimonio, no
entendido exclusivamente desde el amor romántico, sino más bien desde una
elección consciente de un estilo de vida. Especialmente a través de sus finales
creativos, los participantes consideraron que la infidelidad al final de la
vida se podía entender más bien como una falta de lealtad, en otras palabras,
de haber fallado a aquella persona con la que decides envejecer. En este
sentido, de los ocho finales creativos que realizaron los participantes, seis
acaban con el protagonista muerto, permanentemente enfermo o solo, mientras que
sólo dos dan al protagonista la oportunidad de acabar sus días sin ninguna
atadura (incluidos los vínculos sentimentales), pero feliz. Por lo tanto, de
los finales creativos escritos por los alumnos del taller se podría concluir
que, de alguna forma, la condena moral por la falta de lealtad del protagonista
de Barnes se tradujo mayoritariamente en otorgarle un final trágico. Tanto
Barnes a través de su historia como los participantes en el taller se
cuestionaron qué decisión es más sabia en la vejez: seguir a tu corazón o a tu
razón.
Vejez y soledad
Durante las cuatro sesiones del taller se trataron
aspectos negativos relacionados con la vejez que sistemáticamente y desde la
antigüedad han contribuido a generar el denominado relato del declive, al que
ya nos hemos referido con anterioridad (Gullette, 2004). Esta construcción
cultural del envejecimiento promueve y justifica, además, creencias edadistas
de los jóvenes hacia los mayores, y de jóvenes y mayores hacia ellos mismos
(Gullette, 2011, 2019). Dentro de estas visiones destacó notablemente entre los
participantes la asociación de la vejez con el sentimiento de soledad o la
reclusión social. La importancia que adquirió este tema en los debates y
creaciones no es de sorprender, puesto que quizá es de los más arraigados en
nuestra sociedad, obsesionada con la productividad y la actividad constante, y
precisamente por ello es uno de los caballos de batalla de los preceptos anti-ageing (Marshall and Katz, 2002).
Por este motivo, las imágenes literarias examinadas en las sesiones, con las
que se promueven visiones más integradoras o complejas de la soledad, fueron
valoradas de manera especial por promover una visión más rica y anti-edadista
de la vejez. Asimismo, algunas de las creaciones de los participantes
confirmaron el arraigo del temor a la soledad con el paso de los años, lo cual
contribuye a un espectro más complejo de actitudes y visiones del
envejecimiento dentro del grupo.
En
las sesiones dedicadas a los poetas Margarit y Crozier, la soledad se revisó
desde puntos de vista distintos. El ejemplo constructivo de Margarit, que
presenta la soledad como un privilegio que permite al autor encontrarse consigo
mismo, y que por ese motivo es condición necesaria para una mayor lucidez,
inspiró el poema de una de las participantes, quien afirmaba en sus versos que
ya “no tenía miedo”, y que ante el espejo imaginado de su poema, con sólo “las
sombras de sus pensamientos”, “comenzó a comprender la vejez”.
De
los poemas generados en la sesión en torno a Crozier, dos destacaron la soledad
como experiencia negativa, y uno la dotó de connotaciones positivas. En su
obra, Crozier describe la soledad en la vejez como un sentimiento de tristeza
absoluta, pues ésta implica una falta de contacto físico con los seres
queridos. Estrechamente ligado a la interpretación que hace Crozier de la
soledad en el poema “La padrina” (“La abuela”), una participante resalta la
soledad que siente la abuela que imagina debido a que ni las nietas ni los
hijos van a visitarla. Sin embargo, la abuela acaba acostumbrándose a su
soledad forzada, de manera que cuando las nietas finalmente pasan a verla, su
presencia le resulta molesta: “Están bastante mal educadas / llenas de manías y
descaradas / demasiadas libertades / llegan a hacer disparates” (traducción de
las autoras). De un modo similar, para uno de los alumnos del taller, el hombre
mayor es tratado por la sociedad como “moscardón que nada aporta y que
molesta”, y que por lo tanto ya no tiene espacio para expresar sus opiniones ni
goza de prestigio social. Además, la soledad también se interpone entre los dos
miembros de la pareja mayor, ya que el hombre se presenta como un “amante que
ha enloquecido por no sentirse querido” por su esposa. Otra participante, en
cambio, dejó abierta la posibilidad de que la soledad pueda ser un sentimiento
positivo para la persona mayor: “A veces, sólo a veces es bueno sentir soledad.
