ENRIQUE
RIVERA GUERRERO Universidad
de Sonora Recibido traducción Javier Ahumada Aguirre
|
La construcción de la pasión por el
futbol[1].
El caso de los Leones Negros de la UdeG[2] Resumen:
Este artículo tiene como objetivo
conocer la construcción de los aficionados al futbol como proceso complejo al
estudiar las motivaciones que este deporte provoca en los sujetos. Con la
pregunta: ¿cuál es el proceso de construcción de los aficionados al futbol
contemporáneo en el caso de Leones Negros de la Universidad de Guadalajara?
El
estudio utilizó metodología cualitativa con entrevistas a aficionados y con
una revisión hemerográfica. Se eligió al equipo de los Leones Negros porque
conlleva una carga simbólica relevante en la memoria de los habitantes de
Guadalajara, Jalisco. Entre los hallazgos se destacan la mediación
institucional que deriva en la comunicación de emociones arraigadas en la
biografía de los sujetos en la conformación de su identidad. Palabras
clave:
Comunicación; deporte;
historia; identidad; memoria colectiva.
On
building a football fanbase: The case of Leones Negros Abstract: This paper aims to analyze how the fanbase of a
football team is built in a complex process which allows the study of the
motivations enthused by this sport in our subjects. In order to answer our
working question –What is the process to build a contemporary football
fanbase for the University of Guadalajara’s team, the Leones Negros?–, this
study was conducted using qualitative methodology, interviews with fans, and hemerographic consultation. The team Leones Negros was
chosen due to its symbolic value –a relevant source for historic memory among
the city’s people. Among the findings, the institutional mediation that
results in the communication of emotions rooted in the subjects’ biography
when conforming their identity stands out. Keywords: Communication;
Sport; History; Identity; Collective memory.
Cómo citar Rivera, E. (2021). La construcción de la pasión por el futbol. El caso de los Leones Negros de la UdeG. Culturales, 9, e597. https://doi.org/10.22234/recu.20210901.e597 |
Introducción
En
la actualidad el futbol seduce a personas de sociedades diversas; los partidos
de mayor expectación paralizan a pueblos y naciones enteras; las transmisiones
por televisión cuentan con audiencias de millones de espectadores del que se
considera el deporte multitudinario del mundo. Se asume que esa popularidad se
debe a la sencillez de su práctica que provoca múltiples interpretaciones de
las coreografías de los futbolistas sobre las canchas, que configuran el
ambiente en los estadios y su difusión por medio de las pantallas de
televisión, como el escenario idóneo para expresar identidades.
Ser aficionado al futbol es algo que, en
apariencia, el sujeto decide con plena libertad, sin embargo, pensar en el
origen de esta singularidad, que destaca al individuo de entre los otros,
presenta imbricaciones complejas al escudriñar el origen en la memoria de las
personas y sus emociones expresadas durante su vida cotidiana.
Este artículo aborda la construcción de los
aficionados al futbol, enfocado con el análisis de la historia como integradora
de colectividades encauzadas a través de la producción emocional que es
interpretada mediante la comunicación. Partimos de la hipótesis de que ser
aficionado al futbol está encausado por la historia que es incorporada en la
memoria de los sujetos en la expresión de emociones como el orgullo. En este
sentido, el vínculo se construye con referentes de contraste originados en el
pasado, como el fervor de los enfrentamientos en los que emergen rivalidades
entre equipos, instituciones y territorios. Por consiguiente, los sujetos
perciben esa otredad para enaltecerse de forma colectiva a través de elementos
simbólicos[3]
al distinguirse mediante prácticas de comunicación.
Según lo anterior, la historia integrada en el
proceso de comunicación para la construcción de la afición al futbol
contemporáneo está orientada por la producción emocional; para estudiarla, se
abordó el caso del equipo de futbol profesional Leones Negros de la Universidad
de Guadalajara (UdeG) que conlleva una carga simbólica relevante para la
memoria y las emociones de los habitantes de la ciudad de Guadalajara, Jalisco.
Se destaca esta particularidad porque es un equipo respaldado por una
institución pública de educación superior.
El triunfo de los Leones Negros contra los
Tecos de la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG) para obtener el
campeonato en la división de ascenso significó su regreso a la Primera división
del futbol mexicano en 2014, después de 20 años de ausencia en la competencia
futbolística de máximo nivel.[4]
Este acontecimiento generó las preguntas que se aplicaron a los aficionados de
Leones Negros y al mismo tiempo con ello se observó la exaltación institucional
para vincular a la gente con la UdeG en esta segunda etapa en Primera división;
equipo que, sin embargo, en el presente participa en las divisiones inferiores
del futbol profesional en México.
La importancia de este artículo radica en que
los estudios que abordan las implicaciones del futbol en la sociedad subrayan
el análisis de las selecciones nacionales o de los equipos que gozan de mayor
popularidad y visibilidad mediática, pero no tienen en cuenta a las organizaciones
deportivas que se desarrollan en las diversas entidades del país como es el
caso de los Leones Negros de la UdeG.
Metodología
Se contactó a las y los aficionados en
incursiones al estadio Jalisco durante los partidos de Leones Negros y en
lugares comerciales de recepción para ver el futbol. Se acordó el lugar y
tiempo para la realización de la entrevista. Otras personas decidieron brindar
su testimonio in situ en el estadio antes del partido o en donde se reúnen para
verlos por televisión.
Las entrevistas fueron individuales y
realizadas con guía de entrevista enfocada, éstas se grabaron en audio y
transcribieron para su análisis. Las preguntas se dirigieron para conocer los
siguientes observables: a) Origen de la afición al equipo, b) Asistencia al
estadio, c) Significado y sentido de pertenencia, d) Futbol visto por
televisión en lugares comerciales de recepción, e) Objetos tangibles alusivos
al equipo y, f) Mediación institucional.
Se interactuó de manera abierta con las
personas, durante un tiempo relativamente extenso: observando lo que pasa,
escuchando lo que se dice y preguntando diversos tópicos; como indican
Hammersley y Atkinson (1994) “registrando todo tipo de datos accesibles para poder
arrojar luz sobre el tema que hemos elegido estudiar” (p. 15). En este caso, la
coartada metodológica nos condujo al interior del Jalisco, a sus gradas y a las
secciones en las que se divide este estadio, además de a sus calles en la
periferia, durante los partidos de los Leones Negros.
Posterior a la fase exploratoria, las
observaciones se focalizaron para unirse a la conversación con los aficionados
adentro y afuera del estadio. La observación con principio etnográfico se
centró en los sujetos y en los lugares donde realizan sus actividades, los
tiempos y secuencias de sus prácticas, así como en sus objetivos y expresiones.
Se utilizó el diario de campo para registrar la relación con las personas y las
percepciones en la interacción. Esta descripción permitió identificar “los
discursos sociales: que posibilitarán hacer el análisis de la representación
sobre diferentes objetos sociales de los actores investigados” (Reguillo, 2003,
p. 29).
Las visitas al estadio Jalisco fueron
recurrentes, así los aficionados entrevistados me identificaron como quien
realizaba su investigación sobre los Leones Negros. Me conocieron como alguien
externo interesado en ellos durante los partidos de futbol. Su colaboración fue
generosa en tiempo, disposición y sentido para integrarme al grupo. De manera
que, al crear rapport, participé de sus reuniones posteriores a los
partidos en las que comparten comida, bebida y se habla de más futbol. Además,
me uní a sus viajes para alentar al equipo en partidos como visitante y, en otras
ocasiones, estuve con ellos observando las pantallas. Con el estatus otorgado,
me solicitaron mediar sus discusiones y fui invitado a sus festejos civiles y
religiosos.
