MARICEL ORÓ-PIQUERAS


Universitat de Lleida

maricel.oro@udl.cat

 

EMMA DOMÍNGUEZ-RUÉ


Universitat de Lleida

emma.dominguez@udl.cat

 

NÚRIA MINA-RIERA


Universitat de Lleida

nuria.mina@udl.cat

 

NURIA CASADO-GUAL


Universitat de Lleida

nuria.casado@udl.cat

 

Recibido
21 enero 2021
Aprobado
14 julio 2021
Publicado
19 noviembre 2021

 

 




La lectura y escritura creativa como herramientas de análisis y transformación de la vejez

 

Resumen: La literatura es especialmente importante para las personas mayores, ya que, a través de representaciones literarias, éstas pueden cuestionar estereotipos y tabúes asociados al envejecimiento, así como la continuidad de la creatividad durante la vejez. El análisis y los resultados que se presentan en este trabajo se basan en un taller sobre lectura y escritura creativa organizado dentro del programa “Aula abierta” de la Universitat de Lleida. En las cuatro sesiones del taller se comentaron textos de autores contemporáneos en los que predominaban temas como la sabiduría, la soledad, la enfermedad y la muerte. A partir del análisis de los debates, y de los ejercicios creativos de los participantes, concluimos que la literatura es un medio ideal para reflexionar y debatir sobre la vejez de forma abierta y creativa. Entre las principales conclusiones consideramos que la creatividad continúa activa en la vejez.

 

Palabras clave: Envejecimiento; sabiduría; soledad; enfermedad; creatividad.

 


Reading and creative writing as a tool for analysis and transformation of the ageing experience

 

Abstract: Literature is especially important for senior citizens, since through literary representations they can question stereotypes and taboos associated to the ageing experience as well as the continuity of creativity during old age. The analysis and the results presented in this article are based on a reading and creative writing workshop organised within the “Aula abierta” programme at the Universitat de Lleida. In the four sessions that composed the workshop, texts from contemporary authors that focused on topics such as wisdom, loneliness, illness and death were analysed. Through the analysis of the debates and the creative writing activities of the participants, we conclude that literature is an ideal medium to reflect and debate on ageing from an open and creative perspective. Amongst the main conclusions of the analysis, creativity continues to be present in old age.

 

Keywords: Ageing; wisdom; loneliness; illness; creativity.

 


 

Cómo citar

Oró, M.; Domínguez E.; Mina, N. y Casado, N. (2021). La lectura y escritura creativa como herramientas de análisis y transformación de la vejez. Culturales, 9, e548. https://doi.org/10.22234/recu.20210901.e548

 

Introducción

Este artículo, que se enmarca en el campo interdisciplinar de la gerontología cultural, presenta un estudio de caso realizado con un grupo reducido de alumnos sénior de la Universitat de Lleida en 2019. Con este estudio se pretende ilustrar la estrecha relación entre vejez, calidad de vida y creatividad literaria, especialmente cuando se trata de abordar aspectos del envejecimiento que han sido silenciados, estereotipados o no tratados con suficiente rigor. Siguiendo los trabajos pioneros de Kathleen Woodward (1980), Barbara Frey Waxman (1990) y Janice Sokoloff (1987), a partir de finales de los ochenta gerontólogos literarios como Amir Cohen-Shalev (1989, 2002) y Anne Wyatt-Brown (1989a, 1989b, 1990, 2010) empezaron a consolidar la unión entre gerontología y estudios literarios a través del análisis de las obras de madurez y obras tardías de escritores y artistas conocidos. En sus estudios estos autores demostraron que el mantenimiento de la creatividad en la vejez no sólo es una característica común a artistas longevos, sino que además tiene una clara incidencia tanto en su obra como en su calidad de vida en general. Décadas después, la gerontología literaria se ha convertido en una parte muy importante de los estudios del envejecimiento (Zeilig, 2011; Falcus, 2015; Marshall, 2015). Ya sea a través del estudio de autores mayores como del análisis de sus obras, una parte significativa de esta especialidad de la gerontología humanística se ha dedicado a rebatir estereotipos alarmistas que relacionan el envejecimiento con la pérdida de facultades intelectuales (Wyatt-Brown, 1990, p. 300-302). En la línea de postulados anti-edadistas, son ya muchos los estudios de envejecimiento y literatura que han contrastado y desmentido el denominado “relato del declive” de la vejez, tan bien descrito por Margaret Morganroth Gullette (2004). De forma especial, los análisis literarios que demuestran el mantenimiento o, incluso, el aumento de la actividad creativa en la madurez y senectud de muchos autores favorecen una visión alternativa e integradora del envejecimiento (Casado-Gual et al., 2016; Molina et al. 2018). Más allá de los estudios biográficos y longitudinales de escritoras y escritores, la gerontología literaria ha demostrado también que la creatividad literaria en sí misma (incluyendo tanto la lectura como la escritura de textos) permite explorar temas y aspectos relacionados con la vejez con más profundidad, y facilita así una visión integradora de esta etapa de la vida, para el beneficio tanto de jóvenes como de mayores.

                  Los estereotipos negativos de la vejez y, relacionados con ellos, la visión edadista del envejecimiento, suelen afectar a personas de todas las edades, de manera que éstos pueden manifestarse o (re)aparecer en distintas formas a lo largo del ciclo vital (Gullette, 2011). En este sentido, la literatura juega un papel relevante a la hora de liberar a personas jóvenes y mayores de las creencias limitadoras relacionadas con el proceso de hacerse mayor. Sin embargo, la literatura es especialmente importante para las personas mayores, ya que éstas pueden ser, a la vez, víctimas y opresores en la visión edadista que pueden tener de ellos mismos. A pesar del crecimiento de este ámbito de la gerontología cultural, son aún escasos los estudios de los efectos que la literatura puede tener sobre las personas mayores, sobre todo en el contexto del Estado español. En el mundo de habla inglesa, en el que se ha avanzado con más intensidad en los estudios de literatura y envejecimiento, también predominan los estudios representacionales de la vejez por encima de los estudios de campo, de manera que el efecto de la literatura o de la creación literaria sobre las personas mayores no ha recibido tanta atención. Aun así, han sido pioneros los trabajos de intervenciones literarias y artísticas con personas con demencia, como los proyectos de Anne Davis Basting dentro de los estudios de teatro (2009; Basting, Towey y Rose 2016), y de Aagje Swinnen sobre intervenciones poéticas (2014). Dentro de los estudios de sociología y envejecimiento, destaca el proyecto liderado por los británicos Nick Hubble y Philip Tew sobre grupos de lectura con personas mayores (2013), un claro precedente del estudio que presentamos.

                  Esta investigación se basa en una parte de los resultados obtenidos en el proyecto “Envejecimiento, calidad de vida y creatividad a través de la narrativa” (ECAVINAR 2017-2019), que ha implicado el trabajo interdisciplinar entre filólogos, sociólogos, psicólogos sociales, e investigadores del ámbito de la salud. A través de sus dos principales líneas de trabajo, el proyecto ha analizado, por un lado, el caso de autores y autoras reconocidos que han seguido escribiendo y publicando pasados los sesenta años; y por otro lado, el papel que tiene la narrativa (ya sea desde un punto de vista estrictamente literario, como desde la interpretación más abierta del término) sobre las personas mayores a la hora de mejorar su calidad de vida.[1] Este artículo presenta los resultados obtenidos en un taller de lectura y escritura creativa realizado entre febrero y marzo de 2019 y dirigido a alumnos sénior de la Universidad de Lleida. El taller, basado en los textos literarios de cuatro de los autores analizados en el marco del proyecto ECAVINAR, ofreció a sus participantes la oportunidad de analizar, debatir y generar nuevos textos a partir del caso de cuatro escritores de distinta procedencia, todos mayores de setenta años de edad y con publicaciones recientes. Los siguientes autores sirvieron de referencia para los análisis y ejercicios creativos: Joan Margarit (Barcelona, 1938), Julian Barnes (Leicester, Reino Unido, 1946), Alexander McCall-Smith (Bulawayo, Zimbabwe, 1948) y Lorna Crozier (Swift Current, Canadá, 1948). A pesar de sus orígenes variados, así como de los distintos géneros y subgéneros en los que publican normalmente –mientras Joan Margarit y Lorna Croizer se han dedicado sobre todo a la poesía, a Julian Barnes y Alexander McCall-Smith se les conoce mayormente por ser autores de ficción–, son cuatro escritores de reconocido prestigio en su respectivo ámbito nacional y también a nivel internacional, y todos cuentan con una carrera extensa.