A veces sentirse solo sin estarlo es la auténtica soledad”.
En
la sesión sobre McCall-Smith, la aparente soledad de la protagonista en su
condición de “solterona” se vio reflejada en las distintas formas en que los
participantes interpretaron el deseo de la detective de investigar la muerte
que presenció accidentalmente. Los participantes masculinos, casi en su
totalidad, no se identificaron con la protagonista –“no logro empatizar con
ella lo más mínimo” (respuesta de participante, traducción de las autoras)– y
percibieron su investigación como una forma de pasar el tiempo. Por su
condición de mujer soltera y adinerada, tienden a describir la vida de la
protagonista como aburrida y ociosa y por tanto “no es de extrañar que no esté
de acuerdo con ninguna de sus buenas intenciones morales” (respuesta de
participante, traducción de las autoras). Por el contrario, la gran mayoría de
las participantes se identificaron con la protagonista e interpretaron su deseo
de saber la verdad como un acto de solidaridad y empatía para con la víctima y
sus familiares. No percibieron sus ansias de descubrir la verdad como
chismorreo ni a la protagonista como una solterona aburrida: en ese sentido,
una participante destaca que “la soledad, si es deseada, es una buena compañía”
(traducción de las autoras).
En
la sesión dedicada a Julian Barnes, la historia en la que se basó el ejercicio
práctico rompe con la asociación entre vejez y soledad a través de la negación
de otro estereotipo importante del relato del declive: la creencia de que el
cuerpo de una persona mayor no es deseable y por lo tanto es rechazado por la
sociedad. Tanto en el caso de la historia corta “La jaula para frutas”, como en
las otras historias que conforman el volumen La mesa limón, como en otras obras del autor, los protagonistas
mayores expresan la necesidad de sentir amor y deseo. En este caso, los
protagonistas de la historia analizada expresan cómo llegan a enamorarse y a
sentir deseo de la misma forma que lo habían hecho en su juventud. Durante el
debate que tuvo lugar con los participantes del taller, algunos de ellos
expresaron que la situación que describía la historia de Julian Barnes no les
resultaba extraña en absoluto, ya que algunos de los participantes explicaron
casos concretos de conocidos y conocidas suyos que habían empezado una relación
sentimental a los setenta y ochenta años de edad. Para los participantes en el
taller, el amor y el deseo forman parte de la persona durante toda la
trayectoria vital y, aunque el comportamiento de los protagonistas de la
historia puede no ser moralmente aceptable, les resultaba creíble que se
hubieran llegado a enamorar y a desear como Barnes lo expresa en la historia.
En
el debate final con el que se cerró el taller, los participantes volvieron a
destacar la relación entre soledad y vejez como un estereotipo negativo, pero a
la vez compartieron experiencias de personas cercanas a ellos que se
auto-imponen la soledad o al menos disminuyen su vida social por tener una
visión edadista de sí mismos. Así, algunos de ellos criticaron las actitudes de
muchos de sus coetáneos, que por considerarse ‘demasiado mayores’ dejan de
realizar muchas actividades que ya no consideran apropiadas. Tal como explica
Leni Marshall, las personas mayores que han interiorizado prejuicios sociales
edadistas a menudo deciden no participar en reuniones sociales y quedarse en
casa, y de este modo evitan sentirse juzgados por la sociedad (2012, p. 59). La
relación entre envejecimiento y pérdida de la identidad profesional también se
destacó como un motivo por el cual algunas personas mayores dejan de
relacionarse con los demás. Algunos de los participantes reconocían que, para
muchas personas mayores, principalmente hombres, el trabajo había sido su
principal fuente de identidad, y una vez jubilados, no sabían qué hacer con sus
vidas. De esta forma corroboraban, tal como afirman Helen Barnes y Jane Parry,
que “los valores culturales predominantes continúan dando prioridad al trabajo
remunerado y le atribuyen un rol central en la formación de la identidad”
(2003, p. 12, traducción de las autoras). Finalmente, los participantes también
afirmaron que el hecho de dejar de relacionarse con los demás tiene un origen
sociocultural muy marcado, que está estrechamente relacionado con la mentalidad
del individuo y de su entorno. Así pues, si una persona ha tenido inquietudes o
ha realizado actividades lúdicas a lo largo de su vida, durante su vejez lo más
probable es que aproveche su tiempo libre a dedicarse más a fondo a estas
inquietudes y actividades. Los participantes valoraban la riqueza de temas de
conversación con aquellas personas que conservaban sus inquietudes o las
ampliaban en la vejez, en contraste con los que llevaban vidas más aisladas,
que solían centrarse en aspectos domésticos.