Integrarse a su cotidianidad fue prioritario
dado que los partidos de futbol irrumpen y muchas veces rigen las estrategias
de las personas como seguidoras del equipo, de modo que el caso estudiado en
Guadalajara es holístico, es decir, un todo complejo que las personas
incorporan en diversos frentes para la interpretación de mensajes, símbolos y
prácticas. Las y los entrevistados fueron cordiales al compartir su vida a
través de sus testimonios y pasión, temas centrales para la construcción de
este conocimiento.
Tabla 1
Relación de entrevistados
ordenados por edad.
Entrevista |
Fecha |
Género, edad |
Ocupación |
Origen |
Equipo |
Aficióna la UdeG |
E1 |
18/09/2016
|
F,
18 |
Estudiante |
Guadalajara |
UdeG |
2ª |
E2 |
10/03/2016 |
M,
25 |
Empleado |
Guadalajara |
Cruz
Azul →
UdeG[5] |
2ª |
E3 |
10/04/2016 |
F,
27 |
Empleada |
Guadalajara |
Chivas →
UdeG |
2ª |
E4 |
20/08/2016 |
M,
57 |
Empleado
de la UdeG |
Guadalajara |
UdeG |
1ª |
E5 |
13/10/2015 |
M,
57 |
Profesionista |
Guadalajara |
Chivas
y UdeG |
1ª |
E6 |
10/11/2015 |
M,
58 |
Futbolista Director
Técnico de la UdeG |
Tala |
UdeG |
1ª |
E7 |
10/11/2015 |
M,
59 |
Periodista Empleado
de la UdeG |
Guadalajara |
UdeG |
1ª |
Fuente:
Elaboración propia.
Con la entrevista se orientó la observación de
las prácticas de aficionamiento de las personas que, como fuentes vivas,
“inciden en la construcción de versiones nuevas o modificadas de los acontecimientos
y las historias personales pasadas” (Aceves, 1999, p. 219). Las entrevistas
causaron emoción en los sujetos, con buena disposición compartieron sus
testimonios, se puede afirmar que al hablar sobre la vida cotidiana se
verbaliza, de manera reflexiva, la profundidad de las emociones que dan sentido
a través de la memoria narrada, de ahí que es “un elemento esencial de lo que
ahora se acostumbra a denominar identidad, individual o colectiva, social o
cultural” (Aceves, 1999, p. 228).
Con los argumentos y textos construidos, la
oralidad fue interpretada por la participación del sujeto como miembro de una
sociedad contextualizada en momentos históricos, políticos, económicos y
culturales, con lo que se obtuvieron narrativas situadas de la identidad como
“la articulación entre una historia personal y una tradición social y cultural”
(Marteccelli, 2010, p. 62). Este autor señala que “es también el fruto de una
tradición que permite a la vez establecer nuestra singularidad personal e
insertarnos en una representación colectiva” (p. 64). Con la reconstrucción de
la experiencia verbalizada, “los acontecimientos compartidos en el pasado y las
interpretaciones colectivas sobre sí mismos, permiten una construcción
colectiva de la identidad” (Aceves, 1999, p. 234).
Las personas entrevistadas, hombres y mujeres,
se organizaron de la siguiente manera: por grupos de animación, por su
asistencia individual en las gradas del estadio, por las que siguen a los
Leones Negros en las pantallas de televisión y por los integrantes de la
institución. Todas ellas declararon su afición por el equipo Leones Negros de
la UdeG y “tienen en común […] su pasión por el futbol” (Archetti, 2008, p.
264). Para abordar la historia de los Leones Negros se consultó en fuentes
documentales del acervo de la Hemeroteca Nacional de México (HNM)[6].
Con estos insumos de información se cotejaron los testimonios y datos recabados
para corregir imprecisiones de fechas y nombres confiados a la memoria de los
entrevistados.
Las
emociones son gozne para unir la historia con la biografía del sujeto en su
construcción como aficionado al equipo de futbol. A manera de mediación, es la
búsqueda de las personas para participar con expresiones que lo trasciendan de
su individuación y los vinculen con la colectividad. Siguiendo a Kistner
(2015): “El vínculo de esta gente con el futbol no pasa por el negocio, el
poder o los delirios de grandeza, sino por la alegría, el placer y la
diversión. Para eso pagan. Incluso cada vez más” (p. 8). Es la cuota para no
quedarse fuera de los acontecimientos que producen emociones de sentido
mimético.
Es una excitación que buscamos
voluntariamente. Para sentirla, muchas veces hemos de pagar. Y, a diferencia de
la otra, ésta es siempre agradable y, dentro de ciertos límites, podemos
disfrutar de ella con el consentimiento social de los demás y con el de nuestra
propia conciencia (Elias y Dunning, 2014, p. 122).
En cambio, las certezas no representan una
forma de espectáculo en los espacios para las prácticas deportivas, su difusión
traslada la incertidumbre de los deportes de competencia de lo impredecible
como entretenimiento en la vida cotidiana, en los cuales los sujetos
experimentan las emociones generadas, producidas, construidas y difundidas que
los ligan, vinculan e identifican con las estructuras sociales y sus
instituciones.
La búsqueda de las emociones se debe a una
condición liberadora y deleitable, dada la cualidad como experiencia
lúdico-agonal que se observa en sus practicantes, en otros términos: “El
deporte, y en particular los juegos competitivos entre jugadores profesionales
ante un público aficionado conllevan un de-control de los afectos y de las
emociones controlado pero placentero” (Elias y Dunning, 2014, p. 72).
Las emociones hacen vivible la cotidianidad y,
según Kistner (2015) el futbol “es el máximo generador de acción, de emoción”
(p. 11), que permite a una gran cantidad de sujetos adscribirse a los triunfos
que los equipos consiguen en competencia. Ciertamente: “El deporte es el modo
simbólico de conseguir unas victorias que de otra manera la inmensa mayoría de
los supporters no conseguiría en la
vida. Los gobernantes lo saben y optimizan tanto como pueden esta función”
(Suárez, 2000, p. 10).
La producción de emociones, mediada a través
de los mensajes institucionales y difundidos en medios de comunicación, se
presentan como eje de la construcción de los aficionados con la exaltación del orgullo para el consumo del
deporte-espectáculo. Para definirlo en el proceso de construcción de los
aficionados:
Lo que se sabe sobre el orgullo
proviene esencialmente de la literatura psicológica donde se presenta como un
sentimiento de satisfacción, deleite o placer en algo que uno ha logrado y/o
uno es capaz de hacer, o en los logros y/o capacidades de alguien con quien uno
está conectado (Decrop & Derbaix, 2010, p. 587).
En el sentido para cohesionarse con la
colectividad, Decrop & Derbaix (2010) prosiguen al señalar que “el orgullo
a menudo se presenta como un apoyo a los procesos de identidad social y de
auto-identidad” (p. 587). De esta forma, inserto en el discurso difundido por
la institución que respalda al equipo de futbol posee implicaciones económicas
redituables con alcances en la construcción identitaria ofertada como
experiencia para los aficionados. Por ende, los sujetos se nombran y se
refieren a sí mismos como capaces de adscribirse a la colectividad, cuyo acceso
es lucrativo en su aspecto tanto económico como ideológico. Como proceso de
largo aliento, la exposición hacia emociones fuertes se explica con el
constreñimiento de las sociedades actuales.