                  Rompiendo con los estereotipos que relacionan envejecimiento con declive, los cuatro autores han sido especialmente prolíficos en los últimos años de su carrera. Así, Alexander McCall-Smith ha publicado catorce obras de ficción en los tres últimos años, que incluyen novela de detectives, narraciones cortas y literatura infantil, entre otros. Joan Margarit, de los setenta a los ochenta y dos años de edad, ha publicado no sólo seis volúmenes nuevos de poesía, sino también dos libros de ensayo, y además ha seguido actualizando sus antologías bilingües. En el caso de Barnes, éste ha seguido el ritmo de publicación desde que inició su carrera en los años ochenta. En los últimos diez años ha publicado tres novelas, una colección de historias cortas y cinco colecciones de ensayos sobre literatura y arte. Asimismo, Crozier, entre sus sesenta y sus setenta y dos años, ha publicado sus primeras memorias en prosa poética, siete volúmenes de poesía –dos de los cuales en diálogo con fotografías de artistas reconocidos en Norteamérica– y tres libros de poesía para niños. Todos ellos abordan distintas cuestiones relacionadas con el envejecimiento y la vejez en sus obras más recientes, motivo por el cual también fueron seleccionados para el diseño de este taller. Por medio de la revisión de sus últimos textos, el taller pretendía favorecer una visión integradora y crítica de la vejez, tal como promueve la gerontología literaria, y al mismo tiempo generar un espacio de intercambio y discusión en el que la creatividad de los participantes también tuviera un papel relevante.

 

Objetivos y metodología

Este estudio tiene dos objetivos fundamentales: primero, demostrar a través del caso de cuatro autores reconocidos, y de edad avanzada, que la literatura puede ser una herramienta excelente para presentar visiones alternativas de la vejez y, así, promover una visión crítica del envejecimiento entre un grupo de personas mayores no necesariamente aficionadas a la lectura; segundo, observar cómo, a partir de referentes literarios muy concretos, personas mayores no expertas en literatura pueden desarrollar igualmente su creatividad y expresar, por medio de sus propios escritos, su vivencia particular de la vejez.

                  Tal como se ha expuesto en la introducción, el análisis y los resultados que se presentan en los apartados siguientes derivan de un taller sobre lectura y escritura creativa que se organizó dentro del programa llamado “Aula oberta” (Aula abierta) en la Universidad de Lleida durante el curso 2018-19. El programa propone la organización de cursos abiertos tanto al alumnado de grado y postgrado, como a personas externas a la universidad y que pueden estar interesadas en un tema concreto. El programa “Aula oberta” complementa el programa sénior de la Universidad de Lleida, y ambos forman parte del programa de Formación Continua de la UdL. El taller propuesto en el marco del proyecto ECAVINAR se tituló “Literatura, creatividad y envejecimiento: la vejez y los autores contemporáneos”, y consistió en cuatro sesiones, de dos horas cada una, que se desarrollaron en un espacio de cuatro semanas. Participaron catorce personas de entre cincuenta y ocho y setenta y seis años, y una estudiante de doctorado de treinta y ocho años; algunos ya se conocían debido a que habían coincidido en talleres similares, mientras que otros no habían participado en “Aula oberta”. En cada una de las sesiones todos los participantes mostraron interés en expresar su opinión y a debatir sobre los distintos temas que se plantearon desde su propia experiencia, así como desde la experiencia de conocidos y familiares.

                  Cada sesión del taller fue impartida por un miembro del grupo Grup Dedal-Lit (las autoras de este artículo), y de acuerdo con el estudio de caso que cada investigadora tenía a su cargo dentro del proyecto general. Por lo tanto, cada sesión se centró en un único autor o autora y, más específicamente, en textos determinados y recientes donde los autores estudiados presentaban aspectos concretos en relación con la experiencia de envejecer. A partir de un diseño de sesión, pactado por las cuatro investigadoras, las sesiones tenían la misma estructura: primero se ofrecía una breve introducción sobre el autor o autora y al conjunto de su obra; después se presentaba el análisis específico de uno de sus textos; enseguida se procedía a un debate en torno de las principales temáticas y perspectivas ofrecidas por el texto; y finalmente se concluía con una propuesta creativa en la que los participantes podían expresarse con libertad, pero tomando como referente el texto o autor analizado. Además de este plan en común, la primera sesión ofreció una introducción a la gerontología cultural y literaria, y la última concluyó con un debate final, en el que se revisaron perspectivas y temas tratados en las sesiones anteriores.

                  El primer autor analizado fue el poeta catalán Joan Margarit. A partir de una presentación breve de la obra publicada por el autor tras cumplir los setenta años de edad, y mediante citas extraídas de sus últimos poemas y la obra de ensayo Nuevas cartas a un joven poeta (Noves cartes a un jove poeta, 2009), se demostró cómo temas recurrentes en su poesía y aparentemente relacionados con el relato del declive (tales como la muerte, la soledad o la pérdida) adquieren en realidad nuevos matices en su obra tardía, creando así una imagen mucho más integradora de la vejez. A la vez, estos temas renovados conviven con la pervivencia de la temática amorosa en sus versos, y aun con más insistencia, con su concepción de la poesía como fuente inagotable de autoconocimiento y, sobre todo, de consuelo, para el lector.[2] La sesión terminó con un ejercicio de mímesis, en el cual los participantes tenían que “establecer un diálogo” sobre la vejez con el poeta, tomando como punto de partida alguno de los títulos, versos o imágenes comentados en la sesión.

                  En la segunda sesión se trabajó una historia corta del autor británico Julian Barnes que se encuentra dentro del volumen de relatos breves La mesa limón (2004). La muerte y el amor y, junto a ellos, el envejecimiento y el sentido de la vida son temas recurrentes en la obra de Barnes desde sus primeras publicaciones, pero especialmente en las historias que se recogen en La mesa limón[3]. Después de una breve introducción a la también extensa obra del autor, se analizó la historia “La caja para frutas” sobre un triángulo amoroso entre una pareja de ochenta años y una vecina de setenta. A través de la voz narrativa del texto, que corresponde a la del hijo de la pareja protagonista, la historia reflexiona sobre el amor y el deseo en la vejez, y ofrece la perspectiva de la vida que se adquiere con la cercanía de la muerte. Al final de la sesión, se pidió a los participantes que escribieran un final alternativo al presentado por el autor.

                  La tercera sesión se centró en el autor de origen escocés, nacido en Zimbabwe, Alexander McCall-Smith, conocido principalmente por sus novelas de detectives. En esta sesión se introdujo primero la figura del detective en la literatura de habla inglesa a la vez que se trataron las diferencias más relevantes entre el detective profesional y el detective amateur[4]. A la luz de esta distinción se analizaron el primer y último capítulo de la novela El club filosófico de los domingos (2004), la primera de una serie de misterio ambientada en Edimburgo y protagonizada por la detective amateur Isabel Dalhousie, que reflexiona sobre los conceptos de sabiduría y justicia. McCall-Smith trata la sabiduría en el sentido clásico, es decir, como una forma de vida enfocada a encontrar la propia felicidad y fomentar el bien común. Así, la sabiduría está estrechamente ligada a la edad y la experiencia además de constituir una visión positiva del envejecimiento, ya que aporta una mayor felicidad y calidad de vida de la persona sabia.[5] En la parte final de la sesión también se pidió a los participantes que inventaran un final distinto al de la novela de McCall-Smith.