A
pesar de que las investigaciones sociológicas acerca del sentimiento de soledad
no son concluyentes, puesto que “no hay acuerdo sobre si lo experimentan más
los varones o las mujeres, ni tampoco sobre si su prevalencia crece con la
edad” (López-Doblas y Díaz-Conde, 2018, párr. 14), tanto las sesiones dedicadas
a los autores como el debate final demostraron que la asociación entre soledad
y vejez es un tema complejo y que genera distintas actitudes, dentro de las
cuales se incluyen creencias estereotipadas acerca del propio cuerpo y de su
adecuación o inadecuación en relación con los demás.
La enfermedad y la muerte
En los debates del taller, los participantes del
curso opinaron que a menudo tanto en la literatura como en el cine la
representación de la vejez se asocia a enfermedades, hecho que subraya la
importancia del relato del declive en nuestra cultura. Asimismo, algunos
alumnos criticaban la falta de realismo en los relatos ficticios de estas
enfermedades. Por ejemplo, tal como se dijo en el último debate, les costaba
encontrar una película que tratara la enfermedad del Alzheimer con personajes
no idealizados. Los participantes atribuían este hecho a la dureza de
enfermedades como la demencia, que contribuirían a la baja popularidad de
cualquier película que retratara esta realidad con mayor verosimilitud. Por
otro lado, la demencia sigue siendo un tabú social y cultural, hecho que
contribuye a su invisibilidad también en el arte en general. Si bien estudios
de gerontología literaria confirman la abundancia de representaciones
estereotipadas del Alzheimer y otras formas de demencia (Cuadrado et al.,
2016; Chivers, 2011), también es cierto que existen manifestaciones artísticas
más recientes que empoderan a las personas que viven su vejez con estas
enfermedades, mostrándolas como sujeto activo (Medina, 2018).
Tal
como reflejó el último debate del curso de forma especial, el Alzheimer y la
pérdida de memoria e identidad, estrechamente ligadas a esta enfermedad, forman
parte de los miedos que los participantes asociaban a la vejez. Para varios de
los alumnos, según afirmaron, el hecho de darse cuenta del propio deterioro
mental y físico sería peor que la muerte en sí. Tal como explican Anne Davis
Basting (2009) y Margaret Cruikshank (2009), el pavor a sufrir de Alzheimer en
la vejez es un temor común en el mundo occidental, debido a la gran importancia
que se ha otorgado a la funcionalidad del cuerpo y la identificación del “yo”
con sus capacidades intelectuales. Como reflejo de este temor y creencias, que
por otro lado son cuestionadas tanto por los estudios de gerontología como por
los estudios sobre la discapacidad, una participante mencionó la muerte
asistida o eutanasia como alternativa si se quedara “como un vegetal en la cama
o sufriendo unos dolores insoportables” (traducción de las autoras). Dos
participantes más estuvieron de acuerdo con ella, poniendo así de manifiesto
una de las preocupaciones más extendidas sobre el envejecimiento y, una vez
más, la identificación entre vejez y enfermedad propia del relato del declive.