El hecho de que en éstas se haya
restringido más la capacidad de los individuos para actuar de esa manera en
público es sólo, simple y llanamente, otro aspecto del mismo desarrollo, en el
curso del cual aumentan el control social y el autocontrol sobre las
manifestaciones públicas de una emoción fuerte (Elias y Dunning, 2014, p. 111).
La construcción de las afinidades deportivas
está en estrecha relación entre sentido, identidad y emoción, que se destaca
para entender a los colectivos atraídos por las prácticas deportivas, de ahí
que “la búsqueda de la identidad, identificación, sentido y prestigio están
entretejidas en una trama compleja junto con la búsqueda de emociones”
(Dunning, 2003, p. 47).
La expresión de emociones fuertes de manera
colectiva tiene como contexto la situación del deporte en el que la violencia
corporal está reglamentada como proceso civilizador, aquí la actividad física
de los cuerpos se vigila a partir del cumplimiento de la reglamentación de
enfrentamientos legitimados por jueces y árbitros facultados de acuerdo con las
instituciones que rigen las prácticas. Las emociones como mediación dan cuenta
de la búsqueda de los sujetos para expresar y comunicar, en la que “la emoción
es, por decirlo de alguna manera, lo que da sabor a todos los placeres
relacionados con el juego” (Elias y Dunning, 2014, p. 124).
De ello resulta necesario admitir que el
orgullo es la emoción que genera el deporte-espectáculo para la cohesión
colectiva, de acuerdo con que “el orgullo es una piedra angular de consumo del
deporte. El orgullo surge como una clave para construir los impactos de la
identidad individual y social, en los procesos subyacentes del consumo de deporte”
(Decrop & Derbaix, 2010, p. 586). Más aún, estos autores dan cuenta del
vínculo del sujeto con el deporte al desarrollar un modelo basado en Funk y
James asentado en la psicología que implica cuatro etapas.
En primer lugar, la conciencia: cuando una persona
sabe que un equipo deportivo existe, pero no está interesado en seguir a ese
equipo en particular; en segundo lugar, la atracción: es un interés particular
que se desarrolla, y se basa en factores como la imitación por motivos
hedónicos, como el entretenimiento y el escape, que dan valor para ver el juego
en variables situacionales tales como las promociones o la novedad que ofrecen
los equipos; en tercer lugar, el apego: cuando el individuo formó conexión
psicológica significativa que es apoyada por diversas propiedades de actitud; y
por último, en cuarto lugar, la lealtad: cuando la conexión se vuelve
resistente y persistente, con sesgos de cognición y de las influencias del
comportamiento (Decrop & Derbeaix, 2010, pp. 588-589).
Además, sugieren que factores personales y
sociales resultan primordiales en el desarrollo de la lealtad, dado que
examinan el papel mediador del apego como proceso por el cual un sujeto se
mueve desde la atracción, es decir, del gusto por un equipo hacia la fidelidad.
Esta lealtad es el resultado de un proceso por el cual los individuos
desarrollan una condición emocional fuerte de sus vínculos con valor simbólico,
beneficios y atributos asociados con un deporte de equipo.
En consecuencia, de acuerdo a Decrop &
Derbaix (2010), la expresión pública del orgullo se constituye para los
aficionados, en cuerpo y palabra, por medio de objetos y prácticas
significantes. Adicionalmente, estos autores enumeran un conjunto de objetos
tangibles como: ropa, bufandas, parafernalia, tatuajes, maquillaje, abonos y
fotografías, entre otros. En cuanto al conjunto de intangibles, señalan:
colores, himnos, gritos, firmas y gestos corporales. Para el sujeto aficionado,
su cuerpo es objeto de orgullo dado que, a través de éste, él o ella expresan un
compromiso inquebrantable de lealtad. La relación que se establece con los
colores que distinguen al equipo de futbol, originados en la historia, se ligan
con la emoción del orgullo como una trama narrativa para la construcción de la
identidad. Decrop & Derbaix (2010), hacen referencia a que esta exaltación
contribuye con los aficionados a construir su identidad con las posesiones
materiales y el consumo de deporte al crear y mantener vínculos fuertes (p.
594), sugiriendo que:
[…] los sujetos en la categoría de
aficionados, compiten contra otros y están orgullosos de mostrarse como quienes
expresan mayor entusiasmo al equipo como mediación en los consumidores para
expresar sus emociones en una dirección y darle un sentido en particular
(Decrop & Derbaix, 2010, p. 596).
El orgullo, en la producción de las emociones,
se concentra en el seguimiento de los equipos con sus instituciones ofertantes
e integran el referente de identidad de los sujetos, con lo que se orienta el
sentido de los aficionados, quienes se manifiestan con la camiseta de futbol y
los colores del equipo dotados de significado y originados en la historia de la
institución. Las personas al vestir la camiseta se enfundan con la historia
como discurso provisto de manera direccionada. Las emociones que viven se
incorporan en el repertorio de la memoria que los construye como aficionados y
se reiteran mediante la comunicación.
Figura 1.
Primeras camisetas del uniforme de futbol de la UdeG.
Fuente:
Exhibición en Guadalajara, Jalisco, México. Foto E. Rivera (24 de junio de
2017).
De
esa manera, vestir, trasladarse, adquirir las entradas, asistir, disfrazarse,
comer y beber, en torno del futbol se interpreta como gasto festivo, que se
entiende como “el modo de reconversión de energías sociales y corporales que
permiten abrir, expandir y multiplicar las potencialidades de los sujetos y
colectivos” (Scribano, 2009, p. 149). Es así que los
sujetos requieren de insumos simbólicos para las prácticas que expresan
emociones vividas, que además de sentidas en el cuerpo, son consideradas de su
dominio, cuya inversión se entiende como gasto festivo para construirse y
reconstruirse como aficionados. Sus motivaciones se interpretan de manera
reflexiva, y en cierto punto, crítica, al adherirse en la formación de
colectividades en torno del futbol que, en la actualidad, se destaca que hay
que vestir la camiseta para sentir y así emocionarse con el orgullo de
los colores.
En el estadio y ante la pantalla, se viste la
camiseta para expresar y regular la alegría, la felicidad, la tristeza, el
amor, el odio, el temor, el miedo, la compasión, los celos, el orgullo, la
vergüenza, la excitación, el júbilo, el gusto, la rabia, la sorpresa, el enojo,
el regocijo, todas estas emociones son experimentadas con el cuerpo y
expresadas en la vida cotidiana, a través del seguimiento de deportes como el
futbol.
La historia como integradora de colectividades
Dicho
lo anterior, la historia cohesiona a los sujetos con el equipo de futbol. Bajo
este enfoque, la difusión de la historia por parte de la institución es
retomada y construida de la información difundida en los medios de
comunicación, por lo tanto, el relato es integrado por elementos simbólicos
colocados estratégicamente tales como: el año de fundación en los escudos de
los equipos y el palmarés. Por su parte, en la memoria de las personas están
los jugadores, las alineaciones, las jugadas, los momentos futbolísticos en la
calidad de insignias y las proezas deportivas que se maximizan en el imaginario
al ser elevadas como luchas épicas.
La historia como integradora de colectividades
se difunde en aspectos ideológicos de sentido en los sujetos al entrelazar su
biografía con la historia institucional, el pasado se oferta como emoción,
incluso de nostalgia, que según Cuesta (1998), “la nostalgia es exponente del
juego de los tiempos en el recuerdo y expresión del privilegio que éste concede
al pasado” (p. 208). Estas exaltaciones representan un instrumento poderoso
para la formación de grupos aglutinados con el orgullo.