                  En la cuarta y última sesión se abordó la poesía de la escritora canadiense Lorna Crozier, en la que se hizo hincapié en la relación entre género y envejecimiento, tal como aparece reflejada en los poemas seleccionados “Taking the Measure” (2011) y “Watching My Lover” (1999). A lo largo de su obra, Crozier ha ido incorporando desde un punto de vista no edadista los cambios físicos y psicológicos que conlleva cada etapa del proceso de envejecimiento, especialmente en lo que se refiere a las mujeres. Así mismo, Crozier ha criticado mediante el uso del humor los prejuicios socioculturales acerca del envejecimiento. Una vez contextualizada brevemente la obra de la autora a la luz de los estudios de gerontología literaria, se analizaron dos de sus poemas. Los temas principales de estos textos,[6] la enfermedad y la muerte, fueron objeto de debate por parte de los participantes. En la segunda parte de la sesión se pidió a los participantes que escribieran un poema acróstico con el título “Mujer mayor” u “Hombre mayor”, según su respectivo género.

                  En su conjunto, desde los puntos de vista personales de los cuatro autores tratados, y a través de los géneros literarios de los que son representativos, las cuatro sesiones invitaron a los participantes a reflexionar y debatir sobre su propia experiencia del envejecimiento. Al mismo tiempo, la cuarta sesión fungió como conclusión del taller, de manera que un debate final sobre los conceptos y perspectivas ofrecidos a lo largo de las cuatro sesiones cerró el curso. En el mismo debate se trató la función que puede tener la literatura en la expresión de la percepción personal y social del envejecimiento. A continuación se presenta el análisis narrativo de los debates que se produjeron en cada sesión, así como la interpretación de los textos creativos producidos por los participantes, ambos desde el prisma de la gerontología literaria y de los estudios de envejecimiento en general.

 

 “La vejez como último tabú”: vejez, creatividad y calidad de vida

Tal y como han apuntado distintos estudiosos en el campo de la gerontología literaria, la sociología y los estudios literarios y culturales, la literatura es una herramienta muy rica para reflexionar sobre temas que se pueden considerar tabúes tanto en interacciones sociales como en representaciones culturales. Según Mike Hepworth (2000), uno de los primeros sociólogos que basó su investigación en ficción literaria, “la ficción es un recurso particularmente valioso precisamente porque permite al escritor, a través del ejercicio de la imaginación, acceder a las variaciones personales y a las ambigüedades que subyacen la condición común de envejecer” (p. 4, traducción de las autoras). En este sentido, tanto los debates como las actividades de escritura creativa que realizaron los participantes de este estudio confirmaron la capacidad de la literatura de ofrecer un espacio de debate fructífero, ya que permite a los lectores interpretar y expresar sus opiniones sobre su propia experiencia. Tal y como demuestran Nick Hubble y Philip Tew (2013) en su estudio de grupos de lectura con participantes mayores, las opiniones y análisis de los alumnos suponen datos relevantes que aportan información sobre las similitudes y diferencias entre la realidad y la ficción en la vejez. Una de las principales conclusiones de su trabajo es justamente el hecho de que la edad, en este caso, la vejez, es todavía un motivo de prejuicio social. Por otro lado, es justamente a través de la ficción, tanto a nivel de su interpretación como de su expresión creativa, que estos prejuicios pueden ser cuestionados e incluso transformados. Hubble y Tew, comentan: “puesto que las imágenes del envejecimiento se encuentran mayormente en narrativas y símbolos concernientes a uno mismo, la ficción nos permite imaginar otro espacio de otredad […] que puede generar nuevas ideas y respuestas, precisamente porque la literatura tiene la capacidad de resistir narrativas e imágenes de envejecimiento reduccionistas y unidimensionales” (p. 180, traducción de las autoras). Después de transcribir y analizar los resultados obtenidos del taller pudimos clasificar los temas principales derivados, tanto de los comentarios de texto como de las creaciones de los participantes, en los siguientes focos de interés: (1) el concepto de sabiduría en relación al proceso de envejecer; (2) la relación entre soledad y vejez y (3) la enfermedad y la muerte. En última instancia, la literatura como fuente de creatividad entendida tanto desde el punto de vista del creador o creadora como desde del punto de vista del lector o lectora invita a cuestionar y debatir sobre la concepción de la vejez y el envejecimiento en nuestra sociedad.

 

La sabiduría y la vejez

La sabiduría es un término complejo de definir que tradicionalmente se ha asociado a la vejez. Tal como indican varios estudios sobre envejecimiento y sabiduría (Baars, 2012; Edmonson, 2005), en textos de la antigua Grecia y de Roma, la sabiduría ya se atribuía a aquellos hombres de avanzada edad. Sin embargo, la conexión entre edad y sabiduría no era concebida como una relación directa, sino que la edad avanzada era una condición necesaria para aspirar a la sabiduría –en ningún caso se consideraba una garantía de adquirir la condición de sabio. De forma similar, y huyendo del estereotipo (en este caso, positivo) de la persona mayor sabia, hoy también podemos afirmar que la edad ofrece la oportunidad para aprender lecciones importantes y desarrollar una forma de pensamiento que también puede resultar valiosa para personas más jóvenes (Baars, 2012, p. 98). En otras palabras, la sabiduría aumenta con la edad, pero no necesariamente en cada persona; lo hace, en cualquier caso, “en aquellos que son capaces de desarrollarla”, como Ricca Edmonson describe en su estudio etnográfico sobre sabiduría y edad, “simplemente porque las experiencias tardan mucho tiempo en ser recopiladas y asimiladas” (2005, p. 352; traducción de las autoras).

                  A partir del trabajo de reflexión y debate en torno a los cuatro textos y autores, nuestros participantes definieron distintas formas de entender la sabiduría en la vejez, las cuales pueden resumirse en (1) la sabiduría como sinónimo de experiencia y libertad individual; y (2) la sabiduría como la práctica de la empatía y la tolerancia con uno/a mismo/a y los demás, es decir, la sabiduría entendida como una herramienta que permite desarrollar una ética de la vida diaria para beneficio propio y ajeno. El primer tipo de sabiduría se reflejó claramente en las sesiones dedicadas a los dos poetas. Por un lado, la poesía tardía de Joan Margarit refleja un estado avanzado del autoconocimiento, que es siempre, en realidad, una obra en construcción. Sus poemas más recientes también muestran el interés del autor por la lucidez alcanzada en la vejez, que Margarit identifica como “la supernova de la inteligencia” (Un hivern fascinant, p. 57, traducción de las autoras). Cuatro de los participantes de nuestro estudio respondieron a este aspecto de la vejez con poemas que imitaron en estilo y contenido este relato de progreso enhebrado en los versos de Margarit, es decir, el reconocimiento de la vida como fuente continua de aprendizaje, y de la vejez en particular como un posible estadio superior del conocimiento. Así, una de las participantes del taller decía en un poema que “la madurez no te la da nadie / tienes que hacerla tuya. Luces y sombras / se van intercalando / y te van llevando a la serenidad”, mientras que otro participante contrastaba el conocimiento que se adquiere de mayor con “la juventud radiante” que “no lo entiende”, afirmando en los versos finales de su poema que es su presente el que le “proporciona la sabiduría consciente que razona”. Asimismo, la poesía tardía de Lorna Crozier muestra tanto la necesidad de valorar la vejez como signo del aprendizaje vital obtenido a lo largo de la vida, como la importancia de tener ilusiones hasta el momento de la muerte. Inspirados por Crozier, en la sesión dedicada a su obra, los alumnos valoraron la experiencia que se gana con el paso de los años de manera muy positiva. Una de las participantes escribe en su poema que gracias a la experiencia que le ha dado la vida, tiene fuerza para seguir adelante y tener esperanza para lograr lo que se proponga en el futuro: “Grandes hitos todavía te esperan / Nada te detendrá en tu objetivo / Ahora es tu momento, pues tienes la / Noción completa de la vida” (traducción de las autoras). Otra de las participantes describe esta misma idea de un modo muy similar: “Ahora que ya sabes donde vas / No te faltará valor” (traducción de las autoras).