A
la vez, los análisis y ejercicios creativos de las sesiones dedicadas a los
autores ofrecieron una visión alternativa al binomio “vejez y enfermedad”. Por
un lado, en la sesión dedicada a Julian Barnes, el relato “La jaula para
frutas” centró la atención de los participantes en dos temas que pueden parecer
opuestos pero que, gracias a la ficción y al debate que la historia corta de
Julian Barnes generó, resultaron ser complementarios: el amor y el deseo, por
un lado, y la enfermedad y la muerte, por el otro. Tal y como explica Barnes en
varias entrevistas que siguieron la publicación de La mesa limón, a través de las historias del volumen el autor
pretendía reflexionar sobre el hecho de que envejecer no supone obtener
sabiduría o serenidad de una forma casi mágica, ni entrar en un periodo de
pérdida irremediable, sino que la vejez, igual que cualquier otra época de la
vida, conlleva ganancias y pérdidas.
En este sentido, Barnes explica que el volumen “se
opone a la noción de que las cosas se calman cuando uno llega a la vejez,
cuando se supone que la filosofía empieza a hacer efecto –que el cuerpo, el
corazón y el deseo sexual se desarrollan y envejecen de la misma forma. No lo
hacen, se desarrollan con grandes disyunciones” (O’Regan 2003, p. 2, traducción
de las autoras). Tanto el debate como las pequeñas producciones de los
participantes en el taller afianzaron la idea inicial de Barnes de que la vejez
no es una época de la vida homogénea sino variada y múltiple como cualquier
otra.
En
el caso de la sesión dedicada a McCall-Smith, tanto el debate sobre la novela
(y las reflexiones alrededor de la muerte que ocurre en ella) como las
respuestas de los participantes sobre finales alternativos llevaron a los
participantes a reflexionar creativamente sobre la edad y la experiencia para
entender las complejidades del proceso de envejecimiento. Este proceso, aun
conllevando una serie de pérdidas (como enfermedades o muerte de familiares y
amigos), es también enriquecedor: puede ayudar, como afirma una participante,
“a tomar con humor mis limitaciones físicas y mentales”. De la misma forma, la
edad y la experiencia guardan relación con el concepto de sabiduría también en
el sentido de que ponen énfasis en “disfrutar de las pequeñas cosas cotidianas”
y a su vez “aceptar que tengo fecha de caducidad” (respuesta de participante,
traducción de las autoras).
Por su parte, la obra de Crozier incorpora una mirada
poética a la enfermedad y consiguiente muerte de sus progenitores en la vejez.
Aunque en ambos casos el sentimiento de pérdida es profundo, el dolor por la
muerte de la madre –a quien Crozier estaba muy unida– se convierte en un tema
recurrente en su obra. Asimismo, el hecho de darse cuenta de que ahora ella se
ha convertido en la generación mayor conlleva momentos de ansiedad por su
propia mortalidad y la de su marido. Aun así, Crozier, mediante la figura de la
hija en sus publicaciones, muestra estrategias para superar el duelo y el miedo
a la muerte y así poder seguir adelante con su vida. De este modo, y utilizando
la terminología de Robert Neimeyer, Crozier integra la pérdida de sus padres en
su propio sentido de identidad (2002, p. 303).
En
la sesión dedicada a Joan Margarit la muerte estuvo muy presente, ya que es uno
de los temas principales de toda la obra poética del autor. A lo largo de su
carrera, el autor lo ha representado sin pudor y con toda su crudeza para
referirse a la conciencia de su propia mortalidad, y también al peso de las
pérdidas esenciales (especialmente las muertes de sus hijas) que han marcado su
vida.
En
su poesía más reciente, sin embargo, la muerte (y la pérdida) adquieren un
nuevo sentido en tanto que la voz poética afirma no temer ya el propio final y
descubre, además, un sentido más profundo del amor a través de la pérdida,
ahora convertida en compañera de vida. Éste fue el modelo adoptado por tres de
las participantes, que respondieron a la visión “gerotrascendente” de Margarit
(en términos de Lars Tornstam, 2005) con versos como “tengo la capacidad de
aceptar la muerte / como una parte natural de la vida”, “¿dónde iremos después?