Una colectividad, un grupo, una nación
mantienen su cohesión mediante las reglas compartidas y los propósitos comunes
que ligan entre sí a todos sus miembros. La historia, al explicar su origen,
permite al individuo comprender los lazos que lo unen a su comunidad (Villoro,
1982, p. 43).
Los sujetos cobran conciencia de su sentido de
pertenencia, se propicia la integración del grupo y, en este caso, la identidad
se basa en el acontecer histórico que “refuerza la actitud de defensa y lucha a
grupos externos” (Villoro, 1982, p. 44). De acuerdo con Aguilar (1982) uno de
los usos de la historia es precisamente “para afianzar o inventar una identidad
y reconquistar continuamente la certeza de un sentimiento colectivo o personal”
(p. 147). Aquí resulta necesario diferenciar que:
La memoria colectiva no es historia,
aunque en ocasiones está hecha de un material similar. Es un fenómeno colectivo
pero sólo se manifiesta en las acciones y declaraciones individuales. Puede referirse
a eventos histórica y socialmente remotos pero habitualmente favorece intereses
contemporáneos (Kansteiner, 2007, p. 32).
La historia, según Cuesta (1998), es
“entendida como un saber acumulativo con sus improntas de exhaustividad, de
rigor, de control de los testimonios […] y por otra parte, la memoria de estos
hechos pasados es cultivada por los contemporáneos y sus descendientes” (p.
204). Del mismo modo, se puede abundar que:
Mientras la memoria es valor social y
cultural, es reivindicación de un pasado que se quiere impedir que pase al
olvido, la historia es, además de eso, un discurso construido, obligatoriamente
factible de contrastación y objetivado o, lo que es lo mismo, sujeto a un
método (Aróstegui, 2004, p. 31).
En lo particular, cuando de grupos
parcializados se trata: “el concepto de memoria colectiva se aplica con más
justeza a determinados grupos sociales” (Cuesta, 1998, p. 210).
Después de todo:
Recurrimos a los testimonios para
fortalecer o invalidar, pero también para completar lo que sabemos acerca de un
acontecimiento del que estamos informados de algún modo, cuando, sin embargo,
no conocemos bien muchas de las circunstancias que lo rodean [...] si nuestra
impresión puede basarse, no sólo en nuestro recuerdo, sino también en los de
los demás, nuestra confianza en la exactitud de nuestro recuerdo será mayor,
como si reiniciase una misma experiencia no sólo la misma persona sino varias
(Halbwachs, 2004, pp. 25-26).
Adicionalmente, el relato individual de la
memoria para la construcción de la identidad, según Marteccelli (2010), “la
identidad es inseparable del trabajo por el cual el actor se forja, en el
relato un sentimiento de continuidad a través del tiempo, y a veces inconcluso,
un sentimiento de coherencia interna con ayuda de elementos sociales y
culturales” (Marteccelli, 2010, p. 64). La construcción del sentido a manera de
memoria busca en el pasado la narración identitaria, “es resultado también de
un trabajo que selecciona de manera más o menos arbitraria algunos
acontecimientos de una vida con el fin de darles coherencia de conjunto”
(Marteccelli, 2010, pp. 64-65).
Para cohesión de la memoria se infiere que lo
recordado y conversado radica en los momentos de emociones fuertes compartidas
junto con otros. Más aún en cuanto existe certeza de lo endeble que es la
memoria:
Infinidad de estudios atestiguan el
carácter limitado y selectivo de la memoria, tanto individual como colectiva,
su textura frágil, parcial, manipulada y discontinua, por la erosión del
tiempo, por la acumulación de experiencias, por la imposibilidad real de
retener la totalidad de los hechos y, en todo caso, por la acción del presente
sobre el pasado (Cuesta, 1998, p. 206).
De manera similar, Giménez (2016) señala que
para la construcción de identidades es necesario: “constituirse una historia y
una memoria que le confieran precisamente estabilidad identitaria” (p. 69). De
ahí que, para la construcción de colectividades, por ejemplo, en la formación
de comunidades nacionales, sus identidades se fincan “en mitos fundacionales,
en una historia común y en rasgos culturales supuestamente compartidos”
(Giménez, 2016, pp. 73-74).
Adicionalmente, la identidad es producida con
el discurso situado del poder que se produce desde la institución. Barbero
(2011) señala que los deportistas son propuestos como ejemplo para afrontar y
superar crisis en la construcción y reconstrucción de la identidad colectiva
para asegurar en el espíritu de combate para la población, además de encarnar
expresiones de orgullo colectivo a escala mundial, y sobresalir con espíritu de
equipo por sobre el individualismo. Después de todo, “esta es la función social
de los campeones y sobre la cultura que se recrea mediante las narraciones más
o menos ficticias de sus hazañas” (Barbero, 2011, p. 70).
Por consiguiente, ante los sujetos que
presenciaron las gestas deportivas, presenciales o mediadas, es pertinente
integrar la noción de memoria comunicativa acuñada por Assman que:
[…] se refiere a la experiencia
individual en el contexto de un suceso histórico significativo […] atañe al
hecho de que el individuo comparta con el colectivo (colegas, amigos,
familiares, etc.) en cuanto que coetáneo y testigo ocular sus recuerdos de
ciertos acontecimientos, así como lo que escuchó acerca de éstos. Estos sucesos
forman por tanto parte de su biografía (Sydel, 2014, pp. 199-200).
A su vez, “la memoria cultural es cultura
objetivada, es decir, se compone de textos, ritos, imágenes, edificios y monumentos
diseñados para recordar eventos decisivos en la historia del colectivo”
(Kansteiner, 2007, p. 33). Entendemos que la proeza deportiva recordada está en
relación con ideologías, instituciones y poder que la suscriben. Para el caso
aquí estudiado, la difusión de la historia fue explícita para construir a los
aficionados, cuando Leones Negros asciende a la Primera división en 2014, en su
segunda etapa, según Alberto Castellanos Gutiérrez, presidente del patronato de
Leones Negros de la UdeG: “El equipo de la Universidad de Guadalajara
representa un símbolo de identidad sobre todo porque le precede una gran
historia en el futbol mexicano” (Yáñez, 2016, p. 206).
De ahí que deba arribarse a la conclusión que,
con los elementos arriba mencionados como mediación para los sujetos,
aficionarse es, a través de la memoria comunicativa, la manera de unirse a la
historia en común para dotar de sentido su individualidad y, trascender junto
con el colectivo configurado con la comunicación en prácticas como la conversación.
Fundación del equipo de futbol de la UdeG
La
historia del equipo de la Universidad de Guadalajara permanece en la memoria de
personas que atestiguaron su inicio, cuando el contexto histórico del futbol
mexicano se facilitó por el entrelazamiento de agentes que se conjuntaron de
manera institucional, política, económica y entusiasta en la ciudad de México y
en Guadalajara, Jalisco.
A principios de la década de los
setenta sólo existía un equipo universitario en las lides del futbol de Primera
división: Los Pumas de la UNAM. El acercamiento de una universidad al futbol de
paga demostró que, bien administrado, el futbol podía ofrecer ventajas
económicas a las instituciones y al estudiantado ávido de deporte (Bañuelos,
Calderón, Sotelo y Krauze, 1998, p. 38).
En junio de 1974 se discutió la incorporación
del equipo de la Universidad de Guadalajara al futbol profesional y se acordó
debutarlo en el torneo de liga. Al respecto y con los pronósticos en contra:
“El Universidad de Guadalajara que llega a la Primera por haber obtenido los
derechos del Torreón, visitará el domingo 14 [de julio de 1974] nada menos que
al América, otro de los seis en el estadio Azteca” (La Afición, 28 de
junio de 1974).