                  La asociación entre la vejez y la libertad individual, frecuente también en poemas tardíos de Margarit (en los que el poeta se proyecta sobre animales salvajes y solitarios, como lobos y zorros), tuvo su influencia en dos de los alumnos del taller, para quienes la vejez permitía, según sus versos, hacerse pequeño “y libre, transparente” para acercarse a una grieta que “oculta los secretos y guarda las respuestas” y deja pasar “esa luz que me deslumbra”. Otra de las alumnas interpretaba la vejez de forma similar como “esa última estación” en la que la libertad se conquista cuando “no necesitas perdonarte” y “aún puedes saldar algunas deudas / con tus sueños”. La revelación de la libertad individual en la vejez también recibe una interpretación específica desde el punto de vista del género, tal como demuestran Friedan (1993), Greer (1992), Waxman (1990), Woodward (1999), y de la cual nos habla Lorna Crozier en uno de sus poemas tardíos. El poema cuenta la historia de una mujer mayor cuyo primer marido –un escritor de gran fama– decide volver junto a ella en la vejez, tras haberla abandonado por relaciones pasajeras. La mujer, sin embargo, decide que ya no desea su compañía, pues ahora es libre para disfrutar de las cosas de la vida, sin que ya le hagan daño. De este modo, Crozier empodera a la mujer mayor para ser libre de tomar sus propias decisiones. Una de las participantes hizo referencia a este punto en uno de los debates de la sesión dedicada a la poeta canadiense. Para ella, la edad otorga libertad a la mujer, porque ésta se da cuenta de que no tiene que pedir permiso a nadie para hacer lo que quiera. Tal como reflejó en su propio poema, la participante no dudaría en acabar con una relación en la que el hombre quisiera coartar su libertad personal, que ahora ha adquirido mayor importancia: “Mujer, ¿adónde vas? /Donde me viene en gana / ¡Ni hablar! ¡Tienes obligaciones! / Adiós. / ¿Guerra tan pronto por la mañana, querida? / ¿Rabia, amor? / ¡Terminaremos mal! / No, ya se ha terminado”.

                  La segunda interpretación de la sabiduría, es decir, la que se identifica con el proceso de aprendizaje que permite ser más comprensivo con uno mismo y con los demás, fue más destacado en las sesiones dedicadas a Alexander McCall-Smith y Julian Barnes. La novela en la que se basó la sesión sobre McCall-Smith, El club filosófico de los domingos, especialmente atestigua el intento del autor de definir ese segundo tipo de sabiduría, que también describieron los antiguos griegos, y que nos indica cómo poner en práctica el conocimiento para desarrollar un modo de vida ético. Así, las capacidades intelectuales y morales deben necesariamente ir acompañadas de una dimensión emocional para dar a las anteriores un valor ético. En este sentido, Anne M. Wyatt-Brown cita una entrevista de Erik Erikson donde éste relaciona palabras como “agape, caridad, humildad y empatía” para describir “los valores culminantes de la edad avanzada” (1990, p. 303, traducción de las autoras).

                  En la novela, la detective amateur y filósofa de profesión Isabel Dalhousie es testigo de una muerte accidental y se cierne en el dilema de si debe denunciar al causante involuntario de esa muerte. En contra de lo que dictaría el código penal, finalmente decide no denunciarle para no arruinar la vida de otra persona, que igualmente deberá cargar de por vida con un terrible sentimiento de culpa. A partir de este caso, los participantes de la sesión debatieron sobre el final de la novela. En la escritura de un final alternativo, los alumnos reflejaron la medida en que la “sabiduría” adquirida en su experiencia vital les había ayudado a tomar una decisión. El extracto siguiente define esa sabiduría de una forma muy parecida al modo de vida ético que describen los antiguos griegos, y que se refleja en la respuesta creativa de la participante:

Personalmente, mi experiencia vital me enseña: a vivir el momento en positivo, sea cual sea la situación; amar y agradecer; mantener una mirada abierta y profunda; que cada uno es responsable de sus decisiones; a tomar con humor mis limitaciones físicas y mentales; a perdonarme y perdonar, esto quiere decir necesariamente también olvidar; a disfrutar de las pequeñas cosas cotidianas; que los demás no son ni mejor ni peor, sencillamente ‘son’, y por lo tanto, no puedo juzgarlos; a no necesitar tener la razón; que la soledad, si es deseada, es una buena compañía; a quererme y ser feliz para transmitir felicidad a los que tengo cerca; a aceptar que tengo fecha de caducidad (respuesta de participante, traducción de las autoras).

 

En su reflexión sobre cómo su experiencia vital y la sabiduría adquirida había influido en su decisión sobre el final de la novela, otra de las participantes reflexiona sobre la edad y la experiencia con estas palabras:

Considero que es humano equivocarnos, pero aprender de los errores y gestionarlos adecuadamente nos puede fortalecer. Necesitamos asumir nuestros actos para evitar malestares psicológicos o angustias que nos impidan evolucionar y afrontar el futuro. Si una posibilidad de conseguir la felicidad está en la verdad, vivir con la mentira no conduce a nada bueno (respuesta de participante, traducción de las autoras).

 

                  En general, los participantes basaron sus decisiones sobre el final en la moral inherente a los actos de nuestra vida cotidiana. En sus aportaciones, reflexionaron sobre cómo estos actos pueden también influir positivamente en las vidas de otros. En las novelas de McCall-Smith, la detective Isabel Dalhousie aporta una reflexión análoga sobre ese concepto de sabiduría: “Y ahí era donde la filosofía realmente importaba: establecía las opciones primordiales detrás de todas esas preguntas prácticas y cotidianas sobre caridad, comprensión y simple decencia” (2009, p. 84, traducción de las autoras). El personaje de McCall-Smith expresa del mismo modo la importancia de la empatía y la creatividad en el proceso de construir un código ético para la vida cotidiana: “La moral depende de la comprensión de los sentimientos de los demás. Si uno carece de visión moral –y existe gente de ese tipo–, entonces simplemente no será capaz de identificarse con ellos. El dolor, el sufrimiento, la infelicidad de los demás no le parecerán reales porque no los percibirán” (2004, p. 122).

                  En la sesión dedicada a Julian Barnes, el caso práctico giró en torno a la historia corta “La jaula para frutas”, donde el narrador de cuarenta y pocos años, hijo de la pareja de ochenta que se ve envuelta en un triángulo amoroso con una vecina algo más joven, ofrece la reflexión en torno al concepto de fidelidad y la ética de las decisiones que se toman cuando la cercanía de la muerte es más palpable. Así pues, cuando el hijo de la pareja descubre la infidelidad de su padre, y la reacción de su madre a la elección de su padre de ir a vivir con su amante Elsie, éste argumenta: “Al principio pensé: No es más que otro caso, otro hombre tentado por el ego, la novedad, el sexo. Lo de la edad hace que parezca distinto, pero en realidad no lo es” (2004, p. 209). Es el hijo mismo quien, ante la necesidad de entender a su padre, decide ir a ver a Elsie, y se da cuenta de que su decisión no reside en una razón física o sexual, ni en un capricho, sino en la necesidad misma de seguir su propio corazón, así como su deseo, más allá de convenciones sociales y culturales sobre la edad:

¿Por qué presuponer que el corazón se enfría al mismo que los genitales? ¿Porque queremos –necesitamos– ver la vejez como una época de serenidad? Ahora pienso que esto es una de las grandes conspiraciones de la juventud. No sólo de la juventud, sino también de la madurez, de cada año que pasa hasta el momento en que reconocemos que somos viejos. Y es una conspiración más amplia porque los viejos corroboran nuestra creencia. […] Salvo que mi padre se negaba a jugar este juego (2004, p. 210).