Quién sabe…”, o proyectando su propia mortalidad sobre la imagen prestada de
Margarit, de las “aves de paso”, y sintiéndose, a pesar de todo, y como el
poeta, “misteriosamente feliz”. Como contraste a esta revisión del tema de la
muerte, otro de los participantes escribió un texto autobiográfico en el que,
aludiendo a su experiencia profesional de más de cuatro décadas dentro del
mundo de la medicina, decía no haberle encontrado aún ningún sentido a la
muerte, y prefería verla, como Luis Eduardo Aute, como un “parto inverso” o una
“partida mal parida”, en otras palabras, como un final brusco de la vida sobre
el cual no tenemos control.
Conclusiones
Después de analizar tanto las producciones creativas
de los participantes como los debates que concluyeron cada una de las cuatro
sesiones de las que constó el taller, constatamos que la literatura y la
escritura creativa sirvieron de herramienta expresiva y comunicativa a los
participantes para abordar su propia edad y el paso del tiempo desde varias
perspectivas. En consonancia con estudios que consideran que la definición de
envejecimiento activo debería estar abierta a las múltiples realidades y
posibilidades de los mayores (Boudiny, 2013; Boudiny y Mortelmans, 2011), los participantes
asociaron el hecho de leer y de escribir a una manera de entender y vivir el
envejecimiento más integradora y positiva. A su vez, el hecho de estar activo
favorece la misma creatividad, ya que tal como comentaron los mismos
participantes: “Si estás activo, estás creativo” y “la imaginación, despierta
la imaginación” (traducción de las autoras). Así pues, el envejecimiento no
conlleva irremediablemente un desapego de la actividad o la vida social, sino
que puede implicar el desarrollo de formas de creatividad que conducen a una
mayor realización personal y, por ende, aportan una mayor calidad de vida. Como
afirma Molly Andrews, “la vejez puede ser un crecimiento hacia nosotros mismos.
Todavía seguimos siendo las mismas personas que siempre fuimos, pero lo somos
más profundamente” (1999, p. 311, traducción de las autoras).
Los
participantes asociaron también la práctica de la lectura con la activación y
la ejercitación de la memoria. Tal como afirmó una de las participantes: “la
lectura es para el cerebro como el ejercicio para el cuerpo”. En este sentido,
estudios como el de Meredith Flood y Kenneth Phillips (2007) han demostrado el
efecto positivo que las intervenciones creativas tienen para la salud mental y
psicológica de las personas mayores. Los participantes también reconocieron que
cuando leen no siempre se fijan en los personajes de edad avanzada. Sin
embargo, tras realizar este curso admitieron que seguramente observarían con
más atención la representación que se hace de las personas mayores en la
literatura, demostrando así una mayor sensibilidad hacia el problema de la
representación cultural. En referencia a este tema, una de las participantes
mencionó la importancia de leer todo tipo de literatura a cualquier edad, para
así poder tener una mente más abierta y llegar a mostrar una auténtica
comprensión intergeneracional en cualquier momento de la vida.
Justamente
a través de analizar, debatir y realizar breves ejercicios de escritura
creativa, los participantes plantearon temas relacionados con la vejez que
normalmente no son discutidos, tales como la sabiduría, la soledad, la muerte y
la enfermedad y, relacionados con ellos, el deseo y el amor. También se hizo
explícita la necesidad de encontrar un sentido a la vida en cualquier etapa de
la vida, pero en especial en la final. Un aspecto interesante de este estudio
es que por medio de la ficción los participantes reflexionaron y opinaron
abiertamente sobre estos temas desde la propia experiencia y desde su propio
bagaje particular, tanto personal como profesional. A partir de la experiencia
y de los datos recogidos en el taller objeto de estudio, constatamos que
participar en actividades que potencian la lectura y escritura creativa
contribuye a debatir sobre el propio proceso de envejecimiento, y ayuda a poner
de manifiesto las expectativas y los miedos de envejecer. Asimismo, cabe
recalcar los comentarios de los participantes en relación con los aspectos
positivos derivados de participar en pequeños ejercicios de escritura creativa,
lo cual refuerza una de las tesis que se proponen en este artículo –es decir,
que la creatividad está presente en todos nosotros durante toda la vida y que,
en cierto modo, nos ayuda a vivir mejor.
