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Pandemia. Zizek
Slajov Rossana
A. Almada Alatorre
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La
versión digital de este libro sale a la luz en mayo de 2020
con 82 páginas. En
él, Slajov Zizek aborda, en once capítulos y un
apéndice, el tema de la
pandemia que azota al mundo entero; su reflexión resulta
temprana, si se me
permite, pues eso le obliga a referirse principalmente al problema en
Europa,
tocando someramente la situación de los Estados Unidos,
mientras en América
Latina el virus prácticamente venía aterrizando
en algunos lugares y aún no
vislumbrábamos de manera más o menos clara la
magnitud del problema que
enfrentamos.
La
metáfora de inicio es aquel pasaje bíblico en el
que Jesús resucitado le ordena
a Magdalena no tocarlo y otro donde afirma frente a sus
discípulos que lo
reconocerán allí donde haya amor entre los
creyentes
En
nuestra nueva cotidianidad sucede que
el crecimiento exponencial del virus avanza paralelamente con la
evolución del miedo
y nosotros vamos distanciándonos cada vez más,
sobre todo de los desconocidos;
entramos a lugares públicos como el consultorio libre de
Covid de nuestro
médico y en lugar de saludar o devolver una sonrisa, vemos a
los demás con una
suerte de asco nacido del miedo; no queremos que nadie se nos acerque y
mucho
menos si no tiene puesto un tapabocas. Ocurre
que seguimos al pie de la letra la
orden del distanciamiento social que parece ser el colofón
del individualismo
capitalista. Cada uno de nosotros debe tener cuidado de sí
mismo y ese cuidado
depende, de manera fundamental, del aislamiento, compartimos
territorios, pero
cada uno de nuestros vecinos, de aquellos con los que nos topamos en
las
calles, nuestros amigos e incluso familiares más cercanos,
pueden ser portadores
de una guadaña.
Indudablemente
transitamos pasajes de la
nostalgia por todos aquellos a quienes amamos, sean estos humanos o no,
añoramos
nuestros lugares favoritos: playas, ríos, lagos, el campo y
también los cines,
restaurantes, antros, plazas comerciales…
Así
también la relación con los seres
queridos: amigos, tíos hijos, abuelos y nietos y un largo
etcétera.
Con
el virus ha crecido, entre otras, la
epidemia de desinformación; la negación del
problema en primera instancia fue
uno de los elementos que contribuyeron al crecimiento de la enorme
contingencia
que vivimos, Zizek nos comenta acerca de
la censura que vivió el fallecido Dr. Li
Wenliang, oftalmólogo chino que
advirtió sobre el brote del extraño virus que ha
derivado en la actual epidemia
de Covid; así mismo la periodista Verna Yu, que
escribió: “Si China valorara la
libertad de expresión, no existiría la crisis del
coronavirus” no fue
escuchada… El problema en China, nos comenta Zizek, es que
no confía en la
gente; el lema es “a la gente hay que protegerla,
quererla, pero no confiar
en ella”; yo me pregunto si en nuestro mundo
occidental prevalece la idea de
creer en la gente y me respondo con un rotundo no. El pueblo no
confía en sus
gobiernos y estos ven a los ciudadanos como criminales potenciales,
vivimos en
un mundo de permanente desconfianza mutua. ¿Cómo
luchar contra la epidemia en
estas condiciones, cuando además tanto en los medios de
comunicación de masas
como en las redes sociales virtuales, las noticias falsas
están a la orden del
día al grado de que ya nadie sabe cuál es la
verdad o cuáles son las verdades?
Zizek afirma que sólo restableciendo la confianza entre el
Estado y la gente
podría lograrse un avance hacia el final del oscuro
túnel que estamos cruzando
Lo
más temible es que la crisis del
coronavirus forma una triada aterradora con la crisis
económica que produce y
con la crisis psicológica que nace de esta última
y del confinamiento. Como
dice Zizek en el segundo capítulo, nos enfrentamos a dos
figuras opuestas: por
un lado, los que trabajan hasta la extenuación como en el
caso del personal
médico y los cuidadores, que además de estar en
pie de lucha por mucho más tiempo
del que dura una jornada diaria de trabajo, tienen que hacerse los
simpáticos
para que quienes están enfermos
puedan sentirse un poco menos
mal y, por otro lado, están los que no pueden hacer
absolutamente nada más que
estar confinados en sus casas ¿y qué hay de los
que no tienen casas donde
confinarse? En medio de todos estos, están aquellos que se
quedaron sin ningún
ingreso y venden lo que pueden: comida a domicilio, cubrebocas,
máscaras de
plástico; y también los que no tienen
más remedio que pedir ayuda de casa en
casa y algunos vendedores ambulantes de dulces, juguetes, etc.,
tratando de
acercar algo de comida a sus mesas.
Comenta
Zizek, que además de los
principales efectos de la pandemia, que son el confinamiento y lo peor,
las
muertes, las economías sufren una caída
estrepitosa en todos los niveles. Cuando
Zizek escribía su texto, la industria automotriz alemana ya
estaba en serios
problemas en relación con sus exportaciones de carros de
lujo a China. Europa
en general estaba estancada y se tornaba más dependiente
cada día
Desde
luego el problema migratorio
prevalece en el ámbito mundial, los campos de refugiados en
Europa y en la
frontera mexicana con Estados Unidos pueden ser caldo de cultivo del
virus
debido al hacinamiento; en 2018-2019 vivimos una gran
migración hondureña y de
otros países, esto ha dado como resultado el endurecimiento
de las políticas migratorias
estadounidenses, aumentando la saturación en los refugios y
la posible
expansión del virus debido a la carencia de espacio, agua y
jabón para mantener
las mínimas medidas de higiene, de la “sana
distancia” ya ni hablamos.