 

Para Barnes, la sabiduría tiene que ver con el hecho de saber adaptarse a las nuevas situaciones. En el análisis y debate de la historia, los estudiantes mostraron su comprensión por la elección del protagonista, aunque algunos de ellos no estuvieran de acuerdo con ella o no la consideraran ‘práctica’ para afrontar los últimos años de vida. No obstante, sí se mostraron más críticos con el concepto de fidelidad y matrimonio, no entendido exclusivamente desde el amor romántico, sino más bien desde una elección consciente de un estilo de vida. Especialmente a través de sus finales creativos, los participantes consideraron que la infidelidad al final de la vida se podía entender más bien como una falta de lealtad, en otras palabras, de haber fallado a aquella persona con la que decides envejecer. En este sentido, de los ocho finales creativos que realizaron los participantes, seis acaban con el protagonista muerto, permanentemente enfermo o solo, mientras que sólo dos dan al protagonista la oportunidad de acabar sus días sin ninguna atadura (incluidos los vínculos sentimentales), pero feliz. Por lo tanto, de los finales creativos escritos por los alumnos del taller se podría concluir que, de alguna forma, la condena moral por la falta de lealtad del protagonista de Barnes se tradujo mayoritariamente en otorgarle un final trágico. Tanto Barnes a través de su historia como los participantes en el taller se cuestionaron qué decisión es más sabia en la vejez: seguir a tu corazón o a tu razón.

 

Vejez y soledad

Durante las cuatro sesiones del taller se trataron aspectos negativos relacionados con la vejez que sistemáticamente y desde la antigüedad han contribuido a generar el denominado relato del declive, al que ya nos hemos referido con anterioridad (Gullette, 2004). Esta construcción cultural del envejecimiento promueve y justifica, además, creencias edadistas de los jóvenes hacia los mayores, y de jóvenes y mayores hacia ellos mismos (Gullette, 2011, 2019). Dentro de estas visiones destacó notablemente entre los participantes la asociación de la vejez con el sentimiento de soledad o la reclusión social. La importancia que adquirió este tema en los debates y creaciones no es de sorprender, puesto que quizá es de los más arraigados en nuestra sociedad, obsesionada con la productividad y la actividad constante, y precisamente por ello es uno de los caballos de batalla de los preceptos anti-ageing (Marshall and Katz, 2002). Por este motivo, las imágenes literarias examinadas en las sesiones, con las que se promueven visiones más integradoras o complejas de la soledad, fueron valoradas de manera especial por promover una visión más rica y anti-edadista de la vejez. Asimismo, algunas de las creaciones de los participantes confirmaron el arraigo del temor a la soledad con el paso de los años, lo cual contribuye a un espectro más complejo de actitudes y visiones del envejecimiento dentro del grupo.

                  En las sesiones dedicadas a los poetas Margarit y Crozier, la soledad se revisó desde puntos de vista distintos. El ejemplo constructivo de Margarit, que presenta la soledad como un privilegio que permite al autor encontrarse consigo mismo, y que por ese motivo es condición necesaria para una mayor lucidez, inspiró el poema de una de las participantes, quien afirmaba en sus versos que ya “no tenía miedo”, y que ante el espejo imaginado de su poema, con sólo “las sombras de sus pensamientos”, “comenzó a comprender la vejez”.

                  De los poemas generados en la sesión en torno a Crozier, dos destacaron la soledad como experiencia negativa, y uno la dotó de connotaciones positivas. En su obra, Crozier describe la soledad en la vejez como un sentimiento de tristeza absoluta, pues ésta implica una falta de contacto físico con los seres queridos. Estrechamente ligado a la interpretación que hace Crozier de la soledad en el poema “La padrina” (“La abuela”), una participante resalta la soledad que siente la abuela que imagina debido a que ni las nietas ni los hijos van a visitarla. Sin embargo, la abuela acaba acostumbrándose a su soledad forzada, de manera que cuando las nietas finalmente pasan a verla, su presencia le resulta molesta: “Están bastante mal educadas / llenas de manías y descaradas / demasiadas libertades / llegan a hacer disparates” (traducción de las autoras). De un modo similar, para uno de los alumnos del taller, el hombre mayor es tratado por la sociedad como “moscardón que nada aporta y que molesta”, y que por lo tanto ya no tiene espacio para expresar sus opiniones ni goza de prestigio social. Además, la soledad también se interpone entre los dos miembros de la pareja mayor, ya que el hombre se presenta como un “amante que ha enloquecido por no sentirse querido” por su esposa. Otra participante, en cambio, dejó abierta la posibilidad de que la soledad pueda ser un sentimiento positivo para la persona mayor: “A veces, sólo a veces es bueno sentir soledad. A veces sentirse solo sin estarlo es la auténtica soledad”.

                  En la sesión sobre McCall-Smith, la aparente soledad de la protagonista en su condición de “solterona” se vio reflejada en las distintas formas en que los participantes interpretaron el deseo de la detective de investigar la muerte que presenció accidentalmente. Los participantes masculinos, casi en su totalidad, no se identificaron con la protagonista –“no logro empatizar con ella lo más mínimo” (respuesta de participante, traducción de las autoras)– y percibieron su investigación como una forma de pasar el tiempo. Por su condición de mujer soltera y adinerada, tienden a describir la vida de la protagonista como aburrida y ociosa y por tanto “no es de extrañar que no esté de acuerdo con ninguna de sus buenas intenciones morales” (respuesta de participante, traducción de las autoras). Por el contrario, la gran mayoría de las participantes se identificaron con la protagonista e interpretaron su deseo de saber la verdad como un acto de solidaridad y empatía para con la víctima y sus familiares. No percibieron sus ansias de descubrir la verdad como chismorreo ni a la protagonista como una solterona aburrida: en ese sentido, una participante destaca que “la soledad, si es deseada, es una buena compañía” (traducción de las autoras).

                  En la sesión dedicada a Julian Barnes, la historia en la que se basó el ejercicio práctico rompe con la asociación entre vejez y soledad a través de la negación de otro estereotipo importante del relato del declive: la creencia de que el cuerpo de una persona mayor no es deseable y por lo tanto es rechazado por la sociedad. Tanto en el caso de la historia corta “La jaula para frutas”, como en las otras historias que conforman el volumen La mesa limón, como en otras obras del autor, los protagonistas mayores expresan la necesidad de sentir amor y deseo. En este caso, los protagonistas de la historia analizada expresan cómo llegan a enamorarse y a sentir deseo de la misma forma que lo habían hecho en su juventud. Durante el debate que tuvo lugar con los participantes del taller, algunos de ellos expresaron que la situación que describía la historia de Julian Barnes no les resultaba extraña en absoluto, ya que algunos de los participantes explicaron casos concretos de conocidos y conocidas suyos que habían empezado una relación sentimental a los setenta y ochenta años de edad. Para los participantes en el taller, el amor y el deseo forman parte de la persona durante toda la trayectoria vital y, aunque el comportamiento de los protagonistas de la historia puede no ser moralmente aceptable, les resultaba creíble que se hubieran llegado a enamorar y a desear como Barnes lo expresa en la historia.

                  En el debate final con el que se cerró el taller, los participantes volvieron a destacar la relación entre soledad y vejez como un estereotipo negativo, pero a la vez compartieron experiencias de personas cercanas a ellos que se auto-imponen la soledad o al menos disminuyen su vida social por tener una visión edadista de sí mismos. Así, algunos de ellos criticaron las actitudes de muchos de sus coetáneos, que por considerarse ‘demasiado mayores’ dejan de realizar muchas actividades que ya no consideran apropiadas. Tal como explica Leni Marshall, las personas mayores que han interiorizado prejuicios sociales edadistas a menudo deciden no participar en reuniones sociales y quedarse en casa, y de este modo evitan sentirse juzgados por la sociedad (2012, p. 59). La relación entre envejecimiento y pérdida de la identidad profesional también se destacó como un motivo por el cual algunas personas mayores dejan de relacionarse con los demás. Algunos de los participantes reconocían que, para muchas personas mayores, principalmente hombres, el trabajo había sido su principal fuente de identidad, y una vez jubilados, no sabían qué hacer con sus vidas. De esta forma corroboraban, tal como afirman Helen Barnes y Jane Parry, que “los valores culturales predominantes continúan dando prioridad al trabajo remunerado y le atribuyen un rol central en la formación de la identidad” (2003, p. 12, traducción de las autoras). Finalmente, los participantes también afirmaron que el hecho de dejar de relacionarse con los demás tiene un origen sociocultural muy marcado, que está estrechamente relacionado con la mentalidad del individuo y de su entorno. Así pues, si una persona ha tenido inquietudes o ha realizado actividades lúdicas a lo largo de su vida, durante su vejez lo más probable es que aproveche su tiempo libre a dedicarse más a fondo a estas inquietudes y actividades. Los participantes valoraban la riqueza de temas de conversación con aquellas personas que conservaban sus inquietudes o las ampliaban en la vejez, en contraste con los que llevaban vidas más aisladas, que solían centrarse en aspectos domésticos.