En
un momento en que la actual crisis sanitaria causada por la COVID-19 ha puesto
de relieve las visiones edadistas de nuestras sociedades supuestamente
avanzadas, y se han exacerbado estereotipos negativos de la vejez, a la vez que
ha incrementado el aislamiento de las personas mayores, prácticas como las que
hemos descrito en este artículo nos parecen no solamente positivas sino también
necesarias. En este sentido, nos planteamos la
posibilidad de incorporar las nuevas tecnologías para organizar talleres como
el descrito en un futuro próximo: sin ir más lejos, una de nuestras últimas
intervenciones se realizó en formato virtual, ya que la situación actual no
permitió realizar el taller de lectura presencialmente. En última instancia, este estudio demuestra la
necesidad de continuar ahondando en el tema de la creatividad en la vejez con
una perspectiva de trayectoria de vida, con la finalidad de reflexionar y
debatir sobre temas que se suelen ser tabú en debates sociales y que suelen
limitar el significado de la edad, y sobre todo, de la edad avanzada.
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anexo
“Watching My Lover” (What the Living Won’t Let Go, pp. 71-72)
I watch him hold his
mother
as she vomits into a
bowl.
After, he washes her
face
with a wet cloth and we
try
to remove her soiled
gown
tied in the back with
strings.
Unable to lift her
I pull the green cotton
from under the
blankets, afraid
I’ll tear her skin.
He removes the paper
diaper.
No one has taught us
how to do this, what to
say.
Everything’s so fragile
here
a breath could break
you.
She covers her breasts
with hands
bruised from tubes and
needles,
turns her face away.
It’s okay, Mom, he says.
Don’t feel shy. I’ve undressed
dozens of women in my time.
In this room where my
lover
bares his mother, we
three laugh.
Later, I curl naked
beside him
in our bed, listen to
his sleeping,
breath by breath. So
worn out
he burns with fever –
the fires
his flesh lights to
keep him
from the cold.
Though he has washed
I smell her on his skin
as if she has licked
him
from head to toe
with her old woman’s
tongue
so everyone who lies
with him
will know he’s still
his mother’s son.
“Taking the Measure” (Small Mechanics, p. 81)
The belly’s
post-menopausal slouch,
under each bicep the
swag of a fleshy wing,
dollops of fat above my
bra below my armpits
flap and make smacking
noises when I run. Long as
the face of a foal, my
breasts meander, my cheeks
droop. Naked, I look in
mirrors only on the sly
and never try the ones
in hotel bathrooms. Some claim
wisdom but my mind sags,
too. Au revoir
to high-school French
and long division, to the seven
kinds of ambiguity, the
common names of flowers,
and Shakespeare learned
by heart. To be has taken over
not to be. So be it.
For that I’m grateful.
I and my lover of long
duration still turn to each other
in the night and in the
morning and in the fierce-eyed
glare of afternoon. The
years, he says, have made me
elemental. I taste more
and more like salt.
“Cap altre inici” (Un hivern fascinant ©hereus de Joan Margarit. 2017 © Edicions Proa)
Vaig arribar a sentir com udolava
un llop al fons d’un bosc.
I les guatlles cridant-se ocultes entre el blat.
Em vaig trobar de nit els ulls de les guineus.
He vist els grans voltors damunt d’un mar de boira.
Però res no ha acabat, i no sé de cap pèrdua.
Què era el que posseïa?
No puc jugar amb la por com quan era un infant.
Ja sóc al fons del bosc de tots els contes,
somrient i feliç de no ser jove.
Sabent que, quan s’ha obert,
una esquerda no es torna a tancar mai.
Maricel Oró-Piqueras
Española. Profesora agregada en el Departamento de
Inglés y Lingüística (DAL) en la Universitat de Lleida (Pl. Víctor Siurana, 1,
25003). Es licenciada en filología inglesa por la Universitat de Lleida,
Bachelor of Arts in English literature with language and linguistics por la
University of Roehampton (Londres, UK) y doctora en filología inglesa por la
Universidad de Lleida. Sus líneas de investigación versan alrededor de la
gerontología literaria y los estudios de envejecimiento, los estudios de género
y la literatura contemporánea en lengua inglesa. Sus últimas publicaciones
incluyen la edición del volumen Re-Discovering Age(ing). Narratives of Mentorship. Bielefield: Transcript, 2019 (ISBN:
978-3-8376-4396-1) junto con Casado-Gual i Domínguez-Rué y el artículo “The
multiple faces of aging into wisdom in Julian Barnes’s The Lemon Table” publicado en The Gerontologist, 2019, 59(6):1-8.
https://doi.org/10.1093/geront/gnz089.