El resultado de ese primer partido fue de
empate a dos, “con goles de Sylvio Fogel por el América y dos goles de
[Ernesto] Burro Sánchez por la UdeG y es un equipo que, de entrada, llama la
atención por el colorido de su uniforme” (E6, comunicación personal, 10 de
noviembre de 2015). Con ese desempeño, el U. Guadalajara causó buena impresión
en su partido de inicio, aunque se destacó como un “juego mediocre con empate a
dos goles [. . .] Para el Universidad de Guadalajara, el empate fue muy bueno y
su presentación en la capital bastante honrosa” (Ramos, 15 de julio de 1974).
Figura
2. El primer equipo de
futbol de la UdeG. Fuente: Los Leones del U. Guadalajara.
Fuente: Foto
de F. Mejía (Ramos, 15 de julio de 1974, p. 2).
Figura 3. El primer gol
del equipo de la UdeG.
Fuente: Foto
de F. Mejía (Ramos, 15 de julio de 1974, p. 3).
Con los futbolistas del primer equipo llegó el
técnico José Gómez Nogueira, que con su dirección lograron 42 puntos en esa
temporada inaugural para la UdeG, lo que se consideró como una hazaña deportiva
sin precedentes.
Es un entrenador brasileño que tenía
más prestigio en Brasil como preparador físico que como entrenador, era un tipo
muy duro, muy disciplinado. Llega a la institución, establece una gran
disciplina y el equipo logra un subcampeonato en su segunda temporada, que pierde
contra el América en una final que todavía mucha gente recuerda, pero de una
gran calidad técnica, a eso me refiero que cambia el futbol en México (E6,
comunicación personal, 10 de noviembre de 2015).
Este director técnico trajo las primeras
playeras procedentes de Brasil, además de los uniformes completos de
entrenamiento, los uniformes de juego, los zapatos y hasta los pizarrones, “en
ese momento se iniciaba una moda de traer artículos brasileños porque se
pensaba que era lo mejor que había en el mercado para la práctica del futbol”
(E6, comunicación personal, 10 de noviembre de 2015).
Además de los utensilios de juego, el equipo
se reforzó con jugadores:
Se habla de que Gómez Nogueira anda por
Brasil en busca de cuatro extranjeros de categoría. No sabemos si los logre
contratar. De una cosa sí estamos seguros. Si los encuentra los traerá porque
el U. de Guadalajara cuenta con un buen respaldo económico, el Rector de la U.
de Guadalajara, Lic. Rafael García de Quevedo, ya lo ha dicho: “contaremos con
un cuadro digno del futbol tapatío” (Ramos, 15 de julio de 1974).
Para participar en la Primera división el
equipo contó con los siguientes refuerzos brasileños: Eusebio de Jesús;
Belarmino de Almeida Jr. “Nené”
y Roberto da Silva. La espectacularidad de juego a partir de este equipo
fortalecido quedó en la memoria de los aficionados y se considera como un
cambio de estilo de juego en el futbol mexicano con la incorporación de lo que
se conoció como el estilo brasileño.
En Brasil, ese estilo al que se denomina futbol-arte,
es identificado por elementos como la prioridad de la técnica en detrimento de
la fuerza, la evitación del cuerpo a cuerpo, el intercambio de pases a ras del
césped, cierto desdén por los sistemas tácticos y el placer por las jugadas de
efecto (Damo y Oliven, 2009, p. 107).
De hecho, “con el tema de los jugadores
brasileños que vinieron, de tez negra, el cronista deportivo Ángel Fernández
Rugama le pone el mote de Leones Negros que de ahí se le queda para el resto de
su historia” (E6, comunicación personal, 10 de noviembre de 2015).
Efectivamente, la difusión mediática de la narración a través de la crónica
deportiva por televisión marcó el rumbo del encauce del nombre como categoría
posible de adscripción identitaria:
Yo se lo pregunté [a Ángel Fernández]:
¿de dónde se le ocurrió de ponerle “negros”? y dice: “¡Ay!, ¿pues no ves esos
pinchis [sic] negros? Tan buenos, correlones”. ¡Sí! Así me dijo y por
eso ahí surgió en el momento que está narrando: “¡Éstos son unos auténticos
Leones Negros!” (E7, comunicación personal, 10 de noviembre de 2015).
En una interpretación crítica de los
futbolistas y sus habilidades deportivas para el ascenso social en Brasil, se
indica que:
Con una oferta excepcional de
dones/talentos –Brasil es el país más poblado del mundo en el que el futbol se
encuentra ampliamente diseminado–, y con las escasísimas restricciones legales,
éticas o culturales para manipularlos, no hay ninguna razón que impida
convertirse en un “granero de cracs” [sic] (Damo y Oliven, 2009, p.
124).
La negritud de estos futbolistas está en el
origen del mote cuya narración ocurrió, según Yáñez (2016) durante la
transmisión televisiva del partido de futbol “el 5 de septiembre de 1974,
cuando la UdeG visitó y derrotó a los Potros de Hierro del Atlante por
marcador de 3-2 en el estadio Azteca” (p. 30). Esta crónica quedó en el
imaginario futbolístico de la década de los setenta del siglo XX, según J.
Villoro, así fue como “Ángel Fernández rebautizó equipos enteros [. . .] era un
rebautizador de la realidad que te la enriquecía con esa maravillosa palabra [.
. .] que hizo de la crónica futbolera un auténtico espectáculo” (Televisa,
2006).
Además, el cronista se refirió a Leones Negros
como el equipo que nació grande porque en sus inicios en la Primera
división llenó los estadios donde se presentaban y eran de una gran expectación
entre los aficionados.
Es el equipo que cambió el futbol de
México de alguna manera, porque [. . .] se jugaba muy pausado, muy lentón [sic],
y cuando aparecen estos jugadores brasileños que eran muy rápidos, muy ágiles,
el equipo empieza a jugar en otra velocidad, en otro ritmo y bueno, cambia el
ritmo del futbol mexicano (E6, comunicación personal, 10 de noviembre de 2015).
Con los partidos de Leones Negros contra
equipos de la capital mexicana, como América y Pumas, se crearon juegos de alta
rivalidad. El América traía futbolistas extranjeros competitivos y Pumas lo
integraban brasileños como Evanivaldo Castro Silva “Cabinho”, José Geraldo Cándido y Spencer Coelho, “y una cantidad
de jugadores donde todo mundo voltea a ver al futbol brasileño como un país de
donde pueden traer jugadores, en ese momento, a un precio bajo y que pudiera
venir a evolucionar el futbol de México” (E6, comunicación personal, 10 de noviembre
de 2015).
Esta [primera] etapa fue considerada
como de esplendor para Leones Negros, que brindó espectáculo en las canchas de
los estadios en México. Llamó la atención de los aficionados que registraron
llenos de asistencia en donde se presentaban a jugar. Fue el estilo de juego,
el uniforme y los futbolistas extranjeros, los factores que atrajeron la
atención de los aficionados al futbol en México (E6, comunicación personal, 10
de noviembre de 2015).
Los Leones Negros de la UdeG marcaron la
década de los setenta, según Murrieta (2016), debido a “la espectacularidad de
su juego y la vistosidad de su uniforme” (p. 116). En éste jugaron: Rodríguez
Jara; Calderón; Roberto Da Silva; “Topo Gigio” Montes de Oca; “El Cuirio” Santoyo; “Potrillo” Nájera; Eusebio
Belarmino de Almeida “Nené”;
Rubén Anguiano; Aurelio Martínez y Jair. Futbolistas quienes son recordados en
conjunto en la memoria a decir que “cualquier repaso de los años setenta y
ochenta del futbol tapatío estaría incompleto si se omite la aparición de los
autodenominados Leones Negros de la Universidad de Guadalajara” (Doñán, 2011,
p. 226).