                  A pesar de que las investigaciones sociológicas acerca del sentimiento de soledad no son concluyentes, puesto que “no hay acuerdo sobre si lo experimentan más los varones o las mujeres, ni tampoco sobre si su prevalencia crece con la edad” (López-Doblas y Díaz-Conde, 2018, párr. 14), tanto las sesiones dedicadas a los autores como el debate final demostraron que la asociación entre soledad y vejez es un tema complejo y que genera distintas actitudes, dentro de las cuales se incluyen creencias estereotipadas acerca del propio cuerpo y de su adecuación o inadecuación en relación con los demás.

 

La enfermedad y la muerte

En los debates del taller, los participantes del curso opinaron que a menudo tanto en la literatura como en el cine la representación de la vejez se asocia a enfermedades, hecho que subraya la importancia del relato del declive en nuestra cultura. Asimismo, algunos alumnos criticaban la falta de realismo en los relatos ficticios de estas enfermedades. Por ejemplo, tal como se dijo en el último debate, les costaba encontrar una película que tratara la enfermedad del Alzheimer con personajes no idealizados. Los participantes atribuían este hecho a la dureza de enfermedades como la demencia, que contribuirían a la baja popularidad de cualquier película que retratara esta realidad con mayor verosimilitud. Por otro lado, la demencia sigue siendo un tabú social y cultural, hecho que contribuye a su invisibilidad también en el arte en general. Si bien estudios de gerontología literaria confirman la abundancia de representaciones estereotipadas del Alzheimer y otras formas de demencia (Cuadrado et al., 2016; Chivers, 2011), también es cierto que existen manifestaciones artísticas más recientes que empoderan a las personas que viven su vejez con estas enfermedades, mostrándolas como sujeto activo (Medina, 2018).

                  Tal como reflejó el último debate del curso de forma especial, el Alzheimer y la pérdida de memoria e identidad, estrechamente ligadas a esta enfermedad, forman parte de los miedos que los participantes asociaban a la vejez. Para varios de los alumnos, según afirmaron, el hecho de darse cuenta del propio deterioro mental y físico sería peor que la muerte en sí. Tal como explican Anne Davis Basting (2009) y Margaret Cruikshank (2009), el pavor a sufrir de Alzheimer en la vejez es un temor común en el mundo occidental, debido a la gran importancia que se ha otorgado a la funcionalidad del cuerpo y la identificación del “yo” con sus capacidades intelectuales. Como reflejo de este temor y creencias, que por otro lado son cuestionadas tanto por los estudios de gerontología como por los estudios sobre la discapacidad, una participante mencionó la muerte asistida o eutanasia como alternativa si se quedara “como un vegetal en la cama o sufriendo unos dolores insoportables” (traducción de las autoras). Dos participantes más estuvieron de acuerdo con ella, poniendo así de manifiesto una de las preocupaciones más extendidas sobre el envejecimiento y, una vez más, la identificación entre vejez y enfermedad propia del relato del declive.

                  A la vez, los análisis y ejercicios creativos de las sesiones dedicadas a los autores ofrecieron una visión alternativa al binomio “vejez y enfermedad”. Por un lado, en la sesión dedicada a Julian Barnes, el relato “La jaula para frutas” centró la atención de los participantes en dos temas que pueden parecer opuestos pero que, gracias a la ficción y al debate que la historia corta de Julian Barnes generó, resultaron ser complementarios: el amor y el deseo, por un lado, y la enfermedad y la muerte, por el otro. Tal y como explica Barnes en varias entrevistas que siguieron la publicación de La mesa limón, a través de las historias del volumen el autor pretendía reflexionar sobre el hecho de que envejecer no supone obtener sabiduría o serenidad de una forma casi mágica, ni entrar en un periodo de pérdida irremediable, sino que la vejez, igual que cualquier otra época de la vida, conlleva ganancias y pérdidas.

En este sentido, Barnes explica que el volumen “se opone a la noción de que las cosas se calman cuando uno llega a la vejez, cuando se supone que la filosofía empieza a hacer efecto –que el cuerpo, el corazón y el deseo sexual se desarrollan y envejecen de la misma forma. No lo hacen, se desarrollan con grandes disyunciones” (O’Regan 2003, p. 2, traducción de las autoras). Tanto el debate como las pequeñas producciones de los participantes en el taller afianzaron la idea inicial de Barnes de que la vejez no es una época de la vida homogénea sino variada y múltiple como cualquier otra.

                  En el caso de la sesión dedicada a McCall-Smith, tanto el debate sobre la novela (y las reflexiones alrededor de la muerte que ocurre en ella) como las respuestas de los participantes sobre finales alternativos llevaron a los participantes a reflexionar creativamente sobre la edad y la experiencia para entender las complejidades del proceso de envejecimiento. Este proceso, aun conllevando una serie de pérdidas (como enfermedades o muerte de familiares y amigos), es también enriquecedor: puede ayudar, como afirma una participante, “a tomar con humor mis limitaciones físicas y mentales”. De la misma forma, la edad y la experiencia guardan relación con el concepto de sabiduría también en el sentido de que ponen énfasis en “disfrutar de las pequeñas cosas cotidianas” y a su vez “aceptar que tengo fecha de caducidad” (respuesta de participante, traducción de las autoras).

Por su parte, la obra de Crozier incorpora una mirada poética a la enfermedad y consiguiente muerte de sus progenitores en la vejez. Aunque en ambos casos el sentimiento de pérdida es profundo, el dolor por la muerte de la madre –a quien Crozier estaba muy unida– se convierte en un tema recurrente en su obra. Asimismo, el hecho de darse cuenta de que ahora ella se ha convertido en la generación mayor conlleva momentos de ansiedad por su propia mortalidad y la de su marido. Aun así, Crozier, mediante la figura de la hija en sus publicaciones, muestra estrategias para superar el duelo y el miedo a la muerte y así poder seguir adelante con su vida. De este modo, y utilizando la terminología de Robert Neimeyer, Crozier integra la pérdida de sus padres en su propio sentido de identidad (2002, p. 303).

                  En la sesión dedicada a Joan Margarit la muerte estuvo muy presente, ya que es uno de los temas principales de toda la obra poética del autor. A lo largo de su carrera, el autor lo ha representado sin pudor y con toda su crudeza para referirse a la conciencia de su propia mortalidad, y también al peso de las pérdidas esenciales (especialmente las muertes de sus hijas) que han marcado su vida.

                  En su poesía más reciente, sin embargo, la muerte (y la pérdida) adquieren un nuevo sentido en tanto que la voz poética afirma no temer ya el propio final y descubre, además, un sentido más profundo del amor a través de la pérdida, ahora convertida en compañera de vida. Éste fue el modelo adoptado por tres de las participantes, que respondieron a la visión “gerotrascendente” de Margarit (en términos de Lars Tornstam, 2005) con versos como “tengo la capacidad de aceptar la muerte / como una parte natural de la vida”, “¿dónde iremos después? Quién sabe…”, o proyectando su propia mortalidad sobre la imagen prestada de Margarit, de las “aves de paso”, y sintiéndose, a pesar de todo, y como el poeta, “misteriosamente feliz”. Como contraste a esta revisión del tema de la muerte, otro de los participantes escribió un texto autobiográfico en el que, aludiendo a su experiencia profesional de más de cuatro décadas dentro del mundo de la medicina, decía no haberle encontrado aún ningún sentido a la muerte, y prefería verla, como Luis Eduardo Aute, como un “parto inverso” o una “partida mal parida”, en otras palabras, como un final brusco de la vida sobre el cual no tenemos control.