Emma Domínguez-Rué
Española. Es profesora agregada en el Departamento de
Inglés y Lingüística (DAL) y coordinadora del grado de Estudios Ingleses en la
Universitat de Lleida. Licenciada en filología inglesa en la Universidad de
Lleida. Obtuvo el Diploma de Estudios Avanzados y un doctorado en la misma
universidad, además de un máster (MA) en literatura inglesa en la Universidad
de Swansea (Reino Unido). Su investigación post-doctoral se basa en la
interacción entre género y envejecimiento en la novela de detectives. Las siguientes
son algunas de sus publicaciones sobre este tema: Núria Casado-Gual, Emma
Domínguez-Rué, Brian Worsfold (Eds.) 2016. Literary Creativity and
the Older Woman Writer: A Collection of Critical Essays. Bern: Peter Lang; Emma Domínguez-Rué. 2018. “The art of doing good. Aging, creativity and
wisdom in the Isabel Dalhousie novels”. Journal of Aging
Studies 44, 22-27. https://doi.org/10.1016/j.jaging.2017.11.003; y Núria Casado-Gual, Emma Domínguez-Rué, Maricel Oró-Piqueras, Eds.
2019. Re-discovering Age(ing) Narratives of Mentorship. Bielefeld: transcript Verlag.
Núria Mina-Riera
Española. Es profesora asociada en el Departamento de
Inglés y Lingüística de la Universitat de Lleida (UdL) y miembro del grupo de
investigación Grup Dedal-Lit, perteneciente al mismo departamento. Es licenciada
en filología inglesa y el máster en Formación del Profesorado de Secundaria,
bachillerato, FP y enseñanza de idiomas en la Universitat de Lleida.
Actualmente está finalizando sus estudios de doctorado en Poesía Canadiense
Contemporánea escrita en inglés también en la UdL. Sus líneas de investigación
principales son la gerontología literaria en lengua inglesa y la relación entre
la creación literaria y el envejecimiento; la poesía canadiense contemporánea
en lengua inglesa, y la ecocrítica en lengua inglesa. Es miembro del proyecto
MINECO ‘Envejecimiento, calidad de vida y creatividad a través de la narrativa’
(ECAVINAR) FFI2016-79666-R (http://www.envejecimientoycreatividad.udl.cat/es/equipos/nuria-mina/). Su publicación más reciente es Mina-Riera, N. y
Voyer, V. (2020). Early retirement,
social class, and family relationships in Cloutier’s Bonne Retraite, Jocelyne
(2018). The Gerontologist, 20(20), 1-9, https://doi.org/10.1093/geront/gnaa033. El artículo Stoncikaite, I. y Mina-Riera, N.
(2020). A creative writing workshop on sexuality and ageing: A Spanish pilot
case study ha sido aceptado para su publicación en la revista académica Societies
(ISSN 2075-4698).
Núria Casado-Gual
Española. Es profesora agregada en el Departamento de
Inglés y Lingüística (DAL) en la Universitat de Lleida del cual es directora en
la actualidad. Es licenciada en filología inglesa (1998) y doctora en filología
inglesa por la misma universidad (2006). Desde 2013 es la investigadora
principal del grupo de investigación Grup Dedal-Lit, dedicado a la gerontología
cultural y el estudio de la literatura en lengua inglesa, para el cual ha
coordinado dos proyectos competitivos financiados por el Ministerio de Economía
y Competitividad del Gobierno de España dedicados a la interacción entre el
envejecimiento y la creatividad literaria (2013-2016, ref. FFI2012-37050, y
2016-actualidad, ref. FFI2016-79666-R). Dentro del campo de la gerontología
literaria, a la cual ha dedicado su investigación post-doctoral, ha co-editado
tres volúmenes de ensayos sobre literatura y vejez (con Maria Vidal en 2004,
con Emma Domínguez y Brian Worsfold en 2018, y con Maricel Oró-Piqueras y Emma
Domínguez-Rué en 2019), y “Ageing and Romance on the Big Screen: the ‘Silvering
Romantic Comedy’ Elsa & Fred” en Ageing
& Society, 2019.