Es la víspera de la globalización económica
del deporte, según Dietschy (2014), en el contexto cuando la Federación
Internacional de Futbol Asociación (FIFA) en 1974 tuvo que “tomar las demandas
de las asociaciones en el extranjero. Algunas de ellas, sobre todo en América
del Sur, se consideraban como uno de los centros, si no el centro, del mundo
del futbol” (p. 23). Luego entonces, parafraseando a Llopis (2009), se encauzan
las consecuencias contemporáneas de las transformaciones globales sobre el
futbol, como la eliminación de medidas proteccionistas de los mercados
nacionales de futbolistas y las transformaciones de las organizaciones de los
clubes, que ocasionan en el terreno sociocultural [...] una evaporación de los
contornos nacionales del futbol, de la cual se estaría gestando una
indiferenciación de los estilos de juego nacionales (Llopis, 2009, pp. 10-11).
Comunicación
para la construcción de los aficionados al futbol
Las
características históricas del equipo de futbol difundidas con la emoción del
orgullo, tales como los valores promulgados por el equipo, el colorido de la
camiseta, el imaginario, la trayectoria deportiva con sus triunfos y derrotas,
así como la visibilidad a través de los medios de comunicación, son elementos
que los sujetos evalúan para integrarse como aficionado, es decir, ser parte
del grupo y a su vez, la percepción de rivalidad en contra de aficionados a
otros equipos. De esta manera, con información se decide rechazar, discriminar
o mudarse de adscripción para ser aficionado del equipo en particular.
Somos un equipo que ya tenía identidad
anteriormente y como digo, es parte de la universidad, te hace sentir parte de
una familia, lo que otros equipos no tienen. No éramos como Atlas o Chivas con
la cuestión de la violencia (E2, comunicación personal, 10 de marzo de 2016).
De manera similar, la noción de pertenencia
social es valorada mediante las prácticas que vinculan al sujeto con la
institución: “es como una identidad, porque es parte de mi universidad y es
como tener la camiseta de Leones Negros” (E3, comunicación personal, 10 de
abril de 2016). Este sentido identitario de las personas
con el lugar donde desarrollan y transcurre su vida cotidiana, a partir de
donde nacen o radican, se comunica a través del entramado emocional, después de
todo, el orgullo es mostrado por medio de prácticas y símbolos, por lo que la
pertenencia con la Universidad define ser aficionado direccionado con el futbol
que se vuelve posible a través de estrategias de comunicación con la ayuda de
la mediación institucional.
Lo anterior está explícito en lo que aquí se
entiende como la afición direccionada, dado que, para la construcción de la
identidad con la institución, el símbolo es Leones Negros y, “la Universidad de
Guadalajara no podía mantenerse al margen de buscar estrategias que le
proporcionaran dichos elementos” (Yáñez, 2016, p. 17).
Tienes que comprender el futbol a
magnitudes de pensamiento, sentimiento y físicamente para que puedas realmente
saber hasta qué grado podrías llegar a hacer cosas por tu mismo equipo, por tu
afición y ésta es muy grande, aunque tenga muy poca gente en estos años tiene
mucha historia, y los colores de verdad, yo siento que me representan muchísimo
(E1, comunicación personal, 18 de septiembre de 2016).
Se puede inferir que, los enfrentamientos y
rivalidades deportivas como tema de conversación cuando, efectivamente, hablar
de deportes es uno de los temas que vincula a las personas con quienes se
comparte el entorno social.
El futbol se convierte, en el mejor de
los casos y sentidos otorgados, en un lenguaje común que permite alimentar
lazos de proximidad y sociabilidad incluso con desconocidos totales, con
quienes se intercambian momentos y emociones, opiniones en un bar, en un taxi,
en una reunión o donde sea (Segura, 2014, pp. 3-4).
En México, los deportes son una de las
temáticas principales para la conversación: “Las principales menciones
espontáneas a la pregunta ¿cuál es el principal tema de plática? (cuando se
reúne con amigos) son: la familia (14%), deportes (9%), trabajo (7%), problemas
económicos (7%), delincuencia (5%) y la vida cotidiana (5%)” (Consulta Mitosky,
2011). En efecto, los deportes como tema para conversar son tópicos de memoria
colectiva y cultura popular, puesto que “en la memoria social de nuestro tiempo
los acontecimientos deportivos tienen un lugar central [. . .] Y en algunos esa
memoria es una parte importante de lo importante, de lo emotivo, de lo
extraordinario” (Galindo, 2012, p. 73).
Para J. Villoro (2014): “Cuando no hay
partidos, hablamos de futbol, o al menos de fichajes de desmesura [. . .] No
son temas épicos, pero permiten seguir hablando” (p. 26). En suma, son temas
que identifican a quienes son competentes para conversar al poseer información.
Al respecto:
En torno al futbol se construye un
hablar común que identifica a quien lo habla como miembro selecto de la
comunidad de los aficionados amantes de sus colores y, lo que es más importante,
una identificación psíquica entre el juego y los actores participantes en forma
activa o pasiva, en él (Taguenca, 2014, p. 231).
En cambio, la conversación también establece
diferencias con quienes no desean participar, como lo apunta Eco (1994) al reconstruir
un diálogo cuando, por una parte, está quien habla apasionadamente de futbol y
por otra, su interlocutor, a quien no entiende que no es tema de su
competencia.
Yo no tengo nada contra el futbol [. .
.] me veo un buen partido con interés y gusto en la televisión, porque
reconozco y aprecio los méritos de este noble juego. Yo no odio el futbol, yo
odio a los apasionados del futbol [. . .] No amo al hincha porque tiene la
extraña característica: no entiende por qué tú no lo eres, e insiste en hablar
contigo como si tú lo fueras (Eco, 1994, p. 205).
La relación entre personas con la conversación
del futbol arraigado en su memoria comunicativa es relevante como mediación en
el contexto social en Guadalajara, Jalisco. El antropólogo Andrés Fábregas Puig
lo menciona con su experiencia al instalarse en esta ciudad:
En la vida cotidiana la gente se
presentaba con sus nombres, pero también contestando una pregunta que se hacían
mutuamente ¿a qué equipo le vas? Entonces en Jalisco cuando te presentas dices
tu nombre y el nombre del equipo de futbol al que estás adscrito. Lo curioso es
que la relación puede ser muy afable si hay coincidencia, o ríspida si no la
hay, peor si se trata de Chivas-Atlas (Olivos y Cuadriello, 2012, p. 188).
Adicionalmente, conversar construye relaciones
sociales, las cuales median las preferencias de los sujetos, configuran la
formación de grupos al diferenciarse de otros al hablar del equipo de futbol,
aquí es cuando lo observado en las pantallas adquiere sentido, en el proceso de
recepción de segundo orden nombrados como grupos de resonancia: “El recuerdo,
la evocación mental de una imagen, un dicho o un guion televisivo y la
resurrección de sensaciones televidenciadas en otros momentos y lugares de la
vida cotidiana, ‘reconectan’ a los sujetos con referentes televisuales”
(Orozco, 2014, p. 52).
Al relacionar la recepción por televisión, la
construcción de los aficionados tiene eco en grupos de resonancia que se
constituyen el proceso de recepción, y presencial en el estadio, al adquirir
sentido con grupos de personas en el reconocimiento de la otredad.