 

Conclusiones

Después de analizar tanto las producciones creativas de los participantes como los debates que concluyeron cada una de las cuatro sesiones de las que constó el taller, constatamos que la literatura y la escritura creativa sirvieron de herramienta expresiva y comunicativa a los participantes para abordar su propia edad y el paso del tiempo desde varias perspectivas. En consonancia con estudios que consideran que la definición de envejecimiento activo debería estar abierta a las múltiples realidades y posibilidades de los mayores (Boudiny, 2013; Boudiny y Mortelmans, 2011), los participantes asociaron el hecho de leer y de escribir a una manera de entender y vivir el envejecimiento más integradora y positiva. A su vez, el hecho de estar activo favorece la misma creatividad, ya que tal como comentaron los mismos participantes: “Si estás activo, estás creativo” y “la imaginación, despierta la imaginación” (traducción de las autoras). Así pues, el envejecimiento no conlleva irremediablemente un desapego de la actividad o la vida social, sino que puede implicar el desarrollo de formas de creatividad que conducen a una mayor realización personal y, por ende, aportan una mayor calidad de vida. Como afirma Molly Andrews, “la vejez puede ser un crecimiento hacia nosotros mismos. Todavía seguimos siendo las mismas personas que siempre fuimos, pero lo somos más profundamente” (1999, p. 311, traducción de las autoras).

                  Los participantes asociaron también la práctica de la lectura con la activación y la ejercitación de la memoria. Tal como afirmó una de las participantes: “la lectura es para el cerebro como el ejercicio para el cuerpo”. En este sentido, estudios como el de Meredith Flood y Kenneth Phillips (2007) han demostrado el efecto positivo que las intervenciones creativas tienen para la salud mental y psicológica de las personas mayores. Los participantes también reconocieron que cuando leen no siempre se fijan en los personajes de edad avanzada. Sin embargo, tras realizar este curso admitieron que seguramente observarían con más atención la representación que se hace de las personas mayores en la literatura, demostrando así una mayor sensibilidad hacia el problema de la representación cultural. En referencia a este tema, una de las participantes mencionó la importancia de leer todo tipo de literatura a cualquier edad, para así poder tener una mente más abierta y llegar a mostrar una auténtica comprensión intergeneracional en cualquier momento de la vida.

                  Justamente a través de analizar, debatir y realizar breves ejercicios de escritura creativa, los participantes plantearon temas relacionados con la vejez que normalmente no son discutidos, tales como la sabiduría, la soledad, la muerte y la enfermedad y, relacionados con ellos, el deseo y el amor. También se hizo explícita la necesidad de encontrar un sentido a la vida en cualquier etapa de la vida, pero en especial en la final. Un aspecto interesante de este estudio es que por medio de la ficción los participantes reflexionaron y opinaron abiertamente sobre estos temas desde la propia experiencia y desde su propio bagaje particular, tanto personal como profesional. A partir de la experiencia y de los datos recogidos en el taller objeto de estudio, constatamos que participar en actividades que potencian la lectura y escritura creativa contribuye a debatir sobre el propio proceso de envejecimiento, y ayuda a poner de manifiesto las expectativas y los miedos de envejecer. Asimismo, cabe recalcar los comentarios de los participantes en relación con los aspectos positivos derivados de participar en pequeños ejercicios de escritura creativa, lo cual refuerza una de las tesis que se proponen en este artículo –es decir, que la creatividad está presente en todos nosotros durante toda la vida y que, en cierto modo, nos ayuda a vivir mejor.

                  En un momento en que la actual crisis sanitaria causada por la COVID-19 ha puesto de relieve las visiones edadistas de nuestras sociedades supuestamente avanzadas, y se han exacerbado estereotipos negativos de la vejez, a la vez que ha incrementado el aislamiento de las personas mayores, prácticas como las que hemos descrito en este artículo nos parecen no solamente positivas sino también necesarias. En este sentido, nos planteamos la posibilidad de incorporar las nuevas tecnologías para organizar talleres como el descrito en un futuro próximo: sin ir más lejos, una de nuestras últimas intervenciones se realizó en formato virtual, ya que la situación actual no permitió realizar el taller de lectura presencialmente. En última instancia, este estudio demuestra la necesidad de continuar ahondando en el tema de la creatividad en la vejez con una perspectiva de trayectoria de vida, con la finalidad de reflexionar y debatir sobre temas que se suelen ser tabú en debates sociales y que suelen limitar el significado de la edad, y sobre todo, de la edad avanzada.

 

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Zeilig, H. (2011). The critical use of narrative and literature in gerontology. International Journal of Aging and Later Life, 6(2), 7-37. https://doi.org/10.3384/ijal.1652-8670.11627.

 

anexo

“Watching My Lover” (What the Living Won’t Let Go, pp. 71-72)

I watch him hold his mother

as she vomits into a bowl.

After, he washes her face

with a wet cloth and we try

to remove her soiled gown

tied in the back with strings.

 

Unable to lift her

I pull the green cotton

from under the blankets, afraid

I’ll tear her skin.

He removes the paper diaper.

No one has taught us

how to do this, what to say.

Everything’s so fragile here

a breath could break you.

 

She covers her breasts with hands

bruised from tubes and needles,

turns her face away.

It’s okay, Mom, he says.

Don’t feel shy. I’ve undressed

dozens of women in my time.

In this room where my lover

bares his mother, we three laugh.

 

Later, I curl naked beside him

in our bed, listen to his sleeping,

breath by breath. So worn out

he burns with fever – the fires

his flesh lights to keep him

from the cold.

 

Though he has washed

I smell her on his skin

as if she has licked him

from head to toe

with her old woman’s tongue

so everyone who lies with him

will know he’s still

his mother’s son.

 

“Taking the Measure” (Small Mechanics, p. 81)

The belly’s post-menopausal slouch,

under each bicep the swag of a fleshy wing,

dollops of fat above my bra below my armpits

flap and make smacking noises when I run. Long as

the face of a foal, my breasts meander, my cheeks

droop. Naked, I look in mirrors only on the sly

and never try the ones in hotel bathrooms. Some claim

wisdom but my mind sags, too. Au revoir

to high-school French and long division, to the seven

kinds of ambiguity, the common names of flowers,

and Shakespeare learned by heart. To be has taken over

not to be. So be it. For that I’m grateful.

I and my lover of long duration still turn to each other

in the night and in the morning and in the fierce-eyed

glare of afternoon. The years, he says, have made me

elemental. I taste more and more like salt.

 

“Cap altre inici” (Un hivern fascinant ©hereus de Joan Margarit. 2017 © Edicions Proa)

Vaig arribar a sentir com udolava

un llop al fons d’un bosc.

I les guatlles cridant-se ocultes entre el blat.

Em vaig trobar de nit els ulls de les guineus.

He vist els grans voltors damunt d’un mar de boira.

Però res no ha acabat, i no sé de cap pèrdua.

Què era el que posseïa?

No puc jugar amb la por com quan era un infant.

Ja sóc al fons del bosc de tots els contes,

somrient i feliç de no ser jove.

Sabent que, quan s’ha obert,

una esquerda no es torna a tancar mai.

 

Maricel Oró-Piqueras

Española. Profesora agregada en el Departamento de Inglés y Lingüística (DAL) en la Universitat de Lleida (Pl. Víctor Siurana, 1, 25003). Es licenciada en filología inglesa por la Universitat de Lleida, Bachelor of Arts in English literature with language and linguistics por la University of Roehampton (Londres, UK) y doctora en filología inglesa por la Universidad de Lleida. Sus líneas de investigación versan alrededor de la gerontología literaria y los estudios de envejecimiento, los estudios de género y la literatura contemporánea en lengua inglesa. Sus últimas publicaciones incluyen la edición del volumen Re-Discovering Age(ing). Narratives of Mentorship. Bielefield: Transcript, 2019 (ISBN: 978-3-8376-4396-1) junto con Casado-Gual i Domínguez-Rué y el artículo “The multiple faces of aging into wisdom in Julian Barnes’s The Lemon Table” publicado en The Gerontologist, 2019, 59(6):1-8. https://doi.org/10.1093/geront/gnz089.