[1] El proyecto ECAVINAR (FFI2016-,7966R),
financiado por el Ministerio de Educación y Competitividad, y liderado por
Núria Casado y Fidel Molina, se inició en 2017 y obtuvo una prórroga de seis
meses para su finalización en junio de 2020. Se trata del trabajo coordinado
del grupo de investigación Grup Dedal-Lit, dedicado al estudio del
envejecimiento a través de la literatura, y del grupo interdisciplinar GESEC.
Ambos grupos son de la Universitat de Lleida y están asociados con el Instituto
INDEST de investigación en ciencias sociales, de esta misma universidad.
[2] Esta visión aparece también con mayor fuerza en las
entrevistas más recientes del escritor, dotando así al conjunto de su obra de
un sentido global, así como al hecho de seguir escribiendo a sus más de ochenta
años de edad. La relación entre vejez y creatividad en la obra de Margarit ha
sido estudiada en los siguientes trabajos: Casado-Gual, Núria, “Literary Mentors for Life: Joan Margarit’s
Lessons on Poetry and Ageing in New
Letters to a Young Poet” (2019a); y Casado-Gual, Núria, “Lessons from an
Older Poet: The Meanings of Ageing in Joan Margarit’s Late-life Poetry”
(2019b).
[3] La interrelación entre los temas
recurrentes en la obra de Julian Barnes como la muerte y el envejecimiento se
han analizado en los siguientes trabajos académicos: Oró-Piqueras, Maricel,
“Memory Revisited in Julian Barnes’s The
Sense of an Ending” (2014); Oró-Piqueras, Maricel, “Exploring the path to
death through Julian Barnes’s older characters: between irony and melancholic
meditation” (2018); y Oró-Piqueras, Maricel, “The multiple faces of aging into
wisdom in Julian Barnes’s The Lemon Table”
(2019).
[4] Algunos estudios recientes que
indagan sobre la interacción entre edad y género en la novela de detectives en
lengua inglesa son, por ejemplo, los siguientes: Domínguez-Rué, Emma, “In Their Blooming Sixties: Aging as
Awakening in Amanda Cross’ The Imperfect Spy and The Puzzled Heart” (2012); Domínguez-Rué, “What Goes Around Comes Back Around: Life
Narratives and the Significance of the Past in Donna Leon’s Death at La
Fenice” (2014); Domínguez-Rué, Emma, “Successful Female Aging for
Beginners: Carolyn Heilbrun / Amanda Cross and perspectives of Gendered Aging
in The Players Come Again”
(2016); Domínguez-Rué, Emma, “Patriarchy
and Poetic Justice: Women as Victims and Perpetrators of Crime in Donna Leon’s Death at La Fenice, A Venetian Reckoning
and About Face” (2019).
[5] Entre otros, algunos ensayos recientes que versan sobre la
interacción entre edad, sabiduría y calidad de vida, son los siguientes:
Domínguez-Rué, Emma, “The Art of Doing Good. Aging, Creativity and Wisdom in the
Isabel Dalhousie Novels” (2018); Casado-Gual, Núria, Domínguez-Rué, Emma,
Oró-Piqueras, Maricel “Of Wisdom, Growth, and Gratitude: Revisiting the
Mentor Figure within the Framework of Ageing Studies” (2019).
[6] Los siguientes
son algunos estudios recientes que examinan la creatividad literaria y el
género en la obra de Crozier: Mina-Riera, Núria, “The Beginning of Lorna
Crozier’s Late-Style: A Thematic Change in the Symbol of Snow” (2016); Núria
Mina-Riera, A Poet’s Seasons: A
Gerontological-Ecocritical Approach to the Poetry of Lorna Crozier. [Unpublished Doctoral
Dissertation. To be submitted during the second term of 2021] Universidad de
Lleida.