Como tema de conversación, en Guadalajara, el
futbol cuenta con arraigo en su práctica desde el inicio del siglo XX con el
equipo Chivas, fundado en 1906, y el Club Atlas, establecido en 1916. La ciudad
fue subsede de los campeonatos mundiales de la FIFA organizados en México en
1970 y 1986 con el estadio Jalisco y también con el estadio Tres de Marzo de la
Universidad Autónoma de Guadalajara, ubicado en Zapopan, con el mundial de
México 1986.
Para Doñán (2011) “el futbol figura como uno
de los signos de identidad de la tapatiez, siendo Guadalajara, la ciudad
futbolera por excelencia de México” (pp. 201-202). Se puede afirmar que el
futbol en este contexto urbano es una temática incorporada en el sentido de
pertenencia de las personas que es reinventado mediante la comunicación y
conversación.
¡Nos encanta!, yo creo que no podemos
hablar de otra cosa que no sea, es poco el ciudadano que no le gusta el futbol
porque lo ves en el barrio, lo ves en fuerzas básicas, está directamente, lo
ves en todas partes, en la tele, sales a jugar con tu amigo y te habla del
jugador, de niño quieres ser el jugador más valorado del mundo o el mexicano
que está jugando mejor (E2, comunicación personal, 10 de marzo de 2016).
En este sentido: “Guadalajara es una ciudad
muy futbolera, es de antaño uno de los deportes que ha seguido más la sociedad
tapatía” (E4, comunicación personal, 20 de agosto de 2016). Al respecto,
referirse a la ciudad se coincide, al referir la memoria cultural, al
proseguir:
Abarca una gran parte de la cultura de
Guadalajara porque tenemos el estadio Jalisco y ha pasado por cosas mundiales,
entonces tiene un gran repertorio de historia, y realmente nos hace ubicarnos
en el país, pues cuando mencionan las aficiones que aquí están y ya dicen: ¡Oh!
Sí ya recuerdo, ahí está Chivas o ahí está Atlas o ahí está Leones Negros. Ya
que pues sí nos empezamos a hacer más famosos a nivel nacional (E1,
comunicación personal, 18 de septiembre de 2016).
En los testimonios citados arriba, de acuerdo
con Dunning (2003), se destaca que “las identidades personales y colectivas son
más importantes en el deporte que en ninguna otra actividad de ocio” (p. 34).
En esta identificación, en el contexto contemporáneo de los flujos globales de
comunicación, el futbol da cuenta al observar referentes que representan la
organización institucional, y en este caso también a la ciudad en lo local, de
esta forma el equipo es una mediación para decidir, por lo tanto, para afiliar
a los sujetos a través de la conversación de la memoria comunicativa.
En consecuencia, el futbol visto en las
pantallas o presenciado en el estadio, dota de información para conversar,
donde la comunicación destaca la expresión de los aficionados y los
acontecimientos que fueron narrados como en el ámbito familiar, donde se da el vínculo con figuras masculinas, en los
que las mujeres aparecen nombradas para aficionarlas. Así se dijo: “Empecé a ir
sólo y hasta el momento una amiga de la Universidad es la que me está
acompañando, ya la convencí, ya es aficionada también de los Leones Negros”
(E2, comunicación personal, 10 de marzo de 2016).
Mientras que cuando los partidos de futbol se
miran por televisión, por otra parte, se dijo: “con mi papá, con él compartimos
todo el tiempo que se pueda y sea disponible con los Leones Negros” (E1,
comunicación personal, 18 de septiembre de 2016). En esta amalgama de
mediaciones, se narra el inicio de su afición.
Todo empezó por mi papá, venía [al
estadio Jalisco] cada viernes en la noche a ver a los Leones Negros [. . .] en
ese momento no me llamaba la atención el futbol y ya fue cuando me invitaron y
vine, algo me llamó la atención del equipo que no puedo comprender por qué, no
puedo entenderlo todavía, quizás sus colores, su camisa, su simbología que
tiene la Universidad de Guadalajara, algo me enamoró mucho e hizo lo que ni
Atlas, ni Chivas pudo lograr, entonces desde ahí fue cuando me enamoré por
completo de ellos (E1, comunicación personal, 18 de septiembre de 2016).
En efecto, la densidad de significados en las
personas está posibilitado, según Fuentes (2002), en “procesos por los cuales
los sujetos construyen socialmente la realidad y le dan sentido tanto a lo que
hacen como a lo que perciben” (p. 25). En este caso, la comunicación
interpersonal y el tema futbol constituyen una fuente de sociabilidad y
colectividad, que para Lever, es “uno de los temas recurrentes empleados por
las personas, conocidas o no, para entablar algún tipo de conexión” (Angelotti,
2010, p. 78). La conversación como integración por medio de temáticas del
deporte y, en particular del futbol, involucra al colectivo, “la forma de vivir
en el futbol es hablándolo, verbalizándolo, lo que hace del espectador también
un importante actor [. . .] en este espectáculo” (Villena, 2003, p. 259). Que a
manera de memoria comunicativa:
Lo que me decían los tíos, los papás
del futbol aquí local en la ciudad, fue lo que me fue gustando [. . .] Soy una
persona que me gusta relacionarme muy fácilmente con otras y eso me ayuda a
poder platicar o comentar una jugada, un partido o simplemente platicar de
futbol, aunque no haya futbol (E5, comunicación personal, 13 de octubre de
2015).
Con la comunicación, los significados integran
el intercambio de información y dotan de sentido la relación entre los
interactuantes, para Castells (2009) “comunicar es compartir significados
mediante el intercambio de información” (p. 88). En ésta cobra sentido para “la
constitución de las identidades sociales de los sujetos en cuanto participantes
en distintos grados y modalidades, de la estructuración social mediante
prácticas comunicativas” (Fuentes, 2002, p. 26).
Es un arraigo completamente cultural y
social que está directamente en las venas, yo creo, está el papá que te está
hablando del futbol, está el tío, toda la familia que te está hablando del
futbol y desde chico lo tomas, lo hueles, lo sientes (E2, comunicación
personal, 10 de marzo de 2016).
Este flujo de comunicación une a los sujetos,
al poner en común su apreciación en la recepción de manera individual y
colectiva, en ambas formas representan el sentido de unión para construir
aficionados en la discusión de la incertidumbre compartida que se coloca en la
disputa social.
Siempre me ha gustado mucho el futbol,
pero no tenía amistades que le fueran al mismo equipo que yo o que tuvieran la
misma pasión de ver los partidos todos los domingos, de ir a los viajes y de
poder compartirlo y no sentirme como apartada o rara por ser mujer y que me
guste el futbol, sino al contrario, que me acepten y que sea un orgullo poder
ir, y tener las camisetas, y sentir los goles y sentir los gritos y todo en el
estadio (E3, comunicación personal, 10 de abril de 2016).
Los lugares donde se realizan las prácticas
fueron mencionados por los entrevistados, en este caso, la reflexividad de los
sujetos delimitada por el espacio urbano donde se desarrolla su afición y en el
sentido territorial, se establece identidad y arraigo con el lugar, aquí se
refirieron a la ciudad de Guadalajara y al estadio Jalisco, este edificio
también nombrado monumental a manera de memoria cultural.