                       

Emma Domínguez-Rué

Española. Es profesora agregada en el Departamento de Inglés y Lingüística (DAL) y coordinadora del grado de Estudios Ingleses en la Universitat de Lleida. Licenciada en filología inglesa en la Universidad de Lleida. Obtuvo el Diploma de Estudios Avanzados y un doctorado en la misma universidad, además de un máster (MA) en literatura inglesa en la Universidad de Swansea (Reino Unido). Su investigación post-doctoral se basa en la interacción entre género y envejecimiento en la novela de detectives. Las siguientes son algunas de sus publicaciones sobre este tema: Núria Casado-Gual, Emma Domínguez-Rué, Brian Worsfold (Eds.) 2016. Literary Creativity and the Older Woman Writer: A Collection of Critical Essays. Bern: Peter Lang; Emma Domínguez-Rué. 2018. “The art of doing good. Aging, creativity and wisdom in the Isabel Dalhousie novels”. Journal of Aging Studies 44, 22-27. https://doi.org/10.1016/j.jaging.2017.11.003; y Núria Casado-Gual, Emma Domínguez-Rué, Maricel Oró-Piqueras, Eds. 2019. Re-discovering Age(ing) Narratives of Mentorship. Bielefeld: transcript Verlag.

 

Núria Mina-Riera       

Española. Es profesora asociada en el Departamento de Inglés y Lingüística de la Universitat de Lleida (UdL) y miembro del grupo de investigación Grup Dedal-Lit, perteneciente al mismo departamento. Es licenciada en filología inglesa y el máster en Formación del Profesorado de Secundaria, bachillerato, FP y enseñanza de idiomas en la Universitat de Lleida. Actualmente está finalizando sus estudios de doctorado en Poesía Canadiense Contemporánea escrita en inglés también en la UdL. Sus líneas de investigación principales son la gerontología literaria en lengua inglesa y la relación entre la creación literaria y el envejecimiento; la poesía canadiense contemporánea en lengua inglesa, y la ecocrítica en lengua inglesa. Es miembro del proyecto MINECO ‘Envejecimiento, calidad de vida y creatividad a través de la narrativa’ (ECAVINAR) FFI2016-79666-R (http://www.envejecimientoycreatividad.udl.cat/es/equipos/nuria-mina/). Su publicación más reciente es Mina-Riera, N. y Voyer, V. (2020). Early retirement, social class, and family relationships in Cloutier’s Bonne Retraite, Jocelyne (2018). The Gerontologist, 20(20), 1-9, https://doi.org/10.1093/geront/gnaa033. El artículo Stoncikaite, I. y Mina-Riera, N. (2020). A creative writing workshop on sexuality and ageing: A Spanish pilot case study ha sido aceptado para su publicación en la revista académica Societies (ISSN 2075-4698).

                                  

Núria Casado-Gual

Española. Es profesora agregada en el Departamento de Inglés y Lingüística (DAL) en la Universitat de Lleida del cual es directora en la actualidad. Es licenciada en filología inglesa (1998) y doctora en filología inglesa por la misma universidad (2006). Desde 2013 es la investigadora principal del grupo de investigación Grup Dedal-Lit, dedicado a la gerontología cultural y el estudio de la literatura en lengua inglesa, para el cual ha coordinado dos proyectos competitivos financiados por el Ministerio de Economía y Competitividad del Gobierno de España dedicados a la interacción entre el envejecimiento y la creatividad literaria (2013-2016, ref. FFI2012-37050, y 2016-actualidad, ref. FFI2016-79666-R). Dentro del campo de la gerontología literaria, a la cual ha dedicado su investigación post-doctoral, ha co-editado tres volúmenes de ensayos sobre literatura y vejez (con Maria Vidal en 2004, con Emma Domínguez y Brian Worsfold en 2018, y con Maricel Oró-Piqueras y Emma Domínguez-Rué en 2019), y “Ageing and Romance on the Big Screen: the ‘Silvering Romantic Comedy’ Elsa & Fred” en Ageing & Society, 2019.

 



[1] El proyecto ECAVINAR (FFI2016-,7966R), financiado por el Ministerio de Educación y Competitividad, y liderado por Núria Casado y Fidel Molina, se inició en 2017 y obtuvo una prórroga de seis meses para su finalización en junio de 2020. Se trata del trabajo coordinado del grupo de investigación Grup Dedal-Lit, dedicado al estudio del envejecimiento a través de la literatura, y del grupo interdisciplinar GESEC. Ambos grupos son de la Universitat de Lleida y están asociados con el Instituto INDEST de investigación en ciencias sociales, de esta misma universidad.

[2] Esta visión aparece también con mayor fuerza en las entrevistas más recientes del escritor, dotando así al conjunto de su obra de un sentido global, así como al hecho de seguir escribiendo a sus más de ochenta años de edad. La relación entre vejez y creatividad en la obra de Margarit ha sido estudiada en los siguientes trabajos: Casado-Gual, Núria, “Literary Mentors for Life: Joan Margarit’s Lessons on Poetry and Ageing in New Letters to a Young Poet” (2019a); y Casado-Gual, Núria, “Lessons from an Older Poet: The Meanings of Ageing in Joan Margarit’s Late-life Poetry” (2019b).

[3] La interrelación entre los temas recurrentes en la obra de Julian Barnes como la muerte y el envejecimiento se han analizado en los siguientes trabajos académicos: Oró-Piqueras, Maricel, “Memory Revisited in Julian Barnes’s The Sense of an Ending” (2014); Oró-Piqueras, Maricel, “Exploring the path to death through Julian Barnes’s older characters: between irony and melancholic meditation” (2018); y Oró-Piqueras, Maricel, “The multiple faces of aging into wisdom in Julian Barnes’s The Lemon Table” (2019).

[4] Algunos estudios recientes que indagan sobre la interacción entre edad y género en la novela de detectives en lengua inglesa son, por ejemplo, los siguientes: Domínguez-Rué, Emma, “In Their Blooming Sixties: Aging as Awakening in Amanda Cross’ The Imperfect Spy and The Puzzled Heart” (2012); Domínguez-Rué, “What Goes Around Comes Back Around: Life Narratives and the Significance of the Past in Donna Leon’s Death at La Fenice” (2014); Domínguez-Rué, Emma, “Successful Female Aging for Beginners: Carolyn Heilbrun / Amanda Cross and perspectives of Gendered Aging in The Players Come Again” (2016); Domínguez-Rué, Emma,Patriarchy and Poetic Justice: Women as Victims and Perpetrators of Crime in Donna Leon’s Death at La Fenice, A Venetian Reckoning and About Face” (2019).

[5] Entre otros, algunos ensayos recientes que versan sobre la interacción entre edad, sabiduría y calidad de vida, son los siguientes: Domínguez-Rué, Emma, “The Art of Doing Good. Aging, Creativity and Wisdom in the Isabel Dalhousie Novels” (2018); Casado-Gual, Núria, Domínguez-Rué, Emma, Oró-Piqueras, Maricel “Of Wisdom, Growth, and Gratitude: Revisiting the Mentor Figure within the Framework of Ageing Studies” (2019).

[6] Los siguientes son algunos estudios recientes que examinan la creatividad literaria y el género en la obra de Crozier: Mina-Riera, Núria, “The Beginning of Lorna Crozier’s Late-Style: A Thematic Change in the Symbol of Snow” (2016); Núria Mina-Riera, A Poet’s Seasons: A Gerontological-Ecocritical Approach to the Poetry of Lorna Crozier. [Unpublished Doctoral Dissertation. To be submitted during the second term of 2021] Universidad de Lleida.