Zizek
hace mención también sobre la
propagación de virus ideológicos expandidos a
través de noticias falsas y
teorías conspiracionistas acompañadas de
estallidos de racismo, pero también
considera la idea de otro mundo posible y pese a la opinión
de muchos en el
sentido de que esta crisis traerá consigo la
caída del régimen chino, sabemos
que existe la necesidad de construir otras formas de vivir en las que
tampoco
el capitalismo tal como lo conocemos tendrá cabida, en ese
sentido, Zizek
propone una nueva versión de comunismo cuyo reconocimiento
quizá sea la única
posibilidad de reparar los daños que estamos sufriendo en
todos los sentidos,
pues no es posible pensar que el capitalismo, con su
devastación del medio
ambiente, no tenga responsabilidad alguna en la aparición y
propagación de este
virus.
Aunque
Zizek reconoce como positivo el
trabajo de la Organización Mundial de la Salud y comenta
cómo dicho organismo
ha mantenido una información cargada de advertencias
precisas carentes de
pánico
Se
infieren culpables, Donald Trump ha comentado
en más de una ocasión que el virus fue creado en
un laboratorio chino; otros
consideran que es una conspiración de los grupos financieros
más fuertes para
mantener bajo control a la población mundial debido a una
inminente crisis
económica y a manifestaciones sociales evidentes en los
movimientos de alcance
global, como fue el caso de la marcha de las mujeres que tuvo lugar en
muchas
ciudades del mundo el 8 de marzo.
Con
todo, Zizek apuesta a una suerte de
solidaridad que nos permita, de alguna manera, salir de las crisis
mencionadas,
nos aclara que no está pensando en una solidaridad
idealizada, utópica, sino en
la que nace de la necesidad generalizada de supervivencia basada en
motivos
racionales y egoístas
Pero
no es únicamente esta la forma de
ganar terreno de manera poco fiable, el confinamiento, las medidas de
precaución
que todos hemos acatado por miedo, constituyen el sueño de
cualquier tirano;
como se comentó líneas arriba, las autoridades
hacen todo lo posible por crear
y mantener un clima de pánico, provocando un verdadero
Estado de excepción a
través de las limitaciones a la movilidad y los cambios
radicales en la vida
cotidiana
El
asunto es que cuando la tormenta
amaine, la vida no será la misma; de entrada,
difícilmente el miedo saldrá de
nuestros cuerpos, estaremos siempre al pendiente de nuevos virus y
crisis
renovadas. Los virus son entidades no vivas, no muertas, no tienen
ninguna
intención ni buena ni mala hacia la humanidad, pero se
activan al contacto con
nuestras células y con esa base pueden destruir nuestra
vida, no sólo la física
como estamos viendo, también la económica,
nuestros lazos afectivos, lo que ha
sido la vida humana hasta hoy; en otras palabras, no sólo
mueren quienes dejan
de respirar a causa del virus, no es esa la única manera de
perder la vida.
En
la actualidad, nos dice Zizek, todos y
cada uno de nosotros tiene la obligación de cuidarse a
sí mismo y a los demás;
el Estado puede deslindarse de este compromiso, ha perdido su capacidad
de garantizarnos
bienestar ante esta amenaza tan terrible a la que nadie escapa. Estamos
todos
atrapados en un caos triple: médico, económico y
psicológico; de los dos
primeros ya hemos comentado, pero este último es igualmente
pernicioso, la
angustia hace perder la cordura, de ahí el aumento de la
violencia
intrafamiliar y de los femicidios; en algunos casos la gente
desesperada ha
salido en masa a la calle para protestar por las medidas impuestas por
los
gobiernos ante la pandemia, tal fue el caso el 1 de julio en
Berlín, donde
miles de manifestantes salieron a la calle sin cubrebocas ni sana
distancia,
afirmando que no es más que una forma de mantenernos bajo
control. Quizá
no falte razón, como señala Zizek, el
teléfono e internet son los únicos lazos que nos
unen con los demás, pero esos
lazos pueden ser cortados por los gobiernos en cualquier momento que
así lo
decidan
Será
necesario entonces, de acuerdo con
Zizek, reorganizarnos de otra manera; ante la amenaza de
éste y de nuevos virus
tendrá que surgir una industria encargada de la
fabricación de mascarillas e
implementos de protección personal, iremos por la vida como
en película de
ciencia ficción. En el nivel internacional los Estados
deberán organizarse para
compartir recursos, pues si cada país se encierra en sus
fronteras pronto
empezarían las guerras
Acercarse
al pensamiento de Zizek nos
provoca reflexionar de manera cruda y profunda sobre cómo
sortear juntos la
tragedia, la desesperanza y el miedo, siguiendo la luz que brinda la
posibilidad de reencontrarnos como humanidad.
¿Será
esto posible?
Rossana A. Almada Alatorre
Mexicana.
Posdoctorado
en Ciencias Sociales por la
Universidad Nacional de Córdova, Argentina; Dra. en Ciencias
Sociales por el
Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en
Antropología Social
(CIESAS); Mtra. en Antropología Social por El Colegio de
Michoacán y Lic. En
Ciencias Políticas por la Universidad Autónoma de
Baja California Sur.
Actualmente es profesora investigadora de la Universidad
Autónoma de Baja
California Sur Miembro del Sistema Nacional de Investigadores, Nivel I.
Sus
temas de investigación están enfocados a
movimientos sociales, subjetividades e
identidades en el marco de la globalización. Su
publicación reciente
es Almada
R. y Rodríguez R. E. (2019). Hogares Navegantes,
en, Juárez
J. y Cruz P. (Coords.)
Turismo: alcances y perspectivas
en la Península de Baja California. Ed. Fontamara.
México.