Esta relación dota de sentido el vínculo con
el que, el equipo de futbol, Leones Negros territorializa como representante
deportivo de la Universidad de Guadalajara, enlaza a los sujetos con la
adscripción de la institucionalidad donde estudiaron, egresaron o quienes
dejaron truncos sus estudios, es decir, la historia del equipo, la universidad
y la ciudad, vinculada con la memoria comunicativa y biografía de los
aficionados, además de referir a la memoria cultural y las emociones:
Por mi universidad principalmente, así
como hay otros equipos y como también le voy a Chivas, me ha sido más
representativo Leones Negros porque por ellos empecé a ir al estadio, porque
siento más la camiseta, porque la he portado muchas más veces, porque he
sufrido, porque he llorado, porque he reído en el estadio (E3, comunicación
personal, 10 de abril de 2016).
Mientras que, por otra parte, la referencia de
la mediación con la institución de educación superior es reiterada y
mencionada:
El equipo de la Universidad de
Guadalajara siempre me ha gustado puesto que es del alma mater de donde
yo tengo mis funciones, y es un equipo que me llena mi corazón por la afición
que le tengo a ese equipo famoso de los Leones Negros (E4, comunicación
personal, 20 de agosto de 2016).
De ello se destaca la mediación institucional
en la construcción de los aficionados direccionados con el sentido de
identidad, sin embargo, ser de Leones Negros además es un estatus para quien
aspira a ser estudiante universitario, dado que el equipo brinda la
oportunidad, ciertamente imaginada, de pertenecer o identificarse con la
Universidad de Guadalajara.
Conclusiones
La
difusión de la historia del equipo de futbol es una de las estrategias para
construir aficionados direccionados por parte de la directiva que lo respalda
de manera institucional. Para el caso aquí estudiado, es presentada con la
emoción de orgullo y de forma recurrente a través del mote Leones Negros, así
como en el diseño del uniforme con sus colores, son un recordatorio de la
trayectoria histórica con una carga simbólica y memoria comunicativa relevante.
Adicionalmente, en cuanto a la diferencia en
los usos y apropiaciones de los espacios futboleros en Guadalajara, otro
indicio es el horario de los partidos de Leones Negros en el estadio Jalisco,
que no es tema menor. Éstos son programados, comúnmente, el domingo a las 12:00
horas. En la actualidad, cuando las transmisiones de televisión imponen los
horarios de los partidos, son pocos los equipos de futbol profesional en México
y el mundo que juegan al mediodía, pues se mantiene como una tradición
implantada por la dinámica social de las últimas décadas del siglo pasado que,
en este caso, está cargado de nostalgia de las glorias deportivas para la
afición a Leones Negros.
De manera que la historia del equipo como
mediación interviene en el conocimiento y la memoria comunicativa para su
afición, así como en sus motivaciones para adherirse a un equipo que está
vinculado con las emociones vividas de las victorias y derrotas deportivas, los
campeonatos, los futbolistas categorizados como ídolos, los partidos épicos,
las rivalidades construidas, los jugadores emblemáticos, las alineaciones, el
origen del mote, los colores, las camisetas, todo lo anterior como repertorio
de memoria que se teje con la biografía.
La historia así difundida se ejerce como
elemento sustancial que une a las personas aficionadas a equipos de futbol,
para su conocimiento en común, aunque situadas en diversos niveles de noción de
los sujetos con perfiles diversos, que les permite unirse de manera
transclasista y transgeneracional a otros que tienen y comparten al equipo como
referente por medio de la conversación de lo actual y la memoria comunicativa.
Como esencia de información para los
aficionados, la historia los enlaza con el equipo, aun con las diferencias
sociales en cuanto a origen cultural, económico o político, a esta diversidad
los une el conocimiento de la historia compartida que proviene de la versión
institucional, sin embargo, los aficionados con su experiencia emocional
participan de manera interpretativa, por medio de la memoria comunicativa, al
unirse de forma identitaria.
Por su parte, la cobertura mediática para la
difusión de un equipo, los momentos cúspide de su espectacularidad suelen ser
los primeros contactos de los sujetos que aún no definen sus afinidades
deportivas, por lo que presenciar el logro de campeonatos o juegos
definitorios, es la motivación para decidir a quién irle, ser y afiliarse como
aficionado, cuya decisión probablemente sea por el resto de su vida.
Para los aficionados a Leones Negros, el
recuerdo de la espectacularidad en el estilo de juego y la innovación en la
práctica del futbol en México, los futbolistas que le dieron nombre, el porte
del uniforme, son elementos en la memoria colectiva que es reiterada con la
emoción del orgullo y recordada como nostalgia para las generaciones que
presenciaron al equipo en la década de los setenta y los ochenta del siglo XX.
Como vínculo entre ese momento histórico y el actual, una de las mediaciones
entre las personas se erige a través de la conversación y conduce a otros en la
experiencia contemporánea basada en lo seleccionado como memorable en su historia
de vida. En consecuencia, los sujetos interpretan su afición a través de estas
prácticas de identidad con el territorio, dado que ser de Leones Negros
también los vincula con su natal Guadalajara.
Finalmente, con la producción emocional a
través del discurso, los aficionados se diferencian de grupos de aficionados a
otros equipos, así se destacan como categoría posible en la diversidad de
maneras de incorporar, interpretar y vivir el futbol particularmente en la
ciudad de Guadalajara, donde para estas personas, aficionarse con Leones Negros
significa territorializarse con lo local fincado en su historia y las
interpretaciones que sobre el futbol dialogan, discuten y se comunican a través
de la conversación en torno de la identidad.
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Enrique Rivera Guerrero
Mexicano.
Doctor por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente en
Estudios Científico-Sociales. Es maestro en comunicación por la Universidad
Veracruzana y licenciado en ciencias de la comunicación por la Universidad de
Sonora. Se desempeña como académico en el Departamento de Psicología y Ciencias
de la Comunicación de la Universidad de Sonora. Sus áreas de investigación e
interés son comunicación, deportes y sociedad y cultura y comunicación. Sus
publicaciones más recientes: La comunicación en los deportes: de lo personal a
lo masivo en la formación de identidades, Vozes
dos Vales (2014) y el libro Cancha
Libre. Metodología para la investigación social del deporte y la comunicación
(Unison, 2010).
[1] En este trabajo, la
palabra “futbol” no se tilda considerando que en el contexto mexicano ésta se
escribe y se pronuncia como palabra aguda, esto quiere decir que no lleva el acento
ortográfico en la letra “u”.
[2] Este artículo es
producto de la tesis doctoral “La construcción de los aficionados al futbol: el
caso de los Leones Negros de la Universidad de Guadalajara” presentada en el
año 2017, en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO).
Se encuentra disponible en el siguiente enlace https://rei.iteso.mx/handle/11117/5102
[3] Camisetas del uniforme de
futbol, banderas, bufandas, escudos, colores, himnos, cánticos, gritos, gestos
corporales, maquillajes, tatuajes, entre otros.
[4] Asistencia al estadio Jalisco: 54,455 personas, equivalente al 96% de la capacidad del estadio. Marcador final en serie de penales: Leones Negros de la UdeG 4-3 Tecos de la UAG. 10/05/2014.
[5] La flecha [→]
apunta que dirigieron su afición de un equipo a otro. Por otra parte, se señala
la etapa del inicio de su afición con el equipo de la UdeG: La primera etapa
[1ª] abarca desde su fundación en 1974 hasta su desaparición en 1994; o en la
segunda [2ª] que cubre desde la reaparición en 2009 hasta su regreso a la liga
de futbol profesional de Primera división en 2014. La letra E y el número de
entrevistado se utiliza como seudónimo para proteger la confidencialidad de los
participantes.
[6] Consultados el 21 de febrero de 2017.